Hoja Parroquial

Domingo 25 – C | El administrador deshonesto

Domingo, 18 de setiembre del 2022

“Mendigar me da vergüenza”

mendigar o robar

Mucho hemos hablado contra los pobres que cada día nos atosigan con sus manos tendidas, sus recetas del médico para comprar medicinas y no tienen con qué, o nos piden un tarro de leche para el crío.

Como yo pasé hambre y tuve que pedir limosna, casi no me impresiona ahora ver que otros tienen que hacerlo. Sin embargo, tenemos que confesar, que “pedir limosna”,“mendigar” no es nada elegante ni nada que uno haga por gusto o deporte. Aunque claro está, no faltará alguien que se atreva a decir “ese lo hace por no trabajar”, “ese ya lo hace por vicio”. Confieso que cuando yo pedía pan de limosna, no lo hacía ni por vicio ni por no querer trabajar, sino por necesidad.

De todos modos, siempre será más fácil “mendigar” para aquel que siempre vivió en la pobreza, que para aquel que “se dio la gran vida, no trabajando sino robando con una falsa contabilidad”. Este personaje del que habla Jesús, fue acusado de “derrochar los bienes de su amo”. Se creó una falsa imagen de rico delante de los demás. Ahora que lo despiden intempestivamente comienza a pensar en otro estilo de vida. Lo primero que le viene a la mente es si tendrá que “mendigar”. Y claro esto le asusta. Siente la vergüenza de pasar de “derrochador” y “malgastador” de los bienes ajenos, a tener que ahora tender la mano en el cruce de las calles, en los semáforos o en la puerta de las Iglesias.

No tenemos “vergüenza de robar”, pero sí sentís vergüenza de “mendigar limosna”. No tenemos vergüenza de malgastar lo que no es nuestro, pero sí de tener que hacernos los “mendigos”.

Es entonces que la vergüenza aviva y aguza la inteligencia. Y con lo que no es suyo se hace amigos que luego puedan echarle una mano. Para él sigue siendo fácil trampear y engañar con lo que no le pertenece. Hay un refrán popular que dice: “A mí no me den dinero. Pero pónganme donde lo hoy. Del resto me encargo yo”.

¿Cómo se llevan ciertas contabilidades? ¿Cómo nos enriquecemos a veces? ¿Cómo, con el salario que ganamos se puede llevar la vida que llevamos?

La felicidad en las cosas pequeñas

felicidad

No esperemos a ser fieles en las cosas grandes.
Lo grande siempre comienza por lo pequeño.
No esperemos a ser fieles en las grandes cantidades.
Las grandes cantidades comienzan por pequeñas cantidades.

Las playas comienzan por las pequeñas arenas.
Las grandes lluvias comienzan por pequeñas gotas.
Los grandes gestos comienzan por pequeños detalles.
Las grandes mentiras comienzan por pequeñas mentiras “piadosas”.
Las grandes caídas comienzan por los pequeños resbalones.
Los grandes robos, comienzan por los pequeños robos.
Los grandes pecadores, comenzaron por pequeños pecados.
Los grandes santos, comenzaron por pequeñas generosidades y fidelidades.

Lo grande siempre comienza por lo pequeño.
Si esperas a llegar a la frontera de lo prohibido, fácilmente te vas a pasar al otro lado.
“Esta mentira es piadosa”. Las mentiras de mañana, posiblemente tengan poco de piadosas.
“Esta mentira es pequeña”. Las de mañana serán más grandes.
“Esta infidelidad es solo de pensamiento”. La de mañana puede darte un susto.

El consejo de Jesús revela una gran verdad. “Quien no es fiel en lo poco, tampoco lo será con lo mucho”. “Quien no es fiel en las cosas pequeñas, difícilmente será fiel en las cosas grandes”. “De un roto pequeño, pronto llegamos a un gran roto”. Quien tiene la sensibilidad de “ni siquiera pensar mal de ti”, mayor sensibilidad tendrá cuando se trate de hablar mal o hacerte algún mal.

A los grandes hombres no se los mide por las cosas grandes que hicieron, sino por las pequeñas. Los santos no llegan a la santidad con grandes milagros, sino con los pequeños milagros de la gracia de cada día.

¿Ganarse amigos o ganarse la salvación?

amigos y salvación

El dinero rompe las amistades, pero también hace amigos.
Hay quien se aprovecha del dinero mal adquirido para ganarse amigos.
Y hay quien se aprovecha del dinero para ganarse el cielo.

El uno regalando dinero a los deudores y lo reciban luego sus casas.
El otro dando el dinero a los pobres y que lo reciban en el cielo.

El dinero sirve para todo:
Sirve para trampear y llevar una administración falsa. Es fácil de robar.
Sirve para ganarse amistades que luego quedan deudoras de uno.
Sirve para solucionar las necesidades de los más pobres.
Entonces es Dios quien queda como deudor de los bienes y riquezas del cielo.
Son administraciones distintas. Pero ahí están. ¿Quién las puede negar?

Lo curioso es que con un mismo dinero se puedan hacer cosas tan diferentes.
Unos se engordan con él.
Otros compran y venden amigos.
Otros se compran el cielo.

El problema no es el dinero mismo, sino lo que cada uno hacemos con él.
El problema no son las riquezas, sino lo que hacemos con ellas.

Al fin siempre es nuestra actitud y comportamiento el que decide la bondad o maldad de las cosas.
Con las mismas cosas, unos pueden condenarse.
Con las mismas cosas, otros pueden salvarse.
¿Usted qué dice?

Bienaventuranzas del mirar

bienaventuranzas

Porque los que saben mirar,
ven lo que los demás no ven.
Porque los que saben mirar,
siempre descubren algo nuevo.
Porque los que saben mirar,
descubren nuevos colores cada día.
Porque los que saben mirar,
descubren en el otro al hermano.

Porque los que saben mirar,
reconocen en el otro a un hijo de Dios.
Porque los que saben mirar,
descubren lo que los demás necesitan.
Porque los que saben mirar,
descubren a Dios en cada hombre.
Porque los que saben mirar,
reconocen los pasos de Dios en la historia.
Porque los que saben mirar,
reconocen la voluntad de Dios en todo.
Porque los que saben mirar,
nada les pasa desapercibido.

Porque los que saben mirar,
ven más la bondad que la maldad.
Porque los que saben mirar,
ven que la gente es buena a pesar de todo.
Porque los que saben mirar,
ven cada día caminos nuevos.
Porque los que saben mirar,
ven más allá de las lágrimas.
Porque los que saben mirar, ven más allá de los gestos.
Porque los que saben mirar,
ven germinar el futuro hoy.
Porque los que saben mirar,
ven el amor que esconde una sonrisa.
Porque los que saben mirar,
ven en un feto, a un niño que sonríe.
Porque los que saben mirar,
ven en un niño al joven que sueña.
Porque los que saben mirar,
ven en el joven al hombre maduro de mañana.
Porque los que saben mirar,
ven en el adulto, al anciano que sueña atardeceres.

Porque los que saben mirar,
aún en la oscuridad ven que hay mucho de claridad.
Clemente Sobrado C.P.

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