Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo.
Proclamamos el Evangelio de Jesucristo según San Mateo en el Capítulo 4, versículos del 1 al 11:
Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre.
El tentador se le acercó y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes”. Pero él le contestó diciendo: “Está escrito: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo pone en el alero del templo y le dice: “Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”. Jesús le dijo: “También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”.
Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y mostrándole los reinos del mundo y su gloria, le dijo: “Todo esto te daré si te postras y me adoras”. Entonces le dijo Jesús: “Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor tu Dios adorarás y a él solo darás culto”.
Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían.
PALABRA DE DIOS
1.- Un comienzo de Cuaresma demasiado austero, ¿verdad?
RESPUESTA: Un comienzo de Cuaresma, diría yo, esperanzador.
2.- ¿Dónde está la esperanza en un desierto?
RESPUESTA: En todo el desierto. El desierto es el símbolo de lo nuevo. El símbolo de las esperanzas no tanto individuales cuanto de las esperanzas de un pueblo.
3.- Todos miramos al futuro desde el presente. Pero el presente en el desierto carece de todo: arena, no hay caminos, no hay agua, no hay pan, no hay nada.
RESPUESTA: Precisamente por eso es pura esperanza. Con frecuencia las esperanzas del futuro encuentran su mayo dificultad y obstáculo en las realidades del ayer. Donde hay algo tenemos miedo a perderlo. Por no perderlo terminamos por no arriesgarnos por la novedad del futuro. En cambio, donde no hay nada, todo es posible. Donde no hay nada, sólo queda el futuro.
4.- Entonces tendremos que irnos todos al desierto, creo que sería la única manera de que volvamos a soñar con la esperanza.
RESPUESTA: Un momento, al desierto no se va. Al desierto es preciso ser llevado. Jesús no se retiró al desierto por gusto. Jesús fue “llevado” al desierto por el Espíritu. Marcos dice “que Jesús fue empujado” y si quieres ir más lejos: el pueblo de la esclavitud tampoco va al desierto por gusto. Es Dios que, por medio de Moisés, lo arranca de su estado lastimoso y la guía al desierto.
5.- ¿Está usted diciendo que el desierto forma parte del estilo de Dios guiando y conduciendo a su pueblo?
RESPUESTA: El desierto, dentro de la pedagogía de Dios, es un lugar donde aprendemos a desprendernos de todo para poner toda nuestra confianza en Él. La gran llamada del desierto es lograr la plena y total confianza en Dios, renunciando a todas las seguridades humanas. Lo que, de otra manera, significaría también el camino de la fe.
6.- Sin embargo, Padre, Mateo propone como razón para ser llevado Jesús al desierto algo muy extraño: “Jesús fue llevado, dice, al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo”.
RESPUESTA: El desierto es lugar de tentación. El desierto bíblico no es el desierto del Discovery Channel que nos hace ver la vida de los animales o la caza de las serpientes… El desierto es espacio de tentación.
7.- ¿Tentación de qué?
RESPUESTA: Tentación de la fe. Tentación de lo viejo que se resiste a lo nuevo. Tentación de renunciar a nuestras seguridades. Tentación a no abandonarnos en las manos de Dios y seguir adelante sin ver nada. Tentación de los caminos.
8.- ¿No le parecen demasiadas tentaciones? Yo hasta ahora conocía muchos estilos de tentaciones, pero veo que usted ahora ha descubierto otras nuevas.
RESPUESTA: Un momento, hermanito. Yo no tengo ninguna fábrica de tentaciones, ni soy el inventor de nuevas tentaciones. Las tentaciones que te he enumerado son muy viejas. Imagínate que son las tentaciones del Pueblo de Dios en su camino hacia la tierra nueva y son las tentaciones del mismo Jesús, cuando “lleno del Espíritu Santo” volvió del Jordán, que nos dice Lucas.
9.- Dígame una cosa, la referencia a los cuarenta días de desierto y a la tentación, ¿tiene alguna connotación o significado particular?
RESPUESTA: Los Evangelios quieren leer las tentaciones de Jesús más que en clave personal, en clave de solidaridad con su pueblo. Lo cual, de alguna manera, también nos quiere abrir a la novedad de “un nuevo éxodo”.
10.- ¿Abrirnos a un nuevo éxodo? ¿Distinto al éxodo primero del pueblo que sale de la esclavitud de Egipto?
RESPUESTA: Los Evangelios dan por conocido el primer éxodo. El pueblo de la esclavitud está llamado a ser un pueblo nuevo, un pueblo independiente y libre. Pero el tránsito de la esclavitud a la libertad exige todo un proceso, tiene un largo camino. La libertad no es jugar a la tinka y hacernos libres en un instante. La libertad es todo un aprendizaje, para ello es preciso tener una meta capaz de hacernos más fuertes que las dificultades del camino.
