Domingo es Fiesta

Domingo 13 – A | Seguir a Cristo

“El que no toma su cruz y me sigue
no es digno de mi”

Proclamamos el Santo Evangelio según san Mateo 10,37-42:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: “El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí.

El que trate de salvar su vida la perderá, el que pierda su vida por mí la salvará. El que los recibe a ustedes me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá recompensa de justo.

El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, les aseguro que no perderá su recompensa”.

PALABRA DE DIOS.

Palabras de Clemente: Estimados amigos: Dios no acepta competencias. Quien valore las cosas más que a Dios, ese no sirve para anunciar y proclamar el Evangelio. En la vida o nos la jugamos a favor de Dios y del Evangelio o no servimos. O nos la jugamos entera o no servimos. Quien en su vida pone a competir a Dios y las cosas, no llegará nunca lejos.

1.- Padre, hoy tendremos que prepararnos porque hoy la cosa parece ponerse seria…
RESPUESTA: Que las cosas se pongan serias no significa que sean imposibles. No creo que el Evangelio de hoy sea más serio que el de otros domingos.

2.- Oiga, Padre, que alguien venga y de golpe le diga que no puede amar a su padre, a su madre, o a sus hijos, más que a él mismo, ¿no le parece que resulta un tanto fuerte?
RESPUESTA: Yo creo que antes de comenzar a leer este texto, mejor si lo ubicamos en el contexto del Evangelio. Estamos en el capítulo 10 de Mateo llamado también el Discurso Apostólico. En él, Jesús les predice las dificultades y hasta las persecuciones que han de tener que sufrir por el Evangelio y presenta dos criterios fundamentales para saber afrontar esos obstáculos. En primer lugar, y esto lo vimos el pasado domingo, les pide que no tengan miedo que cuentan con la ayuda y el amor del Padre. Y hoy les ofrece el segundo criterio…

3.- ¿Cuál es este segundo criterio?
RESPUESTA: La única manera de saber dar cara por el Evangelio, sin tener miedo a lo que nos pueda suceder es, en primer lugar, saber valorar a Jesús y al Evangelio por encima del resto de valores y, en segundo lugar, tener una conciencia clara de que el Evangelio camina siempre a hombros de la cruz.

4.- Tres criterios, o tres valores, que suponen mucho coraje y mucha valentía y decisión…
RESPUESTA: Oye, ¿no dicen por ahí, y tú lo has oído muchas veces, que ser cristiano es para gente débil, para gente temerosa que busca un refugio en la religión? ¿En qué quedamos? Ser cristiano ¿es para los débiles y temerosos o es para gente con valentía y con decisión?

5.- Lo que sucede, Padre, es que la inmensa mayoría no hemos estrenado el Evangelio. Simplemente, lo hemos acariciado, le hemos pasado la mano por encima.
RESPUESTA: Y claro, Jesús nos presenta un camino de seguimiento en el que todo se pone en juego. El pasado y el futuro, lo que tenemos y lo que somos. El Evangelio tiene muy poco de crema suavizante, ni es tampoco una especie de cirugía estética. El Evangelio nos agarra desde dentro y nos agarra enteros. Esto, yo no diré que es fácil, no lo es, pero sí diré que es posible.

6.- ¿Qué es lo que entonces quiso decir Jesús con esa frase de que “el que quiere a su padre y a su madre y a sus hijos más que a él, no vale”?
RESPUESTA: ¿Me permites primero aclarar un poco el panorama para que no caigamos en malos entendidos?

7.- ¿Cómo no?
RESPUESTA: En primer lugar, Jesús en modo alguno prohíbe el amor a los padres, eso no es cristiano. En segundo lugar, uno es el amor sicológico y otro es el amor de valoración. En tercer lugar, el amor a los padres, como amor humano, no es un absoluto.

8.- Sin embargo, Padre, todos decimos que el amor más natural, más enraizado en la naturaleza y en la condición humana es el amor paterno-materno-filial…
RESPUESTA: Y Jesús no niega ese amor humano. Pero veamos una cosa bien concreta. Dime cuando tú te casaste, ¿qué sucedió en tu vida?

9.- Al casarme, fundé un nuevo hogar fuera de la casa de mis padres…
RESPUESTA: Tú amabas mucho a tus padres, pero en ese momento otra ley de la naturaleza fue más fuerte y abandonaste la casa de tus padres para crear tu propio hogar. ¡Qué curioso! En el fondo, amaste más a tu esposa y a tus posibles hijos y a tu familia y saliste a crear algo nuevo. ¿Dejaste por eso de amar a tus padres?

10.- Mi amor seguía siendo el mismo. Claro, de una manera diferente.
RESPUESTA: Y lo que hacemos para seguir nuestras leyes de la naturaleza, ¿no es posible hacerlo para seguir la llamada de Dios en nuestras vidas? Y lo que hacemos por unir nuestras vidas con una mujer, ¿no lo podemos hacer por Cristo y por el Evangelio y por el Reino?

