Domingo, 12 de enero del 2025
Cuando el Bautismo es solo de agua
Juan hablaba de dos bautismos. El que él administraba y que era de “bautismo de agua” y el bautismo con que el que nos bautizará Jesús, que es “bautismo en el Espíritu Santo”.
Para quienes su bautismo quedó simplemente en “agua” no resulta fácil luego aprender a vivirlo porque se queda como quien se lava la cara por la mañana o se pega una ducha. Estos bautizados viven luego y se pasan la vida cuestionándose a sí mismos y cuestionando su fe. Pagola comenta: “Quizás la primera pregunta que surge en su interior es muy sencilla: ¿Para qué creer? ¿Cambia algo la vida el creer o no creer? ¿Sirve la fe realmente para algo?”. Es decir, se trata de un bautismo que simplemente se quedó aguado en su principio mismo, pero que no implicó realmente un verdadero nacimiento. Entonces la vida sigue lo mismo que si no hubiésemos sido bautizados.
A diferencia de quienes han sido bautizados en el Espíritu y, por tanto, han sido bautizados para comenzar una nueva experiencia en su vida. La experiencia de Dios, la experiencia de la fe, la experiencia de una vida que comienza a tener un sentido diferente.
El bautismo implica un momento especial de experiencia de Dios. Cuando Jesús fue bautizado, si bien se trataba de un bautismo de agua, en Él se transformó en un bautismo en el Espíritu, pues como relatan los Evangelios inmediatamente se abrieron los cielos y el Espíritu Santo se apareció en forma de paloma y se escuchó la voz del Padre: “Éste es mi Hijo el amado”.
Entonces ya no preguntamos por el sentido y razón de nuestra fe. Nadie pregunta por el sentido y el porqué de algo que se está viviendo. El que ama de verdad no se cuestiona qué cosa es el amor y para qué sirve. El que cree realmente no tiene necesidad de preguntarse qué significa creer. Quién ha escuchado la voz de Dios en su corazón ya no necesita preguntarse si Dios existe. Quien ha experimentado al oído de su corazón que Dios le dice “tú eres mi hijo amado”, no necesita explicaciones, le basta su propia vivencia y experiencia.
¿Con qué bautismo hemos sido bautizados nosotros? ¿Sólo con agua o también “en el Espíritu Santo”? La respuesta es clara. ¿Cuál es nuestra experiencia de Dios? ¿Qué tono tiene la voz de Dios hablando en nuestro corazón?
Lo más importante del Bautismo
Debiéramos preguntarnos qué es lo más importante del Bautismo.
¿Los capillos? ¿Los padrinos? ¿La fiesta? ¿Las fotos y el video? Todo esto no es sino la cáscara del Bautismo.
Lo verdaderamente importante en el Bautismo es el niño que va a nacer de nuevo con una vida nueva. La fe de los padres en la cual el niño va a ser bautizado. La fe de los padrinos y no su posición social.
Lo verdaderamente importante es Dios que comparte su paternidad con la de los padres haciendo del niño un “hijo adoptivo en Jesús”.
El centro ha de estar en el niño, no en los invitados, los vestidos que estrenamos o incluso el que estrena el niño. El centro debe ser el acontecimiento y novedad del corazón del niño y no en la fiesta.
Todos corremos el peligro de que lo secundario tape lo primario, lo verdaderamente importante. No olviden que su hijo ha de ser bautizado en la fe de cada uno de ustedes y por eso tendrán que renovar sus Promesas Bautismales. ¿Es suficiente nuestra fe como para encender en ella la fe del hijo?
Tres cosas sin marcha atrás
“Hay tres cosas que nunca vuelven atrás:
La palabra pronunciada.
La flecha lanzada.
La oportunidad perdida”.
(Proverbio chino)
La palabra que has pronunciado.
Una vez que hablas tu palabra ya no regresa más a tu lengua.
Desde que la has dicho es como el viento que nadie puede recoger entre las manos.
Desde que salió de tu boca, la palabra camina por vida:
Acariciando
Hiriendo
Matando.
Desde que la palabra salió de tus labios:
Ya no es tuya siendo tuya.
Ya no la puedes controlar.
Ya no la puedes llamar.
Es ave que no retorna.
Y a ti te deja ese mal sabor de boca:
¿A cuántos seguirá hiriendo?
¿A cuántas vidas seguirá matando?
¿A cuántos honras y dignidades seguirá destruyendo?
La flecha que has lanzado.
Tampoco la flecha retorna.
Si has tenido puntería dará en el blanco.
Si no se perderá.
Sólo puedes controlar las que quedan en tus manos.
Pero las flechas que has lanzado ésas:
Ya no son tuyas.
Ya no las puedes controlar.
Ya cumplen su misión, aunque te hayas arrepentido.
La oportunidad que has perdido.
La oportunidad es un momento.
La descubres y la aprovechas o la desperdicias.
La haces tuya o la dejas pasar.
La vives o la pierdes.
Las oportunidades son momentos decisivos en tu vida.
Son ocasiones para amar y dejar de amar.
Son ocasiones de perdonar o guardar tu rencor en tu corazón.
Son ocasiones para decidir tu futuro o seguir como estás.
Son ocasiones de definirte a ti mismo, o ser un anónimo.
Son ocasiones para decir ser “alguien” o no ser nadie.
Las oportunidades son ocasiones:
Que tienes hoy y posiblemente no tengas mañana.
Las oportunidades se llaman “hoy”.
Las oportunidades se llaman “ahora”.
Después del “hoy” y del “ahora” sólo queda el vacío.
El vacío de lo que pudo ser y no fue.
(Clemente Sobrado, c.p.)
Hoy es tu día
- Hoy no es un día para mirar al ayer, sino para mirar al mañana. Sólo se vive bien mirando hacia adelante. Caminar mirando hacia atrás es tropezar con los estorbos del camino.
- Hoy no es un día para llorar los días pasados, sino para sembrar las semillas de los días que tienes por delante. No lamentes, no llores. Las lágrimas no solucionan las cosas y además manchan los ojos y no dejan ver claro.
- Hoy no es un día para llorar el pasado, sino para ponerle sonrisas a los días que vienen.
- Hoy no es un día, tal vez, para segar y recoger, pero sí puede ser un día para sembrar, abonar, regar y luego esperar. La siega es fruto de la espera.
- Hoy no es un día como los demás, de ti dependerá que sea un día diferente. De ti depende que sea el día más feliz de todos cuantos has vivido. Vive de tal manera el día de hoy, que nunca lo puedas olvidar.
- Hoy no es un día para indecisiones. Es el día en el que tú puedes decidir la suerte de todos los demás días de tu vida e incluso la vida de los demás.
- Hoy no es un día para incertidumbres. Es el día de tus certezas y seguridades, pues es el único día cierto que tienes en tus manos para ser lo que tú quieras ser y lo que Dios espera que seas. Hoy es el único día seguro que tienes para vivir.