Domingo es Fiesta

Cuaresma 2 – A | La Transfiguración del Señor

Pedro dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bien se está aquí!”.

Proclamamos el Evangelio de Jesucristo según San Mateo en el Capítulo 17, versículos del 1 al 9:

Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con Él.

Pedro entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”.

Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa, los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: “Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadle”.

Al  oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: “Levantaos, no temáis”. Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: “No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos”.

PALABRA DE DIOS

1.- Jordán, desierto. Y ahora, una montaña. ¿A Jesús le gustaba cambiar de escenarios, verdad?
RESPUESTA: Jesús aparece siempre muy en relación con la geografía. Pero aparte de que le gustase o no la naturaleza, Jesús utiliza siempre marcos ambientales que ayudan a la comprensión de su mensaje. El paisaje o el ambiente también ayuda y, a la vez, nos hace sentir que Él no se instala en un sitio y ahí se sienta y a repetir siempre lo mismo.

2.- El pasado domingo, usted nos hablaba del nuevo éxodo de Jesús iniciado en el nuevo desierto. También en el desierto del primer éxodo aparece una montaña, el Horeb, el Sinaí. En este nuevo desierto, aparece otra montaña, la del Tabor.
RESPUESTA: Efectivamente. En el primer éxodo aparece la montaña de la alianza. La montaña de la revelación y de la manifestación de Dios y del pacto con su pueblo. Ahora, en este nuevo éxodo aparece esta montaña, la del Tabor, montaña también de teofanía, de revelación y de manifestación.

3.- ¿Cual es la diferencia entre ambas montañas?
RESPUESTA: Las dos tienen algo en común: la manifestación de Dios. Y las dos tienen mucho que las diferencia. En el Sinaí, es la revelación de Dios en su pacto con el hombre y cuyo regalo es la donación de las Tablas de la Ley. En el Tabor, es la manifestación de la dimensión pascual de Jesús. La revelación de la intimidad de Jesús. La revelación de Jesús como la palabra definitiva de Dios que suple, desde ahora a la palabra de la ley y a la palabra profética.

4.- Padre, ¿cómo nos situaría usted, en este segundo domingo de Cuaresma, a la luz de este relato de la Transfiguración?
RESPUESTA: Mi primer impresión es la oración como espacio de revelación y de experiencia de Dios. Lo segundo, es una manera nueva de ver y de contemplar a Dios y a nosotros mismos. Lo tercero, la ley y la profecía terminan en Jesús, el cual es a partir de entonces la única ley y la única profecía de Dios. Añadiría una cuarta impresión, la fe camina siempre a la sombra de la Encarnación, aunque todos necesitemos de momentos especiales de experiencia y vivencia.

5.- Dice usted que la oración es como el espacio de revelación y experiencia de Dios. ¿Nos podía explicar esto un poco?
RESPUESTA: Lo primero que aparece aquí en el relato es cómo Jesús llama aparte a estos tres discípulos, que serán también los tres que lo acompañarán de más cerca en la Oración del Huerto. Lucas lo dice claramente “y se los llevó a un monte para orar”. Yo descubro en los Evangelios un rasgo que me parece interesante.

6.- ¿Cuál…?
RESPUESTA: Es en los momentos de oración donde Jesús se suele revelar y manifestar en sus sentimientos más profundos y es también en la oración donde los discípulos hacen sus mejores experiencias de Jesús.

7.- ¿Pero qué tiene la oración para que pueda ser considera como el lugar donde mejor se manifiesta Jesús y donde mejor lo experimentan los discípulos?
RESPUESTA: Para entrar en el misterio, con frecuencia, necesitamos distanciarnos un poco. Las cosas esenciales pareciera que se ven mejor desde cierta distancia y desde cierta proximidad. La oración es como una especie de tiempo sin tiempo, donde nosotros quedamos como en el tiempo de Dios. La oración es también como un espacio que Dios se da y reserva a sí mismo en nuestro corazón, es un tiempo cargado de espíritu, es como un quedarnos a solas con Él, sin intermediarios, y donde le podemos tratar de tú a tú.

8.- ¿Pero Dios no está en todas partes? ¿No podemos encontrarnos con Él en todas partes?
RESPUESTA: Sin duda alguna. Dios está en todas partes y en todas ellas es posible el encuentro con Él. Pero, los que se aman, también pueden amarse en todas partes. Sin embargo, siempre suelen buscarse una espacio donde sólo estén ellos dos, un espacio que llamaríamos “cargado de presencia”.

9.- ¿Qué tiene la oración para convertirse en espacio del misterio y de encuentro con el misterio?
RESPUESTA: Piensa que te estoy hablando de “oración” y tanto de “rezar”. Porque rezar es decir cosas. El rezar es mucho más el hablar de los hombres con Dios que el hablar de Dios con los hombres. La experiencia nos lo dice: cuando nos ponemos a rezar, lo hablamos todo nosotros. Nosotros lo decimos todo. Hablamos demasiado y escuchamos demasiado poco.

