Domingo es Fiesta

Domingo 31 – B | Amarás al próximo | IQC2021

“Amarás a Dios con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo”

Proclamamos el Evangelio de Jesucristo según san Marcos 12,28b-34

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Qué mandamiento es el primero de todos?”.

Respondió Jesús: “El primero es: ‘Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es éste: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No hay mandamiento mayor que éstos”.

El escriba replicó: “Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno vale más que todos los holocaustos y sacrificios”.

Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: “No estás lejos del reino de Dios”.

Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

PALABRA DE DIOS.

Palabras de Clemente:

Amigos de cada domingo. Como el letrado que pregunta a Jesús, también nosotros tendremos que preguntarle hoy: “Señor, ¿cuál es la ley principal, el mandamiento principal de todos?” Dios les había dado diez mandamientos, los fariseos los multiplicaron a 613 y todos eran igualmente obligatorios. Vivían envueltos de mandatos.

Jesús clarifica el escenario y reduce toda la revelación y toda la Escritura a un solo mandamiento: el del amor. El cual desdobla en dos: el amor a Dios y el amor al hombre. La manía de los hombres es multiplicar preceptos, leyes, prohibiciones. La manía de Dios es ir a la raíz de la vida. San Agustín lo entendió muy bien cuando dijo: “Ama y haz lo que quieras”. Quien ama de verdad cumple la voluntad de Dios. Quien ama de verdad se salva. Quien ama de verdad ha entendido a Dios y al hombre. Quien no ama, por muchas leyes que cumpla, no está en la verdad de Dios.

El problema de nuestra fe está en que no tenemos un mandamiento básico y fundamental y entonces comenzamos a dar importancia a mandamientos secundarios. Nos perdemos en un moralismo de mandamientos y perdemos la orientación fundamental. ¿Acaso el amor es nuestra preocupación básica? ¿No habremos dado mucha más importancia a la mentira, a los enfados, a los malos pensamientos e incluso al culto que al amor? ¿De qué nos sirve ir a Misa si no amamos? ¿De qué nos sirve ser castos si no tenemos amor en nuestro corazón? ¿De qué nos sirve no robar si no amamos de verdad?

Dios se ha definido a sí mismo como amor. Dios define al hombre también como el que “ama”. San Pablo nos dirá que “si no tengo amor nada soy”. Tenemos que recuperar la esencia del cristianismo: Dios es amor y el hombre está llamado a amar.

1.- Padre Clemente, ¿cómo tendríamos que situarnos frente a este Evangelio de hoy?
RESPUESTA: Como quien se sitúa frente a sus propias raíces y frente a su propio ser e identidad. El Evangelio de hoy sitúa al creyente, a la Iglesia, a las comunidades cristianas frente a su propia identidad en el mundo.

2.- ¿Por qué esta radicalidad de su planteamiento?
RESPUESTA: La radicalidad no la planteo yo. La planteó Jesús. Le preguntan por lo principal, por lo esencial. Jesús es claro y tajante. Lo esencial del creyente es amar a Dios y amar al hombre. El que ama, cree de verdad. El que no ama, no cree de verdad.

3.- Usted dice que “creer es amar” y “amar es creer”.
RESPUESTA: La verdadera fe no está en aceptar ideas y doctrinas. La verdadera fe está en descubrir a Dios como amor y al creyente como el que ama y revela al Dios amor. Nosotros no estamos para revelar al Dios idea, al Dios cabeza, sino al Dios corazón, al Dios amor.

4.- A Jesús le preguntan por el principal de los mandamientos, ¿quiere decir que había dudas sobre el particular?
RESPUESTA: Las había como las sigue habiendo. Con frecuencia valoramos y ponemos en primer plano lo que es secundario y nos olvidamos de lo que es esencial. Para Jesús lo esencial es el amor. Benedicto XVI lo decía claramente: la confesión de que “Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios… expresa con claridad meridiana el corazón de la fe cristiana: la imagen cristiana de Dios y también la consiguiente imagen del hombre y su camino”.

