“Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.
Proclamamos el Evangelio de Jesucristo según San Mateo en el Capítulo 28, versículos del 16 al 20:
Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: “Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.
PALABRA DE DIOS
1.- Una despedida demasiado simple y sencilla, ¿no le parece?
RESPUESTA: Cierto. Si es que nos hubiesen encargado a nosotros preparar la despedida de Jesús la hubiésemos armado con mucha más solemnidad. Nosotros somos especialistas en fanfarrias y solemnidades. Ahí no nos gana nadie.
2.- Yo diría que casi se nos fue con el mismo silencio y misterio con el que vino.
RESPUESTA: Pues, a decir verdad, en Belén tuvo a María y José y los pastores. Y ahora en la Ascensión, en su regreso al Padre, tiene a los once discípulos que le quedaban.
3.- Yo estoy de acuerdo con el hecho de que Dios haga las cosas con sencillez, pero un acontecimiento como la Ascensión, ¿no se merecía otro marco?
RESPUESTA: ¿Acaso el nacimiento no se merecía también otro marco que un pesebre y un establo? La verdad no necesita de mucha palabrería. La verdad no necesita ser empapelada de grandes manifestaciones. Porque la verdad habla por sí misma.
4.- Pero es que nosotros mismos la celebramos de una manera bien distinta.
RESPUESTA: Efectivamente. La Navidad la celebramos con todos los ruidos posibles, mientras que la Ascensión se nos pasa casi desapercibida, ni siquiera es fiesta. Por eso la pasamos del jueves al domingo; de lo contrario, ni nos enteraríamos. Sin embargo, creo que tiene una importancia enorme en nuestra manera de concebir y vivir nuestra fe.
5.- ¿Dónde está esa verdad e importancia de la Ascensión en nuestra vida de cristianos?
RESPUESTA: Hay tres grandes verdades en el misterio de la Ascensión.
6.- ¿Cuáles?
RESPUESTA: La primera es el regreso de Jesús a su condición divina, es lo que llamamos propiamente Ascensión. La segunda es el envío a la misión del Anuncio del Reino. Finalmente, tenemos la promesa de seguir estando con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
7.- El regreso de Jesús a su condición divina. ¿En qué consiste realmente esto?
RESPUESTA: Con la Encarnación, Jesús renunció a su condición divina y se manifestó y encarnó en nuestra condición humana. Como dice Pablo, “el cual sin dejar de ser Dios se anonadó a sí mismo, no reteniendo ávidamente su condición divina, y se hizo uno de nosotros, uno cualquiera…”
8.- La Encarnación no podía ser definitiva en Jesús. Se encarnó en nuestra condición humana por un tiempo, luego tenía que volver a asumir su condición de Dios.
RESPUESTA: Es lo que hizo Jesús. Permaneció entre nosotros, en forma humana, durante unos treinta y tres años más o menos. Su estadía entre nosotros era real, Jesús no era un hombre aparente, sino era “un hombre verdadero y un Dios verdadero”.
9.- ¿Dónde estaba entonces la diferencia si era hombre y Dios verdaderos a la vez?
RESPUESTA: En su forma de existir. En Dios, Jesús existe en condición y existencia y forma divina. Y entre nosotros existía en nuestra misma forma y existencia humana.
10.- Y lo mismo que en Navidad celebramos el comienzo de esta existencia humana, ahora en la Ascensión celebramos el regreso a su existencia divina. ¿Es así?
RESPUESTA: Es así. Pero aclaremos un detalle. Cuando Jesús se hace hombre, no deja de ser Dios. Y ahora que Jesús vuelve a su condición de Dios, no deja de ser hombre. Jesús será siempre el Jesús encarnado. El Jesús que sabe mucho de hombre y de los hombres.
11.- Padre, por lo que usted dijo al comienzo, la Ascensión nos afecta a nosotros de una manera bien concreta.
RESPUESTA: Claro que nos afecta. Creo que nos hemos quedado demasiado mirando al cielo viéndolo ir, y nos hemos olvidado demasiado del mandato último.
12.- ¿A qué mandato se refiere?
RESPUESTA: Al mandato de continuar ahora nosotros la obra que Él había comenzado.
13.- Recuerdo que Juan sitúa este mandato en la primera aparición y lo hace con un paralelo con Él mismo: “Como el Padre me envió, yo os envío…”.
RESPUESTA: Mateo lo sitúa en otro contexto. Juan sitúa el mandato o el envío a anunciar el Reino en la línea con el don del Espíritu Santo. Mateo lo sitúa más bien en relación a los poderes de Jesús.
14.- ¿Cómo con los poderes de Jesús?
