Domingo, 25 de mayo del 2025
La savia camina por dentro

Puede que la Iglesia hoy esté golpeada y hasta dando signos de pobreza y motivos de crítica. Sin embargo, la Iglesia es como esos troncos de árboles que tiene una corteza áspera y dura, pero que por dentro viaja la savia que les sigue dando vida. Vemos los troncos por fuera, pero no vemos la savia que está dentro.
Vemos una Iglesia con una rostro afeado y maltrecho por una serie de infidelidades de cada uno de nosotros. Sin embargo, por dentro, la Iglesia lleva algo invisible que le da vida: la presencia del Espíritu. Jesús nos dice con claridad: “Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros”.
La Iglesia tiene que ser algo visible, aunque su verdad sea invisible. La Iglesia es Iglesia de los hombres y mujeres de todos los tiempos, aunque la Iglesia es de Él, de Jesús, y del Espíritu Santo, que lo único que hace es hacernos sentir esta presencia de lo invisible.
Quien quiera ver a la Iglesia solo desde su lado humano, es posible que se desilusione. Pero quien quiera ver la Iglesia por dentro, por su lado invisible, descubre que en su corazón hay mucho de vida. Cuando alguien nos dice “a pesar de los años se te ve bien”, se olvida que lo de afuera engaña. La carrocería puede conservarse más o menos, pero interiormente esconder un virus de muerte. Cuántas veces hemos dicho: “Con lo bien que se le veía y en dos meses se nos fue…”. Yo diría que con la Iglesia sucede todo lo contrario: “Qué mal que se le ve en estos tiempos a la Iglesia”. Es posible que muchos estén pensando en el final de la Iglesia y se olvidan que por dentro la Iglesia lleva un dinamismo que no vemos, pero que está ahí. El don pascual de Jesús que es su propio Espíritu, capaz de renovarla cada día y hacerla nueva cada día.
Los hombres podemos hacerla vieja, mas el Espíritu la renueva cada día. Los hombres podemos arrugar su rostro, mas es el Espíritu que cada día le devuelve la tersura y la finura de su rostro.
No negamos que la Iglesia tenga como el árbol su cáscara arrugada y avejentada, pero seguimos creyendo que es nuestra. La Iglesia no es nuestra, sino de Jesús que vive y habita en ella. “El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive en vosotros y está con vosotros”.
Benedicto XVI hablaba de la ceniza que se ha ido posando sobre la Iglesia a lo largo de los siglos, pero luego afirmaba que bajo esas cenizas hay todavía unas brasas capaces de encender un nuevo fuego. Por eso la Iglesia se está renovando cada día. El peor pecado contra la Iglesia es ponerle obstáculos a su renovación y cambio, además de pretender que siga siendo la de siempre y como siempre.
Haz de tu vida una fiesta

