Domingo es Fiesta

Pascua 6 – B | Ámense unos a otros

“Que se amen unos a otros”

Proclamamos el Santo Evangelio según san Juan 15,9-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Como el Padre me ha amado, así los he amado yo; permanezcan en mi amor. Si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

Les he hablado de esto para que mi alegría esté en ustedes, y su alegría llegue a plenitud. Éste es el mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado.

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer, todo lo que he oído a mi Padre.

No son ustedes lo que me han elegido, soy yo quien los he elegido y los he destinado para que vayan y den fruto, y su fruto dure. De modo que lo que pidan al Padre en mi nombre Él se lo concederá. Esto les mando: que se amen unos a otros”.

PALABRA DE DIOS.

Palabras de Clemente

Queridos amigos: Llegamos a este sexto y último domingo de Pascua, pues el próximo domingo celebraremos ya la fiesta de la Ascensión. Estos dos últimos domingo, el quinto y el sexto, se completan mutuamente. El pasado domingo el problema era la vida, vivir la vida de Jesús permaneciendo unidos en Él como los sarmientos al tronco de la vid. Hoy el tema es el amor, vida y amor, los dos elementos fundamentales y el paralelo es también el mismo.

El pasado domingo, Jesús era la vida y nosotros llamados a vivir de su vida. Hoy Jesús es el amor y nosotros estamos llamados a vivir de su amor.

Por tanto, el Evangelio de hoy es sumamente rico y esperanzador. Primero, nos dice que nos ama a nosotros como el Padre le ama a Él ¿Os lo imagináis?

En segundo lugar, nos manda que vivamos alegres, pero participando de su propia alegría. Jesús no quiere seguidores tristes y que viven todo el día amargados. Además, nos da una serie de razones para poder estar alegres y vivir de la alegría, pero de una alegría plena. Alegría de la buena.

La primera razón para la alegría es saber que Él nos ama. La segunda razón de la alegría es que somos sus amigos. La tercera razón es que Él mismo nos ha elegido, que somos sus elegidos. Finalmente, la cuarta razón es que también nosotros estamos llamados a amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado.

Como os dais cuenta, Jesús va siempre por delante, Él es la vida. El Padre le ama y Él nos ama. Él nos hace amigos suyos, Él nos elige y Él nos regala el amor con que nosotros tenemos que amarnos. ¿Nos parece un mensaje maravilloso?  Por eso Juan puede escribir: “Dios nos amó primero”. Aquí tendríamos que decir: ¿Hay alguien que dé más? El de este domingo tenemos un Evangelio que debiéramos leer todos los días al levantarnos. Así nuestros días, aún en medio de sus dificultades, estarían llenos de luz y de esperanza.

1.- No sé si por el Evangelio o por su optimismo, pero hoy diera la impresión de ser un domingo primaveral.
RESPUESTA: Es un domingo pascual, por tanto, es un domingo primaveral. Mi optimismo nace del Evangelio mismo. ¿Te parece poco primaveral invitarnos al amor y a la alegría? ¿Te parece poco primaveral saber que Él nos ama, nos considera sus amigos, nos elige y nos revela los secretos de su Padre?

2.- ¿No le parece que son demasiadas cosas juntas?
RESPUESTA: No, aquí no se trata de un montón de cosas. Es que lo uno pide lo otro, es toda una secuencia. Esto me parece de suma actualidad, hoy que la gente vive como aplastada, sin ánimos, desalentada, cansada y sin esperanza, en la soledad del corazón.

3.- Por lo que veo el Evangelio de hoy parte de una afirmación que para muchos es posible que pueda parecer exagerada. ¿No le parece una exageración decir: “Como el Padre me ha amado a mí, así también os amo yo”?
RESPUESTA: Humanamente pudiera parecer una exageración; sin embargo, yo hasta me atrevería a corregirla y aumentarla.

4.- ¿Todavía más?
RESPUESTA: Aquí dice que Él nos ama como Dios le ama a Él, pero yo casi me atrevería a decir que nos ama más que a Él.

5.- Bueno, esto ya parece una subasta “a ver quién da más”…
RESPUESTA: Dios no solo nos ama como ama a Jesús, sino que es capaz de entregar a su propio Hijo por nosotros, a sacrificarlo por nosotros. ¿Cómo llamas tú a ese amor?

