Hoja Parroquial

Domingo 29 – C | DOMUND 2025

Domingo, 19 de octubre del 2025

¿Te sientes misionero del Evangelio?

Tenemos conciencia de que no siempre vivimos a fondo el Evangelio, pero ¿tenemos conciencia de que no solo lo tenemos que vivir sino que lo tenemos que anunciar a los demás? No solo eso, el único camino que el Evangelio tiene hoy para llegar al corazón de los hombres somos nosotros. Sin nosotros, el Evangelio queda en un libro cerrado de biblioteca.

Es cierto que tenemos que leer el Evangelio, pero Jesús no nos dijo “lean” porque todavía no se habían escrito los Evangelios. Lo que nos dice es “anuncien”, “proclamen” mi Evangelio. La razón es que Dios es palabra y las palabras hay que decirlas y escucharlas.

El DOMUND que celebramos hoy en todo el mundo es eso, una llamada a todos para despertar en nosotros ese espíritu misionero. Todos formamos una cadena de retransmisión. Basta que la cadena se rompa en algún lugar, para se pierde la continuidad. Aquí puede darse algo parecido a lo que nos sucede con el corazón. Un coágulo de sangre en las venas impide la circulación de la sangre al cerebro y este corre el peligro de morirse. Cuando el colesterol es alto, estrecha las venas y la sangre circula más lenta y en menos cantidad.

¿No sucederá lo mismo con el Evangelio retransmitido por nosotros? También es la sangre de la Iglesia y del mundo, pero se puede encontrar con demasiados coágulos y con demasiado colesterol y entonces el Evangelio irriga con dificultad al mundo.

El DOMUND quiere ser un despertador de nuestras conciencias, quiere ser una llamada de atención para limpiar nuestras venas, dejar transitar y hacer viajar la sangre del Evangelio por todo el mundo y por todos los hombres.

De cada uno de nosotros depende que otros lleguen a conocerlo. Es posible que muchos tengan incluso prejuicios en contra, pero ahí estamos nosotros para clarificar sus ideas y sus mentes y sus corazones.

Esto es responsabilidad de todos. Todos los bautizados estamos llamados a ser testigos, anuncio y proclamación del Evangelio. Para ello tendríamos que estar nosotros enfermos de Evangelio, pero con una enfermedad que fuese contagiosa. Contagiar al mundo con el Evangelio, es contagiarlo de esperanza, de vida y de sentido de la vida.

¿Cuánto hay de misionero hoy en nuestras vidas? ¿Cuánto hay de misionero en nuestra fe? ¿Cuánto hay de misionero en nuestras Comuniones? ¿Cuánto hay de misionero en nuestra oración? ¿Cuánto hay de misionero en nuestros bolsillos?

Misión, don pascual

El ser misionero no es una carga, tampoco un querernos complicar la vida, es, por el contrario, un don, un regalo pascual. ¿Acaso no es un regalo el que el Señor quiera hacernos compartir su propia misión en el mundo y parecernos a Él? En primer lugar, es un acto de confianza en nosotros. ¿Tú confiarías la administración de tu empresa y de tus bienes a un cualquiera? Pues, por mucho que digamos, tú y yo somos “unos cualquiera” y Jesús nos ha confiado la continuación de su obra. Esta es la verdad: “Como el Padre me envió también yo os envío”.

La misma confianza que el Padre tiene en su Hijo, la tiene el Hijo en nosotros. ¿Nos hemos dado cuenta de qué significa esto para nosotros?

Además, el envío o el mandato de ir y anunciar su Evangelio es fruto y consecuencia del don del Espíritu Santo. El Espíritu no nos encierra en nosotros, sino que nos abre a los demás. ¿Recuerdas la Encarnación? María apenas recibió el don del Espíritu Santo que hace de su virginidad una maternidad, “se pone a prisa a la montaña de Judea” para brindar sus servicios a su prima Isabel que está de seis meses y necesita ayuda porque entonces no había empleadas del servicio doméstico. María se hace de servidora doméstica. Por eso hacernos misioneros, hacernos anunciadores del Evangelio, hacernos continuadores de la Misión de Jesús debiera ser para nosotros un motivo de gozo y de alegría y hasta, diría yo, ¡de orgullo!

La Misión brota del corazón

El fuego tiende a expandirse. Si lo encierras es capaz de hacer explosionar su contenedor.
La luz tiende a iluminar el ambiente donde alumbra. Tendríamos que taparla y esconderla para que no lo hiciera. Alumbra incluso en la noche más oscura.
¿Qué otra cosa es la fe que el fuego y la luz que alumbran tu corazón?
¿Quieres encerrarlos dentro de ti? ¿Quieres quedarte con ellos para ti?

Digámoslo de una manera más sencilla. Cuando el amor arde dentro de tu corazón, ¿te quedas con él estrechándolo en los estrechos límites de tu corazón? Tu amor busca a quien amar, busca a quien estrechar, busca a quien hacerle sentir.

¿Y no tiene que ser esto el Evangelio en tu corazón?
¿Y no tiene que ser esto el amor de Dios en tu corazón?
¿Y no tiene que ser esto también la actitud de nuestro amor a Dios?
¿No decimos que amamos a Dios? ¿Y no nos quema este amor dentro?
O tal vez, ¿no será un amor egoísta para nuestro consumo personal?

La verdad de nuestra fe no se revela tanto en ponernos de rodillas, sino en ponernos en camino para ir a anunciar y proclamar el Evangelio a los que todavía no lo conocen o que conociéndolo lo han olvidado. Mientras no sintamos la comezón de la Misión en nuestro corazón no podemos sentirnos verdaderos cristianos.

Crisis misionera, crisis de Iglesia

Que hoy existe una crisis misionera en la Iglesia es clara. Sacerdotes y religiosos como que han dado preferencia a sus propios territorios que sufren también escasez de sacerdotes.

Personalmente pienso que esto es una de las grandes señales de empobrecimiento pues no es recluyéndonos en lo nuestro, sino abriéndonos al mundo misionero que nuestras diócesis van a enriquecerse. No nos enriquecemos encerrándonos en lo nuestro, sino abriéndonos al mundo. No es quedándonos en lo nuestro, sino abriéndonos a los demás.

Una parroquia que solo piensa en ella, termina ahogándose y empobreciéndose. Es dando que se recibe. Es dándonos que nos enriquecemos porque allí donde exista un espíritu misionero allí hay espíritu, y allí el Evangelio empuja y revitaliza nuestro ser y nuestra comunidad parroquial.

Tal vez te pueda interesar…

Domingo 28 – C | Agradecer

Domingo 28 – C | Agradecer

Domingo, 12 de octubre del 2025
– La rara virtud del agradecimiento.
– “Alabar a Dios a grandes gritos”.
– Caminos del agradecimiento.
– No perder nunca la esperanza

Domingo 27 – C | Más fe

Domingo 27 – C | Más fe

Domingo, 5 de octubre del 2025
– “Auméntanos la fe”
– Los demás y nuestra fe
– No se puede comercializar con Dios
– La fe como vida