RESPUESTA: Juan destaca más nuestra capacitación para el anuncio desde la experiencia del Espíritu Santo. En cambio, Mateo lo sitúa más bien desde los poderes de Jesús. Él tiene poder para enviarnos. “Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra”, y nos hace partícipes de esos poderes.
15.- ¿Qué implica en realidad este envío, como continuación de la misión misma de Jesús?
RESPUESTA: Implica envío: “Id”. Implica hacer discípulos de Jesús, seguidores de Jesús. Además, significa un envío a toda la humanidad. Hay que hacer discípulos de “todos los pueblos” e implica bautizarlos en el nombre de la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Finalmente, implica enseñarles todo lo que Él nos ha mandado.
16.- Oiga, Padre, ¿no se me enfada si le confieso algo?
RESPUESTA: Palabra que no enfado…
17.- Ustedes los sacerdotes, las monjas y los Obispos han cometido un robo en la Iglesia.
RESPUESTA: ¿A quién le hemos robado y qué hemos robado?
18.- Ustedes nos han robado la misión. Ustedes han leído el Evangelio como si el mandato del envío hubiese sido dicho sólo para ustedes y no para todo el pueblo de Dios. Por eso nos han excluido…
RESPUESTA: En lo que a mí toca, te pido perdón. Creo que has dicho una gran verdad que ojalá podamos entender todos. Es cierto que nos hemos creído los únicos dueños del Evangelio, por eso hemos tenido tan pocos misioneros, porque ustedes sólo tenían orejas para escucharnos, pero no lengua para anunciar y anunciarnos.
19.- Recién estoy tomando conciencia de que sólo ustedes podían hablar. El caso es que sólo ustedes tenían boca, nosotros seglares sólo teníamos oídos.
RESPUESTA: Muy pocas bocas y demasiados oídos. Pero yo creo que estamos devolviendo lo robado. Los últimos años creo que todos estamos cambiando un poco y ya se escuchan más las voces del Pueblo de Dios.
20.- Pero ustedes siguen sin escucharnos. ¿No cree que si ustedes tienen la misión de anunciar el Evangelio al mundo, también nosotros tenemos la misión de anunciarles el Evangelio a ustedes?
RESPUESTA: Oye, hoy me estás agarrando duro. Personalmente, estoy convencido de que todos tenemos mucho que decirnos los unos a los otros. Siento que ustedes los laicos ya se han cansado de escucharnos a nosotros. Y que nosotros todavía no hemos aprendido lo suficiente a escucharles a ustedes. Y claro, si los pies no escuchan a la cabeza van a tropezar. Pero si la cabeza no escucha el dolor de los pies, tampoco le sirve de mucho.
21.- Disculpe mi desahogo. Aunque personalmente debo confesar que en todos estos años que trabajamos juntos, he tenido más oportunidades que la mayoría de la gente.
RESPUESTA: Estás disculpado. No necesitas confesarte. La verdad puede doler, pero la verdad tiene virtud curativa.
22.- Lo curioso de la Ascensión es que al tiempo que se va al Padre, Jesús anuncia también que se queda con nosotros.
RESPUESTA: Un escritor llamaba a esto el “secreto mejor conservado de la Iglesia”.
23.- Un momento, ¿qué es eso de “el secreto mejor conservado de la Iglesia”?
RESPUESTA: Comentando este texto, alguien decía que la Iglesia ha mantenido escondido este secreto de que Jesús, a pesar de volver al Padre, sigue presente en medio de nosotros, y todos los días y esto hasta el final de la historia.
24.- ¿Cuál es el secreto?
RESPUESTA: El secreto es que “yo estaré con vosotros todos los días”. Lo llaman secreto, pues lo hemos dado a conocer muy poco. Como si lo conservásemos como un arma secreta, cuando en realidad debiera ser una de las más bellas experiencias de nuestra fe.
25.- ¿Y qué significa realmente que Él estará con nosotros todos los días?
RESPUESTA: Que Jesús sigue y está permanentemente en la Iglesia y que, en realidad, es Él quien está llamado a guiar calladamente la Iglesia. Él es el verdadero y el más importante guía de la Iglesia. Nosotros tenemos que actuar sólo en la medida que actuamos en su nombre.
25.- ¿Y qué significa realmente que Él estará con nosotros todos los días?
RESPUESTA: Que Jesús sigue y está permanentemente en la Iglesia y que, en realidad, es Él quien está llamado a guiar calladamente la Iglesia. Él es el verdadero y el más importante guía de la Iglesia. Nosotros tenemos que actuar sólo en la medida que actuamos en su nombre.
26.- Sin embargo, el Pueblo de Dios tiene más experiencia de los pastores y guías visibles que son ustedes que de la presencia y acción callada de Jesús.
