“Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto”.
Santo Evangelio según san Marcos 1,7-11:
En aquel tiempo, proclamaba Juan: “Después de mi viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo los he bautizado con agua, pero él los bautizará con Espíritu Santo”.
Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán.
Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto”.
Palabra de Dios.
Palabras de Clemente:
Queridos amigos: Al escuchar el Evangelio que Miguel Humberto acaba de proclamar, me viene a la mente aquella frase de Rilke: “¿De qué te sirve creer en Dios si luego no lo usas?” Marcos comienza el relato del Bautismo de Jesús presentando el exterior de Juan el Bautista: vestido de piel de camello y se alimentaba de langostas y miel silvestre, bautizaba solo con agua. A su vez, nos describe la experiencia interior de Juan: “Viene otro que es más fuerte y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias.” Siente que su bautismo es muy inferior al de Jesús que “bautizará con Espíritu Santo”.
De Jesús se nos dice que viene de Galilea, que pide ser bautizado, pero luego nos presenta la interioridad de Jesús: la presencia del Espíritu y la proclamación del Padre confesándolo como su “Hijo amado, en quien tiene sus complacencias”.
El hombre no es solo exterioridad, sino también interioridad. El Bautismo de Jesús es una invitación a entrar dentro de nosotros mismos, a vernos por dentro, a experimentarnos desde el alma y no solo experimentarnos desde nuestro exterior: desde lo que hacemos, desde lo que buscamos, desde lo que los demás quieren de nosotros.
Nos hemos olvidado de lo que llevamos dentro. Nos olvidamos que nuestra mayor riqueza no está en la corteza de nuestra piel, sino allá dentro donde estamos habitados por el Espíritu Santo. Nos olvidamos que nuestro mayor gozo no es tanto sentir que los demás nos aman, sino sentirnos interiormente amados por Dios, como sus hijos amados, sus predilectos.
Mirémonos cada uno y nos daremos cuenta de que por dentro caminamos como vacíos. Como una nuez que por dentro no tiene nada, como si toda nuestra existencia fuese un simple vivir siempre en la superficie de nosotros mismos. ¿Será por eso que nos falta la verdadera alegría y necesitamos de mucho ruido para sentir que estamos vivos?
1.- Padre, me va a disculpar si hoy comienzo diciendo posiblemente una tontería. Leyendo los distintos relatos sobre el Bautismo de Juan, uno siente como si Jesús estuviese haciendo un poco de teatro.
RESPUESTA: No veo ninguna tontería en tu pregunta. Lo que no entiendo es de dónde sacas que también Jesús es un poco teatrero…
2.- Por dos cosas. Primero, hasta ahora los únicos que acuden a Juan son los de la región de Judea, Jesús parece ser el primer galileo que lo busca.
RESSPUESTA: En esto tienes toda la razón. Marcos lo destaca bien claro: “Jesús vino desde Nazaret de Galilea”. Lo cuál puede indicar que la presencia de Juan se está extendiendo ya por todas partes y que, en todo caso, Jesús como que quiere simbolizar que la novedad que Juan proclama es universal y para todos.
3.- Pero hay una segunda razón… Los que acudían a Juan a bautizarse eran pecadores que buscaban la conversión, pero Jesús ni era pecador ni creo estuviese buscando la conversión. ¿Entonces qué pintaba allí?
RESPUESTA: ¿Ves cómo tus inquietudes no son tonterías? Estás apuntando a una realidad muy seria y muy profunda que es preciso entender y que está llena de misterio y que va marcando ya el camino de Jesús.
4.- Tendrá que explicármelo porque sigo sin entender qué pretendía Jesús al solicitar a Juan que lo bautice. Por algo en otros relatos se dice que el mismo Juan se siente sorprendido y se resiste a bautizarle.
RESPUESTA: Hoy te has puesto tú muy teólogo porque estás apuntando al nervio esencial del Bautismo de Jesús. Expliquémonos un poco. Jesús por su nacimiento asumió nuestra naturaleza humana tal y como era. Como dirá Pablo “en todo semejante a nosotros menos en el pecado”.
5.- Ahí tiene usted. En todo semejante a nosotros menos en el pecado. Eso es lo que me llama la atención. ¿Por qué pide entonces el bautismo si Él no tiene pecado?
RESPUESTA: No me has dejado terminar. Así como se hizo en todo semejante a nosotros en su condición y naturaleza humana, ahora quiere también hacerse igual a nosotros en la experiencia del pecado que es lo más hondo de su identificación con el hombre. Él no tenía pecado, no necesitaba de conversión, pero quiere hacer la experiencia del hombre hasta el fondo, incluso la de figurar como un pecador más entre los pecadores.
