Hoja Parroquial

Domingo 7 – C | Amar al prójimo

Domingo, 23 de febrero del 2025

El riesgo de ser iguales a los demás

Antes se decía “ojo por ojo y diente por diente” es decir, trata de los demás como los demás te tratan a ti. Hoy diríamos: “El que me la hace las paga”. Si tú me odias, yo te odio. Si tú hablas mal de mí, yo hablo mal de ti. Si me has hecho algo malo, mi respuesta es hacerte otro tanto a ti.

No le hablo porque me hizo mucho daño. No le trato porque me hizo quedar mal ante los demás. No quiero saber nada con él porque en tal fecha me hizo sufrir. ¿No suele ser esta nuestra reacción? Hasta es posible que pasen los años y sigamos con un corazón lleno de resentimientos, rencores y odios. ¿Qué es que lo conseguimos con ello?  Tres cosas muy sencillas.

La primera: Con nuestros resentimientos de hoy no cambiamos el pasado de lo que nos hicieron.

La segunda: Llenar nuestro corazón de amargura. Es posible que en el pasado nos hayan hecho sufrir, pero ahora sufrimos por culpa nuestra recordando el pasado. Y así vivimos amargados toda la vida.

La tercera: Cuando respondemos con la misma ofensa, terminamos siendo iguales a los que nos han ofendido. Y todo eso, humanamente nos parece lógico.

No esta la actitud que nos pide Jesús. Porque Jesús no vino a actualizar el pasado, sino a cambiarlo. El mal no se vence con el mal. El odio no se suprime con el odio. Las ofensas no se suprimen con más ofensas. Jesús quiere cambiar el mundo, quiere cambiar las actitudes, quiere cambiar el modo de tratarnos los unos a los otros. Por eso nos viene a decir: “No devolver el mal por el mal”, sino vencer el mal por el bien. Jesús viene a evitar que haya enemigos mediante el cambio de nuestra actitud para con ellos, no viene a vencer a los enemigos siendo más fuertes que ellos. Al contrario, Jesús nos viene a decir que el mal solo se vence con el bien; que el odio solo se vence con el amor; que el resentimiento solo se vence con la comprensión.

Se trata de una nueva visión del mundo. Una nueva visión del trato de lo unos con los otros. Una nueva manera de relacionarnos. No construimos la paz con más guerra. No construimos un mundo más fraterno con más enemistades. Un mundo nuevo solo se cambia con corazones nuevos. Un mundo distintos solo es posible con hombres distintos.

No te canses de amar

Uno de los riesgos que todos tenemos es cansarnos de amar, sobre todo cuando no vemos la respuesta. Y amar esperando respuesta es buscar más nuestra satisfacción que el bien del otro.

¿Por qué os cansáis de amaros los esposos? Porque has perdonado demasiadas veces. ¿Hasta cuándo vas a esperar? Pues mira, el que ama de verdad espera el tiempo que sea necesario.

Nos cansamos de amar porque amamos siempre a los que nos aman. Y el amor que Jesús nos pide tiene mucho de novedad: “Amar a los enemigos”. Amar a lo que no nos aman. Así el amor mantiene constantemente la novedad y la actualidad.

Por eso el amor más bello es el ser capaces de amar a aquellos que sienten poca simpatía por nosotros. Porque es un amor que requiere un corazón muy vivo y requiere una valoración incluso de aquellos que humanamente no se la merecen.

No te canses de amar y no te cansarás de perdonar.
No te canses de amar y no te cansarás de esperar.
No te canses de amar y tu corazón no envejecerá.

Será amando que tu corazón será siempre joven, aunque tu cuerpo comience a arrugarse. ¡Qué bello un corazón nuevo en un cuerpo arado por las arrugas de los años!

¿Quién vive dentro de ti?

Un día se me ocurrió preguntar a un grupo de niños de Primera Comunión: “¿No os parece que la Iglesia está vacía y que aquí no vive nadie?”. En su inocencia me respondieron: “No, Padrecito. Aquí vive Jesús. Aquí siempre hay alguien”. ¡Qué razón tenían aquellos niños!