RESPUESTA: Esa creo que es una de las realidades más peligrosas de la Iglesia. Si todos fuésemos más conscientes de que Jesús está en medio de nosotros, cercano a nosotros como lo somos de nuestras autoridades, creo que la Iglesia sería realmente otra cosa.
27.- Veríamos más a la Iglesia como misterio que como una sociedad humana, que es como la mayoría la ve.
RESPUESTA: Creo que no se trata de hacer ahora una Iglesia invisible y una Iglesia sólo divina. Tampoco se trata de convertirla en una sociedad parecida a las sociedades humanas. La verdadera experiencia de Iglesia es sentir la presencia de Jesús. Sentir a Jesús como el alma de la Iglesia. Sentir a Jesús como la cabeza y el alma de la Iglesia.
28.- Pero, si se proclama demasiado esta presencia de Jesús, ¿no se oscurece un tanto la visibilidad de la autoridad en la Iglesia?
RESPUESTA: La Iglesia es un sacramento de salvación. No oscurecemos la gracia salvífica con los signos en la que la expresamos. Tan malo sería convertirla en la pura visibilidad humana, como negar la visibilidad y quedarnos sólo con el misterio que no se ve. Yo más bien diría que, cuanta mayor sea nuestra conciencia de que la Iglesia es de Jesús y no nuestra, mejor se clarificaría la misión de la visibilidad.
29.- Tal como aparece en el contexto de Mateo, diera la impresión de que Jesús les dice que “estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”, como una manera de darles seguridad y confianza.
RESPUESTA: Es una de sus intenciones, no la única. Por una parte, saber que Jesús no nos deja, sino que sigue y está con nosotros, nos ofrece confianza y seguridad. No estamos solos. Pero también es la manera de decirnos que Él no abandona la Iglesia, que sigue siendo su Iglesia. Y que es Él quien está llamado a sostenerla y guiarla y darle vida.
30.- Padre, una curiosidad. Estoy leyendo aquí el texto y descubro que es el último versículo del Evangelio de Mateo.
RESPUESTA: Es curioso, sí. Jesús comienza en Mateo su predicación invitándonos a la conversión “porque el reino de los cielos está cerca”. Y Mateo termina su Evangelio con esta maravillosa promesa de Jesús “estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.
31.- ¿Cómo es esta presencia de Jesús en la Iglesia?
RESPUESTA: Se trata de una presencia pascual. Hasta la Pascua, Jesús estaba presente en su condición humana de Encarnación. Ahora, desde la Pascua, es una presencia pascual, es una presencia sacramental y mística. Pero que no por ser sacramental y mística, es menos real.
32.- Hay algo que tendremos que recuperar urgentemente en la Iglesia…
RESPUESTA: ¿Qué cosa?
33.- Esta presencia de Jesús, este “estaré con vosotros…”
RESPUESTA: Esa debiera haber sido la gran experiencia de siempre.
34.- Pero no lo ha sido, Padre. Y creo que todos tenemos una idea bastante equivocada de la Iglesia porque la inmensa mayoría la ve más como la Iglesia de los hombres que como la Iglesia de Jesús.
RESPUESTA: Pues de todos dependerá el adentrarnos en ese misterio eclesial, de forma que todos podamos ser testigos de Jesús resucitado en medio de nosotros. Esto no se consigue con decretos y ni con leyes. Esto sólo es posible desde una profunda experiencia de fe. Es obra de todos.
35.- En un plan muy personal, ¿no cree usted que Jesús tiene que estar demasiado decepcionado de nosotros?
RESPUESTA: ¿Qué quieres que te diga? Tendría que preguntarle a Él. De todos modos, yo creo que Jesús nos conoce demasiado bien para que se desilusione. ¿Te das cuenta de que en la misma despedida es testigo de la debilidad de los apóstoles?
36.- Ah, creo que hay aquí una frase un tanto extraña…
RESPUESTA: Claro que hay. Mateo no tiene reparos en decirnos que, en ese momento supremo de la despedida, “algunos de ellos vacilaban”. Jesús es testigo hasta el último momento de la debilidad y fragilidad humana. Aún así ni se decepciona, ni se amarga de nosotros.
37.- Amigos de todos los domingos, ¿quién de nosotros no se ha desilusionado más de una vez de la Iglesia? ¿Y quién de nosotros no la hemos juzgado y criticado desde afuera? ¿No será el momento de volver a ver nuestra Iglesia por dentro y desde dentro?
DESPEDIDA: Sí, amigos, nada de quedarse en casa. Tenemos un mandato: “Id por todo el mundo y anunciad a todas las gentes el Evangelio del Reino”.