6.- Entonces, ¿por qué la gente vive con tantas dudas del amor de Dios? Porque si creyésemos de verdad esto, sería suficiente como darle todo un sentido diferente a nuestras vidas.
RESPUESTA: La razón es muy sencilla. Leemos esto, pero no lo creemos. Leemos esto, pero preferimos seguir presentando un Dios con cara de tranca, un viejo barbudo medio amargado y dispuesto siempre al castigo. La verdad es que me da pena cómo hemos deformado la verdad de Dios y la verdad del Evangelio.

7.- Lo curioso es que nosotros siempre estamos preocupados en ganarle el corazón a Dios haciendo cosas para que nos ame.
RESPUESTA: Estamos invirtiendo las cosas. Dios siempre ama primero, no hace falta que yo le ame para que Él me ame. El amor de Dios no se compra, sencillamente se recibe. Dicho de otra manera, a nosotros sólo nos toca “dejarnos amar”, pero como nosotros vivimos poco de la gratuidad y todo lo tenemos que comprar y pagar, pensamos que a Dios también le tenemos que comprar su amor.

8.- Padre, usted insistía mucho en lo de la alegría. ¿Por qué?
RESPUESTA: Porque es uno de los regalos que Jesús nos ha querido dejar. Vida, amor y alegría son los tres grandes regalos que nos hace Jesús. Nos regala su vida, nos regala su amor y nos regala su propia alegría.

9.- ¿Entonces por qué hay tanta gente triste?
RESPUESTA: Porque la buscamos allí donde la alegría no está. La buscamos en las cosas o la buscamos en el placer. Por experiencia, placer y felicidad y alegría no son lo mismo. El placer termina por dejarte un vacío. El placer es más del cuerpo que del mismo espíritu, mientras que la alegría tiene que nacer de dentro.

10.- Sin embargo, hay cosas que nos causan alegría.
RESPUESTA: Claro que sí, pero no es esa alegría profunda que Jesús quiere para nosotros.

11.- ¿Qué alegría quiere para nosotros? ¿Acaso es una alegría diferente?
RESPUESTA: Jesús quiere que nuestra alegría sea como la de Él y que además sea no una alegría a medias, sino una alegría plena.

12.- Usted hablaba de las razones por las que un cristiano debe tener alegría plena.
RESPUESTA: Y esas son las verdaderas razones para una verdadera alegría. Además, te citaba las mismas de las que habla Jesús. Son razones que el mismo Jesús nos dio para que nuestra alegría y nuestro gozo sea pleno: sabernos amados por Él con el mismo amor con que el Padre le ama a Él, saber que somos sus amigos y saber que Él mismo nos eligió antes de que nosotros le hayamos elegido. Además, el saber que también nosotros podemos y tenemos que amar a los demás. No hay mayor alegría que la que brota del amor.

13.- Pero no siempre sentimos esta experiencia tan íntima de Dios; con frecuencia, Dios como que se nos esconde.
RESPUESTA: Dios no se esconde, somos nosotros quienes nos escondemos de Dios. No es el sol el que causa la noche, sino la tierra que se pone de espaldas al sol. Aún así el sol sigue iluminando otras zonas de la tierra.

14.- ¿Y cómo vivir con alegría cuando la vida se nos llena de problemas?
RESPUESTA: No es fácil estar alegres cuando los problemas nos golpean y se nos echan encima. Sin embargo, aún entonces, yo sé que sigo siendo amado de Dios, y sigo siendo amigo de Jesús, y sigo siendo un elegido suyo.

15.- ¿No le parece que todo eso es demasiado místico?
RESPUESTA: ¿Y quién te ha dicho que lo místico no es tan real como una enfermedad o un problema agobiante? ¿Recuerdas a Tomás Moro? Cuentan de él que tenía una cabellera muy bonita y cuando el verdugo puso su cabeza sobre el cepo para cortársela de un tajo, Tomás Moro sonriente le dice: “Amigo, ¿le puedo pedir un último favor? Tenga mucho cuidado de no estropearme la cabellera”.

16.- Todo eso me parece que está bien para los santos, pero para los de a pie, la cosa no resulta tan fácil.
RESPUESTA: En eso tienes razón. Es que los santos viven de esas experiencias íntimas que, los que tú llamas de a pie, no vivimos. Ahí está la diferencia.