11.- Digamos entonces, que lo que Jesús nos quiere decir es que su figura, su Evangelio y el Reino tienen que ser tan fuertes en nuestro corazón que sepamos resituarnos en la vida de tal manera, que nada nos impida el seguirle, que nada sea un obstáculo para seguirle con todas las consecuencias.
RESPUESTA: Lo que hace Jesús es decirnos que para el cristiano el valor esencial y fundamental de su vida es Dios y los intereses de Dios. Ellos son “el famoso tesoro por el cual se vende todo” y “se vende con alegría”. Tenemos que amar a nuestros padres y a nuestros hijos, pero con un amor que no sea un obstáculo en nuestro camino de fidelidad al Evangelio.

12.- Una pregunta un tanto maliciosa… ¿Es posible dejar a los propios padres para dedicarse al servicio de los demás?
RESPUESTA: Pues yo te contesto con otra pregunta también maliciosa, porque me imagino adónde va la tuya: ¿Puede Jesús abandonar a su Padre Dios en el misterio trinitario para encarnarse y entregarse al servicio de los hombres?

13.- Creo que ya entendí la respuesta porque mi pregunta iba directa, ¿puede uno abandonar a sus padres para dedicarse al servicio de los demás, como se les exige a ustedes los sacerdotes?
RESPUESTA: Si Jesús pudo abandonar el misterio de Dios para encarnarse en medio de nosotros, creo que la respuesta queda suficientemente clara. Pero, además, ahí está la más clara de las explicaciones. ¿Acaso Jesús dejó de amar profundamente al Padre al encarnarse?

14.- Pero entonces tendríamos que decir que “los demás” terminan siendo más importantes que los padres y los mismos hijos…
RESPUESTA: Aquí no se trata de quien es más y quién es menos. Aquí se trata del amor. Y el amor es capaz de arrastrarnos a cierto tipo de renuncias para consagrarnos al bien de los demás. ¿Te imaginas que importantes somos los hombres en relación a Dios Padre? ¿Y te imaginas qué amor nos tuvo Dios para enviarnos a su propio Hijo?

15.- ¿Y en el fondo qué es lo que busca Jesús con todo esto, sobre todo en relación con las persecuciones y las dificultades?
RESPUESTA: Algo fundamental, la libertad del cristiano. Somos realmente libres cuando no tenemos lazos que nos retengan. Somos libres de verdad cuando nada es tan importante como el Evangelio y el Reino y la persona de Jesús.

16.- Y volvemos al Evangelio del pasado domingo: somos libres y no tenemos ya miedo.
RESPUESTA: Exacto. Lo que nos impide lanzarnos a la aventura de la fe, a la aventura del Reino y del Evangelio es el miedo a lo que perdemos, a lo que tenemos que renunciar. Por eso la invitación fundamental del Evangelio es siempre la misma: hacernos libres hasta el fondo, hacernos libres del todo.

17.- ¿Usted amaba mucho a sus padres?
RESPUESTA: ¿Otra vez la pregunta maliciosa, verdad? Pues yo creo que los amaría como tú amabas a los tuyos.

18.- ¡Y, sin embargo, renunció a ellos para hacerse pasionista y sacerdote!
RESPUESTA: A mí la palabra renuncia no me suele gustar porque pareciera que estamos hablando de algo que nos costó no sé qué millonada al corazón. Personalmente, no creo que renuncié a nada. Es cierto que mi padre me negó desde entonces su palabra, no estaba conforme con mi vocación, pero yo no renuncié a él. Lo seguí queriendo como antes o más. Además me parecía tan maravillosa mi vocación…

19.- Pero aquí Jesús les pone otra condición. “El que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí…”
RESPUESTA: Ya ves. El amar a Jesús por encima del amor a nuestros padres, no parece ser todavía lo más importante. En el plano de los sentimientos sí puede llamar la atención, pero hay algo mucho más bravo y difícil: el estar dispuesto a renunciar a la propia vida por Jesús y el Evangelio.

20.- Oiga, Padre, Jesús es bien peligroso, nunca juega a perder ni siquiera a empatar…
RESPUESTA: Y eso es lo más maravilloso del Evangelio. Hoy la gente tiene miedo a exigir a los demás. No tenemos fe en la capacidad de la gente y, por eso, nuestros ideales suelen ser tan pobres y hasta tan ridículos… Y en cambio, Jesús, nos ofrece el ideal de jugarnos el todo por el todo.

21.- ¿Usted cree que todos están dispuestos a esta radicalidad?
RESPUESTA: Dispuesto no está nadie…

22.- ¿Y entonces por qué exige lo imposible?
RESPUESTA: No confundamos el estar dispuesto con lo que es imposible. Nosotros no estamos dispuestos, pero Él nos dispone. “Todo lo puedo en aquel que me conforta” escribirá Pablo. Lo que para muchos parece imposible, Jesús lo hace posible. Y nos dispone y lo hace posible regalándonos el don de su gracia.

