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Bautismo del Señor – C | “Tú eres mi Hijo, el amado”

“Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto”.

Proclamamos el Evangelio de Jesucristo según San Lucas en el Capítulo 3, versículos 15 y 16 y 21 y 22:
En aquel tiempo, el pueblo estaba a la expectativa, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: “Yo les bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él les bautizará con Espíritu Santo y fuego”.
Un día, cuando se bautizaba mucha gente, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajo el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo:
“Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto”.
PALABRA DE DIOS.

1.- ¡Qué rápido pasa todo! Hace unos días nos reuníamos a cantar villancicos junto al pesebre y ya estamos en el Jordán comenzando su vida pública…
RESPUESTA: Bueno, el año litúrgico no celebra día a día la vida de Jesús, sino aquellos momentos centrales de su vida. Es como esos puentes con todo un armazón de arcos que lo sostienen. El puente es el mismo, pero los arcos que lo sostienen están de tramo en tramo.

2.- ¿Cómo estructuraría usted esta escena del bautismo de Jesús?
RESPUESTA: Yo diría que es una escena que va marcando los tiempos. En un primer momento, la expectativa del pueblo que busca algo. En un segundo momento, la honestidad de Juan que se sitúa en su verdadero lugar y pone en el suyo a Jesús. En un tercer momento, Jesús bautizándose en medio de la gente como uno cualquiera. En un cuarto momento, se nos presenta a Jesús en oración interiorizando su propio misterio. En un quinto momento, el fenómeno de los cielos que se abren de nuevo y la venida del Espíritu Santo sobre él. Finalmente, en un sexto momento, la confesión del Padre reconociéndolo como su Hijo amado, el predilecto.

3.- ¿Podríamos decir algo sobre cada uno de esos momentos? Por ejemplo: dice usted que lo primero que aparece es la expectativa del pueblo. ¿Qué se nos quiere decir con eso?
RESPUESTA: La figura de Juan resulta misteriosa para la gente. Ven en él algo distinto, hasta el punto de que comienzan a confundirlo con el Mesías. La gente está reverdeciendo sus esperanzas mesiánicas. La gente está esperando a alguien que pueda responder a sus esperanzas e ilusiones.

4.- Es curioso. El pueblo siempre vive esperando algo. Sufre infinidad de engaños y frustraciones, y aun así sigue esperando…
RESPUESTA: El pueblo es como una especie de reserva ecológica que, a pesar de tantas desilusiones, es capaz de mantener viva la esperanza. Lo curioso es que el pueblo, de ordinario, nunca encuentra respuestas en aquellos que lo guía, siempre espera a otro. Creen que Juan pudiera ser el que, por fin, haga realidad aquello que tanto tiempo están esperando.

5.- El peligro, pienso yo, está en que el pueblo deje de esperar. Con frecuencia, cuando la esperanza se convierte en desesperanza, el pueblo sencillo es capaz de todo.
RESPUESTA: A este propósito el profesor norteamericano Galbraith dice que “la situación de la subclase marginal es el problema social más grave de la época y, también, la amenaza más grande a la paz y a la convivencia civil a largo plazo.” El pueblo marginado por la sociedad del bienestar, puede aguantar, pero cuando se siente engañado, es una bomba de tiempo. Nadie tiene el derecho ni la obligación de aguantar y seguir aguantando marginaciones injustas.

6.- ¿Qué hacer con un pueblo que vive a la expectativa, que espera algo, para que no reviente y explosione?
RESPUESTA: Felizmente, el pueblo sencillo tiene mucho aguante, tiene una gran reserva de esperanza, pero necesita que le den razones para seguir esperando. Aquí un solo hombre, Juan, es capaz de mantener vivas las expectativas del pueblo.

7.- Pero decía usted que Juan sabe mantenerse en su verdadero lugar y no se aprovecha de la oportunidad…
RESPUESTA: ¿No te parece interesante esta figura de Juan? El bien pudiera aprovechar esas ilusiones que el pueblo está poniendo en él; sin embargo, él es sincero consigo mismo y sincero con el pueblo: “Yo no soy el Mesías. Yo no soy la respuesta. Pero sí puedo anunciar donde está la verdadera respuesta”. La respuesta a vuestras esperanzas está en otro, en el que está viniendo luego de mí.

8.- Juan no se aprovecha de las esperanzas o expectativas del pueblo, sino que él mismo se une y se hace partícipe de esas esperanzas.
RESPUESTA: Eso es lo maravilloso de Juan. Él mismo se sitúa como uno de ellos, alguien que también espera como ellos, pero que ya ha vislumbrado la respuesta y la apunta con el dedo. ¡Qué importante es tener en cada momento, hombres que esperan como nosotros y son capaces de mantener la esperanza de los demás! No con respuestas fáciles, sino apuntando donde está la respuesta. Esta creo que es también la misión del creyente.

