Domingo es Fiesta

Domingo 24 – C | Dios es fiesta

“La misma alegría habrá entre los ángeles de Dios
por un solo pecador que se convierta”

Proclamamos el Evangelio de Jesucristo según San Lucas en el capítulo 15, versículos 1 al 10:

Solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos. “Ese acoge a los pecadores y come con ellos”.

Jesús les dijo esta parábola: “Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y a los vecinos para decirles: “¡Felicitadme! He encontrado la oveja que se me había perdido”.

Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.

Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: “¡Felicitadme! He encontrado la moneda que se me había perdido”.

 “Les digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta”.

PALABRA DE DIOS.

Palabras de Clemente: Queridos amigos, ¿cómo es el Dios de vuestra fe? ¿Es el Dios que salva o el Dios que está al acecho para castigaros? ¿Es el Dios de los velorios que nos exige vivir siempre serios y amargados o es el Dios a quien le encantan las fiestas? Os invito hoy a pasar un día de fiesta con Él. ¿Aceptáis la invitación?

1.- Hoy se le ve contento…
RESPUESTA: ¿Contento? ¡Como siempre!

2.- Claro, pero hay días en los que se le nota que el Evangelio como que le gusta más…
RESPUESTA: Yo siempre entiendo el Evangelio como “buena noticia”. Los periódicos y los noticieros son los que me traen malas noticias. Pero el Evangelio, siempre resulta para mí la “buena noticia de Dios”.

3.- Pero no me diga que el Evangelio de hoy le da a usted en la yema… Jesús dando la razón a los malos y poniéndoles la zancadilla a los buenos. ¿No me diga que eso no le encanta?
RESPUESTA: Un momento. Ni Jesús da la razón a los malos por ser malos, ni pone la zancadilla a los buenos por ser buenos. Lo que sucede es que, con frecuencia, Jesús nos hace ver que ni los malos son tan malos, ni los buenos son tan buenos.

4.- ¿Por qué entonces uno tiene la impresión de que Jesús como que siempre se inclina a favor de los malos y mantiene una serie de reservas de cara a los buenos?
RESPUESTA: Jesús no alaba a los malos por el hecho de ser malos, sería un absurdo, sino en la medida en que los malos se abren a su mensaje y lo buscan y le acompañan. Jesús mantiene cierta distancia con aquellos que se creen, ojo que digo, “se creen buenos”, pero que en realidad su bondad se convierte en un estorbo para abrirse a la novedad de su palabra.

5.- Los llamados buenos del Evangelio no solo encuentran en su bondad un obstáculo para abrirse a él, sino que, de ordinario, se los ve demasiado “excluyentes”.
RESPUESTA: Es otro de los detalles que Jesús no puede soportar. La verdadera bondad tiene que abrirnos el corazón a Dios y también a los que nosotros consideramos malos. Un bueno que excluye a los malos, ¿qué tiene de bueno?

6.- Sin embargo, el Evangelio de hoy comienza precisamente describiéndonos esa realidad. Por una parte, dice que “solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle” y, de otro lado, los santos fariseos y escribas murmuraban entre ellos contra Jesús porque los acogía y hasta comía con ellos…
RESPUESTA: Ese es el marco que nos presenta Lucas. Y de ahí que Jesús les encaje esas dos pequeñas parábolas en las que deja bien a los malos que quieren ser mejores, y deja muy mal parados a los buenos, que ya se creen tan buenos que hasta se permiten el lujo de criticar a Jesús.

7.- Padre, recuerdo que alguna vez en nuestras conversaciones usted me hacía una distinción entre los mismos buenos. ¿La recuerda?
RESPUESTA: La recuerdo perfectamente. Yo distingo dos clases de buenos: los buenos que excluyen a los malos y los buenos que se abren y son capaces de aceptar también a los malos.

8.- Usted habla en presente “excluyen” y “son capaces de aceptar”. ¿Por qué? ¿Es que también hoy seguimos con esa mentalidad?
RESPUESTA: Mira. Te cuento algo escuché hace solo unos meses. Un amigo mío daba una charla, comenzó presentándose como miembro de un movimiento equis, que no quiero nombrar aquí, y decía: “Pertenezco a este movimiento parroquial porque yo pertenecía al grupo de los malos, no iba a Misa, hacía tiempo que no me confesaba. Y quise cambiar y me fui a un movimiento de la parroquia y me excluyeron. Me dijeron que ellos no aceptaban a gente como yo, que primero debía cambiar. Entonces fui a este otro movimiento y aquí aceptan a todos, buenos y malos. Y me dije: éste es mi sitio. Aquí también hay un lugar para mí”.

