“Este es el Cordero de Dios”
Proclamamos el Santo Evangelio según san Juan 1,29-34:
En aquel tiempo, Juan vio a Jesús que se acercaba a él y exclamó: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A él me refería yo cuando dije: ‘Detrás de mí viene uno que es superior a mí, porque existía antes que yo.’ Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que el pueblo de Israel lo conozca”.
Y Juan dio testimonio diciendo: “He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que ha de bautizar con Espíritu Santo.’ Y yo lo he visto y he dado testimonio de que él es el Hijo de Dios”.
PALABRA DE DIOS.
Palabras de Clemente: Queridos amigos, cuando alguien os ve ¿qué puede decir de vosotros? Porque muchos pasamos por la vida sin una identidad ni una misión personal. Es triste ser unos cualquiera, cuando en realidad, nos quiere identificar personalmente a cada uno. ¿Podrán decir de nosotros que somos los que queremos cambiar el mundo quitando lo que tiene de pecado y de malo?
1.- Padre Clemente: ¿Cómo se siente usted ante este Evangelio? Yo le confieso que me siento un tanto desubicado. ¿Y usted?
RESPUESTA: Yo más que desubicado, te diría que me siento un tanto desbordado. Yo percibo que toda una experiencia de fe, toda una manifestación de Jesús y toda una confesión por parte de Juan.
2.- Experiencia, manifestación y confesión…
RESPUESTA: Pues sí. Hay la experiencia de Juan sobre la persona de Jesús. Y hay una manifestación de Jesús a Juan y de Juan a la gente. Por tanto, hay también la confesión que Juan hace de la persona de Jesús a la gente.
3.- Pero estoy seguro de que usted nos lo puede poner un poco más sencillo para que lo entendamos todos.
RESPUESTA: Yo pudiera decirte cómo le veo desde mí mismo y desde la realidad de nuestras comunidades cristianas. Para ello rescato los siguientes elementos que me parecen esenciales y además muy importantes en nuestra vida tanto personal como comunitaria.
4.- ¿Nos quiere hacer ese servicio?
RESPUESTA: A mí lo primero que me cuestiona desde dentro es la misión que identifica a Jesús: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. La segunda característica que me llama la atención en este relato de Juan es que “aún sin conocerle, Juan ya lo está manifestando a Israel”. Y una tercera característica, importantísima para todos nosotros, es cómo Juan identifica la verdad de Jesús contemplando al Espíritu Santo que bajó sobre Él.
5.- ¿Le parece bien que analicemos brevemente estas tres características que usted nos presenta?
RESPUESTA: Estoy a disposición tuya. Tú eres el que pregunta.
6.- Vayamos a la primera nota. Dice usted que lo primero que aparece aquí es la identificación de Jesús como el que “quita el pecado del mundo”.
RESPUESTA: Lo primero que descubre Juan es que reconoce en Jesús el carácter de cordero de Dios. Esto ya nos está indicando, de alguna manera, el carácter pascual de Jesús. El cordero tiene una connotación de sacrificio pascual. Sacrificio y sacrificio de Pascua. Pero tampoco es un cordero cualquiera del rebaño, sino Dios hecho cordero, Dios hecho sacrificio de pascua.
7.- ¿Tuvo Juan tan pronto una visión de Jesús y de su muerte como el cordero de Dios sacrificado en la Cruz?
RESPUESTA: No digo que Juan tuviera tan pronto una visión explícita de la muerte pascual de Jesús, pero, de alguna manera, Juan intuyó el carácter pascual de la persona de Jesús.
8.- Pero usted hablaba del que “quita el pecado del mundo”.
RESPUESTA: Cuando Juan se siente iluminado y reconoce a Jesús, lo reconoce en una misión muy concreta. Él había comenzado con un Bautismo de conversión, de cambio, de renovación, pero es consciente de que el que realmente arrancará el pecado del corazón de los hombres y del mundo es Jesús.
9.- ¿Estaba acaso Juan pensando en una especie de confesión, como lo era su propio bautismo, donde los hombres eran perdonados?
RESPUESTA: Yo pienso que Juan fue mucho más lejos. No se trataba simplemente de perdonar los pecados a unos cuantos arrepentidos. Juan, y en esto como que se anticipaba a la teología de Pablo en la carta a los Romanos, percibía que el mundo estaba herido por el pecado y que no era suficiente perdonar el pecado a éste o aquel, sino que la misión de Jesús era arrancar el pecado del mismo corazón del mundo.
10.- Digamos que la misión de Jesús era como un cambio radical de la enfermedad igualmente radical que sufría y sufre el mundo.
RESPUESTA: La frase de Juan indica que el mundo no es malo. Lo que hace malo al mundo es el pecado y que Jesús venía a sanar a este mundo para que los hombres lo sintiésemos como bueno.