5.- ¿Estamos diciendo que los cristianos tampoco hemos descubierto todavía la verdadera esencia de nuestra fe y, por tanto, nuestra verdadera identidad y nuestra misión?
RESPUESTA: Estamos diciendo tres cosas: que la imagen del Dios de nuestra, la imagen que tengamos del hombre y las actitudes de nuestros comportamientos se revelan en el amor. El amor es lo esencial del cristiano. El amor del cristiano es la mejor revelación del rostro de Dios.

6.- Sin embargo, Padre, yo siempre he sentido que en nosotros prevalece la moral, lo que se puede y lo que no se puede.
RESPUESTA: El Papa Emérito es bien claro y nos dice: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una persona, que da nuevo horizonte a la vida, y con ello, una orientación decisiva”. Y añade que, “la fe cristiana pone el amor en el centro”.

7.- Pero aquí hay dos cosas. A Jesús le preguntan por el primero y principal mandamiento. Y El responde también señalando el segundo. ¿Por qué?
RESPUESTA: Porque si bien Dios es amor y nuestra fe es creer en Él como amor, ese amor de Dios no puede quedar en un sentimentalismo barato. Tiene que expresar en el amor a lo que Dios más ama, y este es el hombre. No podemos separar a Dios y al hombre. El amor al hombre es la verdadera señal de nuestro amor a Dios.

8.- ¿Estaríamos entonces diciendo que la Iglesia y los creyentes tenemos que estructurar nuestra vida sobre el amor?
RESPUESTA: San Ignacio de Antioquia decía de la Iglesia de Roma que “preside la caridad”. La Iglesia necesita estructuras, cierto: pero tiene que ser la comunidad del amor. De lo contrario dejaría de ser Iglesia. Las estructuras sin testimonio y vivencia del amor, no sirven para nada, son puros adornos. Benedicto XVI dijo una frase que, si la tomásemos en serio, cambiaríamos de rostro.

9.- ¿Se puede saber a qué frase se refiere?
RESPUESTA: Escribe el Papa: “Practicar el amor hacia las viudas y los huérfanos, los presos, los enfermos y los necesitados de todo tipo, pertenece a su esencia tanto como el servicio de los Sacramentos y el anuncio del Evangelio”. Yo quisiera que nos preguntásemos con sinceridad: ¿Damos tanta importancia a la caridad con los demás como se la damos a los Sacramentos y al Evangelio?

10.- Creo que todos tenemos que ser sinceros. La verdad es que valoramos más los sacramentos y la Palabra que el verdadero amor.
RESPUESTA: ¿De qué nos sirven los sacramentos, si luego no amamos al hermano? ¿De qué nos sirve la Palabra, sino la expresamos luego amando a los demás?

11.- ¿En qué sentido le llama a usted la atención lo que decía Benedicto XVI?
RESPUESTA: El Papa confiesa que “el amor al prójimo enraizado en el amor a Dios es ante todo una tarea para cada fiel, pero lo es también para toda la comunidad eclesial, y en todas sus dimensiones: desde la comunidad local a la Iglesia particular, hasta abarcar a la Iglesia universal en su totalidad”.

12.- Ahora creo se puede entender aquello de Jesús a Pedro, cuando por tres veces le pregunta si “le ama”.
RESPUESTA: No le dice si le ama, sino si le ama “más que éstos” y luego le dice que “apaciente a las ovejas”. La Iglesia necesita de gobierno, pero un gobierno de amor, un gobierno que exprese amor a todos los niveles: local, diocesano y universal. La Iglesia no puede estructurarse como la sociedad civil. La Iglesia tiene que estructurarse como comunidad de amor.

13.- De la Iglesia primitiva se dice que lo que más llamaba la atención era “cómo se amaban”. ¿Se podrá decir lo mismo de la nuestra?
RESPUESTA: Benedicto XVI comentaba esta realidad de la primera Iglesia. Evidentemente hay que reconocer que los modos de expresar la caridad y el amor han cambiado, pero aún así tiene una frase que yo llamaría fulminante.