9.- ¿En qué consiste esta misión del creyente?
RESPUESTA: En ser alguien que se siente parte de los que esperan, pero a la vez alguien que es capaz de ver un poco más lejos, y por eso da razones a los demás para que no pierdan la esperanza. Esta creo que es una de las grandes misiones de la Iglesia hoy. No una Iglesia que se hunde también ella en la desesperanza, sino una Iglesia que, aun en medio de las dificultades y oscuridades, es capaz de mantener y dar razón de la esperanza al resto de los hombres.

10.- Padre, ¿no le resulta curiosa la expresión de Lucas, cuando dice que “en un bautismo general Jesús también se bautizó”?
RESPUESTA: Oye, cualquiera de nosotros hubiéramos pedido un bautismo especial, para nosotros solitos, ¿verdad? Sin embargo, Jesús se siente más vinculado al pueblo. Jesús se siente mejor con el pueblo que solo, con la gente que solito. Jesús no es de los que buscan excepciones.

11.- En cambio, nosotros somos mucho más individualistas. Nosotros, y le hablo de mi propia experiencia, como que nos sentimos mejor nuestro hijo es bautizado solito, como centro de todo.
RESPUESTA: Decimos que el Bautismo nos incorpora a la Iglesia, como a nuestra familia espiritual. Sin embargo, preferimos bautizarnos excluyendo a nuestra familia eclesial. En las parroquias hay cantidad de solicitudes de excepción y no es porque quieran vivir más a fondo la verdad del bautismo, sino porque da tono, nos diferencia. Jesús se siente mejor compartiendo con el pueblo.

12.- Lo que no entiendo es por qué Jesús quiso ser bautizado por Juan junto con el resto del pueblo. ¿Acaso necesitaba Él del bautismo?
RESPUESTA: Quien bautizará luego con el Espíritu Santo no necesitaba bautismo alguno de conversión, pero Jesús quiere hacer la experiencia de identificarse no con los buenos, sino con los malos, con los que necesitan convertirse. Jesús quiere hacer la experiencia de los hombres en su decisión de conversión.

13.- Padre, ¿qué significa esto que dice Lucas de que “se abrió el cielo”? ¿Qué significa “abrirse el cielo”?
RESPUESTA: Hacía tiempo que Dios parecía callado, se había silenciado la voz de los profetas desde hacía ya siglos. Como que el pueblo ya no recibía mensajes del cielo, solo los mensajes de sus jefes religiosos, más preocupados de las tradiciones que de anunciar al Pueblo la novedad del amor de Dios.

14.- ¿Y con el bautismo de Jesús Dios volvió a hablar?
RESPUESTA: Efectivamente. De nuevo se escucha la voz del Padre, esta vez dirigiéndose nada menos que a Jesús mismo. De nuevo, Dios vuelve a tener voz. De nuevo, se deja escuchar. De nuevo, vuelve a comunicarse personalmente con el pueblo. De nuevo, el hombre restaura su relación personal con Dios.

15.- Lo que me resulta extraño es el modo cómo lo dice Lucas. Dice que “una vez bautizado, Jesús se puso a orar y es entonces que se abre el cielo, aparece el Espíritu Santo en forma de paloma, y se oye la voz del Padre”.
RESPUESTA: Lucas describe un momento interesantísimo en la vida de Jesús y también en su relación con los hombres. En primer lugar, para Jesús el bautismo no fue un rito vacío, como quien hace un poco de teatro. Nada más bautizarse Jesús entra en oración.

16.- ¿Por qué en oración? ¿Qué sentido tenía la oración en ese momento?
RESPUESTA: Hay cosas que sólo se entienden en la contemplación, en la oración, en la experiencia profunda del corazón. Ese encuentro de Jesús con el pueblo y ese entrar en comunión con la conversión del pueblo, es algo que sólo se entiende desde la contemplación del corazón. La oración es como una especie de revelación porque es el momento en que se interioriza el misterio. Tal vez, lo que nos falta a nosotros es precisamente eso.

17.- ¿La oración?
RESPUESTA: Digamos que sí. Nos falta orar lo que vivimos. Orar lo que hacemos. Orar lo que vemos. Como no oramos lo que vivimos, no logramos interiorizarlo. Vivimos en la superficie de las cosas. Vivimos los misterios de la gracia, de Dios, de la salvación, pero sólo desde afuera. No nos metemos dentro de ellos ni los metemos dentro de nosotros. ¿Cuánto meditamos cuando bautizamos a un hijo? ¿Cuánto oramos y meditamos cuando nos casamos? Lo exterior lo llena todo, por eso no lo asimilamos, todo nos resbala.

18.- Padre, dígame una cosa: la voz del cielo o del Padre, ¿la oyeron todos o simplemente la experimentó Jesús en su corazón?
RESPUESTA: A diferencia de la epifanía del Tabor cuando el Padre hace también oír su voz “éste es mi Hijo el amado, escuchadle”, aquí la palabra del Padre se dirige directamente a Jesús: “tú eres mi hijo el amado, mi predilecto”. Posiblemente se trate de una locución interior que sólo Jesús escucha. Por otra parte, al ser relatada por los Evangelistas, diera la impresión que, aunque se dirige personalmente a Jesús, pudieron escucharla todos.

