Domingo es Fiesta

Pascua 5 – B | Vid y ramas

“Yo soy la vid, ustedes los sarmientos”

Proclamamos el Santo Evangelio según san Juan 15,1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el viñador. Si alguna de mis ramas no da fruto, él la arranca; y poda las que dan fruto, para que den más fruto.

Ustedes ya están limpios por las palabras que les he hablado; permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes.

Como la rama no puede producir frutos por sí misma, si no permanece en la vid, así tampoco pueden ustedes producir fruto si no permanecen en mí.

Yo soy la vid, ustedes las ramas; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no pueden hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como ramas secas; luego las recogen y las echan al fuego, y arden. Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les dará.

Con esto recibe gloria mi Padre, en que ustedes den fruto abundante; así serán discípulos míos”.

PALABRA DE DIOS.

Palabras de Clemente

Queridos amigos. El pasado domingo hablábamos de Jesús como el Buen Pastor que guía a la comunidad y a la Iglesia. Hoy la parábola de la vid y los sarmientos nos plantea una serie de ideas sumamente interesantes tanto para la Iglesia como para cada uno de nosotros.

Son dos las ideas centrales. Por una parte, el principio de unidad de los cristianos y, por otra, la unidad en la pluralidad y la diversidad.

Dos temas que debiéramos tener siempre presentes porque los dos son esenciales y fundamentales.

En primer lugar, el principio de unidad. Jesús es el tronco, la vida, el principio vital, ya que solo tendremos vida en la medida en que vivamos unidos a Él. No hay Iglesia sin Cristo como eje y centro de la misma. Somos creyentes y cristianos en la medida en que vivimos la vida de Jesús. Su vida tiene que correr por las venas de nuestras almas.

Y, en segundo lugar, el principio de la diversidad y pluralidad. El tronco es uno, pero los sarmientos son muchos y son todos diferentes, unos más grandes y otros más pequeños. Unos dan más racimos, otros dan menos, pero siendo diferentes todos están unidos al mismo tronco y entre todos forman una misma vid.

Esa es la mejor imagen de la Iglesia. Como cantamos los domingos: “Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo…”. Pero muchos creyentes y muchos bautizados. La Iglesia no es uniformidad, es unidad. En la Iglesia no todos somos iguales, cada uno tiene su propia identidad y su propia personalidad. Un mismo bautismo para todos, pero cada uno con sus propios dones y carismas. Ni la unidad ha de ser un obstáculo para la diversidad, ni la diversidad ha de impedir la unidad. Por eso decimos que somos comunión; quien rompe la unidad, divide. Pero quien impide la diversidad empobrece a la Iglesia.

1.- Padre, luego de escuchar su presentación, tengo la impresión de que estos son los dos ejes también de la visión de la Iglesia que tiene San Pablo.
RESPUESTA: Yo me atrevería a decir que la parábola de la vid y los sarmientos es la base de la eclesiología paulina. Unidad y catolicidad. Unidad y universalidad. Por tanto, unidad y pluralidad. Además habría que añadir un tercer elemento, el aspecto misionero de la Iglesia.

2.- Estoy leyendo el librito del Papa Benedicto XVI sobre “El año de San Pablo” que no es otra cosa que sus catequesis primeras sobre Pablo y veo que él va también por ese mismo enfoque.
RESPUESTA: Si te fijas en el índice verás títulos como éstos: “La centralidad de Jesucristo”, “El Espíritu en nuestros corazones”, “La vida de la Iglesia”, “Pedro y Pablo y la catolicidad de la Iglesia”…

3.- Lo de la centralidad vendría a ser como Jesús la cepa de la vid que da vida a los sarmientos.
RESPUESTA: Hay un dato curioso en las Catequesis del Papa hablando de esto. Dice que en las Cartas de Pablo se cita el nombre de Dios más de quinientas veces y el de Cristo unas trescientas ochenta veces. Por eso dice que, “Cristo llegó a ser para Pablo la razón de ser y el motivo profundo de todo su trabajo apostólico”.

4.- Aquí en el librito este, Benedicto XVI habla de cómo el encuentro de Pablo con el resucitado “da una nueva dirección a su vida”. ¿Qué significa “esa nueva dirección”?
RESPUESTA: La conversión de Pablo no es la de un hombre malo, sino de la un hombre bueno. No era un hombre alejado de Dios y de su ley, era incluso un fanático. Pero al encontrarse con el Resucitado, su vida ya no girará en torno a la ley sino en torno a Cristo, llegando incluso a decir de sí mismo: “La vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí” (Gál 2,20).

