Domingo, 11 de mayo del 2025
Jugando con los “extraños”

Hay una frase en este Evangelio que me parece de mucha actualidad. Jesús dice que hay muchos pastores, los verdaderos y los falsos. Además dice que al verdadero pastor las ovejas le siguen porque conocen su voz. En cambio, “a un extraño no le seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”.
Uno de los grandes peligros que hoy acechan a nuestra comunidad cristiana es ese juego de andar saltando de un sitio a otro. Católicos que quieren hacer experiencias de otras Iglesias, que participan de otros credos y de otras Iglesias. Esto nos plantea dos problemas, a cada cual más serio e importante:
El primero: ¿Será que nuestra voz no llega a nuestras ovejas? ¿Será que nuestros fieles ya no reconocen nuestra voz de pastores? ¿Será que no encuentran en nuestra voz algo que responda realmente a sus inquietudes? Me parece demasiado serio y preocupante lo que dice el Documento de Aparecida: “Según nuestra experiencia pastoral, muchas veces, la gente sincera que sale de nuestra Iglesia no lo hace por lo que los grupos “no católicos” creeb, sino, fundamentalmente, por lo que ellos viven, no por razones doctrinales, sino vivenciales; no por motivos estrictamente dogmáticos, sino pastorales; no por problemas teológicos, sino metodológicos de nuestra Iglesia. Esperan encontrar respuestas a sus inquietudes. Buscan, no sin serios peligros, responder a algunas aspiraciones que quizás no han encontrado, como debería ser, en la Iglesia” (n. 225).
El segundo: No todos lo hacen por motivaciones tan serias, sino por una superficialidad o curiosidad. Al final terminan sin saber dónde están, si en la Iglesia Católica o en alguna de las sectas donde fácilmente son embaucados con ciertas afirmaciones a las que no saben responder. Encuentran un clima sicológico de acogida y una experiencia mucho más humana y asequible que responde más a sus deseos y preocupaciones que a la auténtica verdad.
Uno de los problemas que descubro, aún dentro de la Parroquia, está precisamente en ese juego donde todo parece igual, todo parece válido, basta que se hable de Dios, de la Biblia, pero sin mayor discernimiento de la verdad.
Hay una falta de formación bíblica y teológica y todo les parece lo mismo. En el fondo, no conocen la “voz del buen pastor”. ¿Será responsabilidad nuestra de pastores o será responsabilidad de ellos que viven una religión de superficialidad en la que cada uno busca lo que más le conviene? El problema es serio tanto para nosotros como para los fieles.
¿Y yo qué puedo hacer por las vocaciones?

Todos podemos hacer mucho. A veces no es cuestión de lo que se puede hacer, sino de lo que queremos hacer.
Tú no puedes hacer lo principal porque lo principal de una vocación es la “llamada de Dios”. Tú no puedes llamar a nadie, sólo Dios es el que llama, el que invita. Porque sólo Dios puede marcar el sentido de tu vida.
Pero puedes pedir, orar. Eso sí. No puedes dar la vocación a nadie, pero puedes pedir a Dios que te llame y también, que seas fiel a la llamada. Uno siente la llamada de Dios, pero luego viene tu responsabilidad. Tu respuesta primera, el primer sí que es también la primera decisión y luego toda la cadena de respuestas. Y uno puede fallar, puede fallar al comienzo, diciendo no. Pero también puede fallar luego en el camino, dejándose quedar. Esto sí requiere y necesita de oración. Oración para escuchar a Dios. Oración para decirle sí a Dios. Oración para ser fiel a nuestro sí, en medio de tantas dificultades.
Con una beca. Muchos llamados carecen de medios para seguir adelante. Necesitan que alguien se haga cargo de los gastos que conlleva el seguirle. Yo soy testigo. No podía correr con los lógicos gastos de los estudios, comida, etc. Alguien se hizo cargo. No sé quién fue. Porque hasta ahí quiso ser una persona anónima.
Pequeñas ayudas económicas. No todos pueden correr con una beca, pero todos podemos hacer nuestra pequeña aportación. Muchos pocos hacen un mucho. Muchos poquitos hacen un grandazo. Muchas arenas hacen la playa. La colecta de las misas de hoy tienen esa finalidad. “Señor, tú me llamas. Yo respondo. Y tú haces posible mi respuesta con tu oración y tu ayuda”.
Me duele

Un hermano que no se siente a gusto en la Iglesia.
Un hermano que siente necesidad de buscar en otra parte.
Un hermano que no se siente alguien en la comunidad.
Un hermano que no se siente comunidad, sino individuo.
Un hermano que busca y no encuentra.
Un hermano a quien Dios le habla y nosotros no se lo traducimos.
Un hermano a quien Dios ama y nosotros ni le conocemos.
Un hermano a quien Dios ofrece casa y nosotros dejamos a la intemperie.
Un hermano a quien Dios llama, pero él no tiene oportunidad de escuchar.
Un hermano que me dice que ha encontrado a Dios fuera de la Iglesia.
Un hermano que me dice que cambió desde que abandonó la Iglesia.
Un hermano que me invita a abandonar a mi Iglesia.
Y me duele porque, sin quitarle la responsabilidad que pueda tener, de alguna manera es una acusación para mí. Y me duele porque no sé cuánto pueda tener yo de responsabilidad en su abandono.
Las cifras de los abandonos anuales de la Iglesia no son más que números. Detrás de ellos descubro que posiblemente son hermanos que yo mismo he bautizado o a quienes yo he hablado más de una vez. Las cifras son algo más que matemáticas. Aquí se trata de Evangelio, se trata de la Iglesia de Jesús, se trata de hermanos míos que ahora dicen que ya no lo son.
“Señor, danos Pastores santos”. “Pero danos pastores cuya voz puedan escuchar nuestros fieles y encuentren en ella respuesta a sus inquietudes e interrogantes”. “Danos vocaciones no de escritorio, sino vocaciones que sepan estar con la gente, conocer a la gente, vivir con la gente, entender a la gente”.
Si me llamas…

Si me llamas:
que te escuche.
Si te escucho:
que te siga.
Si te sigo:
que sea con alegría.
Porque sé que no camino solo,
ni tampoco inútilmente.
Sé que muchos me necesitan
y son muchos los que me esperan.
También sé que no es fácil.
Pero cuando se ama de verdad,
no se miden los obstáculos,
sólo se cree en las generosidades.
Si me llamas, no me dejes luego solo
que también el camino se hace largo
y se necesita de tu compañía.
Si me llamas y te sigo,
que sienta tu presencia,
la presencia del amigo.