10.- ¿Y la oración?
RESPUESTA: La oración es un estado de ánimo. Una disposición del espíritu. Vamos llamarle “actitud” donde el encuentro con Dios se da en una especie de silencio. Donde yo calló y mi corazón escucha. Donde el que habla es Dios y el hombre presta atención.

11.- Hasta donde entiendo, cuando rezamos somos nosotros los que nos revelamos a Dios. En cambio en la oración es Dios que se nos revela a nosotros. ¿He entendido bien?
RESPUESTA: Creo lo has entendido perfecto. Claro que no podemos hacer divisiones tan matemáticas porque cuando rezamos de verdad, también oramos. Pero, de alguna manera, tenemos que entendernos.

12.- Pero usted decía también que la oración era un espacio abierto por el Espíritu Santo dentro de nosotros.
RESPUESTA: Claro. Por eso decimos que la oración es ese espacio donde el Espíritu Santo ora, gime, grita dentro de nosotros. Orar es más escuchar al Espíritu Santo que habla en y desde nosotros. Es Dios hablando en nosotros. Dios hablándonos a nosotros. Él es el que prácticamente lo hace todo.

13.- Estoy pensando que, al situarnos la liturgia este relato de las transfiguración de Jesús, casi al comienzo de la Cuaresma, es como una especie de invitación a convertir la Cuaresma en un espacio de oración.
RESPUESTA: El misterio de Dios, el misterio de la salvación, el misterio de la gracia y de la salvación, no se entienden tanto con la cabeza como con el corazón. A Dios lo entendemos, hasta donde podemos, callando y escuchando. Esto es un grave problema para nosotros que vivimos la cultura de la palabra. Todos hablamos demasiado y no disponemos de tiempo para escuchar a Dios en nosotros, para escuchar a Dios en nuestros hermanos o para escucharle en los acontecimientos de la vida.

14.- ¿Cuánto tiempo cree usted que debiéramos dedicarle a la oración durante este tiempo de Cuaresma?
RESPUESTA: Yo sé qué no es correcto responder a una pregunta con otra pregunta. Pero aún así, te pregunto personalmente a ti, que eres un hombres seglar, un hombre de mundo: ¿Cuánto tiempo crees tú que necesitarías para meterte un poco más en el misterio de Dios?

15.- Ahora me ha metido gol. En primer lugar, debo confesar que yo creo que rezo más que lo que oro… Porque cuando yo digo orar, entiendo decirle oraciones a Dios…
RESPUESTA: Bueno, hasta ahora tú le has dicho cosas a Él… De acuerdo. ¿Y cuánto tiempo necesitarías para escucharle a Él, para experimentarle dentro de ti? No te pido nos digas cuanto tiempo necesitabas cuando eras enamorado…

16.- Necesitar, tanto como necesitar… Yo creo que necesitaríamos todo el tiempo, pero sé que eso es imposible. ¿Qué sucedería si diariamente le dedicásemos de diez a quince minutos?
RESPUESTA: Bueno, yo esperaba que me dijeses que al menos una medio horita, no estaría mal. Pero en fin, ¿qué te parece si como preparación para la Pascua, nos regalamos esos diez o quince minutos diarios para escucharle a Dios dentro de nosotros? Bueno, y con esto les estamos pidiendo también a cuantos nos escuchan otro tanto…

17.- ¿Cuál sería el mejor momento para que también a nosotros se nos vaya transfigurando Jesús en nuestros corazones?
RESPUESTA: Ahí confieso que no tengo respuesta. Pues cada uno verá cuál pueda ser para él el mejor momento. De todos modos que no sea mientras escucha las noticias o mira la telenovela. Que sea el momento en el que te sientas más libre, más sereno y más tranquilo.

18.- Padre, usted dijo algo que me dejó pensando. Usted decía que las transfiguración era un momento de ver y aprender a ver. ¿Qué trató de decirnos?
RESPUESTA: Si te fijas en el relato hay como una doble escena que se va se superponiendo. Jesús como que se viste de luces. Deja que toda la luminosidad que lleva dentro se manifieste hacia fuera. Y por su parte, los tres testigos ven y contemplan tanta belleza que los entusiasma.

19.- ¿No lo conocían hasta entonces?
RESPUESTA: Creían conocerle. Recién ahora lo ven en su verdad interior. Hasta entonces veían sin ver. Ahora lo miran viendo.

