“En su constante discernimiento, la Iglesia también puede llegar a reconocer costumbres propias no directamente ligadas al núcleo del Evangelio, algunas muy arraigadas a lo largo de la historia, que hoy ya no son interpretadas de la misma manera y cuyo mensaje no suele ser percibido adecuadamente. Pueden ser bellas, pero ahora no prestan el mismo servicio en orden a la transmisión del Evangelio. No tengamos miedo de revisarlas. Del mismo modo, hay normas o preceptos eclesiales que pueden haber sido muy eficaces en otras épocas pero que ya no tienen la misma fuerza educativa como cauces de vida. Santo Tomás de Aquino destacaba que los preceptos dados por Cristo y los Apóstoles al Pueblo de Dios «son poquísimos».[47] Citando a san Agustín, advertía que los preceptos añadidos por la Iglesia posteriormente deben exigirse con moderación «para no hacer pesada la vida a los fieles» y convertir nuestra religión en una esclavitud, cuando «la misericordia de Dios quiso que fuera libre».[48] Esta advertencia, hecha varios siglos atrás, tiene una tremenda actualidad. Debería ser uno de los criterios a considerar a la hora de pensar una reforma de la Iglesia y de su predicación que permita realmente llegar a todos.” (EG 43)
El Papa insiste en la necesidad de renovar la Iglesia, teniendo en cuenta que una es la Iglesia de Cristo y otra que es la Iglesia que hemos ido construyendo los hombres. Cita a Santo Tomás que dice que los preceptos de Jesús y los Apóstoles “son poquísimos” y a San Agustín que pedía que los preceptos añadidos por nosotros exigen “moderación” “para no hacer pesada la vida a los fieles” y convertir nuestra fe en una esclavitud”.
Cuando el Papa cambia ciertas cosas no está cambiando a la Iglesia de Jesús, sino aquello que nosotros le hemos ido pegando, que pudo ser necesario en otros tiempos, pero que hoy resulta inútil e incluso puede ser un obstáculo para hacer más visible el mensaje.
Cuando nos quejamos de los cambios, en realidad, nos estamos aferrando a lo viejo. Hasta los árboles renuevas sus hojas, la vida renueva sus sarmientos. ¿Cuánto hemos cambiado nosotros mismo en los medios de comunicación y de vestir? ¿Por qué escandalizarse de que la Iglesia se actualice? “No tengamos miedo de revisarlas.” No tengamos miedo de cambiar lo que hay que cambiar.