“Los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios; los sordos oyen; los muertos resucitan”.
Proclamamos el Evangelio de Jesucristo según San Mateo en el Capítulo 11, versículos del 2 al 11:
Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó preguntar por medio de sus discípulos: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro”?
Jesús le respondió: “Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios; los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. “Y dichoso el que no se escandaliza de mí!”
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: “¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis? ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Él es de quien está escrito: “Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti.” Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.”
PALABRA DE DIOS
1.- Es Tercer domingo de Adviento con Juan en la cárcel y lleno de dudas. ¿No le parece extraño?
RESPUESTA: Oye, no sólo con Juan en la cárcel, sino con Isaías invitándonos a la alegría. Dos figuras estupendas. El uno en el destierro. El otro en la cárcel. Isaías clamando para que el desierto, es decir, la dura experiencia del destierro se llene de gozo y se despierte la nueva primavera. Y Juan enviando papelitos y preguntas desde la cárcel porque se siente desorientado. Dos símbolos bien bonitos.
2.- ¿No le parece que la figura de Juan en este tercer domingo del Adviento, como que desencaja un poco?
RESPUESTA: Personalmente la encuentro estupenda. La cárcel es un espacio que se presta a hacernos muchas preguntas. De hecho, el Adviento es tiempo de preguntas, precisamente porque es tiempo de esperanza. El que mira al futuro está lleno de preguntas y quien está lleno de preguntas, tiene que ser alguien lleno de esperanzas.
3.- ¿Cómo le llamaría usted a este tercer domingo de Adviento, con estos personajes de Isaías y de Juan?
RESPUESTA: Pues mira, la liturgia siempre ha considerado este domingo como “el domingo de la alegría”. Tanto a mitad del Adviento como a mitad de Cuaresma, la liturgia celebra los domingos de letare y de gaudete, es decir: “alegraos hermanos”. Pero yo lo llamaría el domingo de los signos, de las señales.
4.- ¿De qué signos y de qué señales se trata?
RESPUESTA: Se trata de los signos y señales que identifican al Mesías. Que anticipan la verdad del Mesías. Por tanto, en Isaías son las señales que acompañarán al Mesías liberador, principio de esperanza y de alegría. Jesús utilizará estas mismas señales para manifestar su verdad ante Juan.
5.- Hay algo bien curioso en el profeta del Adviento, Isaías: estar en el destierro, haber perdido prácticamente todo elemento de identificación como pueblo, y anunciarles la esperanza y la alegría… Todo esto me suena…
RESPUESTA: Ya lo sé. No digas a qué te suena porque me lo estoy sospechando… Tú estás pensando que Isaías o era un santo o un loco, ¿verdad?
6.- ¿Se puede pensar en otra cosa? ¿Invitar a la alegría cuando no hay motivo alguno para estar alegres? ¿No le suena a una especie de locura?
RESPUESTA: ¿No crees tú que el mundo no es para los demasiado realistas, los demasiado cuerdos? El mundo es para los tocados de cierta locura. Si no somos capaces de soñar en ciertos imposibles, es que aún no hemos entrado en los caminos de Dios.
7.- ¿Está usted diciendo que solo los un poco locos han entrado por los caminos de Dios?
RESPUESTA: ¿Es que hay alguien menos prudente y más loco que Dios? ¿No te parece una locura divina enviarnos a su Hijo? ¿No te parece una locura anunciar una maravillosa primavera en medio de un riguroso invierno? Ahí tienes el motivo por el cual, el que cree en Dios es capaz de soñar en la libertad mientras está prisionero.
8.- Oiga, Padre, se me está viniendo una pequeña locura a la cabeza.
RESPUESTA: Por fin, puede verte loco. ¿Me quieres decir en qué consiste esa tu pequeña locura?
9.- ¿No podíamos pedirle a Dios que nos envíe de nuevo al Profeta Isaías?
RESPUESTA: ¿Y para qué lo quieres?
10.- Para que nos anuncie la esperanza y la nueva primavera de Dios, en un contexto social como el nuestro donde la esperanza resulta tan difícil.
RESPUESTA: ¿Para qué nos lo va a enviar de nuevo? Ya nos dejó sus gritos. Ahí los tenemos y nada menos que como Palabra de Dios. Además estos son precisamente los tiempos de la esperanza, cuando la esperanza parece imposible. Ahora Dios está enviándonos los nuevos Isaías…
11.- ¿Usted los ha visto? ¿Por dónde andan?
