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Pascua 4 – C | Jesús, el buen pastor

“Mis ovejas escuchan mi voz y ellas me siguen”

Proclamamos el Evangelio de Jesucristo según San Juan en el Capítulo 10, versículos del 27 al 30:
En aquel tiempo, dijo Jesús: “Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. El Padre y yo somos uno”.
PALABRA DE DIOS.

1.- Padre Clemente, acabo de enterarme que hoy es el día de ustedes los sacerdotes, nuestros pastores. Para usted y para todos los sacerdotes un agradecido saludo.
RESPUESTA: Gracias, por tu reconocimiento. Si bien es nuestro día, es también el tuyo porque no hay pastor sin rebaño. Por tanto, la imagen del pastor implica también la imagen de las ovejas. Pero yo quisiera hacerte una pregunta: ¿cómo ves tú al sacerdote y cómo se al sacerdote desde la comunidad?

2.- Ahí sí que me pone en una situación complicada. Pero debo ser sincero con usted. Creo que han pasado aquellos tiempos en los que se veía al sacerdote como algo lejano, como una figura misteriosa, a la que todos admirábamos. Hoy uno siente como si esa imagen hubiera perdido de misterio.
RESPUESTA: Creo que estás en lo cierto. Y debo confesarte que me gusta más esta nueva imagen que aquella anterior.

3.- Pues, a decir verdad, yo también prefiero esta imagen sacerdotal a aquella otra. Hoy uno puede acercarse a ustedes sin verlos tan lejanos… Yo prefiero verlos más cercanos a nosotros, como más a mano.
RESPUESTA: Es cierto que en ese sentido sí ha cambiado nuestra imagen. La gente nos ve más cercanos. Nos ve más como uno más de la comunidad y eso como que nos ha humanizado más, sin quitarnos todo lo que de misterio hay en nuestra vocación.

4.- ¿Usted cómo se percibe en medio de la comunidad, porque usted ha vivido las dos experiencias?
RESPUESTA: Sí, en mi vida he vivido la doble experiencia. Aquella en la que la gente pasaba a tu lado y te hacía una reverencia y casi no te saludaba. También la de ahora, donde la gente te siente cercano, mucho más metido en sus vidas, por más que, a la vez, exige de nosotros una cierta distancia. No se trata de una distancia que aleja, sino una distancia que es el reconocimiento de la misión que Jesús y la Iglesia nos han encomendado.

5.- En eso sí creo que tiene usted mucha razón. La gente quiere ver al Sacerdote, por una parte, como el hombre de Dios, el que revela y encarna el misterio de Dios, pero a la vez lo quiere ver a su lado, compartiendo su vida, sus problemas y sus inquietudes. ¿Es difícil mantener esta dualidad?
RESPUESTA: Yo no le llamaría dualidad. Más bien diría que lo que nos hace ser hombres de Dios, eso mismo, nos hace ser hombres entre los hombres. ¿Recuerdas a María en su anunciación? La llena de gracia, la llena de Dios, no se ensimisma, sino que “a prisa se pone en camino al encuentro de su parienta Isabel”. La misma gracia de su maternidad que la llenaba por dentro le pone pies para ponerse en camino. Yo suelo decir que “Dios más que sillas para sentarse, regala sandalias o zapatos para caminar”.

6.- ¿Le puedo hacer una pregunta muy personal?
RESPUESTA: ¿Y piensas que te voy a decir que no? Pregunta.

7.- ¿Qué es más difícil para un sacerdote: ser hombre de Dios o ser hombre para los hombres?
RESPUESTA: Pues sí que me la pones difícil. Confieso que me he planteado la pregunta. Sin embargo, te diría que “es más difícil ser hombre de Dios” porque implica todo un proceso de santidad, de comunión y de vida en Dios, que no sé si lo logramos de verdad. Mi gran inquietud ha sido siempre hasta donde la gente descubre en mí al hombre de Dios, no al hombre bueno, sino al hombre que es como una epifanía de Dios.

8.- ¿Y a lo largo de su ministerio, y digo largo, porque ya lleva más de 65 años de sacerdote, ¿qué es lo que más le ha pedido la gente: ser hombre de Dios o ser hombre para los hombres?
RESPUESTA: Oye, hoy sí me quieres examinar de verdad… Pues, ¿qué quieres que te diga? Yo tengo la impresión de que la gente siempre me ha exigido ser ante todo “hombre de Dios”. Tal vez esa condición de hijo de Dios sea lo que más me ha abierto la puerta para ser el hombre para los hombres. Me explico, me han aceptado como hombre con ellos, pero porque sabían que les llevaba algo más que mi condición humana o, si quieres, porque sentían que desde mi condición humana les llevaba esa realidad de lo divino. Esto sí me ha ayudado mucho en mi caminar por la vida.