23.- ¡Perdone, pero yo admiro su fe!
RESPUESTA: Pues yo no admiro mi fe. Yo lo que admiro es lo que el mismo Jesús ha sido capaz de hacer en mí. Lo que admiro de verdad es lo que la gracia es capaz de hacer en cada uno de nosotros. Y todo depende de una cosa…

24.- ¿De qué depende?
RESPUESTA: Aunque te parezca mentira: creer en él y dejarse cambiar y transformar por él. No estorbarle con nuestras pequeñeces y tonterías.

25.- ¡Usted todo lo simplifica!
RESPUESTA: Hermanito, ¿hay algo más simple que dejarse llevar? ¿Hay algo más simple que el dejarse hacer por la gracia del Señor? ¿Por qué complicar lo que Dios ha simplificado?

26.- Oiga, Padre Clemente, Jesús es bien desconcertante.
RESPUESTA: ¿En qué cosas te ha desconcertado hoy?

27.- Seamos claros, primero, pone unas condiciones para seguirle que, a primera vista, asustan a cualquiera. Dejar al padre y a la madre, y luego poner en juego nada menos que la propia vida, y ahora resulta que basta dar un vaso de agua fresca para decirnos que tendremos una buena paga… ¿Tan caro y tan barato? ¿En qué quedamos?
RESPUESTA: Pues quedamos en lo caro y en lo barato. Hagamos una observación. Primero, Jesús pone las bases para poder seguirle y hacernos constructores del Reino. Luego, Jesús nos sitúa en el plano de la caridad, libres para seguirle. Después nos quiere hacer ver que la verdadera vida del seguir es la vida de caridad.

28.- ¿Hasta el punto de que con un vaso de agua podamos ganarnos el cielo?
RESPUESTA: Nosotros tenemos una mentalidad de comerciantes. Siempre pensamos en “ganar”, como si el cielo estuviese en venta. Y Jesús quiere hacernos ver que el camino del cielo es el amor, la caridad para con los hermanos.

29.- Está bien, la caridad, pero ¿un simple vaso de agua fresca?
RESPUESTA: La caridad es una actitud del espíritu. La caridad no se mide en términos económicos. Con frecuencia, somos capaces de amar haciendo gestos extraordinarios y luego somos incapaces de esos pequeños gestos de cada día que constituyen la trama de nuestra vida: dar de beber al sediento, dar de comer al hambriento, visitar al enfermo, visitar al encarcelado.

30.- Veamos si he entendido. Jesús no nos está pidiendo gestos extras que sólo se dan una vez en la vida, sino una actitud de gestos diarios, la vida de cada día.
RESPUESTA: Puede que tengamos que hacer gestos extraordinarios, pero lo que el Señor nos está pidiendo es una vida entera de caridad. Eso que podemos hacer cada día. Eso que no tiene que esperar a momentos extras. Lo importante es la vida diaria.

31.- Entiendo, las grandes fiestas se dan pocas veces al año, mientras que los pequeños gestos se dan todos los días. ¡Pero tengo la impresión de que el cielo está un poco rebajado de precio: un vaso de agua fresca!
RESPUESTA: La caridad no se mide por el precio, el volumen o el peso de lo que hacemos. La caridad se mide por el amor que ponemos en lo que hacemos. El amor de una madre no se suele medir por las grandes cosas que hace por sus hijos, sino por ese amor diario y constante en las cosas sencillas de la vida.

32.- ¡Un vaso de agua! ¡El vestido que a ti ya no te sirve! Unos minutos con un enfermo, con un preso…
RESPUESTA: Nosotros somos los que encaremos las cosas. Es que si no son caras valen poco y lucen menos. En cambio, Dios quiere poner las cosas mucho más sencillas y más asequibles. ¡Y aún así, nosotros pensamos que el cielo cuesta muy caro!

33.- Lo que sucede es que nosotros valoramos muy poco los gestos de amor. Valoramos otras cosas. Pero creo que el mandamiento del amor aún no ocupa el primer lugar en nuestras vidas.
RESPUESTA: En eso sí estoy de acuerdo contigo. Aún no hemos descubierto la verdad del amor. Por eso, queridos amigos, dejaos de pensar en hacer cosas extraordinarias. ¿Verdad que podíais dar hoy un vaso de agua fresca al hermano? ¿Verdad que podíais visitar hoy a algún enfermo, o a alguien que está en la cárcel? ¿Y no tendríais unas ropitas que ya ni usáis para vestir a quien anda vestido de andrajos por la calle?

DESPEDIDA: Amigos, no somos hombres y mujeres a medias. Nadie vive a medias. Tampoco se puede ser cristiano a medias. Jesús nos quiere cristianos enteros.

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