Jesús se quedó en el desierto cuarenta días,
dejándose tentar por Satanás
Proclamamos el Santo Evangelio según san Marcos 1,12-15
En aquel tiempo, el Espíritu llevó a Jesús al desierto.
Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre las fieras salvajes, y los ángeles le servían.
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: “Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: conviértanse y crean en el Evangelio”.
PALABRA DE DIOS
Palabras de Clemente: Queridos amigos, hoy comenzamos un nuevo camino y un nuevo caminar por el Evangelio. Entramos hoy en el ese tiempo que llamamos La Cuaresma y mi primera idea es que no veamos la Cuaresma como un tiempo de fastidio, un tiempo de ayuno, como un tiempo en el que tenemos que ponernos serios y con cara de ceniza, un poco como aquello de la película “Cara Pálida”.
La Cuaresma es un tiempo serio, pero con una seriedad que a la vez invita a la alegría porque nos pone en camino de renovación de nosotros mismos, en camino de devolvernos nuestra identidad bautismal y, por tanto, en camino de la Pascua.
Comenzamos la Cuaresma con las Tentaciones de Jesús en el desierto, que como has escuchado en el Evangelio, Marcos solo las constata sin darles mayor explicación.
Con frecuencia solemos quedarnos en esas tres tentaciones de convertir las piedras en panes, de exhibirse en el alero del Templo o la promesa de la riqueza del mundo. Pero que en realidad, yo las reduciría a una sola: la tentación sobre Dios. La tentación de quedarnos con nuestra idea de Dios que, en el fondo, es una manera de negar la verdad sobre Dios.
Por eso mismo, pienso que esta Cuaresma la pudiéramos nosotros enfocar sobre nuestra idea de Dios. ¿Quién es nuestro Dios? ¿Cómo es nuestro Dios? ¿Cuál es el sentido de Dios en nuestras vidas?
Fácilmente decimos que creemos en Dios, lo repetimos en el Credo. Sin embargo, si luego nos detenemos a pensar un poco, nos vamos a dar cuenta de que Dios tiene muchas deformaciones en nuestro corazón. Pienso que, a veces, el mayor pecado no es negar a Dios sino deformarle. El Diablo le presenta a Jesús tres deformaciones de Dios. ¿Cuántas deformaciones hay en nosotros? Que esta Cuaresma nos lleve a clarificar la verdad de Dios en nosotros.
1.- Comienza usted con mucho entusiasmo esta Cuaresma.
RESPUESTA: Si a ti te prometiesen que tu vida va a mejorar, que te puedes rejuvenecer y puedes comenzar de nuevo, ¿no sentirías el mismo entusiasmo?
2.- Sin duda, pero ¿cómo se compagina ese optimismo con la presencia de un Jesús tentado en el desierto?
RESPUESTA: Pues yo no veo contradicción alguna. Al contrario, aún reconociendo la humillación y en rebajamiento de Cristo, reconozco que detrás de todo ello hay lugar para la ilusión y el optimismo.
3.- Tendrá que explicármelo mejor.
RESPUESTA: Por una parte, ¿no te parece maravilloso que Jesús quiera asumir nuestra condición humana de luchas interiores, de tentaciones y de dudas? Por otra parte, Jesús nos revela la verdad de Dios y cómo ha de ser nuestra relación con Dios. ¿Lo ves ahora más claro?
4.- Espero que usted me lo vaya clarificando un poco porque, a decir verdad, ¿qué negocio hacemos viendo a Jesús identificándose con nuestras debilidades y flaquezas y tentaciones?
RESPUESTA: Un gran negocio. Nosotros nos sentimos mal porque somos tentados, porque sentimos que nuestro corazón ama y busca lo que no debe. De pronto, vemos que Jesús es igual a nosotros y también Él es tentado. Tentado en las mismas cosas que nosotros.
5.- ¿Cuáles son esas mismas cosas que nosotros?
RESPUESTA: Ya dije que Marcos era muy parco en su relato y solo hacía constancia de que fue empujado al desierto y allí tentado por el diablo. En cambio, los demás Evangelios hablan de la tentación del “tener”, de la tentación del “poder” y la “tentación de la vanidad y orgullo”. Las mismitas tentaciones que tenemos tú y yo, bueno, tú no sé pero yo sí.
6.- Padre, ¿usted también tiene tentaciones?