9.- Pero esto tiene que tener alguna razón. ¿Excluir sin más ni más a alguien?
RESPUESTA: En el fondo comenzamos por no entender ni al mismo Dios. Tenemos la idea de que Dios es solo para gente buena, gente de Iglesia, gente de comunión diaria. No entendemos que a Dios le interesen más los malos que los buenos. Esto tengo que decirlo bajito, porque me temo que más de uno se me escandalice, como los fariseos se escandalizaban de Jesús…

10.- Yo no creo que nadie deba escandalizarse de usted. A lo más debieran escandalizarse del Evangelio y de Jesús.
RESPUESTA: Y también de quien piense como ellos. ¿Alguien se atreverá a predicar hoy en las Iglesias diciendo: “Hermanos, si un pecador, uno de los malos, se convierte hoy a Dios, Dios hace más fiesta por él que por noventa y nueve de ustedes que no faltan nunca a Misa”? Te apuesto que las viejas no comulgan hoy escandalizadas del cura.

11.- Sin embargo, el Evangelio lo dice claramente…
RESPUESTA: Sí, pero el Evangelio lo leemos como algo que pertenece al pasado, no como palabra que Dios dice hoy a su Iglesia.

12.- Padre, la verdad que, no sabría que pensar leyendo este Evangelio: ¿Qué nos quiere decir realmente Jesús hoy? ¿Mostrarnos la diferencia entre buenos y malos, o mostrarnos un nuevo rostro de Dios?
RESPUESTA: Yo creo que las dos cosas. No olvidemos que, según sea nuestra experiencia de Dios, así será también nuestra experiencia de los pecadores. Por eso pienso que, lo primero que Jesús quiere destacar es el nuevo rostro de Dios. Y como consecuencia la nueva imagen de los buenos y de los malos.

13.- ¿Y cuál es ese nuevo rostro de Dios que Jesús nos quiere revelar y manifestar?
RESPUESTA: Yo creo que, a la luz de estas dos parábolas de la oveja perdida y del dracma perdido, Jesús nos quiere revelar lo siguiente acerca de Dios. En primer lugar, que a Dios le duelen y le preocupan tremendamente los malos. Le duelen en el alma. En segundo lugar, que Dios no espera que los malos se las arreglen, sino que sale al encuentro de ellos. Casi me atrevería a decir que “Dios anda tras los buenos, siempre en su búsqueda”. Y, en tercer lugar, que el encuentro y la conversión de uno solo de los malos, es motivo suficiente como para darle un infarto de alegría a Dios. Y que Dios celebra todo retorno de los malos, con un tremendo fiestón. Hasta me atrevería a hacer una cuarta afirmación…

14.- ¿Cuál?
ESPUESTA: Que la conversión de uno solo de los pecadores debiera ser un motivo de alegría y de fiesta para toda la Iglesia, para el cielo y, por supuesto, para todos los vecinos del barrio.

15.- Dice usted que a Dios le duelen y le preocupan tremendamente los malos, los pecadores. Pues me imagino que vistas las cosas así, Dios tiene que estar enfermo y de gravedad…
RESPUESTA: Lo más fácil era ver a Dios como lo veíamos cuando estudiábamos la Teodicea. Era un Dios impasible, impertérrito, insensible que, ya podía ver a todos sus hijos hundirse que él no se inmutaba.

16.- ¿Y ese no es el verdadero Dios?
RESPUESTA: Cuando abro la Biblia o cuando escucho a Jesús, Dios se conmueve, Dios siente y a Dios le duele cada uno de sus hijos. Dios celebra. Dios hace fiesta y hasta pide que los demás lo ¡feliciten! Este sí es Dios y éste sí es mi Dios.

17.- Desde luego, Padre, acostumbrados a un Dios lejano, que no vemos y no podemos tocar, verlo ahora bailando en una fiesta, como que choca. ¿No cree?
RESPUESTA: La culpa no la tiene Él. La culpa es nuestra que, en vez de creer en el Dios de la revelación, nos hemos empeñado en creer en el Dios de los filósofos, en el Dios griego aristotélico y platónico.

18.- Sin embargo, es el Dios que nos enseñaron ustedes.
RESPUESTA: Sí, porque también nosotros hemos preferido el camino de la filosofía al camino de la revelación. Sin embargo, muchos nos han hablado de este nuevo Dios. A propósito, ¿quieres que te cite una frase de San Agustín?

19.- Bueno, San Agustín es de los malos que se hicieron buenos. Es posible que su idea de Dios sea diferente…
RESPUESTA: Desde que la leí tengo un serio problema.

20.- ¿Y por qué un serio problema?
RESPUESTA: Sencillamente porque yo no sé bailar. Entré demasiado joven al Seminario y en él me enseñaron a rezar mucho, me enseñaron teología, pero no me enseñaron a bailar.

21.- Bueno, Padre, me imagino que el Seminario no es ninguna academia de baile, pero no entiendo que le preocupe tanto el no saber bailar.
RESPUESTA: Escucha lo que dice San Agustín: “Aprende a danzar, de lo contrario, no sabrán qué hacer contigo los ángeles en el cielo”. Y San Hipólito, uno de los padres de la Iglesia, llega aún a más: llama a Jesús el primer bailarín en las danzas del cielo y los ángeles serían el cuerpo de baile. ¿Te imaginas que cuando llegue al cielo me tengan que aparcar a una esquina por la sencilla razón de que no sé bailar?