5.- En esta parábola de la viña y los sarmientos diera la impresión de que el centro es el tronco, aunque claro está, tampoco se puede prescindir de los sarmientos. ¿Por qué?
RESPUESTA: Por algo que los cristianos no solemos entender. Nos sentimos cristianos más por lo que hacemos que por nuestra relación con Jesús y nuestra comunión con Él. Lo que realmente nos hace cristianos es nuestra centralidad en Jesús.

6.- ¿Quiere decir que si no estamos vinculados a Jesús todo lo que hacemos no sirve para nada?
RESPUESTA: Estoy diciendo que lo que realmente nos da vida es Él, mira te pongo un ejemplo. No quisiera que a ti te sucediese lo que a aquel de la selva que un día vio cómo se iluminaba la casa con unas barras de luz, él vivía con la luz de un candil, fue a la tienda y se compró unas barras con su respectivo cable. Las instaló, pero sus barras no alumbraban. Regresó quejándose de que le habían engañado vendiéndole barras falsas. Lo que sucedía es que la corriente eléctrica no llegaba a su casita. Las barras o los bombillos para dar luz necesitan estar conectados a la central eléctrica. Lo mismo nosotros, necesitamos estar conectados a Cristo como los sarmientos al tronco.

7.- Pero usted destacaba mucho el sentido de unidad. ¿Por qué?
RESPUESTA: La vid forma un todo, el tronco y los sarmientos. Los sarmientos viven de la misma vida que les regala el tronco.

8.- Ese es el símbolo de la unidad de la Iglesia.
RESPUESTA: La Iglesia es una porque uno es el mismo bautismo, una es la misma fe y una es la misma vida que todos vivimos. Cristo es el tronco de la Iglesia. La unidad de la Iglesia no es algo externo, sino algo interno a la Iglesia misma. La unidad externa solo revelará la unidad interna, pero la unidad externa sin la interna es una unidad aparente, disciplinar, incluso hasta una unidad fruto del miedo.

9.- ¿Cómo del miedo?
RESPUESTA: Uno puede aparentar formar un solo cuerpo y aparentar estar unido con la cabeza visible, pero si internamente no participa de la misma vida de Cristo es una unidad vacía y todos terminamos por ser como sarmientos secos que sí están unidos al tronco, pero no tienen vida.

10.- ¿Quiere decir que puede haber cristianos externamente unidos en la Iglesia y, sin embargo, internamente estar distanciados de la Iglesia?
RESPUESTA: Esto cada uno lo dirá. La impresión que se tiene es que existen demasiados cristianos que externamente pertenecen a la Iglesia, pero internamente disienten profundamente de ella; incluso cumplen externamente, aunque internamente Cristo signifique poco en sus vidas. Por eso, si te fijas en el texto por siente veces se repite la palabra “permanecer”.

11.- Pero usted insistía no sólo en el sentido de unidad y comunión, sino también en la diferencia y distinción.
RESPUESTA: Esto aparece bien claro en la imagen de la vid y los sarmientos y también en las Cartas de Pablo. La vid es una, pero los sarmientos son muchos y diferentes. Dentro de una misma viña, cada vid es diferente a la otra.

12.- Bueno, cuando uno contempla una viña esto aparece claro.
RESPUESTA: Hay vides más grandes y más pequeñas, con más y menos sarmientos, incluso hay vid tipo parra. Unas tienen uvas blancas, otras moraditas o negras. Unas con racimos grandes, otras con pequeños, todas con uvas más grandes o más pequeñas.

13.- ¿Esto qué significa en realidad en su aplicación para la Iglesia?
RESPUESTA: Mucho. La Iglesia es una, pero los que la formamos somos muchos, distintos y diferentes. De ahí la diversidad y la pluralidad dentro de la misma Iglesia. Todos los hombres somos iguales, pero todos tenemos una cara y un cuerpo diferente. Así nos ha hecho Dios. ¡Qué aburrido sería si todos tuviésemos la misma cara! Los hay gordos y flacos, bajos y altos. Igualito pasa con los sarmientos de una misma vid.

14.- ¿Qué implican estas diferencias dentro de la Iglesia?
RESPUESTA: Que la Iglesia no tiene un solo rostro, tiene muchos. No tiene un solo pensamiento, hay muchas maneras de ver las cosas y de enfocar las cosas. La prueba la tenemos en la misma teología. A lo largo de la historia hemos tenido distintas escuelas de pensamiento, distintos enfoques sobre muchos puntos y problemas, y no por eso se rompía la unidad de la Iglesia.

