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Domingo 32 – B | La limosna de la viuda | IQC2021

“Les aseguro que esta viuda ha puesto en el arca de las ofrendas más que nadie”

Proclamamos el Evangelio de Jesucristo según san Marcos 12,41-44

En aquel tiempo, estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente, que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y puso dos monedas de poco valor.

Llamando a sus discípulos, les dijo: “Les aseguro que esa pobre viuda ha puesto en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir”.

PALABRA DE DIOS.

Palabras de Clemente:

Amigos, ¿cómo estáis esta mañana? Os quiero hacer una pregunta: ¿Qué impresión os ha causado este Evangelio de la pobre viuda que echa dos reales al arca de las limosnas? Si nosotros estuviésemos mirando como Jesús, ¿qué es lo que más nos impresionaría? ¿Los dos reales de la pobre viuda o las grandes cantidades de los ricos? Voy a hablar desde mí mismo, posiblemente yo me hubiese sorprendido de los grandes billetones de los ricos y no de los insignificantes dos reales de la viuda.

Sin embargo, Jesús no se sorprende de los grandes billetes y se queda admirado de los dos reales, porque nadie echa tanto como quien da todo lo que tiene para vivir él mismo.

Me atrevo a hacer algunas sugerencias:

La primera: nadie conoce mejor el hambre que aquel que no tiene qué comer. Por eso mismo, la propia necesidad nos hace más sensibles a las necesidades de los demás. ¿Verdad que nos haría bien si en algún momento también nosotros supiésemos lo que es carecer de pan en casa?

La segunda sugerencia: Vivimos en un mundo de abundancia. Yo pienso que no tenemos porqué dar de lo que necesitamos para vivir. ¿No creen ustedes que bastaría con dar lo que nos sobra? Yo estoy seguro de que, si fuésemos capaces de compartir todo lo que nos sobra habríamos solucionado el problema de la pobreza de los que carecen de todo.

La tercera sugerencia: Jesús se sentó frente al arca de las ofrendas. Desde allí podía ver claramente la actitud de cada uno que entraba al Templo. ¿Desde qué punto y perspectiva contemplamos hoy nosotros la pobreza de tantos hermanos nuestros que carecen de lo mínimo para vivir con dignidad? Porque, como dice ese adagio popular, “ojos que no ven, corazón que no llora”.

1.- Padre Clemente: En la Biblia se utiliza con mucha frecuencia a las viudas y sus gestos. En la primera lectura se habla de la viuda de Sarepta que da de comer al Profeta Elías. En el Evangelio Jesús alaba a esta pobre viuda. ¿Por qué?
RESPUESTA: Tenemos que situarnos en la cultura de aquel entonces. Las viudas, igual que los huérfanos, eran el símbolo de la pobreza. El esposo era la única fuente de ingresos. De ahí que la viuda quedaba en el desamparo. Esto aparece también en la naciente Iglesia, en los Hechos de los Apóstoles.

2.- Digamos que eran una especie de símbolo de los pobres de nuestro tiempo.
RESPUESTA: De alguna manera habría que decir que sí. Sólo que la pobreza de las viudas era consecuencia de la pérdida del esposo, en tanto que la pobreza de hoy es fruto de nuestros sistemas políticos y económicos. Aquella era una pobreza circunstancial. La pobreza de hoy es una pobreza estructural.

3.- Usted hacía tres sugerencias de lectura. En la primera sugerencia habla usted de que nadie conoce mejor el hambre de los que no tienen qué comer, que aquellos que sufren hambre. ¿Podría explicarnos un poco eso?
RESPUESTA: Es muy simple. Muchos hablamos de los pobres y de la pobreza un poco de memoria. Hablamos de los pobres como si hablásemos astronautas y cosmonautas, pero no hablamos de los pobres desde nuestra experiencia.

4.- ¿Quiere esto decir que sólo los pobres comprenden a los pobres?
RESPUESTA: Yo no digo que sólo los pobres comprenden a los pobres, pero ciertamente es muy distinto hablar de la pobreza desde la propia experiencia a hablar de la pobreza porque la hemos leído en los libros. Esa pobreza no duele, es una de tantas noticias del día.

5.- ¿Usted experimentó realmente la verdadera pobreza?
RESPUESTA: Yo nací en la pobreza y crecí como niño pobre. En mi casa, con frecuencia, no había pan, ni blando ni duro, porque hasta el duro nos sabía a gloria. Te cuento una experiencia.

