“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”.
Proclamamos el Evangelio de Jesucristo según San Juan en el Capítulo 6, versículos del 51 al 58:
Dijo Jesús a los judíos: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”.
Disputaban los judíos entre sí: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?”
Entonces Jesús les dijo: “Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo; no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre”.
PALABRA DE DIOS.
1.- Padre Clemente, hace unos años la Iglesia instauró un “año de la Eucaristía”. ¿Por qué?
RESPUESTA: Lo recordabas… La Iglesia instauró entre octubre del 2005 a octubre del 2006, el Año de la Eucaristía. La razón era recuperar la conciencia y la experiencia del centro y eje de la Iglesia. La Iglesia nace de la Eucaristía. La Eucaristía construye a la Iglesia. La Iglesia celebra la Eucaristía y se revitaliza en la Eucaristía.
2.- ¿Se necesitaba de un año especial? ¿No celebramos todos los días la Eucaristía?
RESPUESTA: Es cierto que cada día la Iglesia celebra la Eucaristía. Ed cierto que cada día nos alimentamos de la Eucaristía. Sin embargo, con frecuencia, necesitamos una llamada de atención, necesitamos un espacio para interiorizar lo que hacemos y descubrir las verdaderas consecuencias aun de aquello que pudiera parecer normal en nuestras vidas.
3.- De ordinario, todos vivimos la Eucaristía de una manera un tanto intimista, yo diría demasiado personalista. Usted está hablando de la Eucaristía como expresión de Iglesia.
RESPUESTA: Es cierto que la Eucaristía tiene una dimensión íntima y que todos corremos el peligro de quedarnos encerrados en nuestra propia intimidad. La Eucaristía fue instituida como el “sacramento Pascual”, como el sacramento que expresa la verdad íntima de la Iglesia. Además, como sacramento de la memoria pascual.
4.- Sin embargo, Padre, al leer el Evangelio que hemos proclamado hace un momento, uno siente que Jesús relaciona más la Eucaristía con las personas, que la Eucaristía como fuente de Iglesia.
RESPUESTA: Es cierto que el texto de Juan que hemos leído presenta la Eucaristía como “pan, como carne, como sangre, como comida y como bebida”. En este sentido la Eucaristía aparece más como una realidad personal que como realidad eclesial. Si bien mutuamente se implican. El comer, si bien es una acción personal, es a la vez una acción comunitaria y familiar. Las comidas son personales, pero también algo que compartimos juntos.
5.- Padre, ¿sería posible nos hiciese un pequeño esquema de la realidad de la Eucaristía en nuestra experiencia diaria de fe?
RESPUESTA: Yo destacaría en primer plano la Eucaristía como comunión de vida con Cristo. En segundo plano, diría algo que pudiera parecer extraño: la Eucaristía como participación ya de la vida eterna de Dios y principio de Resurrección. En un tercer plano, la Eucaristía como memoria del misterio pascual. Y, finalmente, la Eucaristía como sacramento de la presencia pascual de Jesús en medio de nosotros.
6.- ¿Cómo aparece esto de comunión de vida con Cristo?
RESPUESTA: La Eucaristía es el Cuerpo y la Sangre sacramentales de Jesús. Sacramentalmente bajo la realidad del pan y del vino. Por tanto, la Eucaristía se nos presenta como comida y como bebida. Comer el pan y beber el vino es crear una comunión. Pan y vino son asimilados por nuestro organismo. Además, nuestro organismo es transformado por el pan y el vino.
7.- Cuando comemos el pan o bebemos el vino, somos nosotros quienes los asimilamos. Cuando comulgamos, ¿somos también nosotros quien le asimilamos a Él o Él nos asimila a nosotros?
RESPUESTA: Nosotros asimilamos la comida, pero la comida nos transforma, nos da sus calorías, nos da sus vitaminas, nos alimenta, y nos da vida. Cuando comulgamos es Él quien nos asimila, somos nosotros quienes entramos en comunión con Él y Él entra en comunión con nosotros.
8.- ¿Estamos diciendo que la comunión transforma a Él en nosotros y a nosotros en Él?
RESPUESTA: Donde se crea una comunión, se está creando una unidad. Comulgar es, de alguna manera, una nueva encarnación de Jesús en nosotros y es también una encarnación de nosotros en Él. Es decir, comulgar es recibirlo como vida y comenzar a vivir en nosotros la misma vida de Jesús.
9.- Oiga, Padre, ¿no estaremos comulgando con demasiada facilidad?
RESPUESTA: Pues, es posible que muchas veces comulguemos con demasiada superficialidad y no vivamos ni experimentemos la verdadera experiencia de entrar en esa comunión de vida con Dios.