20.- Lo cual nos está diciendo que podemos mirar y no ver…
RESPUESTA: Y es lo más frecuente. Miramos a Jesús y creemos que yo lo vemos. Hasta que un día el deja que nuestra mirada vea y penetre hasta el fondo. Es decir vea por dentro. Nuestro problema es que miramos mucho, vemos mucho, pero todo lo vemos desde fuera. Y la verdad siempre va dentro. La sabia del árbol va siempre por dentro. Por fuera vemos la cáscara. No la sabia que viaja por dentro.

21.- Pero usted añadía algo importante. No se trata sólo ver el misterio de Dios, sino que decía usted, también se trata de ver así a los demás y ver así los acontecimientos de la vida.
RESPUESTA: ¿Lo dudas? ¿Cuánto conozco de ti, viéndote sólo desde afuera? ¿Cuánto conoces de mí viéndome solo por fuera? Por eso valoramos tan poco a los demás. No vemos demasiado desde nuestra cáscara, desde nuestra corteza y nos vemos demasiado poco desde la belleza y la riqueza que escondemos detrás de esa corteza.

22.- De acuerdo, pero para vernos por dentro, también nosotros necesitamos abrirnos, descascararnos. Aquí no es que la visión de los discípulos se avivase… Fue Jesús mismo quien se les transfiguró.
RESPUESTA: Es cierto. También nosotros tenemos demasiado miedo a desnudarnos ante las miradas de los otros. Pero esto tiene su explicación. Todos tenemos demasiado miedo al juicio que pudieran hacer de nosotros si nos conocen en nuestra verdad.

23.- ¿Qué quiso decirnos cuando al comienza de nuestra charla, indicaba que en la escena de la Transfiguración de Jesús había una doble transfiguración: la de Jesús y la de los discípulos? Lo de Jesús lo entiendo, pero… ¿y lo de los discípulos?
RESPUESTA: Leamos atentamente el texto. De Jesús se dice que se transfiguró, que sus vestidos brillaban de blanco, que todo su ser era como un chorro de luz. ¿Te has dado cuenta de lo que dice de ellos?

24.- De ellos se dice que se entusiasmaron y como que se llenaron de alegría hasta el punto de que Pedro le dice a Jesús: “Señor, que bien se está aquí. Si quieres, haré tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”.
RESPUESTA: ¿No has notado el cambio que se ha producido en ellos? Hasta entonces también ellos eran lo que siempre fueron, pero al ver todo aquello se transformaron interiormente. Como que ahora lo veían todo de otra manera. Se sienten a gusto, hasta piensan en instalarse allí y quedarse.

25.- ¿Al transfigurarse Jesús quedan ellos transfigurados?
RESPUESTA: Una cosa es conocer a Jesús por referencias, un conocer a Dios por telegrama, y otra muy distinta es sentirle y experimentarle en nuestro en toda su belleza. ¿Por qué nos cuesta tanto el ser cristianos? Porque nuestra experiencia es más mental que cordial y afectiva.

26.- ¿Está usted diciendo que cuando Dios se transfigura ante nosotros, nosotros cambiamos?
RESPUESTA: Mira, nadie puede experimentar a Dios y seguir luego siendo el mismo. Cuando descubrimos a Dios, ahí mismo cambiamos nosotros desde dentro. ¿Qué sucedería si cuando llegaron a la cima del monte Jesús le dice a Pedro: “Oye, viejo, a ver si cortas troncos y haces tres tiendas”?

27.- Estoy seguro que se fastidiaría y diría: ¿Para esto nos ha traído? ¿Para trabajar? ¿Por qué no trajo a los demás y terminaríamos antes?
RESPUESTA: Sin embargo, Jesús no le mandó hacer tiendas. Se dejó ver por Pedro, y Pedro se sintió tan cambiado que él mismo sugiere demostrar su condición de arquitecto e ingeniero.

28.- Entiendo cuando una vive interiormente la experiencia de Dios, todo resulta luego fácil por fuera.
RESPUESTA: El camino de la Cuaresma tiene que ser un camino de experiencia de Dios. De transformaciones o transfiguraciones de Dios. Sólo así, luego que experimentemos a Dios las cosas nos parecen distintas. Sin esta experiencia todo nos resulta un moralismo duro y exigente. Cuando hemos sido transformados por dentro, todo nos parece fácil y normal. Nadie protesta.

29.- Amigos, el ejemplo está claro. ¿Por qué nos hemos de resignar a un cristianismo que tenemos que arrastrar, cuando pudiéramos vivir con gozo y con alegría nuestra fe? ¿Nos comprometemos todos a esos diez o quince minutos diarios de experiencia de Dios en el silencio de nuestro corazón? Hagamos la experiencia. Si no funciona, la dejamos. Pero, ¿porqué no experimentarla?

DESPEDIDA: Ayer en el desierto. Hoy en la cima del monte. ¿Mañana? Mañana puede ser junto a un pozo o por los caminos de la vida. Lo importante es reconocer el verdadero rostro de Dios.

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