Hoja Parroquial

Cuerpo y Sangre de Cristo – B | La Eucaristía hoy | IQC2021

Domingo, 6 de junio del 2021

¿Dónde quieres celebrar la Eucaristía?

la Eucaristía hoy

Los discípulos le preguntan a Jesús, ¿dónde quiere que le preparen la Cena de Pascua? Es que la Pascua no se puede celebrar en cualquier lugar. Es que la Pascua es un momento de salida de la esclavitud camino de la libertad de los hijos de Dios. No se puede celebrar la Pascua allí donde no hay voluntarios para salir, donde no hay dispuestos a correrse el riesgo de la libertad, donde no hay quienes estén dispuestos a dejar sus esclavitudes. Porque celebrar la Pascua es sentirse libre, es haber dejado la esclavitud. De lo contrario, ¿qué celebra la Pascua? Celebrar una Pascua que no celebra nada, carece de sentido.

Hoy, que la Iglesia celebra el sacramento del Cuerpo y la Sangre de Jesús, es decir, el Sacramento de la Pascua de Jesús, es posible que tuviésemos nosotros que preguntarle a Jesús: ¿Y dónde quieres que celebremos la Misa hoy? ¿Dónde quieres que celebremos la Eucaristía hoy?

Porque celebrar la Eucaristía es celebrar “el Cuerpo entregado”, la “Sangre derramada”. Es decir, el sacramento de la plenitud del amor de Dios a los hombres: “Tanto amó Dios que entregó a su Hijo”.

¿Y cómo celebrar hoy el “Cuerpo entregado” si no hay quien quiera compartir lo suyo con los demás?

¿Y cómo celebrar hoy la “Sangre derramada” si no hay quien quiera dar su vida por nadie y preferimos sacrificar la vida de los demás al servicio de la nuestra?

¿Y cómo celebrar el sacramento del “amor hasta el extremo”, si cada uno vive encerrado en su propio egoísmo, en su propio individualismo, en su aislamiento, en su resentimiento y enemistad con los demás?

¿Dónde celebrar el sacramento de la Pascua? ¿Allí donde nadie siente necesidad de salir a ninguna parte, o allí donde la gente ansía salir de sus esclavitudes sociales, morales, culturales, espirituales? Porque en toda celebración recordamos algo del pasado, pero también ponemos nuestro hoy que actualice lo que celebramos y recordamos.

La primera Pascua la celebraron de pie, bastón en mano, dispuestos a partir, a recorrer cuarenta años de desierto en busca de la libertad. ¿Celebraremos nosotros esta Pascua del Cuerpo entregado y la Sangre derramada, sentados, aburridos, cansados, o con el bastón en mano, dispuestos a ponernos en camino de la libertad de nuestro corazón? La Eucaristía es recordar lo que celebramos, celebrar lo que recordamos, y vivir lo que recordamos y celebramos.

La Eucaristía, un estilo de vida

la Eucaristía hoy

La Eucaristía, no es tan solo “el Pan de vida”, es también un estilo de vida porque la Eucaristía es un estilo y modo de “estar” Jesús en la comunidad. Por tanto, un modo y estilo de actuar también la comunidad. Lo cual nos dice que “comulgar” no es tan solo “comer el Pan de Vida”, sino también asumir un modo de vivir.

La Eucaristía, espiritualidad de la presencia. Nuestra presencia en la comunidad es esencial. No podemos vivir al margen ni fuera de la comunidad, sino como miembros que se hacen presentes en la comunidad.

La Eucaristía, espiritualidad de la comunión. Es la espiritualidad de darnos a los demás, del entregarnos a los demás, del hacernos vida para los demás. No podemos comulgar con la Cabeza que es Jesús y luego distanciarnos de sus miembros que son los hermanos.