15.- Pero en la Iglesia también ha habido herejías y usted las conoce mejor que yo…
RESPUESTA: Las herejías ya no son modos de pensar dentro de la Iglesia, sino un pensar distinto a la Iglesia. Una cosa es tener diferentes perspectivas sobre un tema y otra cosa es negar la verdad de la Iglesia, sobre todo, las verdades fundamentales de la fe.

16.- Usted en algún momento dijo que la visión de la Iglesia de Pablo reflejaba muy bien esta imagen de la vid y los sarmientos. ¿En qué sentido?
RESPUESTA: Pablo es un acérrimo defensor de la unidad de la Iglesia, pero también es un acérrimo defensor de los distintos carismas dentro de la misma. El Espíritu Santo siembra los carismas según las necesidades de la Iglesia y de la comunidad cristiana.

17.- Pero el mismo Pablo se queja más de una vez de cómo los carismas son también un peligro para la unidad de la Iglesia.
RESPUESTA: No dice Pablo que los carismas sean un peligro para la unidad de la Iglesia. Al contrario, habla de los distintos carismas “para común utilidad”. De lo que Pablo se queja es del uso que nosotros podemos hacer de los carismas y de cómo el uso que hacemos de ellos puede crear divisiones.

18.- ¿Y qué solución presenta Pablo contra esas posibles divisiones?
RESPUESTA: La misma que presentaría Jesús. La principal y la reguladora de todos carismas es la caridad. De nada valen los carismas, por importantes que sean, si no son vividos con caridad.

19.- ¿También hoy la variedad de los carismas puede ser principio de división y rupturas en la Iglesia?
RESPUESTA: Naturalmente. Cada uno puede presentarse como el único poseedor de la verdad. Como el único camino de fidelidad al Evangelio.

20.- ¿No cree usted que hoy hay una mentalidad de unificación de todo y se trata de evitar la pluralidad, sobre todo, la pluralidad de pensamiento?
RESPUESTA: El Espíritu Santo es principio de unidad, pero también principio de pluralidad. La pluralidad no rompe la unidad, la enriquece. El pensamiento único es una pobreza tanto en política como en lo religioso porque la unicidad de pensamiento puede convertirse en totalitarismo. Todos tenemos derecho a pensar y tenemos nuestras maneras distintas de ver las cosas. La Iglesia no es monocorde.

21.- Está usted diciendo que la Iglesia es una orquesta.
RESPUESTA: La imagen me parece estupenda. Instrumentos distintos, sonidos distintos, incluso silencios y tiempos distintos, pero todos tocando una misma melodía.

22.- Cristo fundó una sola Iglesia.
RESPUESTA: Eso no lo pongo en duda, pero fíjate en el primer grupo de la primera Iglesia, el grupo de los Apóstoles. ¡Qué distintos eran todos ellos! ¡Y qué distinto era Pablo incluso de Pedro y del resto de los Apóstoles! Pero todos, cada uno por su camino, fueron edificando la misma Iglesia.

23.- ¿Dónde está aquí el nervio para la unidad y la pluralidad eclesial?
RESPUESTA: Te lo dice la imagen de la vid y los sarmientos. Un solo tronco, Jesús, una misma vida, la de Jesús, pero sarmientos o ramas diferentes. Aquí lo esencial está en permanecer en Jesús, en que cada uno reciba la savia que brota de ese tronco, aunque luego sus sarmientos seamos diferentes y demos racimos diferentes.

24.- ¿Y si alguien quiere fundar una Iglesia distinta separándose del tronco?
RESPUESTA: Pues la respuesta la tienes ahí. Quien se separa del tronco se muere, es un sarmiento muerto que solo sirve para que lo corten y lo quemen. Jesús es el centro, la cabeza y el tronco de la Iglesia. Los demás somos Iglesia y vivimos la vida de la Iglesia en la medida en que vivamos y permanezcamos unidos a Él. Hay muchos templos y todos son distintos. Hay muchos sagrarios y todos son distintos. Pero dentro está el mismo Señor. Hay muchos caminos, pero Jesús sigue siendo el verdadero camino.

DESPEDIDA: Bueno amigos, todos somos miembros de una misma vid; todos somos distintos, pero todos unidos al mismo tronco que es Jesús.

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