Hoja Parroquial

Pascua – B | Amanecer de Pascua

Domingo, 31 de marzo del 2024

Felices Pascuas

Hoy todos nos saludamos y nos deseamos unas muy Felices Pascuas, pero esta felicitación la solemos reducir a algunos de nuestro entorno. ¿Alguien saludará hoy a los malos, a los culpables? ¿Acaso Jesús no murió y resucitó por todos y no se ha convertido en esperanza para todos?

¡Felices Pascuas, Pedro! Claro que lo negaste. Y bien mal que te sentiste. Para ti la Pascua comenzó la misma noche de las negaciones. Aquella mirada que atravesó tu corazón en la oscuridad de la fría noche y te hizo despertar de tu cobardía, fue ya el comienzo de la Pascua para ti. Luego tuviste la suerte de ser uno de los primeros en ir al Sepulcro por la mañana del domingo y te enseñó sus manos para decirte que estabas perdonado y renovado, y olvidó tus negaciones a la hora de declararte como el Jefe y cabeza del grupo.

¡Felices Pascuas, Anás y Caifás! Claro que sí. Porque tratasteis de borrar su memoria condenándolo, pero luego no pudisteis apagar el fuego que brotó en el corazón de tantos hombres y mujeres que le siguieron y se sintieron renovados por el acontecimiento de su Resurrección. Vosotros desaparecisteis de la escena, pero Él resucitó glorioso. Y los suyos creyeron más profundamente en Él y llevaron a cabo el proyecto que vosotros quisisteis matar. ¡También por vosotros murió y resucitó! Por eso ¡Felices Pascuas!

¡Felices Pascuas, Pilatos! Ya sabemos que tú hiciste lo posible por declararle inocente y trataste de salvarle la vida. Claro que tus miedos fueron más grandes que tus convicciones como juez de aquel reo. Al menos tuviste la delicadeza de permitir que lo bajasen de la Cruz y que los suyos se hicieran cargo de su cuerpo. ¿Qué dices ahora, Pilatos? ¡No me dirás que tú no te enteraste de lo que pasó el domingo! Desapareciste de la escena. Nadie volvió a hablar de ti. Estoy seguro de que, desde entonces, algo ha tenido que cambiar dentro de ti. ¡Felices Pascuas Pilatos y todos los “pilatillos” de la historia!

¡Felices Pascuas, Saulo! Claro, tú no tomaste parte en su condena, eras todavía joven para ello. Pero, de seguro, que te sentiste feliz de que lo hubiesen ejecutado, así como estuviste luego presente en la muerte de Esteban. Y ya ves, al fin fue Él quien te tiró del caballo, te cegó para que comenzases a ver de otra manera. Desde ese día quedaste marcado por el Crucificado Resucitado y por la Iglesia a quien perseguías. ¿No fuiste tú quien luego dijo que “no quiero saber entre vosotros a nadie, sino a Jesús y éste crucificado?”.

Secuencia

Ofrezcan los cristianos
ofrenda de alabanza
a gloria de la víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables,
unió con nueva alianza.

Luchaban vida y muerte
en singular batalla,
y muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

“¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?”
“A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada”.

Los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda:
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles
parte en tu victoria santa.

Buscar sí, pero…

Buscan.
Pero buscan mal.
Buscan donde no está.
Buscan entre los muertos.
Y El está con los vivos.
Buscan en sepulcros.
Y El está en el jardín.
Buscan en el pasado.
Y El está en el presente.
Buscan en la muerte.
Y El está en la vida.
Buscan recordando lo viejo.
Y el habita en lo nuevo.

Del hombre es el buscar.
Y del hombre es el encontrar.
Pero hay que cambiar de ojos,
si a Dios se quiere hallar.

Lo buscan con lágrimas.
y Dios está en las sonrisas.
Lo buscan para embalsamarlo,
pensando encontrarlo muerto.

Pero a Dios le bastaron tres días,
para experimentar la muerte.
Que ahora está vivo.
Que ya es el tercer día,
y vive entre los vivos.
Y allí hay que buscarlo,
reunido con los suyos,
viviendo en comunidad.

Al atardecer de aquel día

Las puertas están cerradas.
El miedo encoge los corazones.
Señor, si vienes toca a la puerta.
Está cerrada.

Señor, si vienes toca suave.
Que tenemos mucho miedo.
¿Y por qué tenéis miedo?
A mi no me gustan las puertas cerradas.
Yo las quiero abiertas…

Soy puerta abierta.
Mi puerta no tiene llave.
Mi puerta no tiene cerrojos.
Que entre el que quiera.
No se le cierra a nadie.

No me gustan las puertas cerradas.
No me gustan las puertas que impiden el paso.
No me gustan las puertas
que ponen límites a los que quieren entrar.
No me gustan las puertas
que ponen condiciones de ingreso.

Me gustan las puertas abiertas.
Me gustan las puertas bien abiertas.
No impidáis a los demás entrar.
Que tengáis suficiente calor dentro
para que entren a calentarse todos.
Que tengáis suficiente vida dentro
para que entren todos los que quieren vivir.
Que tengáis suficiente amor dentro
para que entren todos los que buscar ser amados.

Yo fundé una Iglesia sin puertas.
Porque toda ella es puerta.
Yo quise una Iglesia siempre abierta.
Porque es la Iglesia de todos.
Yo pensé en una Iglesia siempre abierta.
Que nadie encuentre la puerta cerrada al llegar.
Que entren todos.
Que entren los buenos.
Y también los malos.
De mi Iglesia no excluyo a nadie.
A todos quiero darles la oportunidad.

Ahora que sabéis que estoy vivo, que he resucitado,
dejad las puertas abiertas, aunque sea de noche.
No todos querrán entrar de día.
Puede que algunos lleguen de noche.
Lo que importa es que todos amanezcan en mi casa.
Que nadie diga que no entró
porque mi Iglesia estaba cerrada.
Que nadie siga fuera,
porque encontró las puertas cerradas.

Abrid las puertas.
No pongáis portero.
Que todo quede abierto, de día y de noche.
Quiero una Iglesia sin puertas.
Porque yo soy la puerta.
Para que todos pueden entrar.

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