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Adviento 2 – C | “Una voz grita en el desierto”

Preparen el camino del Señor

Proclamamos el Evangelio de Jesucristo según San Lucas en el Capítulo 3, versículos del 1 al 6:
En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanias virrey de Abilene, bajo el pontificado de los sumos sacerdotes Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto.
Comenzó entonces a recorrer la región del Jordán, predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro del profeta Isaías:
“Una voz grita en el desierto: – Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo áspero se iguale. Y todos verán la salvación del Señor”.
Palabra de Dios.

1. – Padre Clemente: ¿También hoy la Palabra de Dios es una invitación a la esperanza?
RESPUESTA:  Dios siempre habla con esperanza, desde la esperanza y para la esperanza. ¿Por qué no lo había de ser también hoy?

2. – Creo que será mejor que usted nos haga ese marco de referencia que siempre le pedimos, para que podamos situarnos mejor en este texto que se me antoja un tanto extraño, porque más parece la presentación de Juan el Bautista que la presentación de Jesús.
RESPUESTA: Es verdad. Lucas comienza presentando la figura no de Jesús, sino del precursor, quien que viene antes  que Él. De ahí que el texto de hoy tenga dos partes, que bien pudiera ser una: primero nos presenta el marco histórico y político del momento en que Juan aparece en el desierto, que prácticamente es también el marco histórico y político en el que va a aparecer luego Jesús; y, en segundo lugar, nos presenta como en un marco al solitario Juan predicando en el desierto.

3. – ¿Qué sentido tiene esa presentación del marco histórico y político?
RESPUESTA: Este marco histórico y político es muy simple, pero significativo a la vez. Por una parte, Lucas como que quisiera demostrar la historicidad de la Encarnación de Jesús. En segundo lugar, resulta curioso que casi todos esos personajes del comienzo, están presentes luego en la Pasión y Muerte de Jesús. Es decir, terminan siendo los autores de la muerte de Jesús. En tercer lugar, como que Lucas tratase de presentar a Jesús en un ambiente y en un clima social, poco propicio para la novedad del Reino. En la segunda parte, Lucas presenta a Juan en el Jordán como alguien que rompe el silencio y se hace proclamación de la presencia de Dios en Jesús.

4. – Padre, si la misión tanto de Juan como de Jesús es una misión religiosa, ¿qué sentido tiene poner como telón de fondo ese marco político?
RESPUESTA: El marco en el que aparece Juan y Jesús es político y religioso a la vez. Ahí está el emperador, está el procurador romano, están los reyes de los territorios vecinos, y están también los representantes supremos de la religión: Anás y Caifás que serán, en última instancia quienes lo sentenciarán para entregarlo a Pilato para que lo condene.

5. – ¿Tiene algún sentido ese marco?
RESPUESTA: Claro que sí. No se trata simplemente de ponerle un marco histórico que pretenda justificar históricamente la venida o encarnación de Jesús, se trata también de poner en claro que Dios no actúa al margen de la realidad social, política y económica y religiosa. El Evangelio hay que anunciarlo y proclamarlo no al margen de las realidades sociales y religiosas, sino contando con ellas.

6. – Digamos que para anunciar el Evangelio no tenemos que salirnos del mundo…
RESPUESTA:                  Si nos salimos del mundo, ¿a quién le anunciamos el Evangelio? Dios se encarna en realidades concretas. Anuncia el Reino en realidades concretas. Si el Evangelio es para el mundo, no podemos anunciarlo desde fuera del mundo. Dios no nos salva desde afuera, desde lejos, desde el otro lado o la otra orilla. Para salvarnos, Dios se encarna y asume nuestra condición humana entera.

7. – Pero todo esto resulta un tanto curioso. Ese mundo en el que Jesús se presenta será el mismo mundo que más tarde lo condenará a muerte.
RESPUESTA:  Eso mismo te confirma cuanto venimos diciendo: Que Dios salva desde dentro. Salva al mundo desde el mundo. Salva la historia desde la historia misma. Salva al hombre haciéndose Él mismo hombre.

8. – Sin embargo, Juan se presenta lejos de esa realidad social, política y religiosa. Es decir, como que trata de anunciar al Mesías desde fuera del mundo.
RESPUESTA: El Jordán era tan mundo como el de Jerusalén. Lo que hace Juan es salirse de las estructuras oprimentes del mundo y de la religión. Lo nuevo aparece en el mundo, pero lo nuevo es imposible en una mentalidad de poder, en una mentalidad de la ley, en una mentalidad donde las estructuras son asfixiantes. Ahí aparecerá también Jesús, en el desierto, como un primer signo profético en contra de todo lo viejo, gastado e incapaz de vida nueva.

9. – Según esto, tendremos que decir también que el cristiano está llamado a ser testigo del Reino y del Evangelio no huyendo del mundo, sino desde la realidad misma donde viven los hombres…
RESPUESTA:  El cristiano tendrá que salirse de la mentalidad del mundo, pero dentro del mundo. Jesús mismo en los discursos de la Ultima Cena en su oración al Padre dice: “no te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del mundo”. Ellos están en el mundo, pero no son del mundo.

