Con los Enfermos

Carta a los enfermos 2

Queridos enfermos: ¿Quién os ha metido en la cabeza que, como enfermos, ya no podéis hacer nada y que sois unos inútiles, sois un peso para la familia? Yo quisiera convenceros de que vosotros podéis hacer muchas cosas. Y cosas esenciales para la familia y para todo el resto.

En un mundo en que todo se valora por lo que producimos, vosotros sois los testigos de que también se pueden hacer muchas cosas sin hacer nada.
En un mundo que vive triste, vosotros nos podéis regalar una sonrisa. ¿Cuánto pagarían muchos por una sonrisa?
En un mundo estresado por el hacer, vosotros nos habláis de la paz y la serenidad de la vida.
En un mundo encerrado en su egoísmo, vosotros nos hacéis sentir que pensar en los demás es más importante.
En un mundo donde todos nos queremos sentir independientes y autosuficientes, vosotros nos enseñáis que también se puede ser grande dependiendo de los demás.
En un mundo que sólo mira para fuera, vosotros nos estáis recordando que se necesita tiempo para mirarse uno a sí mismo.
En un mundo que ha perdido la esperanza, vuestra sonrisa nos habla de que aún es posible la alegría.

Personalmente, como sacerdote, quiero deciros que más me habéis dado vosotros a mí que yo a vosotros.
He aprendido mucho de los enfermos que he visitado. Y que han sido muchos.
Me habéis enseñado la serenidad en el dolor.
Me habéis enseñado el optimismo en el sufrimiento.
Me habéis enseñado la valentía en la enfermedad incurable.
Me habéis enseñado a rezar con fe y esperanza.
Me habéis enseñado a no quejarme y lamentarme de mis pequeñas dolencias y fastidios.

Son cosas que yo os agradezco.
En vuestra experiencia he sentido las posibilidades de la fe, en la oscuridad del dolor.
Incluso, enfermos desahuciados me habéis hecho sentir la alegría y la esperanza ante lo imposible.

Por eso os digo: nadie os paga por lo que nos dais. Pero nos dais más que lo que os imagináis.
Yo aprendí la enfermedad junto a la cama de mi madre. Pero luego vosotros habéis continuado un magisterio que cada día me ha hecho más humano, y más comprensivo.

A todos vosotros, un abrazo de vuestro amigo y hermano,
Clemente Sobrado C.P.

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