6.- ¿De pobreza?
RESPUESTA: No. De cuando salí de la pobreza. La primera cena que hice en el Seminario pude comer lo que no había comido en semanas. Al día siguiente, veía que muchos de mis compañeros lloraban y decían que querían irse a casa. Yo que los veía, me decía a mí mismo: “¡Qué tontos! ¿Con lo bien que se come aquí volver a casa a pasar hambre?”.

7.- Es decir, su vocación se debe a lo bien que se comía en el Seminario, una vocación muy estomacal…
RESPUESTA: Un momento. Yo decidí hacerme religioso y sacerdote sin saber que en el seminario se comía bien. Pero cuando vi lo bien que se comía, la vocación se me afianzó. Al menos me ayudó.

8.- El haber experimentado la pobreza, ¿le da a uno mayor sensibilidad para con los necesitados?
RESPUESTA: Las reacciones del corazón humano son misteriosas. He conocido pobres que cuando se hicieron ricos endurecieron como piedra sus corazones y he visto pobres que en realidad son mucho más sensibles a las necesidades de los demás. Yo no me arrepiento de haber sido pobre, hasta creo que me ha ayudado a comprender mejor a la gente. La experiencia es la mejor maestra, sentir el hambre de los demás en el hambre que tú has pasado.

9.- Padre, en el Evangelio, Jesús alaba a esta pobre viuda porque “ha echado de lo que ella misma necesitaba para vivir”. Pero usted decía en su segunda sugerencia que se daría por satisfecho si compartiésemos solamente lo que nos sobra. ¿Por qué?
RESPUESTA: Tú lo sabes mejor que yo. Hoy vivimos no en un mundo de pobreza, sino en un mundo de pobres. Vivimos en un mundo donde la riqueza abunda y donde, por tanto, tenemos mucho de lo que “nos sobra”.

10.- ¿Cómo se explica un mundo de riqueza y a la vez un mundo de pobres?
RESPUESTA: Eso está a la vista. A muchos nos sobra. Tenemos más de lo que necesitamos, pero lo que nos sobra a los unos no lo compartimos con los que no tienen nada. Ese es el problema. Esta viuda tuvo la generosidad de “dar de lo necesario para vivir”. Un gesto admirable de desprendimiento y de amor a los demás. Yo me contentaría con que tuviésemos la generosidad de desprendernos de “lo que nos sobra” y darlo a los que no tienen nada.

11.- ¿Diría usted que el problema de hoy no es de falta de riqueza, sino un problema de lo superfluo y sobrante?
RESPUESTA: Yo de eso estoy convencido. Con frecuencia leemos que en muchos países de controla la producción para que no haya excedentes y así regular mejor los precios. ¿Por qué no producir para todos y repartir lo sobrante con los que están sufriendo hambre? ¿Acaso el mercado ha de estar por encima de los estómagos vacíos?

12.- No estoy seguro de que los economistas estén de acuerdo con estos criterios…
RESPUESTA: Y no estarán de acuerdo mientras el hombre no sea más importante que el comercio y la regulación de precios. En la historia de mi Congregación, el fundador prohibía vender nada de los frutos de la huerta. Lo que sobraba era preciso darlo a los pobres. Incluso llegó a exigir a sus religiosos que al final de cada año, todo el remanente se repartiese entre los pobres y comenzar el uno de enero a fojas cero. Todos los días, se hacía doble comida: una para los religiosos y otra para los mendigos que venían a pedir de comer.

13.- ¿Y lo siguen haciendo todavía?
RESPUESTA: Tristemente no. Yo recuerdo que, durante el Noviciado y Estudiantado, se ponía a la mesa un plato limpio para que cada religioso dejase libremente una porción de su plato, para con él dar de comer a los necesitados. Más tarde también las comunidades pasaron muchas necesidades y esa costumbre se fue perdiendo.

14.- Esto que nos está contando creo que pudiera ser una bonita manera de pedagogía con los hijos… El irlos acostumbrando a pensar que otros no tienen que comer.
RESPUESTA: Creo que con ello lograríamos mucho más que con mil discursos sobre la pobreza y los pobres. Un amigo mío, con un humor sarcástico, solía decir luego de comer bien: “Bueno, ¿qué les parece si ahora hablamos de los pobres del tercer mundo”.

15.- A mí se me ocurre que ahora que vamos a comenzar el Adviento dentro de unas semanas, pudiera ser una bonita manera de preparar la Navidad. Durante las cuatro semanas renunciar a algo cada día para entregarlo luego a los pobres en Navidad.
RESPUESTA: Me sumo a tu sugerencia y pienso que sería una manera linda de celebrar la Navidad. Compartir algo nuestro, algo a lo que tenemos que renunciar libre y generosamente.