10.- Lo que me parece extraño es lo que dice aquí el texto: “Que si no comemos su cuerpo y bebemos su sangre, no tendremos vida en nosotros”. ¿No le parece un tanto fuerte?
RESPUESTA: Yo lo leería más bien en otra clave. ¡Qué maravilla que la Eucaristía sea fuente de vida y que sólo comulgando tendremos vida! El cristiano vive, tiene plenitud de vida, en la medida en que entra en comunión con la vida de Dios. Ser cristianos que vivimos es ser cristianos que comulgamos a Dios en nuestras vidas.
11.- Pero, disculpe mi insistencia, ¿sólo por comernos ese pedacito de pan? Y además que es bien chiquito…
RESPUESTA: Dios se encarnó en un niño indefenso en Belén. Ahora Dios sigue encarnándose en el pan y el vino. No vivimos por comer un pedacito de pan tan pequeño, sino en la medida en que sentimos la presencia de Jesús en ese pan y en ese vino. El pan y el vino son los signos sacramentales. La verdad es el mismo Jesús, es la actitud interna de abrirnos a Él como Él se abre a nosotros.
12.- Padre usted dijo algo que me pareció un tanto fuerte. Usted dijo que quien come el pan y bebe el vino de la Eucaristía “ya tiene vida eterna”. Dijo: “Ya…” Lo que entiendo que es ya, ahora…
RESPUESTA: Felizmente yo no he hecho otra cosa que repetir lo que dijo Jesús. ¿Quieres volver a leer lo que tú mismo has leído? Fíjate, ahí… ahí lo tienes…
13.- “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna”.
RESPUESTA: Ya ves. El que come y bebe “tiene”, no dice “tendrá”, sino que tiene ya la vida eterna en él. Por tanto, comulgar es llenarnos de la vida eterna. El que comulga no necesita esperar a mañana, ni a morir para tener en él la vida eterna de Dios.
14.- ¿Está usted diciendo que comulgando nosotros ya estamos viviendo, de alguna manera, la vida eterna de Dios?
RESPUESTA: Insisto. No lo digo yo. Lo dice Él. “Tiene vida eterna”. Tiene la vida verdadera, la vida de Dios.
15.- Cada vez me entiendo menos y cada vez entiendo menos el misterio del ser cristiano. Escuchando estas cosas uno siente que es un tesoro, pero no estamos enterados de él… ¿Por qué estas bellezas no tienen más vida en nuestra experiencia?
RESPUESTA: Muchas veces te he dicho que, desde la fe, el cristiano es el misterio de Dios en encarnación humana. Que nuestra verdad está más dentro que fuera. Que lo que se ve de nosotros es lo menos importante. Que nuestra riqueza la llevamos dentro. Digámoslo de otra manera, somos un misterio de fe, que tenemos que vernos a la luz de la fe.
16.- Participar en la Eucaristía es también asegurarnos la Resurrección. ¿Qué significa eso?
RESPUESTA: Jesús nos dice que quien come su carne y bebe su sangre, “tiene vida eterna” y que, además, “yo lo resucitaré”. La Eucaristía es el sacramento que nos une íntimamente a la Muerte de Jesús y a la Resurrección de Jesús, por eso es llamado también sacramento pascual.
17.- ¿En qué sentido nos une a la muerte y resurrección de Jesús?
RESPUESTA: No olvidemos que Jesús instituye la Eucaristía en la Última Cena como el sacramento que anuncia su muerte y su resurrección y como el sacramento llamado a mantener viva en la Iglesia la memoria de su muerte pascual.
18.- Es decir primero anuncia lo que va a suceder, y luego lo que sucedió…
RESPUESTA: Tú lo has dicho estupendamente. La Última Cena está anunciando lo que va a suceder. El pan hecho cuerpo, anuncia el Cuerpo entregado a la muerte; y el vino hecho sangre, anuncia la sangre que será derramada en la cruz.
19.- Pero luego, anuncia lo que sucedió…
RESPUESTA: Exacto. Cuando celebramos la Eucaristía estamos haciendo memoria de lo que aconteció en el Calvario: la muerte de Jesús. Hacemos memoria del cuerpo entregado a la muerte y de la sangre derramada por todos nosotros.
20.- Pero no es una simple memoria superficial. Hacemos memoria celebrando la Eucaristía, pero convirtiéndonos también nosotros en pequeñas eucaristías.
RESPUESTA: Comulgar es para nosotros entrar en comunión con el cuerpo entregado y la sangre derramada. Por tanto, es entrar también nosotros en ese misterio de la Cruz que nos lleva a entregarnos por los demás y derramarnos por los demás.
21.- Es decir, no es solo cuestión de comulgar, de recibir un pedazo de pan y ya está…
RESPUESTA: Comulgamos de verdad cuando también nosotros nos hacemos comunión como Jesús. Cuando también nosotros nos entregamos y nos derramamos como Él por los demás.