22.- Oiga, Padre, ¿no le estaremos faltando al respeto a Dios?
RESPUESTA: ¿No ves? Nos parece normal un Dios serio, un Dios con cara de Cuaresma, un Dios con cara de policía amargado, y nos parece una falta de respeto un Dios a quien le encanta la fiesta de la vida, la fiesta de la gracia, la fiesta del amor. Pues entonces, tendrán que cambiarnos en el Evangelio…

23.- Esto parece claro porque leyendo este capítulo 15 de Lucas, uno siente que todo es alegría de conversión, fiesta de conversión, regreso con música, encuentros con felicitaciones… Esto es verdad.
RESPUESTA: Y cuidado, que esto no es algo que nos inventamos nosotros porque sí. Lucas lo presenta como palabra de Jesús.

24.- Pero usted añadía que Dios no es de los que espera a los malos, sino que sale a buscarlos. Lo cual indica que también aquí la iniciativa es de Dios.
RESPUESTA: Es otra de nuestras ideas equivocadas. Creemos que somos nosotros quienes buscamos a Dios, como si Dios fuese el perdido y extraviado. Cuando en realidad es Él quien nos anda buscando a nosotros. Es Dios quien sale a nuestro encuentro. Los extraviados somos nosotros. Los que nos hemos ido de casa. Los que nos hemos quedado en el monte. Dios anda a la búsqueda de nosotros.

25.- ¿Y no cree que esto debiera ser una llamada también para la Iglesia? Uno siente que la Iglesia se encierra con los que están dentro, pero como que busca poco a los que quedan fuera…
RESPUESTA: Yo no diría que la Iglesia busca poco a los que están fuera. De todos modos, sí creo que nuestra pastoral debiera ser más la pastoral de la búsqueda por el monte, que la pastoral de las bancas de la Iglesia. La pregunta que tendríamos que hacernos es ésta: ¿Cuánto tiempo pasamos con los que tenemos sentados en las bancas de la Iglesia y cuánto tiempo pasamos recorriendo las calles y caminos buscando a los que no vienen a la Iglesia?

26.- En este relato de Lucas hay un gesto que, personalmente, me emociona. Dice que sale a buscar a la oveja extraviada y perdida y cuando la encuentra, ni le riñe, ni le pega castigándola, sino que dice que “se la carga sobre los hombros”.
RESPUESTA: No sólo a ti, creo que para todos es una gran experiencia. Luego que se ha cansado de andar caminos y montes y ya está fatigado, es él quien personalmente se la echa a los hombros para regresarla y que no se canse en el camino del regreso. Un detalle exquisito del corazón de Dios.

27.- Digamos que nos ofrece la pedagogía del regreso de los malos, de los que se fueron…
RESPUESTA: Efectivamente. La pedagogía que yo llamaría “la pedagogía de hacer fácil el regreso”. No la pedagogía de hacer doloroso, cansado, fatigoso el regreso, sino de hacerlo lo más cómodo y fácil posible. Esto se llama sensibilidad de Dios. Sensibilidad del corazón.

28.- Y hay un detalle que usted apuntó y que me gustaría insistiese un poco en él. Se trata de que en, cada uno de los dos casos, la oveja perdida, la dracma perdida, todo termina en celebración, pero, y ahí está el detalle, invitando a todos los vecinos a compartir la misma alegría.
RESPUESTA: Es un detalle que pastoralmente lo debiéramos aplicar más. La conversión de alguien, no es solo un asunto personal. Es algo que compete a toda la comunidad. Por tanto, algo que debiera celebrar toda la comunidad, como una forma y una manera de integrar en su seno al que se había ido, al que se había extraviado.

29.- Esto choca con algo que todos experimentamos a diario. Cuando alguien dejó el camino del mal, v.g. el camino de la droga, el camino de la infidelidad, el camino del robo, de ordinario, queda marcado para siempre.
RESPUESTA: Como si no fuésemos capaces de creer en su cambio y que seguimos dudando y sospechando toda la vida sobre él. Esto lo expresan mucho cuando salen de la cárcel y dicen: “Yo ya estoy señalado, marcado, ahora nadie quiere darme trabajo. Todos creen que sigo siendo el de antes”. No es suficiente que los malos se conviertan, también la comunidad cristiana, la comunidad de vecinos debiera convertirse y celebrar su regreso, y arroparlo con su cariño y aceptación.

30.- Bueno, amigos, ¿verdad que un Dios así da gusto? ¿Verdad que un Dios con ese rostro de fiesta y de alegría a todos nos abre el corazón?

DESPEDIDA: Amigos, los que estamos en casa, busquemos al que está fuera y, sobre todo, cuando alguien se deja cambiar y convertir por la gracia de Dios no le cerremos la puerta, hagamos fiesta con él y por él.

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