16.- Finalmente, en su tercera sugerencia, usted hablaba de la perspectiva en que se situó Jesús frente a la puerta del Templo para así ver mejor, ¿qué quiso decir con eso?
RESPUESTA: Las cosas se ven según la perspectiva que uno tiene. Si contemplamos la ciudad desde el valle, vemos poco; si la vemos desde las colinas la vemos toda. Si nos situamos frente a los hermanos viéndolos como consumidores, terminamos viéndolos como clientes. Si nos situamos viéndolos como posibles ladrones, los veremos como un peligro. Si nos situamos viéndolos como personas humanas, como hijos de Dios, como hermanos nuestros, los vamos a ver con ojos de compasión y solidaridad.

17.- De todos modos, Padre, la actitud era de simple curiosidad o había algún interés particular…
RESPUESTA: Jesús no actúa por curiosidad. Jesús más bien es un observador del comportamiento humano y sabe emocionarse ante las actitudes generosas de la gente sencilla. Yo estoy seguro de que Dios nos va a sorprender a muchos al hacernos ver cuánta generosidad y cuánta bondad callada y silenciosa hay en muchos corazones.

18.- ¿Cómo pudiéramos nosotros mirar también hoy con esos ojos de Jesús la realidad de nuestros hermanos necesitados?
RESPUESTA: Primero, tener una gran sensibilidad para saber ver los pequeños gestos de la gente. Hay cantidad de bondad que se nos pasa desapercibida porque buscamos siempre cosas grandes. Hay que aprender a ver lo simple, lo sencillo, lo aparentemente poco importante.

19.- Esto lo primero, ¿y lo segundo?
RESPUESTA: Lo segundo, necesitamos de una gran sensibilidad para con las necesidades de nuestros hermanos, no convertirlas en simple noticia, que es nuestro gran peligro. Damos la noticia de tantos muertos como si no nos afectase. Damos la noticia de tantos necesitados como si fuesen simples números de matemática. Es preciso ver más allá de la pobreza para descubrir entre sus escombros a personas, hombres, mujeres, niños, ancianos. Es decir, hermanos que sufren.

20.- ¿Y cree usted que los problemas de la pobreza se pueden solucionar tan solo con las pequeñas aportaciones de los que tienen poco?
RESPUESTA: La generosidad de los que tienen poco no pueden solucionar todos los problemas, pero sí pueden despertar la generosidad de los que tienen mucho. Un fósforo no puede iluminar una ciudad a oscuras, pero un fósforo puede incendiar la ciudad y convertirla en llamas. El gesto de generosidad de quien da todo lo que tiene para vivir puede ser una llamada a la conciencia de quienes tenemos de sobra, y despertar a cuantos estábamos dormidos.

21.- Este gesto de generosidad de la pobre viuda también pudiera ser una invitación a que todos podemos hacer algo.
RESPUESTA: Con frecuencia pensamos que sólo los que tienen mucho tienen que hacer algo. Yo creo que todos podemos hacer mucho. Si cada uno aportamo algo, muchos pocos hacen cantidad. Las playas están hechas de muchas y pequeñas arenas, el mar de muchas gotas de agua, los prados están hechos de muchas pequeñas hierbas…

22.- Bueno, a mí me vine a la mente un ejemplo bien casero. El plato de arroz que comemos está hecho de pequeños granos.
RESPUESTA: Me has ganado. Ese ejemplo creo que lo entendemos todos. Un solo gano de arroz causa tristeza en el plato, pero un montón de granos nos ofrece una rica comida. Y si quieres un ejemplo más, tenemos la Eucaristía.

23.- Muchos granos y un solo pan…
RESPUESTA: Muchos granos y una sola harina y un solo pan. Muchos granos de uva y un solo vino. Muchos pocos hacen un mucho. De ahí que la solución a los problemas del mundo no es ni solo de los ricos ni solo de los pobres, es un problema que nos afecta a todos. Aquí nadie puede decir “yo no puedo”. Todos podemos hacer mucho porque todos podemos hacer algo, aunque sea poco. Sin ese algo mío, estaría incompleto lo mucho que pueden hacer algunos.

DESPEDIDA: Amigos, ¿ya habéis visto las necesidades que hay a vuestro lado, comenzando por la propia casa? No esperéis a hacerlo todo. Comencemos todos por hacer algo.

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