22.- Y comulgando, entonces, ¿entramos en comunión de muerte y en comunión de vida?
RESPUESTA: Comulgamos de verdad cuando entramos en comunión con su muerte y entramos en comunión con su resurrección. Por eso mismo, como nos dirá Pablo: “Llevamos en nosotros la muerte de Jesús”.
23.- Disculpe mi atrevimiento. ¿Quiere todo esto decir que cuando participamos en la Eucaristía estamos actualizando la Muerte la Jesús y la Resurrección de Jesús, pero entrando nosotros en esa misma muerte y resurrección?
RESPUESTA: Comulgamos es tomar parte. Comulgar es participar. Comulgar es unirnos. Comulgar es compartir la misma suerte que Jesús. Por eso mismo, decimos que la Eucaristía nos hace Iglesia, más Iglesia, plenamente Iglesia.
24.- ¿En qué sentido la Eucaristía y la comunión eucarística nos hace Iglesia, más Iglesia?
RESPUESTA: Porque la verdadera Iglesia es la comunión de todos en un mismo Jesús, es la comunión de todos en una misma vida y una misma esperanza y una misma caridad.
25.- Podríamos definir entonces a la Iglesia como la comunidad que vive el mandato de Jesús de “haced esto en memoria mía”.
RESPUESTA: La Iglesia es la comunidad en la comunión. La Iglesia es la comunidad, no de los que vivimos simplemente juntos, sino de los que vivimos en comunión con Él y con todos nosotros. Comunidad que tiene una misión clara para el mundo: “Hacer memoria del misterio pascual de Jesús”.
26.- ¿Pero entonces tendríamos que decir también que la Iglesia está llamada a ser “comunidad entregada, comunidad derramada” por los demás? Es decir, una Iglesia que vive y expresa en su vida el misterio pascual de la Muerte y Resurrección de Jesús…
RESPUESTA: ¿Y qué otra cosa decimos todos nosotros después de la consagración del Sacerdote? El sacerdote consagra el pan y el vino. Los hace cuerpo y sangre de Jesús y proclama a todos: “Este es el sacramento de nuestra fe”.
27.- Y todos respondemos: “Anunciamos tu Muerte y proclamamos tu Resurrección”.
RESPUESTA: Ya ves, no sólo celebramos la muerte de Jesús, sino que estamos llamados a ser la comunidad que la “anuncia al mundo”. Pero no solo anunciamos la muerte de Jesús, sino que también “proclamamos su Resurrección”.
28.- Pero todo esto, Padre, implica algo más que lo que hacemos en la Iglesia. Esto implica una misa algo más larga que los cuarenta y cinco minutos que normalmente suelen durar nuestras misas.
RESPUESTA: Evidente. Todo esto significa que de la Misa de cuarenta y cinco minutos, pasamos todos a la misa que debiera durar las veinticuatro horas del día. Es decir, un día en que nos sentimos inmersos en el misterio de amor del Calvario; pero un día en que cada uno somos los sacerdotes que consagramos nuestras vidas convirtiéndolas en el pan que entregamos por los hermanos y la sangre que derramamos por ellos.
29.- Entiendo. Una Eucaristía que nos convierte a todos en “comunidad de amor”.
RESPUESTA: Una comunidad en la que cada uno vivimos para los demás. Nos damos a los demás. Nos entregamos a los demás. Y nos derramamos por los demás.
30.- Oiga, Padre, respóndame con sinceridad, ¿será todo esto verdad?
RESPUESTA: Al menos es el ideal de Iglesia que Jesús quiere para el mundo. No una Iglesia que vive para sí, sino una Iglesia que vive anunciando en su propia vida, la salvación para el mundo.
31.- ¿Usted conoce una Iglesia así?
RESPUESTA: No. A decir verdad, no. Pero sí conozco una Iglesia que busca y trata, desde sus propias debilidades, por llegar a ser eso. Porque la verdad de la Iglesia no es haber llegado.
32.- Si no es la Iglesia que ha llegado, ¿qué Iglesia es?
RESPUESTA: La Iglesia que camina. La Iglesia que busca. La Iglesia que día a día se siente más llamada a ser la Iglesia-sacramento de la Eucaristía, que viviendo de la Eucaristía, quiere ser Eucaristía para el mundo.
33.- Amigos de cada domingo, ¡linda esta Iglesia!, ¿no les parece? ¡Y pensar que todo esto depende única y exclusivamente de nosotros!
DESPEDIDA: Sí, amigos, cuando salgáis hoy de la Misa, pensad que vosotros sois la única Misa que podrán celebrar los que no han ido a Misa.