Domingo es Fiesta

Domingo 34 – B | Jesucristo Rey del Universo | IQC2021

“Tú lo dices: soy rey”

Proclamamos el Evangelio de Jesucristo según san Juan 18,33b-37

En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: “¿Eres tú el rey de los judíos?”.

Jesús le contestó: “¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mi?”.

Pilato replicó: “¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?”.

Jesús le contestó: “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí”.

Pilato le dijo: “Con que, ¿tú eres rey?”.

Jesús le contestó: “Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz”.

PALABRA DE DIOS.

1.- Como usted acaba de decir, hemos llegado al final del camino litúrgico… Y como siempre, lo terminamos con la celebración de la festividad de Jesucristo, rey del Universo. El título no parece demasiado publicitario, porque hablar de Reyes hoy, como que no tiene demasiado sentido…
RESPUESTA: Es cierto. Tal vez el concepto de Rey no parezca un término demasiado feliz, al menos a la luz de la mentalidad actual. Y sin embargo, desde las últimas modificaciones como que responde mejor a nuestro modo de pensar.

2.- Ultimas modificaciones, dice usted. Lo cual indica que esta fiesta ha tenido todo un proceso. ¿Cómo encajaría usted hoy esta festividad, de modo que todos la podamos comprender mejor?
RESPUESTA: Como contenido responde al concepto de “Reino de Dios”. Y también a la idea de Cristo como centro y culmen de toda la historia. Pero como fiesta litúrgica es relativamente reciente: fue instituida por el Papa Pío XI en el Año Santo de 1925.

3.- Pero, ¿cómo la analizaría usted de una manera asequible y que la podamos entender todos…?
RESPUESTA: Yo la encajaría en tres capítulos: el primer capítulo: La fiesta de Cristo Rey instituida por el Papa Pío XI. El segundo capítulo: la fiesta de Cristo rey del Universo a partir del Concilio Vaticano II. Y como tercer capítulo: el diálogo de Pilato, representante del poder romano y Jesús el rey humillado, débil y condenado a muerte, que leemos en el Evangelio de hoy.

4.- La institución de la fiesta por Pío XI ¿tiene alguna connotación especial?
RESPUESTA: Yo diría que responde a varias inquietudes del Papa. En primer lugar, el lema que identifica el pontificado de Pío XI es precisamente éste: “instaurar todas las cosas en Cristo”. El Papa se propone un gobierno de la Iglesia que tenga como finalidad lograr una visión de la historia en la que todo se centre en Cristo. Pero, a ello es preciso añadir la realidad misma en la que se tiene que desarrollar su pontificado.

5.- ¿Cuál es esa realidad histórica que, de alguna manera justifica la decisión del Papa de crear esta fiesta?
RESPUESTA: Finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX están marcados por una fuerte mentalidad de secularización. Las grandes corrientes sobre la laicidad de los Estados. Y por tanto la separación entre Iglesia y Estados. Incluso la caída de grandes estados considerados hasta entonces cristianos, como por ejemplo, el Imperio Prusiano, el II Reich etc.

6.- ¿Pero qué importancia podía tener todo esto para la Iglesia?
RESPUESTA: Se estaba iniciando el secularismo y la crisis y desaparición en muchas naciones del llamado estado de “cristiandad”.

7.- ¿A qué llama usted secularismo y estado de cristiandad?
RESPUESTA: Cristiandad significaba que Iglesia y Estado convivían en una especie de matrimonio, donde la Iglesia se veía protegida con sus leyes por los Estados declarados cristianos. Pero ahora, al declararse los Estados como laicos, es decir, separación entre Iglesia y Estado, ahora los Estados hacían una opción por la secularidad, es decir, independencia de la Iglesia, cada uno con sus propios criterios y su propia ética y moral.

8.- Y claro, la Iglesia se resistía a perder esa protección estatal y buscaba la manera de prolongar la situación de cristiandad…
RESPUESTA: En aquel entonces aún no se entendía dicha separación. La Iglesia se sentía a gusto con el apoyo por parte de los Estados. Es más, la Iglesia misma se sentía con derecho a poner condiciones a los Estados. En la Encíclica en la que se instituye la Fiesta de Cristo Rey, el Papa escribe: “No se nieguen, pues, los gobernantes de las naciones a dar por sí mismos y por el pueblo públicas muestras de veneración y de obediencia al imperio de Cristo si quieren conservar incólume su autoridad y hacer la felicidad y la fortuna de su patria.” (Quas primas n. 16)

9.- ¿Y sobre el laicismo?
RESPUESTA: En cuanto al laicismo, el Papa dice: “el laicismo con sus errores y abominables intentos…Se comenzó por negar el imperio de Cristo sobre todas las gentes; se negó a la Iglesia el derecho, fundado en el derecho del mismo Cristo, de enseñar al género humano, esto es, de dar leyes y de dirigir los pueblos para conducirlos a la eterna felicidad”. (id.23)

10.- Es decir, existía la mentalidad de la fusión Iglesia y Estado, pero donde la Iglesia era la que imponía las condiciones de vida…
RESPUESTA: Se partía del origen divino de la autoridad. Y se partía del hecho de que la Iglesia marcaba la moral de los pueblos. Por tanto, se negaba la autonomía de los Estados y la Iglesia.