Si preguntásemos a cada uno de los fieles, ¿no te parece que tú estás vacío y que dentro de ti no vive nadie? ¿Cuál sería la respuesta? ¿Sería: No, Padrecito, yo no estoy vacío por dentro, dentro de mí siempre hay alguien en casa?

En el fondo, es lo que nos dice Pablo en la segunda lectura: “¿No sabéis que sois templos de Dios y el Espíritu de Dios habita en vosotros?”. No somos casas deshabitadas, somos casas habitadas por el Espíritu Santo. Por eso cada uno es un templo o casa de Dios, incluso aún aquellos que nos parecen malos también son casas de Dios.

Lo que sucede es que cuando entramos en una Iglesia nos ponemos todos serios y reverentes aunque, tengo que decirlo, en ciertas bodas aquello más parece una plaza que otra cosa. Sin embargo, cuando nos encontramos con alguien a nadie se le ocurre mirarlo con reverencia, más bien lo solemos mirar con ojos de deseo. Qué maravilloso sería que cuando los demás nos miren, nos pudieran ver como la casa de Dios y nadie se atreviese a profanarnos con sus miradas y deseos. Nos quedamos con las paredes de nuestros cuerpos, pero no somos capaces de ver lo que hay dentro: el Espíritu Santo. ¿No crees que es una pena?

¿Te atreverías a amar?

  1. ¿Te atreverías a amar? Piénsalo bien. El amor es paciente y lo excusa todo. ¿Cuánta capacidad tienes tú hoy de aguantar a los demás y disculparlos de sus debilidades y flaquezas? Porque amar a los demás, es excusarlo y comprenderlos en sus equivocaciones. ¿Te atreves a amar así hoy?
  2. ¿Te atreves a amar? Piénsalo bien. El amor no es envidioso. Al contrario, goza y celebra todo lo bueno que descubre en los demás. ¿Estarías tú dispuesto hoy a hacer fiesta en tu corazón por las cosas buenas que descubres en los demás? ¿Te atreves a amar así hoy?
  3. ¿Te atreves a amar? Piénsalo bien. El amor no se engríe. El que ama no es un creído, un autosuficiente. Al contrario, el que ama es humilde, sencillo y noble, es vidrio transparente. ¿Te animas a ser transparente hoy con todos, comenzando por ser transparente contigo mismo? ¿Te atreves a amar así hoy?
  4. ¿Te atreves a amar? Piénsalo bien. El amor es servicial. El que ama tiene que estar siempre al servicio de los demás. Quien no sabe servir no ha aprendido amar. Quien no es capaz de servir, no es capaz de amar. ¿Cuál es tu espíritu de servicio hasta hoy? ¿Y qué reservas de servicialidad hay en ti aún? ¿Te atreves a amar así hoy?
  5. ¿Te atreves a amar? Piénsalo bien. El amor no busca su propio interés. Quien ama por intereses personales ya no ama, busca hacer inversiones en el corazón de los demás. Eso más que amor se llama negocio. Amor no puede ser un negocio sino una gratuidad. ¿Te atreves a amar así hoy?
  6. ¿Te atreves a amar? Piénsalo bien. El amor no se irrita. No se encoleriza. No se le calienta la cabeza. Al contrario, el amor es paciente, sereno y tranquilo. El corazón que ama tiene más la serenidad de lago que la violencia de las aguas torrenciales del río. ¿Estarías dispuesto a no calentarte hoy con los tuyos, por más que las cosas no te salgan bien o los demás te fallen? ¿Te atreves a amar así hoy?
  7. ¿Te atreves a amar? Piénsalo bien. El amor todo lo cree y todo lo espera. Amar es creer a los demás, es fiarse de ellos, es tener fe en ellos y, además, es tener esperanza en ellos. Amar es tener la capacidad de creer que el otro pueda cambiar. Amar es tener la capacidad de creer que el otro es bueno, pero aún puede ser mejor. Amar es sentir que los demás significan mucho para nosotros. ¿Te atreves a amar así hoy?

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