“La comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo. Los evangelizadores tienen así «olor a oveja» y éstas escuchan su voz. Luego, la comunidad evangelizadora se dispone a «acompañar». Acompaña a la humanidad en todos sus procesos, por más duros y prolongados que sean. Sabe de esperas largas y de aguante apostólico. La evangelización tiene mucho de paciencia, y evita maltratar límites. Fiel al don del Señor, también sabe «fructificar». La comunidad evangelizadora siempre está atenta a los frutos, porque el Señor la quiere fecunda. Cuida el trigo y no pierde la paz por la cizaña. El sembrador, cuando ve despuntar la cizaña en medio del trigo, no tiene reacciones quejosas ni alarmistas. Encuentra la manera de que la Palabra se encarne en una situación concreta y dé frutos de vida nueva, aunque en apariencia sean imperfectos o inacabados”. (EG 24)
El Papa no ve dificultades, trata de meterse en la vida concreta de la gente y no lo ve como una humillación, incluso sin tiene que meterse en los bajos fondos. Quiere que cristiano viva con contacto con la “carne sufriente de Cristo en el pueblo”. El Papa no ve el Evangelio como tenerlo encerrado, sino oliendo a “oveja”, oliendo a gente, a gente que sufre. Como tampoco se asusta que haya demasiada cizaña que hace peligrar el trigo. No se queja de lo malo que hay, sino que mira siempre las posibilidades de que crezca el trigo.
Algunos nos quedamos en las dificultades, como dicen por ahí “no se puede y además es imposible”. Para el Evangelio siempre las posibilidades son más que las dificultades. Me encanta el optimismo del Papa y que debiera ser el optimismo de cada uno de nosotros. Si nos quedamos en las dificultades nunca haremos nada. La gracia es más que el pecado. El trigo sabe crecer entre la cizaña. No tengamos miedo, seamos testigos allí donde las “papas queman”.