RESPUESTA: Durante el destierro, Dios envió a Isaías. Hoy nos envía a ti y a mí, y a todos cuantos seguimos creyendo en Dios. Los profetas de la esperanza hoy somos nosotros, es la Iglesia. La Iglesia de la esperanza.
12.- Padre, usted definía este domingo como el domingo de los signos. ¿Nos podía clarificar un poco todo esto?
RESPUESTA: Primero, es Isaías quien nos ofrece los signos que identificarán al Mesías. Luego es Juan que desde la cárcel se siente desorientado, entra en serias dudas de fe en Jesús.
13.- ¿A qué se deben las dudas de Juan?
RESPUESTA: El texto es claro: “Juan había oído en la cárcel las obras del Mesías.” Las obras de Jesús, lo que hacía Jesús, las actitudes de Jesús no entraban en el esquema que Juan tenía de precisamente de Jesús. Es decir, él pensaba una cosa y Jesús hacía otra. Esto le creaba serias dudas, de si no estaría equivocado. Es entonces que envía discípulos que le pregunten directamente a Jesús: “¿Eres tú o no ? ¿Debemos creer en ti o debemos esperar a otro?
14.- ¿Y cuál es la respuesta de Jesús?
RESPUESTA: Jesús le responde remitiéndole a los signos que hace: Id y decidle lo que vosotros estáis viendo. Es decir, Jesús no responde ni blanco ni negro, sino decidle lo que veis. Él sabrá traducir todo esto.
15.- ¿No era preferible responderle de una manera explícita: sí o no, en vez de andar con esos rodeos?
RESPUESTA: La pedagogía de la fe es así. Dios no nos ahorra nuestro esfuerzo. Dios nos habla, pero somos nosotros los que tenemos que leer e interpretar. Lo único que hace Jesús es realizar las señales que ponía Isaías como identificadores del Mesías, pero yo quiero insistir en este detalle de los signos.
16.- ¿Por qué quiere insistir en eso de los signos?
RESPUESTA: Porque Dios se revela y se manifiesta en signos. El cristiano está llamado también a ser signo de Dios y a leer e interpretar los signos en los que Dios se revela y manifiesta. No se trata de una fe de palabras, se trata de una fe que tenemos que expresar en actitudes, en comportamientos, en hechos de vida.
17.- ¿Está usted diciendo que también nosotros tenemos que remitir a los signos, a nuestros signos, a todos aquellos que nos preguntan por nuestra identidad de cristianos?
RESPUESTA: Estamos en este tiempo del Adviento, a la espera de la Navidad y, por tanto, en un tiempo en el que debemos llamar a todos a la esperanza. Pero lo mismo que Juan le manda preguntar a Jesús si “es Él o hay que esperar”, también hoy la gente nos pregunta: “¿Sois vosotros los seguidores de Jesús o no? ¿Qué signos nos dais de esperanza? ¿Qué signos nos ofrecéis para que también nosotros podamos creer?”
18.- No basta hablar de esperanza, la gente exige signos de esperanza. La gente ya no tiene fe en las palabras quiere gestos de vida, es decir, quiere signos.
RESPUESTA: No es suficiente decir: tenemos que creer, tenemos que esperar, tenemos que estar atentos a la venida del Mesías en la Navidad. La gente nos cuestiona y nos pregunta qué signos les damos para que creamos en la Navidad y qué signos o señales les damos para que podamos creer en la esperanza.
19.- Todo esto nos está diciendo que no es tan fácil como antes ser cristiano, ser Iglesia.
RESPUESTA: Felizmente. La gente ha crecido. La gente no quiere dejarse engañar: no nos ofrezcáis lo que vosotros no vivís. Ese es el reto de la Iglesia hoy.
20.- ¿Cuál es el reto de la Iglesia hoy?
RESPUESTA: No basta que la Iglesia nos diga que ella es la auténtica y que ella es la que habla siempre en nombre de Jesús…
21.- ¿Qué se le pide entonces?
RESPUESTA: Que de signos de su identidad. Que dé signos de Iglesia verdadera.
22.- Los signos o notas que identifican a la Iglesia las tenemos en el Catecismo: una, santa, católica, y apostólica.
