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Domingo 12 – A | No tener miedo

“No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse: nada hay escondido que no llegue a saberse”.

Proclamamos el Evangelio de Jesucristo según San Mateo en el Capítulo 10, versículos del 26 al 33:

Dijo Jesús a sus apóstoles: “No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse: nada hay escondido que no llegue a saberse.

Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo, no hay comparación entre vosotros y los gorriones.

Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo”.

PALABRA DE DIOS.

1.- Padre Clemente, ¿cómo se siente este mañana?
RESPUESTA: Muy bien y con ánimo.

2.- ¡Y sin miedo…!
RESPUESTA: Espero que también sin miedo, aunque uno no sabe. Con frecuencia, descubrimos que no somos tan valientes como nos creíamos. El Evangelio de hoy es una llamada de atención de Jesús a sus discípulos a que no tengan miedo en dar cara por el Evangelio, no tengan miedo en proclamar y anunciar el Evangelio del Reino.

3.- Padre, ¿tan peligroso es el miedo para que Jesús insistan en él?
RESPUESTA: El miedo es una cobardía. El miedo es capaz de paralizar y detener el proceso de crecimiento de lo mejor. Para mí, el miedo tiene tantas connotaciones, que creo es una de las peores cosas que pueden sucedernos.

4.- ¿Cómo expresaría usted los caminos del miedo?
RESPUESTA: Yo haría el siguiente esquema. Primero, a quiénes tenemos miedo. En segundo lugar, a qué tener miedo. Y, en tercer lugar, por qué tenemos miedo.

5.- ¿A quiénes solemos tener miedo?
RESPUESTA: Jesús habla aquí del “miedo a los hombres”. El miedo a la sociedad. Pero yo quisiera añadir a alguien que a muchos pudiera extrañar…

6.- ¿A quién añadiría usted?
RESPUESTA: Miedo a Dios y miedo en la Iglesia.

7.- ¿Miedo a Dios?
RESPUESTA: Pues, por mucho que te parezca extraño, nosotros hemos introducido en el campo del miedo una novedad, tenerle miedo a Dios.

8.- ¿No cree que le está corrigiendo demasiado la plana a Jesús?
RESPUESTA: No. No le estoy corrigiendo en nada la plana Jesús. Jesús nunca pensó que nosotros algún día le tuviésemos miedo a Dios, porque Él siempre nos habló de la confianza en el Padre. A nosotros nos han metido en el cuerpo el miedo a Dios porque nos han presentado mucho más al Dios ley que al Dios corazón. Nos han hecho ver más a un Dios que condena que a un Dios que salva. Además, hay otro miedo a Dios que se nos pasa desapercibido.

10.- ¿Cuál es ese otro miedo a Dios que se nos pasa desapercibido?
RESPUESTA: Alguien dijo que el beso de Dios era mortal. Eso es así porque cuando Dios entra totalmente en nosotros, tenemos que morir a todo lo nuestro para abrirnos totalmente a la novedad de Dios en nuestras vidas. Cuando Dios llama, nos llama de modo incondicional, y nos pide vender todo lo que tenemos, darlo a los pobres y luego seguirle. Y esto nos da miedo.

11.- Es decir, nos da miedo a renunciar a nuestra historia, a lo que tenemos.
RESPUESTA: ¿Recuerdas a aquel joven que se le presentó a Jesús queriendo seguirle? Dice el Evangelio que Jesús le miró con cariño, le miró ilusionado, hasta que le dijo que vendiese todo para seguirle en la novedad de Dios. Y ahí el joven sintió miedo al futuro, no fue capaz de creer en la novedad de Jesús, y se echó atrás.

12.- ¿Nos está usted sugiriendo que muchos miramos a Dios un poco de lejos, por miedo a que nos llame?
RESPUESTA: No me digas que nunca has sentido esta experiencia. Cuántas veces Dios no ha llamado a tu corazón para convertirlo y renovarlo y enderezarlo por otros caminos, pero te ha dado miedo renunciar a lo que tenías entre manos… Ahí está el problema de la conversión. Todos quisiéramos convertirnos, pero eso sí, llevando con nosotros todo lo que tenemos, lo bueno y lo malo. O lo que creemos bueno…

13.- De todos modos, aquí Jesús nos habla de “no tener miedo a los hombres”. ¿Por qué?
RESPUESTA: Jesús es muy consciente de que los hombres no están dispuestos a aceptar la predicación del Reino y que, por tanto, terminan siendo una amenaza para los que llevan el Evangelio.