6.- Usted decía que esta experiencia de Jesús le está como marcando el camino a seguir luego en su vida pública.
RESPUESTA: Pienso que así es. Jesús no es de los que siente la verdad del pecado desde las tribunas, sino el que se identifica con el hombre pecador. Esto es lo que marcará luego toda su vida, su preferencia para con los pecadores.
7.- Cierto que a Jesús nadie le acusó de vivir siempre metido al calor de los buenos.
RESPUESTA: Nadie le acusa de encerrarse en el diminuto círculo de los buenos. Al contrario, le acusarán y provocará el escándalo de andar con los malos y comer con los pecadores. Es que Jesús hace la experiencia de qué significa presentarse como pecador delante de Dios. Eso debió ser para Él como una especie de infierno.
8.- Padre, ahora que está diciendo esto recuerdo que, alguna vez, usted me habló de una novela que trataba este tema.
RESPUESTA: La verdad que no sé a cuál te refieres… Me imagino que a aquella novela titulada “Los santos van al infierno” que se refería a aquellos hombres y mujeres que se dedicaban a atender a los hombres y mujeres que vivían en los bajos fondos parisinos. Nosotros hablamos mucho sobre el pecado, pero no logramos meternos en el fondo de los pecadores. Tenemos mucho miedo a perder nuestra imagen y que nos tachen de pecadores.
9- Con frecuencia, Padre, los periodistas logran meterse en esos bajos fondos…
RESPUESTA: Una cosa es ir a buscar el pecado como noticia y otra meterse ahí dentro a trabajar con esa gente para ayudarles a recobrar su verdadera dignidad, para sacarla de esos antros de podredumbre donde tantas personas se convierten en auténticos estropajos humanos.
10.- Usted en su presentación hacía mucho hincapié en ese vacío interior que todos llevamos dentro. ¿A qué se refería y qué relación tiene con el Bautismo de Jesús?
RESPUESTA: La inmensa mayoría de nosotros estamos bautizados con agua, pero diera la impresión que no hemos recibido el bautismo del Espíritu Santo.
11.- Es decir, estamos bautizados con el bautismo de Juan, pero no con el bautismo de Jesús.
RESPUESTA: Esa es la diferencia. Juan reconoce que su bautismo es una simple invitación a la conversión. Anuncia que cuando venga Él, es decir, Jesús, bautizará con agua y Espíritu Santo. Es decir, un bautismo que no es simple lavandería de nuestras vidas, sino que nos regalará la vida nueva del Espíritu Santo.
12.- Pero, ¿no es ese el bautismo que nosotros recibimos?
RESPUESTA: Sí. Claro que sí. También nosotros hemos sido bautizados en el Espíritu Santo, pero en realidad nuestro bautismo no ha logrado que muchos de nosotros nos sintamos seres nuevos, renovados espiritual e interiormente y por tanto habitados por Dios.
13.- Yo me pregunto, si hemos sido bautizados en el Espíritu Santo, ¿qué es lo que luego nos ha pasado?
RESPUESTA: Te recuerdo una frase de Rilke cuando dice: “¿De qué te sirve decir que crees en Dios si luego no lo usas?”. No basta creer en Dios si luego no lo vivimos. No basta estar bautizados en el Espíritu si luego seguimos viviendo según la carne. Ese es nuestro verdadero problema.
14.- Bautizados entonces sólo por fuera.
RESPUESTA: No. Nosotros hemos sido bautizados por y en el Espíritu Santo, pero luego nos olvidamos de ese acontecimiento interior y vivimos siempre al exterior de nosotros mismos. Vivimos desde nuestra piel más que desde nuestra alma. Vivimos más preocupados de nuestros cuerpos que de nuestro interior, de nuestras almas.
15.- Hasta cierto punto eso se comprende. Nos han bautizado de tan chiquitos que no nos hemos enterado de nada. El bautismo no ha sido para nosotros un verdadero acontecimiento interior.
RESPUESTA: El bautismo, aunque lo hayamos recibido de pequeños, ha sido todo un acontecimiento sacramental en cada uno de nosotros. Lo que sucede es que luego nosotros nos hemos quedado con lo exterior y no hemos profundizado en nuestra interioridad. Yo te pido que tú mismo pienses cuánta fuerza interior tiene tu bautismo.
16.- Padre, dígame, ¿qué significó para Jesús el bautismo?