11.- Al instituir la fiesta de Cristo rey ¿qué se pretendía?
RESPUESTA: Se pretendía dos cosas: la primera el reconocimiento del imperio universal de Cristo por encima de todos los poderes temporales. Y en segundo lugar, que los jefes de Estado hiciesen la consagración de sus naciones a Cristo, reconociendo su autoridad.

12.- Pero usted decía que hubo un cambio con el Concilio Vaticano II, ¿en qué consistió este cambio?
RESPUESTA: Con el Concilio ciertamente se maduró mucho la teología. Y se dieron dos cambios: en primer lugar, el Concilio afirma y reconoce la autonomía de los Estados en relación a la Iglesia, como también la autonomía de la Iglesia en relación con los estados. Autonomía que ha de significar precisamente una guerra mutua, ni tampoco una oposición. Significa sencillamente que cada uno tiene su propio campo específico. Que ni la Iglesia depende de los estados, ni tampoco los estados, como tales, dependen de la Iglesia, por más que los unos y los otros deban buscar el bien de los pueblos.

13.- ¿Y el otro cambio?
RESPUESTA: A partir de la reforma de la liturgia, la fiesta de Cristo Rey se llama “Festividad de Cristo Rey del Universo”. Y cambia también de fecha. Pío XI había ordenado se celebrase el último domingo de octubre. Mientras que la reforma litúrgica la pasó al último domingo del ciclo litúrgico, tal y como la celebramos ahora.

14.- ¿Y qué importancia tienen estos cambios?
RESPUESTA: En primer lugar, se da una visión mucho más completa del sentido de la realeza de Cristo. Cristo como culmen de la historia. Por tanto una historia que tiene una meta concreta: la plenitud del Reino de Dios. Una historia que tiene un sentido final. Y Cristo como cabeza de esa historia. Y de ahí que se celebre, como hoy, en el último domingo del ciclo litúrgico, como ofreciendo a Cristo como cima, como meta, y como horizonte de toda la historia de la creación y de la redención. Una historia vista desde los planes salvíficos de Cristo.

15.- Con todo esto siento la impresión de que se trata de una fiesta nacida más como fruto de las circunstancias que como idea de manifestar la verdadera realeza de Jesús…
RESPUESTA: Yo no diría eso. Más bien diría que, como en todas las cosas, a veces las circunstancias también se hacen palabra de Dios y van actualizando la verdad del Evangelio. Porque, de hecho, la realeza de Cristo no es algo que nosotros le otorguemos a Cristo, sino algo propio de la persona misma de Jesús.

16.- Pero con esta fiesta, vista así, la Iglesia reconoce que los Estados no tienen por qué estar sometidos a la Iglesia.
RESPUESTA: Los estados no tienen por qué estar sometidos a la Iglesia. Pero también la Iglesia reclama su propio espacio para el anuncio del Evangelio. Por otra parte, la Iglesia no figura en contraposición a ningún estado, como si ella fuese también un estado, como a veces, se piensa. De ahí que la Iglesia tiene toda la libertad para orientar las conciencias, incluso la conciencia de los Estados y como conciencia crítica de los valores que se imparten.

17.- Padre, usted hablaba de que todo esto era preciso leerlo a la luz del Evangelio que hemos proclamado hace un momento, el diálogo de Pilato con Jesús. ¿Cómo encaja este evangelio en todo este contexto?
RESPUESTA: Digamos en primer término, que aún no tenemos demasiado clara la idea de Iglesia y de los Estados. Cada uno tiene su propia misión. Y cada uno tiene su propia independencia. Y el uno y la otra han de ser un servicio al hombre. Tener misiones distintas no significa estar en guerra. Pero tampoco significa un matrimonio, donde la Iglesia esté condicionada en su libertad por las imposiciones de los gobiernos. Mutuo respeto y mutua colaboración y mutua conciencia de los verdaderos valores que han de animar a una sociedad.

18.- ¿Y a qué viene el Evangelio que hemos leído?
RESPUESTA: Se trata de una confrontación entre el poder civil y el poder religioso. Se trata de un poder civil que tiene miedo a la verdad del anuncio del Evangelio. Y tiene miedo, porque el Evangelio suele poner al descubierto los fallos del poder civil. Pero, además, resulta extraordinario ese diálogo entre quien detecta el poder del imperio, personificado en Pilato, y la verdadera realeza en la debilidad, personificada en Jesús.

