Hoja Parroquial

San Pedro y San Pablo | Iglesia despojada

Domingo, 29 de junio del 2025

Una Iglesia despojada

Aprovechando su visita a Asís, y recordando el despojo del Poverello, el Papa Francisco hizo una reflexión estupenda de la Iglesia, precisamente hoy que celebramos la fiesta los Apóstoles Pedro y Pablo, despojados también ellos, como Jesús, hasta el despojo de sus vidas.

“Es una buena ocasión para hacer una invitación a la Iglesia a despojarse. ¡Pero Iglesia somos todos! ¡Todos! Desde el primer bautizado, todos somos Iglesia y todos debemos ir por el camino de Jesús, que recorrió el camino del despojamiento. Él mismo, se hizo siervo, servidor; quiso ser humillado hasta la Cruz. Y si nosotros queremos ser cristianos, no hay otro camino. ¿Pero no podemos hacer un cristianismo más humano, dicen, sin Cruz, sin Jesús, sin despojamiento? ¡De este modo nos volveríamos cristianos de pastelería, como buenas tartas, como buenas cosas dulces! Muy bonito, ¡pero no cristianos de verdad!” ¿Pero de qué debe despojarse la Iglesia? Debe despojarse hoy de un peligro gravísimo, que amenaza a cada persona en la Iglesia, a todos, el peligro de la mundanidad”.

Pedro y Pablo son símbolos de ese despojo y de esa configuración con Jesús. No es cuestión de despojarse de los vestidos como San Francisco de Asís, que ya es un gran gesto de despojo.

Es despojarse de uno mismo. Despojarse de la propia vida en fidelidad a Jesús despojado. Despojado de su vida en la Cruz.

Tal vez a nosotros no se nos pida tanto, pero sí tendremos que examinarnos de todo aquello que pudiera convertir a la Iglesia en una comunidad de “cristianos de pastelería” que decía el Papa.

Despojarnos de un cristianismo fácil asumiendo un cristianismo de fidelidad al mismo Jesús, del que el mismo Pablo dice que se “despojó de sí mismo”. Todos tendremos muchas cosas de qué desnudarnos. El Papa lo que más miedo tiene a es a ver una Iglesia revestida de mundanidad, de que busquemos el camino de lo fácil y nos olvidemos que la Cruz es el manantial de la Iglesia.

Un tirón de orejas a los pastores

Bueno, lo de tirón de orejas es un decir. Hay una manera paternal de decir las cosas. Y esa cualidad la tenía el Papa Francisco.

A los Sacerdotes nos ha pedido “escuchar más a Dios” antes de hablar a los fieles. Es que cuando se escucha a Dios, se tiene más claro el mensaje y no se necesita de largas homilías. Y nos ha dicho que nuestras homilías sean inteligibles y no aburridas. Más cortas pero con más mensaje. Y los fieles más interés en escuchar el mensaje que les da el Señor.

A los Obispos les ha dicho algo muy bello: “El Obispo debe caminar junto al pueblo, delante para guiar a la comunidad, en medio para motivarla y sostenerla, detrás para tenerla unida”.

Además les ha dicho algo bien interesante: “Un Obispo no puede guiar la diócesis sin los consejos pastorales, un párroco no puede guiar la sin los consejos pastorales, esto es fundamental”.

Una nueva luz parece estar amaneciendo. Francisco quería una Iglesia unida, en comunión y en compromiso de todos. La Iglesia no es una sociedad en la que solo un grupo es el responsable y los demás simples oyentes, mudos y sentados. La Iglesia decimos en el Credo es “una”. Por tanto, todos somos Iglesia y todos somos responsables.

Iglesia Madre y Pastora

“La Iglesia, decía el Papa Francisco, a veces se ha dejado envolver en pequeñas cosas, en pequeños preceptos. Cuando lo más importante es el anuncio primer: ¡Jesucristo te ha salvado! Y los ministros de la Iglesia deben ser, ante todo, ministros de misericordia. ¿Cómo estamos tratando al pueblo de Dios? Yo sueño con una Iglesia Madre y Pastora. Los ministros de la Iglesia tienen que ser misericordiosos, hacerse cargo de las personas, acompañándolas como el buen samaritano que lava, limpia y consuela al prójimo. Esto es el Evangelio puro. Dios es más grande que el pecado. Las reformas organizativas y estructurales son secundarias, es decir, vienen después. La primera reforma debe ser la de las actitudes. El pueblo de Dios necesita pastores y no funcionarios, “clérigos de despacho”. Los Obispos, especialmente han de ser hombres capaces de apoyar con paciencia los pasos de Dios en su pueblo, de modo que nadie quede atrás. Así como de acompañar el rebaño, con su olfato para encontrar nuevas veredas”.

Cada vez que hablaba el Papa Francisco, decía cosas simples, pero fundamentales. Me gustaba que insistía hablando tanto a los sacerdotes y a los obispos. Para él la reforma de la Iglesia no comenzaba por los pecadores, sino sus ministros. Esto olía a primavera.

Despojarnos o nos despojan

Somos nosotros los que, movidos por el espíritu, nos despojamos de todo aquello que nos impide ser los verdaderos testigos del crucificado.

Pero existe otro despojo. El despojo que el mundo hace en nosotros:
Nos despoja de nuestra dignidad de personas.
Nos despoja de una vida digna.
Nos despoja del pan de cada día.
Nos despoja de nuestra libertad.
Nos despoja de nuestra alegría.
Nos despoja de nuestra esperanza.

E incluso vemos cómo la cultura de hoy trata de despojarnos de nuestra fe, de nuestra religiosidad, y de la misma Iglesia, con sus criterios, con su mentalidad, con la práctica de la vida e incluso con la enseñanza.

¿Acaso se enseña a Dios y la fe en los centros educativos superiores? ¡Cuántos jóvenes practicantes ingresan a la universidad y al poco tiempo ya sienten como un progreso cultural declararse ateos! Miremos al mundo y veamos a cuántos hemos despojado de su dignidad que no tienen ni para comer ni para vestir.

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