9.- A propósito, Padre Clemente, usted ha ayudado a muchísima gente, esto todos lo sabemos. ¿Siente que la gente le ha ayudado también a usted?
RESPUESTA: Yo no sé cuánto habré ayudado a los demás, pero debo reconocer que la gente siempre me ha exigido y esto ha sido siempre una gran motivación a vivir mi sacerdocio. Yo a la gente, le estoy sumamente agradecido. Siempre me he sentido apoyado a seguir mi camino y siempre me han pedido ser fiel a mi sacerdocio.

10.- ¿Quiere decir que también ustedes necesitan de nuestra ayuda?
RESPUESTA: ¿Lo dudas? El sacerdote necesita tanto de la ayuda y el apoyo espiritual de la gente, como la gente necesita de la ayuda y el apoyo del sacerdote. Los hijos necesitan del apoyo de los padres, pero también los padres necesitan del apoyo de los hijos. Quiero pedir a todos en este día del Buen Pastor: “Cuiden a sus sacerdotes. Oren por sus sacerdotes. Apóyenles a sus sacerdotes. También ellos son humanos.” También ellos tienen sus luchas y debilidades. El sacerdote no es en la comunidad “el hombre de acero, ni un Superman”. Está hecho de las mismas flaquezas de todos aquellos con quienes comparte y entrega su vida.

11.- Gracias, porque hoy creo que me está clarificando la vocación sacerdotal. Me la está haciendo más inteligible. Tengo la suerte de tener muchos amigos sacerdotes.
RESPUESTA: Bueno a mí me has aguantado durante muchos años… Y yo a ti. Creo que es una experiencia válida, ¿no te parece?

12.- Padre, todos los años en este día se lee parte del Capítulo 10 de Juan, es decir, esa linda parábola de Jesús el buen Pastor, ¿por qué?
RESPUESTA: Por una razón muy sencilla. El primero y verdadero pastor de las comunidades es Jesús. Él quiere presentarse como el modelo de pastor. No podemos ser pastores de cualquier manera. Tenemos que ser pastores como Él fue pastor. No somos verdaderos pastores por el hecho de ordenarnos sacerdotes. Somos auténticos pastores en tanto ejercitemos el pastoreo del mismo Jesús, el buen Pastor.

13.- Padre, ¿se ha dado cuenta de que el texto que hemos leído son tres simples versículos?
RESPUESTA: Claro que me he dado cuenta.

14.- ¿Ha contado la cantidad de verbos que hay en estas cuatro líneas?
RESPUESTA: ¿No me digas que los has contado también tú?

15.- Los he contado porque al leer me parecía que todo era verbos. He contado nueve.
RESPUESTA: ¿Sabes contar bien? No se te han olvidado todavía las matemáticas…

16.- De estos nueve verbos, ¿hay para usted algunos que son fundamentales y prioritarios para entender el sentido del pastor en medio de la comunidad?
RESPUESTA: No es fácil decir cuáles son los principales porque todos me parecen esenciales. De todos modos, hay algunos que definen mejor que otros el sentido de comunidad y del pastor.

17.- Le voy a indicar los que juzgo básicos: escuchar, conocer, seguir, dar vida eterna.
RESPUESTA: Creo que son verbos claves. Sin embargo, tampoco olvidemos el resto como “no perecerán” “nadie las arrebatará”, “el Padre me las ha dado”. Yo creo que en vez de decir cuál es mejor, es preferible quedarnos con todos ellos.

18.- ¿Analizamos, aunque sea brevemente, algunos de ellos? Comencemos por el primero: “Mis ovejas escuchan mi voz”.
RESPUESTA: La primera actitud del creyente es la actitud de escucha. Nuestra fe y nuestro seguimiento de Jesús comienza por “prestar atención”, por “escuchar” a Jesús como la voz que revela y manifiesta al Padre y la voluntad del Padre sobre nosotros.

19.- ¿Quiere decir que el no escuchar implica falta de fe, carencia de fe?
RESPUESTA: Quien no escucha, ¿qué respuesta puede dar? Quien no escucha a Dios, ¿a quién escucha? La primera actitud preparatoria para la verdadera fe es prestar oído a lo que Dios nos quiere decir y comunicar.

20.- El primer verbo grafica la actitud de las ovejas. El segundo, marca y señala al pastor: “y yo las conozco”. Nos conoce aún antes de que nosotros le escuchemos.
RESPUESTA: El cuidado de Dios sobre cada uno de nosotros es personal. Las relaciones de Dios con el hombre son siempre relaciones personales. Toda relación personal implica también un conocimiento personal de cada uno. Dios no nos conoce en masa, como si fuésemos sociedad anónima. Dios nos conoce a cada uno por nuestro nombre y los dos apellidos.

21.- ¿Qué implica en realidad este conocernos personalmente?
RESPUESTA: En primer lugar, que para Dios somos importantes. En segundo lugar, Dios nos conoce en nuestra realidad personal. Además, es un conocimiento que, a pesar de conocer nuestras flaquezas y debilidades, es una actitud de amor hacia nosotros.

