Domingo es Fiesta

Domingo 31 – A | Solemnidad de Todos los Santos

“Bienaventurados…”

Proclamamos el Evangelio de Jesucristo según San Mateo Capítulo 5, versículos del 1 al 12:

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:

“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros”.

PALABRA DEL DIOS.

Breve comentario del Padre Clemente:
Queridos amigos, hoy celebramos la Festividad de Todos los Santos. Sí, sí, de todos. No solo de unos cuantos escogidos. Por ejemplo, hoy celebramos la santidad de los padres y madres de familia, la santidad de los obreros y empleados, la santidad de los locutores y locutoras y comentaristas y periodistas de la radio, la santidad de los barrenderos de la Municipalidad, la santidad de cada uno ustedes que nos están escuchando. Es decir, la santidad de todo el Pueblo de Dios. ¿Qué no me lo creen? Pues créanme porque no les estoy tomando el pelo. Les estoy diciendo la verdad. No me vengan con ese cuento de que “yo no tengo cara de santo”, pero si los Santos tienen la misma cara que ustedes y que yo. Uno más guapos y otros a quienes nos ha tocado menos.

¿Acaso no tenemos todos el mismo Bautismo y la misma fe y el mismo Evangelio? ¿Es que alguien cree que tiene vocación de enano espiritual?

La vida del Bautismo, como la vida humana que hemos recibido de nuestros padres, es un organismo vivo que nace, crece y se desarrolla hasta llegar a su plenitud. Desde el Bautismo nadie tiene vocación de enano, de ser menos de lo que Dios quiere que sea.

Es nuestro Día de Fiesta, por eso siento un no sé qué por el hecho de que hoy vaya más gente a los cementerios que a la Misa a celebrar su santidad en la Iglesia. Si los que están los cementerios ya no están ahí, sino celebrando el Cielo toda la bondad que vivieron en la tierra.

¡No me diga que hoy se ha pegado usted unos traguitos de más! Ha comenzado usted con tanta euforia, que se me hace sospecho.
RESPUESTA: ¿También eres tú de los que no cree en la santidad que hay en tu corazón? Miguel Humberto, no me desilusiones.

Yo creo que hay santos, pero que yo sea santo… Que Dios le conserve la vista y el optimismo.
RESPUESTA: Vamos a ver… ¿Tú recibiste el Bautismo, verdad?

Claro, pero eso hace ya muchos años.
RESPUESTA: También hace muchos años que naciste. ¿Tú recibiste una nueva vida, la vida de la gracia, la vida de Dios, es decir, que ese día naciste de nuevo?

También estoy de acuerdo, pero de ahí a ser santo…
RESPUESTA: ¿Cuándo tu madre te dio a luz, lo hizo para que fueses un enano? Hasta donde veo has crecido, has engordado, te has hecho famoso como periodista. Te has realizado. Pues cuando Dios nos engendró y dio a luz en el Bautismo, tampoco lo hizo para que quedásemos achatados espiritualmente. ¿Quieres que te lea un texto de San Pablo?

Pues creo que tendrá que leérmelo.
RESPUESTA: Es el capítulo primero de la Carta a los Efesios donde Pablo nos describe cómo nos pensó Dios antes crearnos, escucha: “Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones, en los cielos, en Cristo, por cuanto nos ha elegido en él antes de la creación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor, eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo…” (Ef 1, 3-5)

¿No se le habrá pasado la mano a Dios? ¿No estaría soñando despierto?
RESPUESTA: Claro que soñaba, mejor dicho, nos soñaba todavía cuando no existíamos. Por eso, todos somos “un sueño de Dios” llamados a realizarlo por medio de Cristo. Esta es nuestra verdadera vocación.

