Teóricamente todos coincidimos en la importancia de la familia. Es cierto que hoy no falta alguna que otra voz discordante que quiera levantar su voz para negarle a la familia ese lugar prioritario dentro del marco de la sociedad. Felizmente no son muchos.
Con frecuencia, esas voces que desentonan no suelen ser las más peligrosas porque cuando uno ya se define, el resto ya estamos avisados y prevenidos, pero hoy corren por ahí una voces muy silenciosas, casi calladas, pero que insensiblemente se hacen sentir. Esas sí son peligrosas, porque veneno avisado no mata. Además se les puede buscar el antídoto a tiempo, pero las no avisadas sí pueden ser venenos peligroso.
La cultura actual está marcada por una actitud “anti-institución”. Todo lo que está institucionalizado lo sentimos como una especie de corsé que nos oprime y limita nuestra libertad… y de esto no se salva ni la familia. Con frecuencia se escucha decir “para amarnos no es necesario casarnos” y “el matrimonio mata el amor”.
Puede parecer extraño pero es la realidad. En el fondo es afirmar que el cauce del río mata la libertad del río. De ahí que hoy sea fácil encontrar parejas unidas por el simple voluntarismo de sus sentimientos, pero marginadas a toda institucionalidad tanto civil como religiosa. Matrimonios de simple convivencia que responden no tanto al “para amarte y servirte todos los días de mi vida”, sino más bien a ese subconsciente de “sí, mientras me vaya bien contigo”.
Comprendemos que los factores que inciden en la familia son muchos. Incluso hasta nos atreveríamos a decir que no todos los fracasos obedecen a la mala actitud o disposición de la pareja. Vivimos en una sociedad sumamente conflictiva y la familia es la caja de resonancia de todos los problemas de la sociedad.
En este nuevo espacio que hoy iniciamos en nuestra página web sólo busco una cosa: Ayudar a la familia y a las familias a clarificarse a sí mismas, clarificar sus problemas y sus situaciones. No pretendo hacer de médico de la familia, me contentaría con ser una simple luz que les ayude a alumbrar su camino. La suerte de los faros es alumbrar durante la noche, pero ese chorro luz que lanzan desde lo alto de las rocas, marca el rumbo de muchos barcos.
No sé si lograremos llegar a ser faro, pero nos daremos por satisfechos con ser un simple fósforo en la noche. A todas las familias, desde ya mi cariño, mi reconocimiento y mis mejores deseos para todas ellas. Clemente Sobrado cp.