22.- Padre, ¿ustedes como pastores, conocen realmente a toda la gente de su parroquia?
RESPUESTA: Ni el Obispo conoce a todos sus fieles diocesanos, ni el párroco a todos sus feligreses. Cuando las parroquias eran rurales, esto era fácil. En las parroquias urbanas, esto resulta poco menos que imposible. En primer lugar, por el número mismo de feligreses; en segundo lugar, por la misma estructura parroquial; y, en tercer lugar, por el insuficiente número de pastores. Y esto sí crea problemas serios a la pastoral.

23.- ¿Por qué crea problemas serios a la pastoral?
RESPUESTA: Porque una pastoral anónima no es pastoral. Porque, sobre todo, si tenemos en cuenta la sicología de la gente de hoy, es preciso un contacto mucho más personalizado. Yo casi me atrevería a decir evangelizamos lo que conocemos. Evangelizamos lo que entra en una relación personal.

24.- El tercer verbo vuelve a referirse a las ovejas, “y ellas me siguen…”.
RESPUESTA: Ya ves, Jesús va alternando la actitud de las ovejas con las actitudes del pastor. “Escuchan mi voz” y yo “las conozco”. “Me siguen” y yo “les doy vida eterna”. Como puedes darte cuenta, se trata de unas relaciones interpersonales de los hombres con Él y de Él con los hombres. A cada actitud de los hombres para con Dios corresponde una actitud de Dios para con los hombres o, si prefieres, a cada actitud de Dios para con los hombres corresponde una actitud personal de los hombres para con Él.

25.- Digamos que el proceso de crecimiento o de apertura a la fe va de escuchar, conocer y seguir…
RESPUESTA: Cuya consecuencia es el don pleno de Dios al hombre: la vida definitiva, la vida de verdad. Como ves aquí nada se impone, todo se ofrece libremente y todo se acepta igualmente de un modo libre. El juego de la libertad humana y la libertad de Dios. Cuando estas dos libertades se unen y se juntan, se nos ofrece el máximo de todos los dones: la vida verdadera.

26.- Lo que resulta curioso es la insistencia de Jesús en afirmar que “nadie me las arrebata”, “nadie puede arrebatarlas de las manos de mi Padre”.
RESPUESTA: Cuando nos abrimos de verdad a Dios y cuando Dios se hace dueño de nosotros no hay nada que pueda sacarnos de la bondad, la paternidad y la generosidad de Dios. San Juan llega a decir que quien cree en Jesús ese ya no puede pecar. La razón es que esa comunión entre el hombre y Dios es tan fuerte, que no hay fuerza posible que pueda romper esa amistad.

27.- Padre, yo no sé si ser sacerdote es fácil o difícil, pero sí me parece que ustedes se mueven constantemente en el misterio de Dios.
RESPUESTA: Yo nunca he concebido mi vida ni como fácil ni como difícil. Esos me parecen criterios de comodidad, que no sirven para esto. Por lo demás, no sólo nos movemos en el misterio de Dios, sino también en el misterio del hombre. Esto es lo que convierte la vocación sacerdotal y religiosa en algo realmente misterioso y gozoso a la vez.

28.- Padre, ¿qué les diría usted, como el pastor de su comunidad, a sus fieles?
RESPUESTA: Yo os diría muchas cosas, queridos amigos, en primer lugar, os diría que soy sumamente feliz de ser lo que soy. En segundo lugar, os quiero pedir que no nos veáis como algo extraño en vuestras vidas, sino como alguien que quiere compartirlas hasta el fondo. En tercer lugar, oren diariamente por nosotros, para que no os fallemos, para que seamos los sacerdotes que vosotros necesitáis y que el Buen Pastor Jesús, os quiere dar.

29.- Oiga Padre, ¿no aprovecha para hacerse un comercial?
RESPUESTA: Bueno, la gracia de la llamada no necesita comerciales. Pero en todo caso, te diré, querido amigo, que si Dios te llama no dudes, no tengas miedo en comprometer tu palabra y tu vida. Te lo dice alguien que ya cumplió más de sesenta y cinco años de sacerdote. Y te lo repito: vale la pena.

30.- Uno se siente sacudido por dentro al escuchar que alguien, que ha consagrado su vida a los demás durante sesenta y cinco años, se sienta feliz y gozoso…
RESPUESTA: Las cosas cuestan cuando no se ama, pero cuando uno ama de verdad su propia vocación, los caminos, con todas sus dificultades, se hacen fáciles. Además, arriesgarse por Dios es comprometerle a Él en nuestras vidas. No tengáis miedo, jóvenes, no miréis lo que dejáis. Mirad más bien lo que recibís.

DESPEDIDA: Escuchemos al Señor, Él nos conoce y sigámosle. Él nos asegura la plenitud de la vida. La vida vale la pena jugarla entera.

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