RESPUESTA: Esas serán las notas esenciales y metafísicas de la Iglesia. Pero el hombre y la mujer de hoy quiere unas notas muchos más visibles. Sabe que la Iglesia es una, pero pide signos de unidad. Sabe que es santa, pero pide signos de santidad. Hoy se necesitan signos concretos, vivos, existenciales. Signos de unidad, de santidad, de catolicidad y apostolicidad. No es suficiente decir “yo tengo la verdad”, hoy la gente pregunta “qué signos de verdad nos ofreces”.
23.- ¿Estaríamos diciendo que hoy la gente, como Juan, tiene dudas sobre la verdad y la bondad de la Iglesia? ¿Y pregunta a la Iglesia: Iglesia qué dices de ti misma?
RESPUESTA: Esto lo estamos viendo cada día y la gente tiene razón. No podemos escudarnos detrás de un apellido o un título. El hombre de hoy quiere signos. No basta decir que los Obispos son esto o lo otro, o que los Sacerdotes son esto o aquello. La gente nos pregunta: ¿qué signos vemos?
24.- Padre, ¿cuales serían hoy en concreto los verdaderos signos que nos identificarían como cristianos de verdad? ¿Está entre vosotros el Mesías? ¿Ha llegado a vosotros el Reino de Dios? ¿Está Dios entre vosotros? ¿Qué pudiéramos responderles?
RESPUESTA: No hay otra respuesta que la de Jesús: “Id y decidle a Juan lo que habéis visto”. No les respondamos con ideas, respondámosles con vida. ¿Qué ven la gente hoy en nosotros? Todo el resto es cuento.
25.- ¿Qué tendrían que ver en nosotros?
RESPUESTA: Caritas Española publicó hace un buen tiempo unas reflexiones para este domingo, hacía una sugerencia que me parece estupenda.
26.- ¿La tiene ahí?
RESPUESTA: Sí la tengo. Escuchémosla:
“Decid a la gente que pregunta:
Hemos visto comunidades que lo ponen todo en común y son felices.
Hemos visto comunidad que abren sus casas y sus corazones, y son felices.
Hemos visto familias, comunidad que no viven para su egoísmo sino para los demás.
Hemos visto comunidades que no acumulan sino que comparten y son felices.
Hemos visto comunidades en las que todos se empeñan no en ser servidos sino en ser servidores.
Hemos visto comunidades en las que todos se sienten hermanos. Nadie murmura de los demás y todos se dan la mano para ayudarse.
Hemos visto comunidades en las que se habla bien de todos y nadie critica a los demás.
Hemos visto comunidades en las que nadie tiene privilegios sino que todos se sienten iguales como hermanos.
Hemos visto comunidades en las que todos compartían los problemas de todos, y nadie vivía de privilegios ni de títulos que creaban privilegios.
Hemos visto comunidades en las que prevalecía el Espíritu sobre la ley, la vida sobre las estructuras.
Hemos visto comunidades en las que los demás son considerados más importantes que uno mismo.
Hemos visto comunidades que anuncian a Jesucristo, pero antes son signos y expresiones de amor fraterno entre todos.
Hemos visto ciegos que ven, que abren sus ojos a la fe y unos valores que antes no conocían.
Hemos visto sordos que ahora escuchan a gusto la Palabra de Dios y la comparten entre ellos.
Hemos visto inválidos que ahora andan, caminan en la libertad de los hijos de Dios y no con las muletas de todo lo que está prohibido.
Hemos visto leprosos que ahora están limpios, porque valoran más la gracia de Dios que los apetitos de la carne.
27.- Oiga, Padre, ¿cree usted que todo esto es posible?
RESPUESTA: ¿Y crees que podemos presentarnos ante el mundo como Iglesia si no vivimos así el Evangelio? Sólo así podremos responder a quienes nos preguntan. Sólo esta será la respuesta que podrán entender los que preguntan. ¡Signos, hermanos! No palabras bonitas.
28.- Amigos de cada domingo, no hablemos de esperanza: Demos señales y signos de esperanza. No hablemos de alegría: demos testimonio de alegría. No hablemos de Iglesia: demos signos de Iglesia. Que los hombres y mujeres puedan ver que en la Iglesia todos somos iguales, todos somos hermanos, y todos vivimos un mismo compromiso.
DESPEDIDA: Bueno, amigos, las palabras son buenas, pero los que llegan al corazón son los hechos de vida. Las ideas que más convencen son aquellas que expresamos con nuestra propia vida.