Con los Enfermos

Carta a los Enfermos 1

Queridos enfermos: ¿Verdad que tenéis la impresión de que nadie se acuerda de vosotros? ¿Verdad que a veces sienten que sois un estorbo en casa?

Yo no quisiera defraudaros. Porque si no podemos engañar a nadie, menos a los Cristos enfermos de nuestros hogares. Por eso os digo con toda sinceridad:

No os tenemos olvidados. Sí, es posible que, no siempre os dediquemos el tiempo que vosotros necesitáis, porque también los sanos estamos demasiado ocupados. Pero, creedme, os llevamos en el corazón. Porque sabemos que os necesitamos. Sí, os necesitamos. No para que hagáis cosas por nosotros, sino porque vuestra presencia es para nosotros una palabra de aliento para que también sigamos luchando en la vida.

Vuestra serenidad, es una invitación a que aprendamos a manejar nuestros nervios.
Vuestra dulzura, es una invitación a que aprendamos a ser más amables.
Vuestro aguante, es para nosotros la invitación a que no nos rindamos ante las dificultades de la vida.

Además, vuestras limitaciones nos están diciendo cada día que no somos tan autosuficientes como con frecuencia creemos y pensamos.
Sin hacer nada, hacéis mucho.
Sin decir nada, nos decís mucho.
Sin pedirnos nada, nos estáis dando mucho.
Sin moveros de vuestra cama o de vuestra silla de ruedas, sois la palabra de Dios que despierta en nosotros la sensibilidad del corazón.
¿Recordáis las actitudes de Jesús con los enfermos? Muchos de ellos eran considerados impuros por su enfermedad. Y Jesús nunca tuvo dificultad en hablar con ellos, dedicarles su tiempo e incluso tenderles la mano, tocarlos. Y hasta donde fue posible, curó a todos los que pudo.

Vosotros no sois una carga. De alguna manera todos hemos sido y seguimos siendo una carga para los demás. Porque todos tenemos que aceptarnos tal y como somos, sanos y enfermos, tristes o alegres. Yo os pediría que quitéis de vuestra cabeza esas ideas de vuestra inutilidad y de que sois una carga pesada para la familia. Sois una carga como todos somos una carga para Dios. Pero una carga para el ejercicio del amor.

No olvidéis nunca que Jesús os propuso a vosotros como uno de los signos del Evangelio y del Reino. “Estuve enfermo y me visitasteis”. Ya veis. Vosotros desde vuestras limitaciones sois el Cristo presente en el hogar, en la familia.

A través de esta página web yo quisiera mantener con vosotros un cariñoso diálogo. Si mis palabras os pueden llevar un poco de aliento me daré por satisfecho. Y si alguno de vosotros me quiere enviar alguna cartita de aliento para los demás, sabéis estoy dispuesto a publicarla también.

 Un amigo vuestro que también sabe lo que es la enfermedad, lo que es la fiebre, lo que es tener el cuerpo roto de estar tumbado en la cama. Y como amigo os bendigo con todo cariño. Orad por mí, orar por la Iglesia, orad por el mundo, como nosotros oraremos por vosotros. Un abrazo.

Vuestro amigo,
Clemente Sobrado C.P.

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