La Eucaristía, espiritualidad de la humildad. Jesús está en el Sagrario despojado de todos sus atuendos de poder, de grandeza. La Eucaristía es la presencia de Jesús en la humildad sin apariencias, no os “dejéis llamar maestros, ni padres, ni jefes, ni poderosos”. Hacernos uno más de la comunidad. No es la presencia del poder que se impone, sino la comunión de ser uno entre los demás. Creo que fue S. Agustín que dijo: “Para vosotros soy Obispo, con vosotros soy cristiano”.

La Eucaristía, espiritualidad del pan compartido. La Eucaristía es el sacramento para los demás, ss el pan para todos. “Tomad y comed todos de él”. “Tomad y bebed todos de él”.  Estar en la comunidad es compartir lo nuestro y compartirnos a nosotros mismos.

La Eucaristía, espiritualidad de la santidad. La Eucaristía es el “Pan de Vida”. “El que coma de este pan vivirá para siempre”. Tendrá vida y la tendrá en abundancia. La Eucaristía es la presencia del amor de Dios, es el pan de los santos y de los pecadores que quieren serlo.

El silencio eucarístico nos habla hoy

la Eucaristía hoy

Si nos situamos frente al misterio de la Eucaristía, constatamos que en ella se realiza todo el misterio de la vida de la Iglesia.

Misterio de la memoria: La Eucaristía, el pan y el vino, Cuerpo y Sangre de Jesús, son la memoria del gran misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.

Misterio de la fe: La Eucaristía es misterio de presencia. Presencia en la ausencia. Presencia escondida. Jesús encarnado fue la presencia del Padre, pero en el misterio de la fe. Veíamos su humanidad, pero la fe se encontraba con el Padre.

Misterio de la caridad: La Eucaristía es fundamentalmente el sacramento del amor de Dios y del amor de la comunidad. Sacramento del amor de Dios, en el Cuerpo entregado y la Sangre derramada. Es actualizar este amor del Padre. Sacramento del amor de la comunidad: “Todos comemos el mismo pan”.

Misterio de la esperanza: Porque, aunque nos recuerda un pasado que se hace presente, la Eucaristía nos anuncia el futuro. Jesús la instituyó inicialmente como sacramento del futuro: “será entregado”, “será derramada”. Hoy nos abre al futuro de la vida de comunión en la Iglesia.

Misterio de la presencia: Jesús nos prometió estar con nosotros y lo cumple. Está en su Palabra. Está en su comunidad. Está en el pan y el vino. Por eso mismo, celebrar la Eucaristía es hacerlo presente, sentirlo en medio, y sentirnos acompañados y animados por él.

La celebración de la Eucaristía es incompatible con ese estar cada uno encerrado en su propia piedad, en sus propias oraciones personales. ¡A mí que nadie me distraiga! La Eucaristía es compartir juntos, vivir juntos, celebrar juntos, cantar juntos, comer juntos el mismo pan, y juntos emprender nuevos caminos.

Himno a la Eucaristía

Cuerpo y Sangre de Cristo

Te adoro con fervor, Deidad oculta,
que estás bajo estas formas escondida;
a ti mi corazón se rinde entero
y desfallece todo si te mira.

Se engaña en ti la vista, el tacto, el gusto;
mas tu palabra engendra fe rendida.
Cuanto el Hijo de Dios ha dicho, creo,
no hay verdad cual la verdad divina.

En la cruz la Deidad estaba oculta,
aquí la humanidad yace escondida.
Una y otra creyendo y confesando,
imploro yo lo que imploraba Dimas.

No veo, como vio Tomás, tus llagas,
mas por su Dios te aclama el alma mía.
Haz que siempre, Señor, en ti yo crea,
que espere en ti, que te ame sin medida.

¡Oh memorial! De la pasión de Cristo,
oh pan vivo que al hombre das la vida,
concede que de ti viva mi alma
y guste de tus célicas delicias!

Jesús mío, pelícano piadoso,
con tu sangre mi pecho impuro limpia,
que de tal sangre una gota puede,
al mundo redimir de su malicia.

Jesús, a quien ahora miro oculto,
cumple, Señor, lo que mi pecho ansía.
¡Que a cara descubierta, contemplándote,
por siempre goce de tu clara vista!
Amén.

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