11.- ¿Qué tiene que ver todo esto con Jesús? Del antiguo éxodo hasta Jesús han pasado posiblemente unos once, doce o trece siglos… En buen lugar queda aquel éxodo…
RESPUESTA: Jesús quiere revivir en su vida y compartir la experiencia de aquel pueblo. Pero al hacerlo, está anunciando el comienzo de un nuevo éxodo, el éxodo del nuevo pueblo.
12.- Un éxodo que, como el primero, tiene que comenzar en el desierto y tiene que pasar por la dura experiencia del aprendizaje de los nuevos caminos…
RESPUESTA: Yo destacaría varias cosas. Primero, Jesús nos está anunciando un pueblo nuevo. Tal vez esto sea lo más llamativo y novedoso. Él nos quiere un pueblo distinto, nuevo, pero este nuevo pueblo, que somos nosotros, necesita aprender a abrir caminos nuevos. Necesita aprender a vivir mirando al futuro. Necesita aprender a comenzar constantemente.
13.- Yo que veía las tentaciones como algo extraño y raro, resulta ahora que son el signo del comienzo de un nuevo pueblo de Dios…
RESPUESTA: Pero con una gran novedad. El primer éxodo lo inició Dios, pero se lo encomendó a Moisés. Mientras que el nuevo éxodo lo inicia también Dios, pero se lo encomienda a Jesús. Nuestro Moisés será Jesús mismo. Él será quien haga el mismo camino con nosotros, por eso decimos que “Él está con nosotros y en medio de nosotros”.
14.- Pero el pueblo del primer éxodo se lanzó al desierto donde no había ni caminos ni nada…
RESPUESTA: Ahora tampoco. Lo nuevo nunca tiene caminos marcados. Vamos haciendo caminos en la medida en que vamos descubriendo nuestra propia novedad. Eso es para mí algo maravilloso y también algo peligroso.
15.- Maravilloso y peligroso… ¿Cómo se armoniza lo maravilloso con lo peligroso y lo peligroso con lo maravilloso?
RESPUESTA: Maravilloso porque somos un pueblo que vivimos día a día la novedad de Dios y, a la vez, somos un pueblo que cada día está llamado no a repetir los caminos, no andar por donde todos andan, sino que estamos llamados a abrir caminos nuevos. Caminos nuevos que respondan a la novedad de Dios y a la novedad del Espíritu y a la novedad de los hombres.
16.- ¿No me diga que todos tenemos vocación de exploradores?
RESPUESTA: ¿Y qué pensarías si te dijera que realmente, cuantos como Jesús “somos movidos, somos empujados, somos llevados por el Espíritu”, en el fondo, somos los grandes exploradores de los planes de Dios y de las necesidades de los hombres?
17.- ¿Y lo peligroso dónde está?
RESPUESTA: Lo peligroso está en descubrir un camino, no querer salirnos de él y pensar que este es el único camino. Que nos contentemos con andar siempre por el mismo sitio y no tener el coraje y la valentía de abrir caminos nuevos al Espíritu, abrir caminos nuevos al Evangelio, abrir caminos nuevos a Dios en la historia de los hombres.
18.- Eso que nosotros solemos decir con frecuencia de “siempre se hizo así”, “las cosas siempre fueron así”.
RESPUESTA: En lo cual ya estamos diciendo mentira. Porque las cosas no siempre fueron así, ni siempre se hicieron así… Como si la historia se hubiese detenido, como si Dios ya quedase desgastado, como si al Espíritu le faltase ya iniciativa.
19.- Permítame expresarle una inquietud: el primer éxodo comenzó saliendo de Egipto y terminó en la Tierra Prometida, ¿cuándo comienza y cuando termina el nuevo éxodo?
RESPUESTA: El nuevo éxodo se anuncia aquí en el desierto con Jesús, si bien la salida de nuestras esclavitudes comienza en la muerte y resurrección de Jesús. Terminará con la última venida del Señor al final de los tiempos.
20.- Usted insiste mucho en relacionar el éxodo con la esclavitud. ¿Por qué?
RESPUESTA: El éxodo significa sencillamente “salir”. Salir de donde estamos. Salir de nuestras esclavitudes, porque Dios escucha nuestros gemidos y escucha nuestros sufrimientos…
21.- Yo entiendo lo de la esclavitud en Egipto, ¿pero de qué esclavitud nos saca Jesús para este nuevo éxodo?
RESPUESTA: Hay las esclavitudes políticas, económicas que atentan contra la dignidad de la persona. Y hay también las esclavitudes de la ley, esclavitudes religiosas. Hay las esclavitudes que cada uno llevamos dentro de nosotros mismos, las esclavitudes del pecado. Es la esclavitud del sábado. Es la esclavitud del culto. Es la esclavitud de infinidad de leyes que impiden la libertad de la persona. Todo esto aparece claro en toda la predicación de Jesús.