- No es lo mismo hacer fiesta en la vida que hacer de la vida una fiesta. ¿No crees que tu vida, la tuya en concreto, puede ser una fiesta diaria? Ciertamente tú eres cada día una fiesta para Dios. Dios se recrea mirándote. Es que en tu vida descubre semillas de la suya propia y viéndote a ti se está viendo a Él mismo. Ya que eres fiesta para Dios, sé fiesta para ti mismo.
- Haz de tu vida una fiesta para los demás. Invítalos a todos a tu vida, invítalos a tu fiesta, hazles sentir la alegría que vives dentro de ti. Ellos aprenderán a hacer de la suya su propia fiesta. Vive la alegría de lo que eres, aunque seas poca cosa. Hay flores muy chiquitas que tienen gran belleza.
- Para hacer fiesta te basta una sola cosa: saber que Dios te ama. Tú podrás dudar de tu amor para con Él, pero no tengas la menor duda de su amor por ti. ¿Qué no te lo mereces? Es que si lo merecieses te amaría menos. Dios cuando te ama te hace más digno de ser amado.
- ¿Que te cuesta creer que Dios ame tan poca cosa? Ojala fueses menos aún. Los que se creen mucho no suelen sentir necesidad de Dios. En cambio, Dios tiene preferencia por los más pequeños. ¿Recuerdas a María? “El poderoso ha hecho obras grandes en mí… que soy la esclava del Señor”. Tu pequeñez nunca es un estorbo para que Dios te ame, más le estorbarían tus aires de grandeza.
- Ponle música diaria a tu vida. ¿La orquesta? La orquesta te la pone el mismo Dios. Por el bautismo y luego por la Confirmación te regaló al Espíritu Santo, que es precisamente la orquesta musical de Dios. ¿Recuerdas lo que dice San Pablo de los frutos del Espíritu Santo: amor, paz, alegría, bondad, afabilidad, etc? Toda una orquestación musical de la vida.
- ¿Qué tú no estás para fiestas pues por dentro llevas un velorio entero? ¿Y te olvidas de que Él puede resucitar al muerto que llevas escondido, y que lo que esa muerte puede hacerse vida? Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro, ya olía mal, y Jesús le hizo salir afuera oliendo a vida, oliendo a resurrección. También hoy, si quieres, puedes dejar de oler mal y oler a vida nueva.
- Hacer fiesta de tu vida no implica necesariamente mucho ruido, eso está bien para los jóvenes, para ti es preferible esa fiesta serena, tranquila, un poco en estilo de música de cámara. Esa es la fiesta del Espíritu, es la fiesta que vivió Jesús cada día de su vida. Por fuera mucho ruido en torno suyo, pero por dentro el Padre era su música y su fiesta diaria. Igual que hoy puede ser tu propia fiesta.
Entre el ayer y el hoy

Olvida los fracasos de ayer.
Piensa que tampoco hoy lo lograrás todo.
Piensa que un fracaso reaviva tus energías para el triunfo.
Ayer tuviste problemas.
Hoy también los tendrás.
Nunca será buen día, el día que no tengas ninguno.
Ayer fue un mal día para ti.
Piensa que hoy puede ser mejor.
Comienza el día pensando que hoy todo puede es nuevo.
Hoy las cosas son como ayer.
Pero tú puedes ser distinto.
Ayer no había sol en tu vida.
Posiblemente tampoco hoy luzca con demasiada claridad.
Pero sueña que algún día amanecerás con sol en tu ventana.
Ayer todo lo veías imposible.
Puede que hoy la imposible se haga algo posible.
Ayer la vida te cansaba y estas harto de vivir.
Puede que hoy te despiertes con unas granas grandes de vivir.
Ayer tus amigos se olvidaron de ti.
Es posible que hoy tus amigos te busquen.
Ayer no veías futuro para tu vida.
Es posible que hoy veas luz en el horizonte.
Ayer todo te salió mal.
Es posible que hoy te salga bien.
Por eso nunca decidas por lo que en un día sucede en tu vida.
Piensa que todos los días no son iguales.
Es que la vida, amigo, no siempre es luz de mediodía.
Ni tampoco oscuridad de media noche.
Todos los días tienen un amanecer y un atardecer.
Disfruta de tus amaneceres.
Y disfruta de tus atardeceres porque mañana volverá a amanecer.
Ayer fue un día triste para ti.
¿Quién te dice que hoy no puede ser un día alegre?
Ayer estuviste de mal humor.
Es posible que hoy la alegría vuelva a sonreír en tu corazón.
Acepta los fracasos de hoy.
Ellos te preparan para los éxitos de hoy.
Ni la vida dejó de ser vida ayer.
Ni la vida deja de ser vida hoy.
La mentira

La mentira mata al que la dice.
Engaña al que la recibe.
La verdad da vida al que la dice.
También al que la recibe.
La mentira nos hace esclavos.
La verdad nos hace libres.
La mentira es una falta de respeto al otro.
La verdad honra y respeta la dignidad del otro.
Quien dice la verdad nos ama.
Quien nos dice la mentira, no nos ama.
Dios es el Padre de la verdad.
El diablo es el padre de la mentira.
¿De quién queremos ser hijos?