Hoja Parroquial

Cuaresma 1 – B | Jesús es tentado

Domingo, 18 de febrero del 2024

La Cuaresma comienza en el desierto

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Resulta curiosa la narración de Marcos. Habla sencillamente de desierto, pero vincula la tentación o desierto con el Bautismo. En el Bautismo, Jesús fue como ungido por el Padre para la misión. Ahora es el mismo “Espíritu el que empujó a Jesús al desierto”. Marcos no habla ni de ayunos, pero sí de que fue tentado por Satanás, sin especificar más la realidad de las tentaciones. De inmediato, Jesús hace el primer anuncio: “Convertíos y creed la Buena Noticia”.

Las tentaciones de Jesús plantean un doble problema: el problema del hombre y el problema de Dios.

En el Bautismo, Jesús se identifica con todos los pecadores. En el desierto, Jesús se identifica con esa condición humana de la tentación. El hombre desde siempre lleva dentro de sí esa ambigüedad: gracia y pecado, fidelidad e infidelidad. Jesús quiere identificarse con el hombre en esa lucha interior de fidelidades e infidelidades, por lo que comienza por tocar el fondo del corazón humano. Aquello que decía Pablo: “Se lo que debo hacer y hago lo que no debo.” Jesús también debió vivir esa lucha interior de cada hombre y la vivió hasta el final de su vida: “Si eres Hijo de Dios baja de la Cruz…”

Es también el problema de Dios. Cómo tiene que manifestarse Dios al hombre y cuál es el verdadero sentido de Dios en la vida de los hombres.

La peor de las tentaciones está precisamente en deformar la imagen de Dios en su corazón. Porque cada vez que deformamos la imagen de Dios estamos deformando nuestra fe y estamos deformando a Dios mismo.

La tentación, en sí misma, no es pecado, es sencillamente una lucha interior donde cada uno de nosotros se define de cara a si mismo y de cara a Dios. Por eso, al comenzar esta Cuaresma debiéramos asumir como tarea un doble cuestionamiento. ¿Cómo vemos nosotros al hombre? O mejor, ¿cómo nos vemos a nosotros mismos en nuestro núcleo interior, ahí donde cada uno se define a sí mismo? ¿Cómo vemos nosotros a Dios? ¿Qué idea tenemos de Él? Porque es posible que muchos de nosotros llevemos dentro una imagen deformada de Dios. Un Dios que convierte las piedras en panes o un Dios que quiere tener el poder sobre todo.

Por eso Marcos desde un principio nos hace una triple invitación: invitación al cambio, invitación a la conversión y la invitación a creer en el Evangelio como Buena Noticia de Dios. La Cuaresma es un camino de éxodo. El éxodo de salir de nosotros mismos, de nuestras esclavitudes, para ponernos en camino hacia la Pascua. Por eso, Jesús mismo es empujado por el Espíritu al desierto, lugar de éxodo, lugar de lucha y lugar de esperanza en lo nuevo.

La Cuaresma, tiempo de escuchar

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Sí, la Cuaresma es tiempo para “escuchar”, no para “oír”.
Oír es fácil, no requiere esfuerzo alguno.
Incluso oímos lo que nos molesta y fastidia.

Escuchar es otra cosa.
Escuchar es prestar atención.
Escuchar es estar atentos.
Escuchar es dejarse tocar por dentro.
Escuchar es sentirnos aludidos.

La Cuaresma es tiempo para:
Escuchar la Palabra de Dios.
Escuchar a Dios.
Escucharnos a nosotros mismos.
Escuchar nuestro corazón.
Escuchar nuestros vacíos.
Escuchar nuestras esperanzas.

Dejarnos cuestionar por Dios.
Dejarnos cuestionar por su Palabra.
Dejarnos cuestionar por nosotros mismos.

Escuchar a los que están a nuestro lado.
Escuchar sus sentimientos
Escuchar sus problemas.
Escuchar sus tristezas.
Escuchar sus deseos.

Escuchar al mundo:
Escuchar sus problemas.
Escuchar sus necesidades.
Escuchar sus sufrimientos.
Escuchar sus lágrimas.
Escuchar sus alegrías.
Escuchar sus anhelos.

Podemos oír desde cualquier lugar.
Pero solo se puede “escuchar”:
Desde el silencio del corazón.
Desde la paz del espíritu.
Desde la meditación interior.
Desde el recogimiento espiritual.

Hermano:
Escúchate.
Escúchalos.
Escúchalo.

¡Orar, orar, orar!

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El gran camino para llegar a Dios: la oración.
El gran camino para entender su Palabra: la oración.
El gran medio para cambiar de vida: la oración.
El gran medio para cambiar el corazón: la oración.

¿No lo crees? Haz la prueba. El que ora, vive. El que ora, llega. El que ora, termina por triunfar en su vida espiritual. El Pueblo de Dios, felizmente, está descubriendo el sentido, el valor de la oración.

Alguien dijo que “no orar, no era pecado”, pero “sí una gran desgracia”. Comenzamos a morir espiritualmente cuando dejamos de orar. Comenzamos a respirar espiritualmente, cuando comenzamos a orar.

La Cuaresma debiera ser un tiempo especial para dedicarnos a orar. No pierdas esta oportunidad. Si oras, es posible que en tu vida sucedan muchas cosas. Si oras, es posible que llegues a la Pascua muy distinto de lo que eres.

Reserva algunos minutos al día para ese encuentro con Dios. Reserva y regálate unos minutos de tu tiempo, y verás que tu vida comenzará una nueva primavera.

Caminos de futuro

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Sólo se camina bien mirando hacia delante.
Sólo se ven bien las cosas mirando lejos.
Sólo se ven bien los caminos mirando no a los pies.
Sólo se ven bien las cosas cuando las miramos con esperanza.

Los ojos con lágrimas tienen dificultad de ver.
Los ojos llenos de optimismo lo ven todo más claro.

A la miopía se la soluciona con unas buenas gafas.
A la miopía de la vida se la soluciona con ojos llenos de fe.
A la miopía del egoísmo se la soluciona con la generosidad del corazón.

Todo camino es largo para quien está cansando.
Toda dificultad es un imposible para quien ha perdido la esperanza.
Todo problema es una derrota para quien no sabe afrontarlo.

No se escucha a los demás cuando sólo nos escuchamos a nosotros mismos.
No se escucha el dolor del otro cuando sólo se piensa en la propia felicidad.
No se escucha el silencio del otro cuando sólo escuchamos nuestras propias voces.

La vida necesita:
mirar,
mirar lejos,
mirar con esperanza,
mirar con amor,
mirar escuchando a los demás.

Necesitamos:
Escuchar los pasos de Dios en la historia.
Escuchar la voz del Espíritu que cada día nos invita a la conversión.
Llevar encendidas las luces de nuestra mente y de nuestro corazón.

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