17.- ¿Usted siente verdadera alegría?
RESPUESTA: Yo no sé si siento la verdadera alegría. Soy feliz con muchas cosas, pero confieso que, también, me considero de los de a pie. Aunque tampoco te voy a negar mi felicidad.

18.- ¿Qué cosas son las que más alegría le han proporcionado a lo largo de su vida?
RESPUESTA: Muchas. En primer lugar, mi vocación religiosa y sacerdotal. Ahí sí he sentido profundamente que “Él me amó primero y me eligió” de eso nunca he tenido dudas. Luego, el bien que he podido hacer a la gente a través de mi sacerdocio, me ha llenado de muchas alegrías. ¿Qué sentirías tú si alguien se te acerca y te dice: “Gracias, Padre Clemente, porque gracias a unas palabras suyas escuchadas en RPP no me suicidé cuando ya lo tenía todo dispuesto y aquí estoy vivo y feliz”?

19.- Eso sí me parece un cañonazo…
RESPUESTA: Pues gente que trabaja en la radio fue testigo de este testimonio. Te confieso que yo quedé helado, pero por dentro rebosé de gozo. Saber que una palabra tuya salvó una vida… Yo lo considero como una especie de parto espiritual.

20.- Padre, a usted la gente le aprecia mucho y le quiere realmente, ¿no siente satisfacción y alegría por este aprecio de la gente?
RESPUESTA: Mira, la verdadera alegría no está hecha de grandes cosas, sino de pequeños detalles. Para mí, el aprecio y la estima de ustedes, los seglares, ha sido un motivo muy fuerte para que amase cada día más mi sacerdocio.

21.- Para usted será fácil la alegría porque no tiene los problemas que, de ordinario, suele tener la gente.
RESPUESTA: Cada uno conoce su alma y su corazón. Cada uno tiene sus problemas, también el sacerdote tiene sus noches oscuras. Sobre todo, el sacerdote tiene que vivir sus propios problemas y además tiene que vivir y compartir los problemas de la gente que, a veces, duelen más que los propios.

22.- ¿Y esos problemas le hacen perder la alegría?
RESPUESTA: ¿Qué quieres que te diga? El sacerdote no es un superhombre, es como el resto de la gente. De todos modos, creo que puedo decir que el sufrimiento por los demás también es una manera de sentir la alegría. ¿Acaso Cristo no sufrió mucho con el rechazo de los hombres? Sin embargo, en su corazón seguía viva la alegría y el gozo de su corazón.

23.- Si la voluntad y el deseo de Jesús es regalarnos su propia alegría y que nuestra alegría sea plena, ¿por qué la Iglesia no predica más la alegría de la vida, la alegría de la fe?
RESPUESTA: Yo tengo la impresión de que hemos valorado más la seriedad y hasta el sufrimiento que la felicidad y la alegría. Por eso a los cristianos no se nos conoce y distingue por nuestra alegría. Esto me parece que es una falta de testimoniar el Evangelio. ¿No decimos que el Evangelio es Buena Noticia? ¿No decimos que Dios es Buena Noticia? Pienso que hasta al pecador tendríamos que abrirle más a la alegría de la esperanza que juzgarlo y condenarlo.

24.- ¿Usted no ha sentido nunca la tentación de fundar algún movimiento que tenga como meta vivir en la alegría y proclamar y testimoniar la alegría?
RESPUESTA: Confieso que nunca he tenido vocación de fundador, pero en mi vida sacerdotal trato de despertar la alegría en los corazones de la gente. Esto es válido para todos: los esposos debieran cultivar más la alegría de su amor, los padres la alegría de sus hijos y los hijos la alegría de los padres. El hogar, la familia, debiera ser una escuela de alegría donde todos se sientan felices.

25.- La idea me parece muy bella, pero con los problemas que viven los esposos, los padres y los hijos ¿le parece fácil?
RESPUESTA: Si en casa hubiese más alegría, estoy seguro que hasta los problemas serán más fáciles de llevar porque la alegría es como una fuerza interior capaz de abrirnos a la esperanza. Con la tristeza no solucionamos nuestros problemas, incluso los aumentamos. No es que la alegría evite los problemas, pero sí nos ayuda a sobrellevarlos y afrontarlos con mayor ilusión.

DESPEDIDA: Bueno, amigos, ¿estáis alegres o tristes? ¿No podríamos, al menos hoy, sentirnos un poco más alegres para que los demás se sientan también más felices?

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