Con los Ancianos

Derechos del Anciano

Hoy están de modo las Cartas de los Derechos. Cada grupo humano tiene su propia Carta de Derechos reconocida por las Naciones Unidas. ¿Conoce usted alguna de esas Cartas que diga Carta de los Derechos del Anciano? Es posible que exista. Personalmente no la conozco. Me temo que, si existe, esté escrita en letra pequeña, como para que nadie la lea.

Sin embargo, los ancianos, como personas, y como ancianos tienen sus derechos como los puede tener el niño, la mujer o los hombres en general. Hasta nos atreveríamos a reclamar para ellos una declaración de derechos del anciano clara y explícita, tanto más que hoy que los hombres y mujeres de la tercera edad, digamos los mayores y los ancianos, están siendo una de las estructuras sociales más vulnerables. Es duro reconocerlo, pero las personas ancianas en una sociedad de producción y consumo están corriendo la suerte de las “cosas viejas” o “cosas en desuso”, terminan en ser arrinconadas como inservibles o inútiles. Las personas nunca pueden ser reducidas a cosas y tampoco deber caer en la condición de inutilidad.

Como quien ya se va sintiendo pertenecer más a esta categoría social de la vida, quisiera sugerir algunas de las cosas a las que estas personas tienen legítimo derecho. Ya sé que no es una declaración oficial, pero servirá para despertar, cuando menos, las conciencias.

  • Todo anciano tiene derecho a envejecer con dignidad y, por tanto, a ser viejo, con todas las consecuencias.
  • Todo anciano tiene derecho a un hogar, una familia en la que pueda sentir el calor humano de los suyos.
  • Todo anciano tiene derecho a una vida digna sin las angustias económicas de día a día.
  • Todo anciano tiene derecho a ser escuchado por los suyos y por la sociedad.
  • Todo anciano tiene derecho a los cuidados de la salud tanto por parte de los suyos como por parte de la sociedad.
  • Todo anciano tiene derecho a la atención espiritual propia de su edad.
  • Todo anciano tiene derecho a ser aceptado como él es, incluso con los caprichos típicos de sus años.
  • Todo anciano tiene derecho a que le dediquemos el tiempo necesario para hacerle más humana su existencia.
  • Todo anciano tiene derecho a quejarse de sus malestares y de sus sufrimientos.
  • Todo anciano tiene derecho a cierto esparcimiento que le ayude a evaporar sus propias tensiones.
  • Todo anciano tiene derecho a morir con dignidad, sin que nosotros le prolonguemos artificialmente la vida y sin que se la acortemos por falsa misericordia. Es decir, tiene derecho a morir cuando le llegue el momento. Porque ese es su momento.

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