Si toda la vida ustedes se han empeñado en hacernos sentir pecadores, pero no santos.
RESPUESTA: Ahí sí te doy la razón. Los sacerdotes tenemos que pediros perdón a todos porque en vez de mostraros el ideal de Dios sobre cada uno, hemos preferido haceros sentir que sois malos y pecadores. Por eso Juan Pablo II nos dio un tirón de orejas a comienzo de este Tercer Milenio cuando nos dijo a todos: “En primer lugar, no dudo en decir que la perspectiva en la que debe situarse el camino pastoral es el de la santidad”. (n.30)

De la pastoral del pecado a la pastoral de la santidad.
RESPUESTA: Exactamente. En vez de la pastoral “para no ir al infierno” es preciso pasar a la pastoral “para entrar en el cielo”. En vez de la pastoral del pecado, hay que pasar a la pastoral de la gracia y de la santidad.

¿Tal fácil es el camino de la santidad?
RESPUESTA: Yo no estoy hablando si es fácil o es difícil. Tampoco es fácil crecer, madurar, hacerse hombre maduro. El camino de la santidad nos lo marca el Evangelio y las mismas semillas bautismales que tienen que crecer en nosotros.

Dígame una cosa. ¿En qué consiste la santidad?
RESPUESTA: En una sola cosa: en el amor, en la caridad. Jesús nos lo dice claramente en los discursos de la Ultima Cena: “Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado”. Además, Él mismo nos llama “amigos” y nos llama “elegidos”. “No me habéis elegido vosotros a mí, soy yo quien os he elegido y os destinado que vayáis y deis fruto y vuestro fruto dure.”

Entonces, ¿por qué en la liturgia de hoy nos propone el Evangelio de las bienaventuranzas?
RESPUESTA: ¿Y qué otra cosa son las bienaventuranzas que la síntesis del amor a Dios y del amor a los hermanos? Si nos detenemos a analizarlas detenidamente veremos que en el fondo todo se reduce al amor.

¿Usted ve tanta santidad en el mundo y en la Iglesia, precisamente en un momento en el que se están destapando tantos pecados secretos de la Iglesia?
RESPUESTA: Siempre resulta más fácil ver lo malo de la gente que lo bueno. No quiere decir que no haya pecado, pero cuánta bondad hay en el corazón de cada uno. Además, el santo no es el que nunca ha experimentado el pecado. A mí no me gustan esos santos que nacen ya santos.

¿Cómo que nacen ya santos?
RESPUESTA: Hemos vivido en la Iglesia un concepto de santidad prácticamente imposible. Desde que nacían ya no querían tomar el pecho los viernes por recuerdo con la Pasión del Señor. Los santos son de carne y hueso como todo el mundo. El Santo Cura de Ars, San Juan María Vianey decía que santos y pecadores se parecen y se diferencian. Todos pecan. La diferencia está en que el pecador sigue caído, mientras que el santo siempre se levanta.

¿Dónde está entonces el problema, porque la mayoría de la gente cree que la santidad es imposible, que solo algunos la logran?
RESPUESTA: Creo que son muchos los motivos. En primer lugar, hemos predicado más el pecado que la santidad. El miedo a la condenación más que el ideal de salvación y santidad. En segundo lugar, que hemos puesto la santidad más a hacer milagros y cosas excepcionales y no hemos valorado las cosas sencillas de cada día, el amor de cada día, la bondad de cada día. Y, en tercer lugar, que nos hemos contentado con ser buenos y ahí nos hemos estancado sin mayores aspiraciones.

¿Estamos diciendo que algún día la Iglesia a mí me pueden canonizar?
RESPUESTA: Ojalá que algún día pudiera yo ver a San Miguel Humberto Aguirre en los altares. Creo que tenemos que diferenciar las cosas. Una cosa es que la Iglesia declare a algunos especiales como modelos del resto de los fieles y otra cosa es la santidad anónima que tanta gente vive en bondad, en generosidad, en servicialidad, en espíritu de fidelidad, en espíritu de amor. Los pueblos tienen sus héroes que nos sirven a todos de modelo y aliciente para amar a la patria, pero no quiere decir que el resto de ciudadanos no la ame.