RESPUESTA: Uf… No lo sabes bien. Yo tengo las mismas tentaciones que el resto de los mortales. Y para que te consueles, tengo las mismísimas tentaciones que tú tienes. No creas que tú tienes la exclusiva.
7.- ¿Usted tiene la tentación del “tener”?
RESPUESTA: No lo sabes bien. A mí me encanta tener y cada vez más. Lo que sucede es que yo desde hace unos sesenta años he hecho el voto de pobreza por el cual he decidido no tener nada en propiedad y ponerlo todo al servicio de la comunidad.
8.-Y si hoy le regalan un millón de dólares ¿qué haría usted?
RESPUESTA: Oye, dime dónde está ese generoso que ahora mismo voy a buscarlo, pero cuando los tenga en mi mano tengo que ponerlos en manos de mi administrador y luego cuando tenga que tomar un taxi para venir a la radio le tengo que pedir que me de cuatro soles para venir y cuatro para volver.
9.- ¿Y la tentación del “poder” y de sentirse importante?
RESPUESTA: Pues también es una polilla que anda rondando mi corazón. Aunque también hice un voto de obediencia y tenga que someterme a lo que me dicen mis superiores.
10.- Pero, vamos a ver, la tentación es buena o es mala.
RESPUESTA: La tentación no es ni buena ni mala. La tentación sencillamente revela nuestra condición humana, nuestra debilidad y nuestra flaqueza. Pero cuando tú vences la tentación te sientes señor de ti mismo y experimentas la gran libertad.
11.- Permítame una pregunta un tanto rara. ¿Yo debo confesar mis tentaciones?
RESPUESTA: ¿Y para qué? Si has consentido en ellas confiesas tu pecado, pero no tu tentación. Y si no has consentido entonces estás manifestando la verdad y la integridad de tu corazón. Con decirme “he tenido tentaciones” no me estás diciendo nada. Lo importante es tu actitud contra ellas. Por eso las tentaciones no mancharon a Jesús. Al contrario, revelaron su fidelidad a la voluntad del Padre.
12.- ¡Qué curioso! Y yo que creía que los sacerdotes no tenían tentaciones…
RESPUESTA: Te extraña que los sacerdotes tengamos tentaciones y no te extraña que Jesús les haya tenido también. Esa es nuestra condición humana. El Sacerdote es una persona como el resto de la gente. La diferencia estará si las consiento o los rechazo y las supero. La tentación no mancha, lo que mancha es el pecado de consentir en la tentación.
13.- O sea que yo no debo preocuparme de mis tentaciones de cada día…
RESPUESTA: De las tentaciones no. De no consentirlas sí debes preocuparte. La tentación es una invitación al pecado. De cada uno depende aceptar esa invitación o rechazarla.
14.- ¿Por qué decía usted en su presentación que el problema de las tentaciones de Jesús era un problema de Dios?
RESPUESTA: Clarísimo. Tú te das cuenta de que cada tentación va precedida de un “si eres Hijo de Dios”. En toda tentación está de por medio la idea y la conciencia que tenemos de Dios. Y esto en dos sentidos fundamentales e interesantísimos…
15.- ¿Cuáles son esos sentidos fundamentales?
RESPUESTA: Primero, ¿soy fiel a lo que Dios quiere y espera de mí o prefiero seguir mis propias inclinaciones y mis propios caminos? La tentación es un problema de fidelidad.
16.- ¿Y el segundo sentido?
RESPUESTA: Una falsa mentalidad sobre Dios.
17.- ¿En qué sentido descubrimos en las tentaciones una falsa mentalidad de Dios?
RESPUESTA: Porque el diablo le tienta para que presente una idea equivocada de Dios. Un Dios no para regir y orientar y guiar nuestras vidas, sino un Dios utilitarista. Un Dios a nuestro servicio. Si eres Hijo de Dios podrás convertir las piedras en panes. Si eres Hijo de Dios aunque te tires de la punta de la torre no te pasará nada. Si en vez de adorar a Dios me adoras a mí lo tendrás todo, el mundo entero será tuyo.
18.- Esta idea utilitarista de Dios es frecuente en muchos de nosotros también hoy.
RESPUESTA: Y también es causa de muchos ateísmos modernos. Si analizamos la filosofía moderna, la novela y el teatro moderno, veremos que Dios ocupa un lugar central, pero para cuestionarlo, no para creer en Él, sino para negar su existencia.
19.- ¿Cuál es la razón?