14.- ¿Fulminante?
RESPUESTA: ¿Quieres escucharla? “En la comunidad de los creyentes no debe haber una forma de pobreza en la que se niegue a alguien los bienes necesarios para una vida decorosa”. ¿Qué me dices a esto?

15.- Oiga, Padre, si esto es verdad, todavía andamos por los sótanos de nuestra fe…
RESPUESTA: Todavía no hemos estrenado nuestra fe y es aquí donde hunde sus raíces el amor y la caridad. Decíamos que el amor nos revelaba el rostro de Dios, pero también el rostro del hombre. Es decir, el que ama tiene una manera distinta de ver a Dios, pero también de ver al hombre. El amor implica una antropología nueva, distinta. San Ireneo lo entendió muy bien y decía que “la gloria de Dios es la vida del hombre”.

16.- Con lo cual estamos diciendo que el primer paso para el amor es la revalorización de cada hombre.
RESPUESTA: La primera expresión de amor de Dios fue hacer al hombre a su imagen y semejanza. Dios tiene tanta consideración hacia el hombre que no dudó en “entregar a su Hijo por el hombre”. Aquí tendríamos que plantearnos todos: ¿Qué importancia tienen para nosotros nuestros hermanos? ¿Qué valor damos nosotros a cada hombre que encontramos en nuestro camino?

17.- ¿Significa esto que Dios y el hombre están en el mismo plano de interés e importancia?
RESPUESTA: Nunca Dios estará en el mismo plano que el hombre, pero yo me atrevería a decir que Dios elevó al hombre el mismo plano que Dios. La fuente de nuestro amor al prójimo será la experiencia de sentirnos amados por Dios. Quien ha experimentado el amor de Dios, no puede menos que amar como Dios ama a todos los hombres.

18.- Lo que no entiendo es porqué, entonces, todos sentimos que tenemos que amar a Dios, pero nos cuesta convencernos de que tenemos amar igualmente al hombre.
RESPUESTA: Por una razón muy simple: hemos valorado, al menos así lo decimos, a Dios, pero aún no hemos valorado en su verdadera medida al hombre. Amar al hombre tiene que empezar por valorarlo, por estimarlo, por descubrir su verdadera dignidad.

19.- ¿Tendríamos que dejar a Dios por el hombre?
RESPUESTA: ¿Quién te ha dicho que para amar al hombre tenemos que dejar a Dios? Cada vez que amamos al hombre estamos amando a Dios y cada vez que dejamos de amar al hombre estamos dejando de amar a Dios. Aún así, Pablo dice de Jesús que “sin dejar de ser Dios, se anonadó a nuestra condición de hombre”. El mismo Jesús nos dirá que antes que la ofrenda en el altar está la reconciliación con el hermano.

20.- Digamos que “Dios y el hombre” no son enemigos.
RESPUESTA: Dios y el hombre son tan íntimos amigos que lo que hacemos a uno lo estamos haciendo al otro. “A mí me lo hicisteis”, nos dijo Jesús.

21.- Padre, disculpe mi imprudencia, pero siento algo aquí dentro. ¿No nos estaremos equivocando haciendo tantas cosas, pero dejando en segundo plano nuestro amor?
RESPUESTA: No hay imprudencia alguna. Creo que planteas algo muy serio. Por eso quiero responderte con las Palabras de san Pablo: “Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. Aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera fe para trasladar montañas, si no tengo amor, nada soy”.

22.- Le confieso que lo más de impresiona es que del amor que tengamos así será nuestra experiencia de Dios y nuestra experiencia del hombre.
RESPUESTA: Dime cómo amas y te diré cómo es tu Dios y cómo es el hombre para ti. O, si prefieres, dime cómo es tu Dios y te diré qué es el hombre para ti. El amor nos lleva más lejos que nuestras ideas. Por eso el hombre es grande por sus ideas, pero es mucho más grande por su corazón.

DESPEDIDA: Amigos, en la tarde de la vida no se nos examinará de lo que hemos hecho, sino de lo que hemos amado. “En la tarde de la vida nos examinarán del amor”.

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