10. – ¿Cree usted que es fácil estar en medio del mundo y no ser al mismo tiempo del mundo? ¿Estar en medio de los amigos y en medio de los quehaceres diarios, pero ser al mismo tiempo extraño a esas realidades en las que está viviendo?
RESPUESTA:  Ese es el problema del cristiano: convivir como todos los demás en los círculos de amistad, en los círculos políticos, económicos o de ocio, y ser distinto y diferente a todos ellos.

11. – Estar y no estar, estar y no ser, ¿cree usted que es pretender que el cristiano sea un extraño?
RESPUESTA: ¿Extraño de quién?

12. – Extraño a todos aquellos que caminan con él…
RESPUESTA: Hay una manera de ser extraño que es la mejor manera de sentirse en comunión. Uno no es extraño por el hecho de pensar diferente al resto, de vivir distinto al resto… Uno puede sentirse distinto y ser profundamente solidario con la suerte de todos. Es lo que hizo Jesús: era diferente y, sin embargo, vivía en función de todos ellos. Era distinto y, sin embargo, vivía para ellos. Nunca más extraño que en su Pasión y Muerte y, sin embargo, nunca tan solidario con todos ellos.

13. – Usted diría que para ser semilla y fermento de esperanza es preciso ser diferente a los demás.
RESPUESTA: Yo no aporto nada a los demás si soy como ellos. Yo puedo enriquecer a los demás en la medida en que soy distinto y diferente. Pan con pan es aburrido. Entre pan y pan hay que meter algo distinto.

14. – ¿Cómo observa y ve usted al cristiano de hoy, en un mundo como el nuestro, vacío de sentido, y donde uno siente que hay una especie de pérdida del sentido y de la sensibilidad hacia Dios?
RESPUESTA: Pues mira, si a mí me dicen que el hombre de hoy ha olvidado a Dios, tanto más obligado estoy yo de ser testigo de Dios. Si me dicen que hoy el hombre ya no necesita de Dios, tanto más obligado estoy yo de testimoniar la urgencia de Dios en la vida.

15. – Por otra parte está la figura de Juan. Aparece así de repente, sin preparación alguna. Lucas se contenta con decir “vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto”.
RESPUESTA: La figura de Juan me resulta sumamente interesante. Primero, es una figura que rompe con toda una historia y comienza otra nueva movido simplemente por la Palabra de Dios. En segundo lugar, aparece también él como “voz, como palabra”. Y, en tercer lugar, Juan aparece no hablando en silencio y en voz baja para que los demás no se enteren. Juan es de los que grita la verdad, grita la presencia de Dios. Juan no es de los que dicen las cosas en silencio o para que nadie se entere, las grita: “Una voz grita en el desierto”. No me digas que no es una figura llamativa y que rompe con todo.

16. – Padre, ¿un solo hombre es capaz de cambiar el rumbo de toda una historia?
RESPUESTA: Un hombre no. La verdad que anuncia un hombre sí. Con frecuencia, nos escudamos y decimos: ¿Yo sólo qué puedo hacer? Pareciera que nosotros para hacer algo necesitamos ser un montón, pero cuando veo el actuar de Dios en la historia, me doy cuenta de que a Dios le basta encender la mecha en uno solo. Y ese solo, es capaz de cambiar el mundo. No es el número el que puede cambiar las cosas, es la verdad y la autenticidad de uno que es suficiente para que la historia cambie de giro.
 
17. – Lo cual nos está diciendo que cada vez que uno sólo cambia en su corazón, de alguna manera, ya está comenzando algo nuevo.
RESPUESTA: Yo de lo que estoy convencido es que cada vez que alguien cambia, todo cambia en su entorno. Cada vez que alguien se deja transformar por la palabra de Dios, algo nuevo se ha encendido en el mundo. Con frecuencia “muchos” no somos capaces de hacer nada y “uno solo” es capaz de transformarlo todo. Para Dios no es importante el número. Para Dios es importante aquel que vive a fondo su vida, la verdad, el Evangelio. Una caja de fósforos mojada no puede encender ni una vela, pero un solo fósforo seco puede incendiar todo un bosque.
 
18. – ¿Qué quiere decir eso de que “vino la Palabra de Dios sobre Juan?”
RESPUESTA: Es una manera de decir. Juan sintió la Palabra de Dios en su corazón, o sea, sintió la llamada que Dios le hacía sacándolo del sistema y enviándolo a anunciar y predicar para que los hombres se preparasen para recibir al que estaba por venir.
 
19. – Padre, cuando dice aquí que predicaba que se allanasen los caminos y se elevasen los valles qué es lo que realmente buscaba Juan. ¿Preparar los caminos a Cristo o preparar los caminos a los hombres?
RESPUESTA: Dios no necesita que le preparen camino alguno. Dios puede llegar a nosotros por todos los caminos, quienes necesitan caminos adecuados somos nosotros los hombres.
 
