Hoja Parroquial

Pentecostés – C | Iglesia del Espíritu Santo

Domingo, 8 de junio del 2025

La Iglesia del Espíritu Santo

Decimos Iglesia de Jesús. Y es cierto. Pero también hay que decir, “Iglesia del Espíritu Santo”. El Espíritu Santo es el que garantiza la presencia de Jesús en la Iglesia y es el que garantiza la verdad y la misión de la Iglesia.

Cuando formamos cualquier tipo de grupo, lo primero en que pensamos es en elaborar un reglamento, que regule al grupo. El grupo se rige y se gobierna desde las normas de dicho reglamento. El reglamento es un punto de referencia del grupo.

Cuando pensamos en la Iglesia, las cosas cambian. Lo primero no es el reglamento. Lo primero es el Espíritu que le da vida por dentro. La Iglesia necesita de una estructuración externa, como fenómeno social. Pero no es esta estructuración sociológica la que hace a la Iglesia. Lo que realmente constituye a la Iglesia es el Espíritu Santo que la habita. La verdad de la Iglesia no podemos verla desde algo exterior a la Iglesia, sino desde su verdad interior, desde su vida interior.

La misión del Espíritu Santo en la Iglesia es igualmente esencial.

Lo primero, es el cambio y la conversión de los corazones a las exigencias y verdades del Evangelio. Sin esta transformación de los corazones en “corazones eclesiales”, no tenemos Iglesia.

Lo segundo, el Espíritu es el que empuja, anima y guía a la Iglesia en su fidelidad al Evangelio y a Jesús y en su fidelidad a los hombres de todos los tiempos.

Lo tercero, el Espíritu Santo actúa en todos en la Iglesia, no sólo en unos cuantos. Es el Espíritu de la comunidad. Es cierto que a la comunidad la dota de una serie de servicios y carismas, pero la verdad de la Iglesia es “todo el pueblo de Dios” y no un grupo especializado dentro del Pueblo de Dios.

Por eso mismo, el Espíritu guía y gobierna a la Iglesia regalando los dones necesarios a cada uno, según la misión que cada uno tiene dentro de la comunidad. Tenemos que decir, que el Espíritu Santo guía a la Iglesia desde las cabezas que la gobiernan, pero también desde la vida y la fidelidad de cada uno de nosotros. El primer don del Espíritu a su Iglesia, es el don de la comunión. El sentirnos uno, en la unidad de la mente y del corazón. La unidad en la verdad y en la caridad. Donde no hay verdad del Evangelio no está el Espíritu. Donde no hay comunión y comunidad fraterna, tampoco está el Espíritu. Por eso, la ruptura en la verdad, la llamamos “herejía” y la ruptura en la comunión y unidad, le llamamos “cisma”.

Secuencia del Espíritu Santo

Ven, Espíritu Santo,
manda tu luz desde cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, de tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
Descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
Brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos:
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.

Ley y Espíritu Santo

Si somos nuevas criaturas en el Espíritu, ya no somos esclavos de la ley, sino libres en el Espíritu. Una comunidad del Espíritu Santo es una comunidad libre. Una comunidad donde la verdadera ley es el mismo Espíritu que actúa y habla y siente, y piensa y discierne en nosotros.

Puede que nos duela a todos un poco, pero tenemos que ser sinceros. Nosotros nos sentimos más una comunidad gobernada por la ley y la autoridad que guiada por el Espíritu Santo.

¿Acaso nos reunimos alguna vez en familia para discernir juntos, bajo la guía del Espíritu, qué es lo que Dios quiere y espera de nosotros?

¿Acaso las parejas hacen un discernimiento espiritual iluminados por el Espíritu Santo, cuando atraviesan malos momentos o buscan el horizonte de sus vidas?

¿Acaso en la parroquia nos reunimos en torno al Espíritu Santo y bajo su iluminación, para discernir qué espera el Señor de nosotros hoy?

¿Acaso la comunidad diocesana se reúne, en experiencia del Espíritu Santo, para juntos, con el Obispos, discernir si estamos en la verdadera línea del Dios y qué esperará de nosotros hoy?

Y ojo, que no es cuestión de rezar una oración de corrida al Espíritu antes de nuestras reuniones, sino un ponernos todos en actitud de escucha y de participación. La Iglesia no es una sociedad civil, es la comunidad del Espíritu. Por tanto, el responsable es siempre el Espíritu, pero escuchándole.

Peticiones al Espíritu Santo

Que en mis dudas Tú pongas certeza y seguridad.
Que en mis miedos Tú pongas valentía y coraje.
Que en mis certezas Tú pongas humildad.

Que a los esposos Tú los hagas diferentes, pero unidos.
Que los esposos reconozcan sus diferencias y las respeten.
Que los enamorados sueñen, pero con los pies en la tierra.
Que los novios que sepan decidir responsablemente.

Que los de arriba sepan escuchar a los de abajo.
Que a los de abajo sepan escuchar a los de arriba.

Que en la Iglesia sintamos que Tú hablas a todos.
Que en la Iglesia nos escuchemos todos.

Que la autoridad no sea poder sino servicio.
Que la autoridad inspire confianza y no miedo.
Que la autoridad no se convierta en sospecha de todos.

Que aceptemos a los que piensan distinto.
Que aceptemos que Tú nos hablas a través de los demás.
Que aceptemos que nos hablas a través de los de arriba.
Que aceptemos que hablas a los de arriba a través de los de abajo.

Que las ideas no nos dividan.
Que las ideas de los demás nos enriquezcan.

Que la unidad no significa que todos pensemos igual.
Que la unidad no impida la pluralidad.
Que cuando decidamos seas Tú quien nos ilumines.
Que cuando nos sentimos débiles Tú nos hagas fuertes.

Que no luchemos por los primeros puestos, sino por ser los servidores de todos.
Que no seamos de los que nos quedamos, sino de los que caminamos.
Que no seamos de los que impedimos caminar a los demás.

Que seas Tú quien piensa y ama dentro de nosotros.
Que seas Tú quien ora en nuestro corazón.
Que antes de condenar a nadie te escuchemos y oremos.

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