22.- Padre, ¿qué tienen que ver las tentaciones de Jesús con este nuevo éxodo?
RESPUESTA: En primer lugar, Jesús quiere hacer la experiencia de su pueblo, que a lo largo del desierto se vio tentado constantemente. Llegó a renegar de Dios y de Moisés. Llegó a renegar de sus condición de difícil peregrinación por el desierto. En segundo lugar, porque Jesús es consciente de que tanto las personas como el pueblo mismo es tentado constantemente de “apartarse” de los caminos de Dios, y hacerse sus propios caminos. En tercer lugar, Jesús hace la experiencia de las tres raíces fundamentales de nuestras tentaciones.
23.- ¿Cuáles fueron las causas de las tentaciones del pueblo en el desierto?
RESPUESTA: Ante todo, las dificultades del camino del desierto. Todos quisiéramos caminos que fuesen autopistas, pero en el desierto la gran tentación es la que todos sufrimos: la tentación del pasado.
24.- ¿Cómo la tentación del pasado?
RESPUESTA: Aunque parezca mentira, hay en nuestro corazón algo muy misterioso. Preferían ser esclavos y no tener que sufrir la dureza del camino que lleva a la libertad. Hasta le llegan a acusar a Moisés de haberlos engañado y sueñan con los ajos y cebollas que comían en la esclavitud. Se les anuncia “leche y miel”, pero su paladar recuerda los ajos y cebollas.
25.- La renuncia a la libertad por unos ajos y cebollas… No está mal.
RESPUESTA: Es la tentación de quien no cree en el futuro. La tentación de quien pudiendo desayunar con leche y miel prefiere seguir oliendo a ajos y cebollas.
26.- Decía usted que todos sufrimos la tentación de “apartarnos de los caminos de Dios”. ¿A qué se refiere?
RESPUESTA: Todos preferimos guiarnos por nosotros mismos, a seguir los caminos que Dios nos va señalando. El símbolo de la manzana está ahí: Dios os dijo… pero vosotros podéis ser como él… Todos nos fiamos más de nosotros que del Espíritu. Porque en el fondo, nos escuchamos más a nosotros que al Espíritu. ¿Quién se pone a orar de verdad antes de tomar decisiones?
27.- Lo curioso es lo que usted dice de que las tentaciones de Jesús revelan las tres fuentes o tres raíces de nuestras tentaciones. ¿Podemos conocerlas?
RESPUESTA: Tanto Mateo como Lucas las explicitan con toda claridad: nuestra ansia de tener, nuestra sed de poder y nuestra ilusión de figurar, de tener imagen social. A poco que nos miremos por dentro, nos daremos cuenta de que todos llevamos muy vivo esa ansia de tener más que los demás. Ese tufillo de poder que hace ser más que los demás. Y cómo no, ¿a quién no le va un poquito de incienso que halague su vanidad?
28.- Sin embargo, Padre, pienso que son pocos los que confiesan llevar esas tres tensiones dentro de su corazón.
RESPUESTA: Esa es la peor tentación. Si las reconociésemos fácilmente las arrancaríamos, pero de ordinario son tentaciones que siempre aparecen revestidas de cremas y de sedas. La escondemos y revestimos de eso que hoy lo tapa todo: es el servicio a los demás.
29.- Jesús conocía bien el corazón del hombre…
RESPUESTA: ¡Que si conocía y conoce nuestro corazón! Sin embargo, quiso hacer la experiencia del mismo. Jesús quiso experimentar la verdad y la mentira del corazón humano.
30.- ¿Por qué tenía que experimentarlo tan dolorosamente?
RESPUESTA: Porque es la mejor manera de cambiarlo. Él venció en el suyo al poder, al tener y a la vanidad.
31.- Padre, estamos comenzando la Cuaresma. Cuarenta días de éxodo que están llamados a desembocar en la libertad de la Pascua, ¿cuál tendría que ser para usted nuestro quehacer cuaresmal?
RESPUESTA: Primero ponernos en condición de experiencia de nuestras esclavitudes que le duelen a Dios. En segundo lugar, ponernos en actitud y mentalidad de éxodo. En tercer lugar, sentir que somos la novedad de Dios y del Espíritu que está emergiendo hoy. Finalmente, ¿podríamos todos coger nuestro corazón en las manos y descubrir cuánto hay en él de ansia de tener, de sed de poder, de ilusión de figurar?
32.- Amigos, un camino nuevo. Un camino que hemos de definir no como “estar”, “quedarnos”, sino como camino que hay que “andar”. ¿Llegaremos a la Pascua, más libres que ahora que comenzamos el camino?
DESPEDIDA: Amigos, un camino que comienza. Un camino que hay que nadar. No bastan los caminos si no los andamos. Un camino que Dios quiere andar con nosotros.