De alguna manera, todos tenemos la idea de que los que quieren ser santos o son sacerdotes o religiosos o monjas, sobre todo sin son fundadores.
RESPUESTA: Insisto en que hemos presentado la santidad como si fuera cuestión de los estados de vida. Felizmente, el Concilio Vaticano II, antes de hablar de la santidad de la vida consagrada, tiene en la Constitución sobre el Iglesia el Capítulo 5 titulado precisamente “Llamamiento Universal a la Santidad”.

Es decir, la santidad de los de a pie, de la gente con corbata o minifalda.
RESPUESTA: Te voy a citar otro texto de Juan Pablo II en su Exhortación para el Nuevo Milenio, nos dice textualmente: “Es el momento de proponer de nuevo a todos con convicción este alto grado de vida cristiana ordinaria”. Además, añade: “La vida entera de la comunidad eclesial y de las familias cristianas debe ir en esta dirección”. Y termina: “Pero también es evidente que los caminos de la santidad son personales y exigen una pedagogía de la santidad verdadera y propia, que sea capaz de adaptarse a los ritmos de cada persona”.

“Comunidad entera eclesial”, “las familias cristianas”. “caminos personales” y “ritmo de cada persona”…
RESPUESTA: Ya ves, la santidad es de toda la comunidad. Uno de los caminos es el de la familia cristiana. Además, cada uno tiene su propio camino personal. No todos somos iguales, tampoco lo somos en la vida social. La gracia es personal, cada uno tiene la suya. Además, no todos tenemos el mismo ritmo, cada persona tiene el suyo, unos van más de prisa, otros vamos más lentos, pero la meta es la misma.

¿Cuándo cree usted que la comunidad en general lo mismo que las familias lograrán vivir esta mentalidad y este ideal?
RESPUESTA: Yo pienso que depende de muchos factores. El Papa nos pide una pastoral que tenga como criterio no solo evitar el pecado sino el ideal de la santidad. Todo dependerá del esfuerzo que hagamos todos para entrar por esos nuevos caminos de vida cristiana.

Usted dijo algo en su presentación que me dejó un tanto inquieto. Decía usted que sentía no sé qué cosas por el hecho de que hoy, la gente acuda más a los cementerios que a la misa.
RESPUESTA: Y es así. La gente no ha tomado conciencia de lo que realmente celebramos y por eso da más importancia llevar unas flores al cementerio, cuando en realidad aquellos a quienes visitamos ya están no en el cementerio sino celebrando la vida en el cielo.

Lo cual quiere decir que para usted hoy debiera ser la gran fiesta de toda la comunidad eclesial.
RESPUESTA: Hoy debiera ser la gran fiesta de la santidad de la comunidad parroquial, la gran fiesta de la santidad de las familias cristianas, la gran fiesta de cada uno de nosotros. Hoy debiéramos estar todos con el alma de fiesta, con el corazón de fiesta.

Le confieso que todo esto me está abriendo horizontes nuevos y además horizontes que a uno le ilusionan y entusiasman.
RESPUESTA: Lo negativo no entusiasma a nadie, son los grandes ideales los que mueven los corazones. No podemos negar que en la Iglesia y en el mundo hay mucha basura, pero también cuánta belleza de corazones y cuánta belleza de generosidad. La bondad saca poco ruido, el pecado es mucho más ruidoso.

Padre ¿qué mensaje final les daría usted hoy a nuestros oyentes?
RESPUESTA: Les diría algo muy sencillo. Amigos, Dios no nos quiere enanos espiritualmente, no nos quiere raquíticos y achatados. Vivamos el sueño de Dios sobre nosotros. Una cosa, no nos contentemos con ser menos de lo que Dios quiere que seamos: santos.

DESPEDIDA: Amigos, felicidades a todos en el día de vuestro santo, en el día de vuestra santidad. Sed santos.

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