14.- Bueno, en esto Él tiene su experiencia personal. El anuncio de Dios y del Reino, le costó a Él nada menos que la muerte. Aquí sí que hay que decir que Jesús hablaba desde su experiencia.
RESPUESTA: Y no olvides que Jesús siempre acompañó al anuncio de su Pasión y de su Cruz, la suerte de los discípulos que querían seguirle por el mismo camino. El discípulo no es más que el maestro, pero tampoco menos.

15.- Pero con esta recomendación, ¿no estaba buscando la confrontación de los discípulos con la gente, con la sociedad?
RESPUESTA: Jesús no les dice que vayan y se enfrenten y peleen. El anuncio del Evangelio no es una guerra santa.

16.- ¿Y no les dice que no tengan miedo a los hombres y hablen con libertad y anuncien con libertad?
RESPUESTA: Una cosa es que anunciemos el Evangelio con libertad y otra cosa es anunciarlo declarando la guerra a los demás. El Evangelio se anuncia, se proclama, no se impone. El que quiera lo acepta y el que no lo deja.

17.- De todos modos, es crear situaciones de enfrentamiento y, en el caso de Jesús, con los poderes religiosos que suelen ser bien peligrosos.
RESPUESTA: Jesús no hace distinciones entre poderes, sean estos religiosos o políticos. Jesús les pide a sus discípulos la libertad y el coraje de anunciar sin miedo el Evangelio de Dios. Es que el Evangelio no se puede anunciar con dudas y miedos en el alma.

18.- Estoy pensando que esta libertad para anunciar a todos el Evangelio, sin miedo, implica que el discípulo tiene que sentirse interiormente bien libre de todo interés particular.
RESPUESTA: Ese es el problema. El joven rico tuvo miedo de vender lo que tenía. Otros podemos tener muchos miedos. El miedo a quedar mal ante los hombres. El miedo a que nos marginen. El miedo a perder posiciones. El miedo a tener que renunciar a ciertas aspiraciones. Por eso Jesús mismo les decía que “no lleven nada para el camino”. Vayan calatos, sin nada. El riesgo del Evangelio está ahí en esa falta de plena libertad de espíritu.

19.- Quisiera hacerle una pregunta, pero temo comprometerlo…
RESPUESTA: ¿Ves? Tampoco tú tienes la libertad de espíritu para preguntar, “tienes miedo a comprometerme…”. Así nunca me anunciarás el Evangelio completo.

20.- Está bien. Voy a sentirme libre. Y espero que usted también se sienta igualmente libre en responderme. ¿Hay en la Iglesia plena libertad de anunciar el Evangelio? ¿No existe miedo en la Iglesia a decir la verdad en la que uno cree?
RESPUESTA: Pues con esa misma libertad te diré: Hay libertad, pero también hay mucho miedo a decir siempre toda la verdad. Para qué nos hemos de mentir si eso lo escuchamos cada día. Pienso que tú mismo me preguntas porque lo es escuchado más de una vez.

21.- Tiene usted toda la razón. Nosotros los seglares también tenemos oídos y nos damos cuenta de que en la Iglesia hay más miedo del que debiera haber.
RESPUESTA: Con esto no estoy justificando a nadie. No siempre la razón está a favor de los unos ni de los otros. Con frecuencia, debiera existir el miedo de decir demasiadas verdades a medias. Tampoco debiéramos tener miedo a hablar, pero tampoco miedo para escuchar a quienes tienen otras responsabilidades. Dicho de otra manera: no debiéramos tener miedo a dialogar más y criticarnos menos.

22.- Padre qué les quiso decir Jesús con estas palabras un tanto extrañas “porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse”. No logro entenderla.
RESPUESTA: Ciertamente es una frase extraña. En el fondo Jesús les quiso decir que no tengan miedo a anunciar a los hombres, porque el misterio escondido y oculto durante siglos tiene que ser proclamado. El Misterio de Salvación escondido durante siglos tiene que ser conocido de los hombres. Dios ya no quiere ocultar nada al hombre, Jesús es la revelación plena.

23.- Hay una frase aquí un tanto dura, yo al menos entiendo que es como un reto. Les dice: “No tengan miedo ustedes a los matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma”. ¿En el fondo no les está diciendo que el anuncio del Evangelio puede conllevar incluso al riesgo de la muerte?
RESPUESTA: Sí. Y tú lo dijiste hace unos momentos. ¿No dijiste tú que Él tenía la propia experiencia de sacrificar su vida en fidelidad al anuncio del Evangelio? Con frecuencia, la Iglesia ha tenido que anunciar el Evangelio con el riesgo de la propia vida. Yo recuerdo que el Beato Eugenio Bossilkov, Obispo pasionista en Bulgaria, tenía un íntimo amigo árabe y un día se le ocurrió hablarle al árabe sobre Jesús. Este, le sonrió y le contestó: “Padre Eugenio, dé gracias que soy su amigo, de lo contrario, su cabeza ya estaría rodando por esa calle abajo”.