20. – ¿Pero de qué caminos se está hablando en realidad?
RESPUESTA: De los caminos del corazón humano. Es el hombre el que tiene que quitarse de dentro todos los obstáculos que le impiden abrirse a Dios y aceptar a Dios en su corazón. Dios quiere entrar en nosotros, pero con frecuencia nuestros corazones están demasiado ocupados, con demasiados estorbos dentro. Por eso Juan predicaba lo que se ha llamado “bautismo de conversión”.
 
21. – No entiendo. ¿Es Dios que nos cambia o nosotros tenemos que cambiar para que Dios entre en nosotros?
RESPUESTA: En realidad, todo cambio en nosotros es obra de la gracia de Dios. De tal modo que aún antes de hacerse Dios explícito en nuestro corazón, ya está actuando en él. Luego, también el hombre tiene que, de alguna manera, hacerse asequible a la obra de Dios en él. Dios no entra si tú y yo no le dejamos entrar.
 
22. – Y para ello ¿era preciso que “gritase tanto?” ¿Y gritar en el desierto?
RESPUESTA: Los grandes anuncios suelen hacerse gritando para que todos puedan escuchar. En las plazas, ¿no se usan parlantes? ¿En los mercados no se utilizan también parlantes? Que todos se enteren, que todos puedan estar informados. Además el grito suele ser el gesto de los profetas. Surgen en medio de nosotros y gritan. Son conscientes de que están anunciando algo importante.
 
23. – ¿Qué pasaría si hoy usted o cualquiera sale a la calle a gritar anunciando a Dios hoy a los hombres?
RESPUESTA: ¿Y tú crees que hoy tenemos la libertad de espíritu para gritar anunciando a Dios en público? No somos capaces de hablar ni en voz baja de Dios y vamos a tener el coraje de gritar… Yo me contentaría con que hablásemos de Dios en voz normal, en voz baja. Necesitamos recuperar la imagen del bautista para que compense nuestro pecado del silencio.
 
24. – ¿Cómo pecado del silencio? ¿Qué pecado es ese? ¿Hay algún pecado del silencio?
RESPUESTA: Es el pecado del que no habla cuando tiene que hablar. Es el pecado del que calla cuando debiera hablar. Es el pecado del silencio de Dios, del silencio de la verdad, del silencio de la justicia.
 
24. – Yo me imaginaba que sólo era pecado cuando decíamos lo que no debíamos decir, pero ahora entiendo que también el silencio puede ser pecado.
RESPUESTA: Yo me hago este cuestionamiento: ¿Cuál será más pecado? ¿Decir la mentira o dejar de decir la verdad? ¿Decir que Dios no existe o callar la existencia de Dios? Para mí, personalmente, hacemos más daño callando la verdad que proclamando la mentira. Hacemos más daño silenciando a Dios en el que decimos creer que diciendo por ahí que Dios no existe.
 
25. – Esto ya me está complicando un poco las cosas porque resulta que el “silencio es el pecado de los que decimos creer”…
RESPUESTA: ¿Y no te parece que eso es mucho más grave? Porque si los que conocemos a Dios lo callamos, sentimos miedo a hablar de Él, ¿cómo llegarán los demás a conocerlo? Hasta resulta curioso, nos parece normal que alguien se proclame ateo en público; sin embargo, sentimos extrañeza de que alguien levante la voz y proclame en Dios…

26. – De todos modos, Padre, gritar y anunciar a Dios que está viniendo o está en camino en un clima tan difícil y en el desierto, ¿no le parece también extraño?
RESPUESTA: Lo que me parece extraño es que callemos, no digamos nada, que no digamos esta boca es mía. Juan no comienza a hablar en el desierto para que nadie le escuche. Comienza en el desierto para que allí comience lo nuevo, los nuevos oyentes, los que de verdad están dispuestos al cambio.

27. – ¿Pero en un clima dominado por el poder y dominado por la intransigencia religiosa…?
RESPUESTA: El problema no es tanto el ambiente de poder o de dureza e intransigencia religiosa. El problema es si nosotros nos sentimos tocados por la palabra de Dios. Si de verdad la palabra de Dios vino a nosotros y nos ha transformado interiormente.

28. – Padre, de cara a la Navidad habrá muchas palabras, muchos anuncios, pero de cosas de lo que a cuenta de la Navidad podemos comprar o vender…
RESPUESTA: Y frente al ruido de vender y comprar a título de Navidad, alguien tendrá que gritar que Dios está en camino, que Dios está viniendo, está llegando y que la verdadera Navidad no son las cosas, sino que lo verdaderamente importante de la Navidad es Él, Dios peregrino de los hombres.

DESPEDIDA: Amigos, Dios no espera a que todo esté en condiciones de recibirle. Dios viene. Dios está viniendo. De nosotros dependerá que ese Dios en camino se haga de verdad el “Dios con nosotros y en nosotros”.

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