19.- ¿Qué pudo significar para Jesús esta confesión del Padre?
RESPUESTA: Fue un momento excepcional en la vida humana de Jesús. Desde su condición humana siente llamarse “hijo”, “se siente amado del Padre”. Fue una experiencia que marcó definitivamente a Jesús encarnado para toda su vida. Hay en todo esto, además, una profunda pedagogía de la fe.

20.- ¿Qué tipo de pedagogía descubre usted en esta confesión del Padre y experiencia de Jesús?
RESPUESTA: Hay un hecho fundamental en todo fenómeno religioso. Todo fenómeno religioso debe comenzar por una experiencia mística. Es decir, la fe no puede comenzar por una simple idea. Comenzamos a creer cuando sentimos y experimentamos en nuestro corazón a Dios. La experiencia mística tendrá que ser ilustrada luego por la teología, pero de poco nos sirve la teología, si previamente no hemos sido impactados por una experiencia profunda.

21.- Dice usted “ser impactados por una experiencia profunda”… ¿No cree que la inmensa mayoría de los creyentes creemos pero sin haber pasado nunca por ese impacto del misterio?
RESPUESTA: Posiblemente esto sea uno de nuestros mayores problemas. Creemos porque sabemos. Creemos porque decimos conocer, tener ideas. Pero nunca nos hemos sentido marcados por una experiencia honda y profunda.

22.- ¿Cuál cree usted que debiera ser esa experiencia profunda, honda que nos marque definitivamente como creyentes?
RESPUESTA: La misma de Jesús. También en nuestro bautismo Dios nos ha hablado. También a nosotros nos ha dicho el Padre: “tú eres mi hijo, el amado”. ¿Te das cuenta de cómo sería nuestra fe y nuestra condición de cristianos si estuviésemos marcados por ese impacto interior de sentir que “Dios me ama”, que “soy el amado, el predilecto de Dios”?

23.- Desde esta perspectiva, ¿cómo habría que definir a un creyente?
RESPUESTA: Yo diría que las raíces del creyente es sentirse hijo amado del Padre. Por tanto, yo llamaría al creyente aquel “que se siente amado, se siente querido de Dios”. Esta experiencia lo tiene como marcado desde las profundidades de su ser.

24.- ¿Quiere que le diga algo? Siento la impresión de que la mayoría de nosotros somos “creyentes vacíos por dentro”…
RESPUESTA: Yo no me atrevería a decir que “somos cristianos vacíos”, pero sí que somos cristianos medio vacíos. A nosotros nos falta mucho la experiencia. Lo hemos reducido excesivamente a “saber”, a “conocer”. Un cristianismo mental, pero necesitamos del “cristianismo de la experiencia”, del “sentir”, del “convencimiento del corazón”.

25.- ¿Cómo pudiéramos rectificar todo esto? Porque me imagino que tiene que haber caminos de recuperación.
RESPUESTA: Creo que necesitamos entrar más en oración. Necesitamos orar más aquello que vivimos. Meternos dentro del misterio y que el misterio se meta más en nuestro corazón. No se trata de no conocer, el conocimiento es necesario, pero precisamente para ahondar más en aquello que sentimos y experimentamos. Mira, todos sabemos que “Dios nos perdona”, ¿verdad?

26.- Mentalmente sí…
RESPUESTA: Sin embargo, luego cuando nos confesamos, ¿nos sentimos perdonados de verdad? ¿Sentimos y experimentamos la alegría de sentirnos limpios, renovados, recreados?

27.- ¿Solo la oración nos lleva a esta experiencia?
RESPUESTA: Para mí es el punto de partida, pero existen también otros caminos: el encuentro con la Palabra de Dios interiorizada. Unos días de recogimiento espiritual, un fin de semana de oración, reflexión y conversión. También, formar parte de los movimientos de espiritualidad que abundan en las parroquias. Todos esos son medios, caminos, pero el problema es cada uno mismo, el encuentro de uno consigo mismo bajo la acción del Espíritu Santo.

28.- Antes de terminar desearía nos explicase cuál es el efecto primario del Bautismo: ¿el nacimiento espiritual o la pertenencia a la Iglesia?
RESPUESTA: ¿Qué es lo que a tus hijos les hizo pertenecer a tu familia?

29.- El nacimiento…
RESPUESTA: Exacto. Pues con el bautismo sucede lo mismo. Al nacer a la vida de Dios quedamos incorporados a la Iglesia. Cuantos compartimos la misma fe, la misma filiación, compartimos también la misma fraternidad. Nacemos de Dios por el Bautismo y quedamos constituidos miembros de la comunidad eclesial.

DESPEDIDA: Amigos, ¿no podías recordar hoy nuestro bautismo? ¿No podíamos recordar el bautismo de cada uno de los hijos? ¿Y no podríamos renovar también nuestras promesas bautismales?

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