19.- Dos imágenes de reyes, o dos imágenes de poder…
RESPUESTA: Más bien diríamos que Pilato personifica aquí el miedo y la debilidad de los poderes humanos y la verdadera fuerza del poder de la debilidad de Dios.

20.- ¿Aceptó Jesús su condición de rey?
RESPUESTA: Mientras su vida podía prestarse a malos entendidos humanos, Jesús rehusó siempre el título de rey. Recuerda que varias veces intentan hacerlo y declararlo rey. ¿Recuerdas la multiplicación de los panes? Y cada vez que Jesús veía sus intenciones, él se retiraba a la soledad. Y sin embargo, toda su predicación tenía como meta el anuncio “del reino de Dios”.

21.- Pero aquí delante de Pilatos, Jesús acepta claramente que “él es rey”…
RESPUESTA: Leamos bien el texto, para evitarnos confusiones. En primer lugar, cuando acepta que es rey lo hace desde varias claves de lectura: primero confiesa que su reinado no es de este mundo. En segundo lugar, acepta su realeza, pero le añade una calificación que lo diferencia de todos los demás reinados.

22.- ¿Qué quiso indicar Jesús cuando dice que “mi reino no es de este mundo”?
RESPUESTA: Algo muy sencillo. Su reino no tiene nada que ver con el poder que domina, somete y esclaviza a los demás. Por tanto no es un reinado que entra en competencias de poder con el poder romano, por ejemplo. Al decir “mi reino no es de este mundo”, entiendo que mejor lo expresaríamos diciendo que “mi reino no es como los de este mundo”.

23.- Pero es un reinado que debe realizarse en este mundo…
RESPUESTA: El reinado de Jesús es hacer un mundo según los valores y los planes salvíficos de Dios. Por tanto, es un reino que ha de construirse en este mundo, con este mundo, pero de una manera a cómo se construyen los reinos del mundo. No es el poder, ni el dominio, ni la sumisión de los demás.

24.- ¿Y cuál es esa calificación que Jesús asigna a su reino…?
RESPUESTA: Cuando Pilato le pegunta insistentemente si es o no es rey, Jesús le responde que sí. Le dice: “Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad”. Por tanto, la realeza de Jesús es la verdad, es ser testigo de la verdad.

25.- ¿Quiere decir que los demás reinos no soy testigos de la verdad?
RESPUESTA: ¿No dicen por ahí que en política todo vale? ¿Y que uno no puede pisar el palito? Pues en el reinado de Jesús no todo vale. Por ejemplo, no vale la mentira. No vale la injusticia. No vale la esclavitud de los demás. No vale el engaño. No valen las falsas y engañosas promesas.

26.- ¿Y qué es lo vale entonces?
RESPUESTA: El reinado de Jesús tiene que estar marcado por la verdad, por la justicia, por la santidad, por la honestidad, por la sinceridad, por la libertad de todos. De ahí que la verdadera realeza de Jesús no consiste en dominar y mandar, sino que es una manera nueva y diferente de pensar, de vivir, de convivir con los demás.

27.- Desde luego, este diálogo de Jesús y Pilato diera la impresión de ser un diálogo entre el poderoso y el aplastado. El fuerte y el débil. El grande y el pequeño.
RESPUESTA: Jesús sólo confiesa abiertamente que él es rey, cuando la realidad no se presta a engaños ni a falsas interpretaciones. Se confiesa rey cuando toda su realidad está en total contradicción con el concepto y la idea de realeza: está siendo juzgado, está siendo humillado, lo condenan a muerte, se burlan de él. Pero es precisamente entonces cuando más ejerce su verdadero reinado y cuando menos se presta a que lo identifiquen con el poder humano.

28.- Según todo esto, lo que en realidad estamos celebrando es una nueva visión de los poderes humanos, y una nueva visión del ejercicio del poder y el cambio radical que la irrupción de Dios en el mundo significa.
RESPUESTA: Celebrar a Jesús rey del Universo significa celebrar el nuevo mundo que Dios quiere. Significa celebrar el servicio en vez del poder. Significa celebrar la verdad en vez de la mentira. Significa celebrar la justicia y el rechazo de la injusticia. Significa que el verdadero poder tiene que manifestarse en la debilidad.

29.- Con todo esto el reinado de Jesús no compite con el reinado de los hombres, pero ciertamente es una bomba de tiempo para quebrar todos los poderes humanos.
RESPUESTA: Pero no porque el Evangelio quiera competir con los poderes humanos, sino porque la verdad del Evangelio pone de manifiesto la mentira de los poderes de la fuerza. Y entonces resulta que el diálogo entre Pilato y Jesús, el que aparece como el fuerte, es el más débil. Y es el que teme por su puesto. En tanto que la debilidad de Jesús es más fuerte que el poder de los fuertes.

DESPEDIDA: Amigos, también vosotros sois reyes. Sois reyes en la medida en que seáis los servidores de los demás, y en la medida en que os sintáis libres de toda ansia de poder.

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