RESPUESTA: Tú la conoces igual que yo. Pensamos más en un Dios todopoderoso que en un Dios amor. Por tanto, pensamos en un Dios que puede solucionar nuestros problemas. Por eso, uno de los temas más presentes en la filosofía moderna existencialista es hacer a Dios culpable de todo lo que pasa de malo en el mundo.
20.- ¿Lo podríamos poner todo esto en algunos casos y ejemplos?
RESPUESTA: ¿Por qué hay hambre en el mundo si Dios puede dar de comer a todos? ¿Por qué sufren los inocentes? ¿Por qué Dios no me consigue un trabajo decente para alimentar a mi familia? ¿Por qué Dios me envía este cáncer o por qué ha muerto mi amigo en un accidente de tránsito si Dios podía evitarlo?
21.- ¿Y no hay mucho de verdad en todo esto?
RESPUESTA: Mira, hermano, es más fácil culpar a Dios del hambre en el mundo, que no el que en el mundo haya más justicia y repartamos mejor los bienes que nos sobran. Que Dios haga el milagro, cuando el verdadero milagro lo tendríamos que hacer nosotros.
22.- ¡No me dirá que también nosotros podemos hacer milagros!
RESPUESTA: Nosotros podemos hacer el milagro de compartir los bienes que Dios nos ha dado para todos y que sabemos pueden llegar para todos, pero preferimos que el milagro lo haga Dios sin privarme a mí nada. Sabemos que conducir ebrio es todo un riesgo, pero nosotros preferimos seguir tomando y que luego “Dios bendiga a sus borrachitos” y se ponga al volante.
23.- Desde luego sí me parece una tontería que Dios quiera convertir las piedras en panes cuando abunda el trigo en el mundo.
RESPUESTA: Ahí tienes un ejemplo bien claro. Pero si Dios no convierte las piedras en panes no nos ama. Si Dios no convierte las arenas del desierto en trigo para que no haya hambre, Dios es bien malo.
24.- Ahora comprendo ciertas cosas sobre las que usted suele insistir. Que Dios no hace lo que nosotros podemos hacer.
RESPUESTA: Pero además esto tiene una consecuencia muy seria. Culpando a Dios del hambre, de la sed, de la falta de trabajo, nosotros nos hacemos los inocentes. ¿Para que voy a compartir yo lo mío si Dios puede dar de comer a todo el mundo? ¿Para que voy yo a vestir al que está desnudo, si Dios puede hacer trajes para todos?
25.- Dos problemas bien serios los que usted está planteando.
RESPUESTA: Yo no los planteo. Es la sociedad misma la que los plantea. Ambos son serios porque aquí Dios y el hombre se entrecruzan. Por una parte, caemos en la negación de Dios por considerarlo inútil y, por otra, nosotros mismos nos desentendemos de los problemas del mundo dejándoselos a Dios. ¿Quieres que te cuente una experiencia que personalmente me revienta?
26.- Me gustaría…
RESPUESTA: Me fastidia cuando en la peticiones de los fieles en las misas decimos: “Por todos los que sufren hambre en el mundo”. “Te lo pedimos, Señor”. Pero cada uno sigue sin meter la mano al bolsillo. Le pedimos al Señor por el hambre de los demás, pero que sea Él quien les da de comer…
27.- ¿Y cómo lo diría usted?
RESPUESTA: ¿Qué te parece que si vas a Misa hagamos esta petición? “Señor, que cada uno metamos la mano al bolsillo, saquemos un billetito para que los que tienen hambre puedan comer”. “Te lo pedimos, Señor”. Esa petición sí me gustaría, la otra es desviar el problema a córner.
28.- ¿Todo esto que significa al comienzo de esta Cuaresma? ¿También “te lo pedimos, Señor”?
RESPUESTA: Durante la Cuaresma, primero, debiéramos todos purificar nuestra imagen y experiencia de Dios, sin la cual todo va a seguir igual, y, en segundo lugar, que en vez de ayunar, demos de que comer a los que ayunan todo el año.
29.- Amigos comenzamos un tiempo que puede cambiar muchas cosas. ¡Qué bueno que pudiésemos purificar la idea que tenemos de Dios! ¡Y qué bueno si, en vez de culpar a Dios de lo que nos sucede, nosotros mismos nos comprometiésemos un poco más! Ese es nuestro verdadero camino de la Pascua.
DESPEDIDA: Abundan las piedras, pero también abunda el pan. ¿Por qué tiene que haber gente que hoy mismo seguirá con el estómago vacío en el mundo?