11.- El mundo no es malo. El mundo es bueno. El mundo termina siendo malo por el pecado que hay en él. ¿Es así?
RESPUESTA: Estamos hartos de que nos digan que el mundo es malo. Dios no ha hecho nada malo. No hizo malo al mundo, ni hizo malas a las cosas. No hizo malo a nuestro cuerpo. No hizo malas las riquezas. Cada cosa que Dios hace lleva como una firma.
12.- ¿Una firma? ¿La de Dios?
RESPUESTA: Dios ha firmado todo lo que hizo. Todas las cosas llevan la firma de Dios. Dios firmó a las cosas con la firma que dice: “Y vió Dios que era bueno”.
13.- ¿También firmó al hombre?
RESPUESTA: Cuando Dios hizo al hombre se quedó él mismo admirado de su obra y la firmó y dijo que “era muy bueno”.
14.- En medio de tanta bondad, ¿por qué entonces el hombre tiene que sufrir tanto y sentirse tan mal en el mundo?
RESPUESTA: Es que luego el hombre volvió a firmar las cosas y las firmó con el pecado. El hombre sufre tanto con las cosas, no porque ellas sean malas, sino porque están heridas por el pecado. Por eso Juan no dice “este es el Cordero que quita el pecado del hombre”, sino “el que quita el pecado del mundo”.
15.- ¿Está usted diciendo que el mundo volvería a ser el jardín que Dios hizo al principio si nosotros sanamos al mundo del pecado?
RESPUESTA: Hay en todo esto una serie de consecuencias que son precisamente las que nosotros no queremos afrontar. Si lográsemos liberar las cosas de la servidumbre y esclavitud del pecado, las cosas volverían a ser buenas. El dinero, liberado de nuestro egoísmo, volvería a ser algo muy bueno. La riqueza, liberada del mal uso que hacemos de ella, volvería a ser algo estupendo. El cuerpo, el sexo, liberados de la esclavitud de nuestras instintos desordenados, volvería a ser toda una belleza.
16.- ¿Pero no dice Juan que Jesús es el “quita el pecado del mundo”? Si Jesús ya quitó el pecado del mundo, ¿por qué sigue siendo lo que es?
RESPUESTA: Por ti y por mí y por todos, que nos empeñamos en seguirlo destruyendo. Y lo que es peor, nosotros nos empeñamos en seguir culpándole a Dios de todo lo que nos hace sufrir el mundo.
17.- ¿Por qué Dios permite las desgracias, por qué permite la pobreza, por qué permite que unos tengan todo y otros no tengan nada?
RESPUESTA: ¿Y no es así? Padre yo le pido a Dios y no consigo trabajo, y no tengo casa, y no tengo vestido decente… ¿Por qué Dios? Dios no es el culpable, sino nosotros que infectamos y enfermamos al mundo con nuestro pecado de egoísmo.
18.- ¿Qué hacer entonces?
RESPUESTA: Lo mejor que pudieran decir de cada uno de nosotros sería que nos señalasen con el dedo como Juan a Jesús y dijesen de nosotros: “Ése, Miguel Humberto, ése Antonio, ése Clemente, son quienes quitan el pecado del mundo”. Son los que redimen al mundo, lo limpian de todo egoísmo, de todo orgullo, de toda irracionalidad.
19.- Una buena ecología y unos buenos ecologistas…
RESPUESTA: Aquí hay mucho más que un simple ecologismo. Hay lo que San Pablo dice en la Carta a los Romanos que la creación entera está como de parto, esperando que hacemos con ella nosotros los hijos de Dios.
20.- Padre, otro de los puntos al que usted hacía referencia era cómo Juan identifica la verdad de Jesús viendo descender al Espíritu Santo sobre Él. ¿En qué sentido le parece esto importante?
RESPUESTA: ¿Cómo conocer y cómo identificar a un cristiano de verdad? ¿Porque cumple con los preceptos y mandatos? ¿Porque es tan sumiso que no da problemas a nadie? ¿O porque vemos que sobre él desciende cada día el Espíritu Santo?
21.- De ordinario nosotros valoramos a la gente por “su cumplimiento” de las cosas…
RESPUESTA: De ordinario, así los valoramos. Sin embargo, nuestra verdad es mucho más honda, más profunda. Somos en la medida en la que el Espíritu actúa en nosotros. Somos en la medida en la que el Espíritu nos lleva y nos guía. Somos en la medida en la que el Espíritu es el alma de nuestro propio espíritu.