24.- Una pregunta. Es muy fácil hablar de no tener miedo. Pero, ¿dónde están las raíces que nos sostienen para vencer de verdad el miedo?
RESPUESTA: Jesús mismo nos da la respuesta. Es cierto que utiliza una serie de imágenes un tanto oscuras, aunque lo suficiente claras para entenderle. La verdadera raíz de nuestra libertad y de no tener miedo a lo que los hombres pudieran hacernos por causa del Evangelio, es nuestra confianza en Dios Padre. Aunque los hombres estén en contra nuestra, siempre tendremos a Dios a favor nuestro.

25.- Dios a favor nuestro, de acuerdo. Pero si el árabe se hubiese calentado, la cabeza de su Obispo hubiese rodado por la calle…
RESPUESTA: Pues sí. Hubiese perdido la vida algún año antes porque, al final, lo que no hizo el árabe lo hicieron los comunistas por órdenes de Moscú. Se puede perder la vida del cuerpo, pero no la vida. Para quien sólo cree en la vida de aquí, es cierto, que éste se muere de miedo. Pero quien sabe que al otro lado sigue la vida plena, no tiene miedo a perder la vida del cuerpo por algo que vale más que es la salvación de Dios a los hombres.

26.- Oiga, Padre, en ese librito que usted tiene ahí de San Juan Pablo II, que es la Carta Apostólica “Novo Millennio Ineunte”, se enfoca el problema del miedo no tanto al anuncio del Evangelio, sino para despertar en la Iglesia la valentía de confrontarse a sí misma de cara al futuro. ¿Estoy equivocado?
RESPUESTA: Bueno, san Juan Pablo II concreta este Evangelio y lo hace mirando a la Iglesia en su confrontación con el nuevo milenio y le dice claramente: “Es necesario pensar en el futuro que nos espera”. Y aún añade: “¡Caminemos con esperanza! Un nuevo milenio se abre ante la Iglesia como un océano inmenso en el cual hay que “aventurarse” contando con la ayuda de Cristo. Hemos de agudizar la vista para verla, y sobre todo, tener un gran corazón para convertirnos nosotros mismos en sus instrumentos” (58)

27.- Hay un texto aquí bien precioso.
RESPUESTA: Léelo. No te quedes tú solo con él…

28.- “Si nuestra peregrinación ha sido auténtica debo como desentumecer nuestras piernas para el camino que nos espera. Tenemos que imitar la intrepidez del apóstol Pablo: ‘Lazándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para alcanzar el premio al que Dios me llama desde lo alto, en Cristo Jesús’”. (Flp13,14)
RESPUESTA: Linda y estupenda llamada de San Juan Pablo II a la Iglesia, para que, sin dejar de mirar a su pasado, vea el futuro con ilusión y con esperanza. Habla de “desentumecer nuestras piernas”, para el “camino que nos espera” y, luego, recuperar la “intrepidez de Pablo”, lanzarnos hacia lo que está por delante. Pero para lanzarnos hacia lo que queda por delante, hay que desatarse de lo que queda hacia atrás.

29.- Nadie puede correr hacia delante cargado con el peso que tenemos a la espalda.
RESPUESTA: Los verdaderos atletas van bien ligeritos de incluso de ropa. ¿Te imaginas que ese cepo, no sé cómo se llama, donde apoyan los pies los corredores, se les pegase a los pies…?

30.- Queriendo concretar un poco las cosas. Hoy creo que pudiésemos sintetizar todo esto en dos cosas: todos necesitamos más valentía para anunciar el Evangelio donde quiera que sea. Además, todos necesitamos mirar con más ilusión y esperanza el cambio y el futuro de la Iglesia.
RESPUESTA: Los dos son necesarios porque aún hoy somos demasiado prudentes para hablar del Evangelio en ambientes no favorables al Evangelio. Pero también la Iglesia tiene que soltar las amarras que la unen a su pasado y sentirse con piernas desentumecidas para lanzarse a lo nuevo, a la nueva historia que Dios quieres escribir en las nuevas realidades de la historia.

DESPEDIDA: Bueno, amigos, ¿tenéis miedo a hablar de Dios? ¿Tenéis miedo a quedar mal hablando de Dios? Quien se avergüenza de Jesús ante los hombres, de él se avergonzará Jesús delante de Dios.

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