“La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan. «Primerear»: sepan disculpar este neologismo. La comunidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha primereado en el amor (cf. 1 Jn 4,10); y, por eso ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos. Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva. ¡Atrevámonos un poco más a primerear! Como consecuencia, la Iglesia sabe «involucrarse». (EG 24)
¿Verdad que nos da miedo ser audaces? Sin embargo, Jesús fue el primer audaz que, sin miedo a nada, se lanzó a los caminos, abrió caminos, y caminó siempre por delante. Quiere también una iglesia no que vaya siempre poniendo parches a lo que los otros hacen, sino que vaya por delante, llamada a “salir al encuentro, buscar a lo lejanos invitar a los excluidos”.
Hasta se atreve a inventar la palabra “primerear”, que no está en la Academia, pero sí en el corazón de los creyentes. El creyente es misionero por naturaleza y como tal no espera. No espera que los de lejos vengan, sino que van a buscarlos, van a su encuentro.
El Papa no pide que “nos atrevamos”, que no nos echemos atrás, que seamos decididos, sin miedos ni cobardías. Un cristiano cobarde nunca será misionero.