22.- Cristianos del Espíritu más que cristianos de la ley…
RESPUESTA: Cristianos del Espíritu que son los únicos cristianos. Por algo el mismo Juan marca la diferencia entre él y Jesús. “Yo bautizo con agua, mientras que Él bautizará con Espíritu y fuego”. Hay vida allí donde podemos ver al Espíritu. Y esto tendría que convertirse para nosotros en la verdadera señal que nos identifique.
23.- ¿En qué sentido debiera convertirse para nosotros en la verdadera señal que nos identifique?
RESPUESTA: Juan tiene una conciencia muy clara de cómo reconocer la verdadera identidad del Mesías. Mientras los fariseos reconocen a los suyos por la fidelidad a la ley, el Mesías se conocerá porque el Espíritu Santo se hace visible en él.
24.- ¿Y entre nosotros?
RESPUESTA: La verdad de la Iglesia no se reconoce ni en la rigidez de sus leyes, ni en la inflexibilidad de sus estructuras, ni en el orden que se impone desde arriba. La verdadera Iglesia la reconocemos cuando vemos bajar sobre ella el Espíritu. Cuando vemos que se mueve al ritmo del Espíritu. Cuando sentimos que la Iglesia no se mueve tanto por las imposiciones desde afuera, cuanto por el dinamismo interior del Espíritu en ella.
25.- Ahora que usted dice estas cosas, estoy pensando que también sería una manera de marcar las verdaderas diferencias entre la Iglesia y la sociedad porque, con frecuencia, uno duda hasta donde nosotros mismos distinguimos el misterio de la Iglesia del resto de la sociedad.
RESPUESTA: La Iglesia socialmente se estructura más o menos como el resto de sociedades, pero su verdad, su verdadero ser, es un misterio de gracia, el misterio del Espíritu en ella. Qué bueno sería eso que tú pides: que la identifiquemos más por el Espíritu que por sus estructuras externas, por muy necesarias que sean.
26.- Estructuras sí, pero que no ahoguen y escondan el misterio.
RESPUESTA: Si ahogamos el misterio perdemos nuestra esencia más profunda. Si lo externo nos hace perder lo interno terminamos quedando vacíos, nos queda el cascarón.
27.- Padre, usted dijo algo que me causó una cierta extrañeza.
RESPUESTA: ¿Podemos clarificarlo?
28.- Usted decía que Juan, aún antes de conocer a Jesús, ya lo estaba manifestando a Israel. ¿No conocerle y manifestarle?
RESPUESTA: Bueno, no lo digo yo. Lo confiesa el mismo Juan cuando dice: “Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel”. Cuando Juan comienza todavía no conoce más que interiormente en su corazón, al Mesías. Su misión no es la de anunciar al que le es conocido, sino preparar los caminos para el que está por venir y por llegar.
29.- ¿Significaría que también Juan anunciaba buscando?
RESPUESTA: Tal vez nos pudiera servir la conocida frase de Pascal: “Si lo buscas es que ya lo tienes”. El buscar ya es de alguna manera conocerle, aunque no sea sino en esperanza.
30.- ¿Pero tanto como para darlo a conocer y manifestarlo a los demás? ¿Acaso nos está diciendo que aún los que no le conocen pueden anunciar a Dios?
RESPUESTA: Mira, yo no estiraría demasiado el texto, pero sí diría que, de una manera y otra, todos podemos manifestar a Dios, todos podemos revelarle. Al menos, una cosa sí me queda clara: quien lo busca, por el mismo hecho de buscarlo, ya lo está manifestando de alguna manera.
31.- Sin embargo, el texto termina con una confesión bien explícita: “Yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios”.
RESPUESTA: Juan ha pasado por la doble experiencia. Anunciar al que sabe que viene, pero aún no le ha conocido personalmente. Y anunciar al que luego pudo identificar viendo al Espíritu Santo sobre Él. Primero vivió la experiencia del que conoce sin verlo y luego pasó por la experiencia del que conoce porque le ha visto.
32.- Pero Juan no se queda en el simple conocerle. Son muchos los que dicen que conocen a Jesús, que conocen a Dios, pero no pasa nada…
RESPUESTA: El conocer a Dios implica siempre algo más. Las buenas noticias no son para guardarse, son para anunciarlas. Juan pasa del conocer e identificar a Jesús a testimoniarlo como el Hijo de Dios.
33.- ¿No le parece extraño el texto cuando dice “testimoniarlo” y no precisamente “anunciarlo”?
RESPUESTA: El testimonio de la propia vida es el mejor anuncio. Más decimos con la vida que con la palabra, la mejor palabra es el testimonio de la vida.
DESPEDIDA: Sí, amigos, ¿cuándo veremos al Espíritu bajar sobre nosotros y sobre nuestros hermanos? ¿Seremos nosotros los testigos del Espíritu en la Iglesia?