RESPUESTA: Creo que es lo que más destacan los Evangelios. Para Jesús no solo fue una experiencia de la condición pecadora de los hombres y una manera de solidarizarse con los pecadores, sino también su primera gran experiencia humana de Dios.
17.- ¿Experiencia de Dios? Pero si Él mismo era Dios…
RESPUESTA: Yo no he dicho experiencia de Dios, sino experiencia humana de Dios. El sentirse reconocido como el Hijo de Dios en su condición humana.
18.- ¿Acaso Él necesitaba de esta experiencia?
RESPUESTA: Nosotros tenemos la idea de que Jesús era una especie de Dios medio camuflado de humanidad. Jesús como nos dice San Pablo, sin dejar su condición de Dios, sin embargo, se vació de sí mismo y asumió la verdadera condición de hombre. De Él decimos que fue verdadero Dios y verdadero hombre. En su condición humana Jesús actúa como los demás hombres.
19.- ¿En qué consistió esa experiencia de Jesús?
RESPUESTA: Todos los relatos sobre el bautismo de Jesús terminan con la misma confesión. “Se oyó una voz del cielo que decía: Este es mi Hijo mi amado, mi predilecto”. Sintió cómo Dios ratificaba su experiencia humana de la realidad del hombre pecador, pero además lo confesaba públicamente como a su Hijo el muy amado. Esta experiencia lo marcó para toda su vida.
20.- ¿En qué sentido lo marcó?
RESPUESTA: Con frecuencia, nosotros decimos que tal acontecimiento de niño o de joven nos marcó para toda la vida. Hay experiencias, buenas o malas, que le marcan a uno. Jesús quedó marcado por esta experiencia de Dios como padre y por este amor del Padre.
21.- Esto me hace entender que, cada uno de nosotros, en algún momento de nuestra vida necesita una experiencia profunda que nos marque definitivamente.
RESPUESTA: Esto es lo que con frecuencia nos falta. Nunca hemos tenido una experiencia bautismal que, de alguna manera, nos estremezca. Entonces vivimos como flotando, pero sin unas raíces profundas.
22.- Aunque sea indiscreto quisiera hacerle una pregunta.
RESPUESTA: Después de las que me has hecho, ahora te sientes pudoroso. Tú ya sabes que contra el vicio de preguntar está la virtud de no responder, pero te prometo que sí te responderé.
23.- Dígame con sinceridad, ¿usted ha tenido alguna vez alguna de estas experiencias de Dios que le marcaron para toda su vida?
RESPUESTA: A decir verdad, he tenido varias que me han marcado. Te diré la primera y la que creo que me definió. Cuando yo estaba pidiendo beca en los distintos seminarios, todos me contestaban no. No olvides que estamos en el año 1941-42, años de suma pobreza. Hasta que el 14 de septiembre de 1942 recibí una postal del seminario pasionista que me decía que podía ir.
24.- Y usted ni corto ni perezoso se fue enseguida…
RESPUESTA: Esto fue el 14 y el 21 yo estaba ya camino del Seminario, pero mientras yo estaba de camino al seminario otra postal venía del seminario diciéndome que no fuese porque había habido un equívoco y esa beca no existía, pero yo llegué. Les causó extrañeza verme, pero ahí me acomodaron como pudieron.
25.- ¿Cuándo se enteró usted de la verdad?
RESPUESTA: El día de mi primera misa, después del almuerzo, a la hora del café, el sacerdote que me había encaminado me la entregó. Ahí vi yo la voluntad de Dios. Mientras los hombres me decían no, el Señor me dijo sí. ¿Quieres tú mayor experiencia de Dios?
26.- Ahora entiendo que nuestro bautismo debiera ser para nosotros el gran acontecimiento de nuestra vida, porque también nosotros quedamos marcados sacramentalmente.
RESPUESTA: Si has asistido a algún bautismo te habrás dado cuenta de que comienza por marcar el niño con la señal de la Cruz que es el signo de nuestra Salvación. Lo marca el sacerdote y lo marcan los padres. La pena es que luego esa marca o señal se nos borre y sólo recordemos el agua y las fotos del recuerdo.
27.- Amigos: El bautismo significó para Jesús una doble experiencia, la experiencia de nuestra condición pecadora y la experiencia de su filiación divina. Por eso toda su vida quedó marcada por la voluntad del Padre como punto de referencia de toda su conducta.
DESPEDIDA: Amigos también a nosotros se nos dijo que somos los hijos amados y predilectos de Dios. ¿Vivimos esa experiencia del amor de Dios para con nosotros?