Domingo, 20 de febrero del 2022
El amor depende del que ama
amar al prójimo
El Evangelio de hoy sigue marcando las novedades de Jesús, novedades del Reino. “Se dijo”. “Pero yo os digo”. La ley mandaba “amar al prójimo”, pero “aborrecer al enemigo”.
Para la ley, el amor nace del que es amado, del que lo merece. Por eso manda amar al amigo, al prójimo. Amar al que merece ser amado.
Pero el enemigo, el extraño, el que no es digno, a ese hay que aborrecerle. Amar al que me ama, aborrecer al que no me ama. Un amor que es preciso merecer. Y ahí está la novedad de Jesús que invierte los términos. El amor nace del corazón del que ama y no de los méritos del otro. Y el mejor modelo es el mismo Padre que “hace salir el sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos”.
¿Alguien se cree con derecho a ser amado por Dios?
Muchas espiritualidades viven de ganarse méritos para que Dios les ame. En cambio, cuando han fallado, han sucumbido a la debilidad del pecado, la primera reacción es que Dios ya no me ama. Aún más, Dios me va a castigar.
Vivimos con esa idea de que el amor de Dios tenemos que ganárnoslo como tratamos de ganar la amistad y el amor de demás. Nos olvidamos que uno de los principios fundamentales de nuestra fe está en esto: “Dios nos amó primero”.
Dios nos ama aun cuando nosotros le hayamos fallado y no le amemos. Aún más, si amamos a Dios es porque Él nos ha amado primero, porque primero hemos sido amados por Él.
Muchos, incluso, no logran de olvidar su pasado a pesar de que han sido perdonados infinidad de veces. Es preciso recuperar esa conciencia de que Dios es amor y nosotros no podemos comprarle su amor. Antes de que nosotros le amemos ya hemos sido amados. Dios ama a buenos y malos. Me ama incluso cuando he pecado. Si me acerco a la confesión, es porque Dios ya ha actuado con su misericordia y su llamada en nuestro corazón. Cuando me perdona, Dios es consciente de nuestras debilidades y que a pesar del perdón lo más seguro es que volveremos a caer, pero Él seguirá perdonándonos y amándonos. Es linda la frase del Papa Francisco cuando escribe: “Nadie puede poner límites a la misericordia y al perdón de Dios.”
Dios no entiende de enemigos. Dios solo entiende de amar y con su amar ganarlos para su corazón. No somos nosotros quienes compramos el amor de Dios. Es Dios quien ama gratuitamente. El amor de Dios está en oferta, no en venta.
Jesús nos descubre que la verdad del amor nace de la “gratuidad”. Un amor sin gratuidad, no es amor. Aborrecer a quien nos ha hecho algún daño, es venganza.
Amar es darse
amar al hermano
El ejemplo del grano nos dice muchas cosas. Nada quiere morir porque todos queremos vivir. Sin embargo, hay muertes que son vida y son fecundas.
Morir por morir no tiene sentido, pero dar la vida por los demás es la máxima expresión de amor. Jesús revela su amor a través de su entrega y muerte en la Cruz. No muere porque esté aburrido de la vida. Jesús ama su vida, pero es capaz de amar más a los hombres que a su propia vida.
Por eso la Cruz no es un monumento al dolor. El dolor en sí mismo es negativo e incluso Dios no nos quiere ver sufrir. El dolor cuando es consecuencia de amar a los demás se convierte en vida. En vida de los que amamos y en vida de los que la damos por los demás.
El grano que muere brota en tallo y en espiga y da granos que se convierten en el pan que comemos. El grano que se resiste a morir queda él solo inútil e infecundo. Jesús es el grano que muere y brota en el tallo y en la espiga florecida en el amor del Padre y en la salvación de cada uno de nosotros.
Muere el Padre que lucha cada día por el pan de sus hijos.
Muere la Madre que pierde el sueño velando el de su hijo.
Muere el Sacerdote que entrega su vida en el servicio a la comunidad.
Hay muertes inútiles y hay muertes que florecen en Pascua.
¿Cómo amar al prójimo?
cómo amar a los demás
No. No esperes a tener que hacer cosas grandes.
Planta una rosa para que cuando pase se deleite con ella.
Planta un árbol para que pueda sentarse a su sombra.
Riega el jardín para que lo vea hermoso.
No eches basura a la calle para que no sienta su mal olor.
No ensucies la acera para que cuando pase no se resbale.
No grites cuando está durmiendo para que no se despierte.
Cédele el asiento cuando viajas en el colectivo.
Salúdale aunque no lo conozcas.
Sonríele aunque lo veas con cara de tranca.
Barre las escaleras para que las suba y baje a gusto.
Ayúdale con los paquetes cuando viene de la compra.
Cédele el paso aunque estés con prisas.
Coge si se le ha caído algo.
Háblale aunque no tengas ganas.
Sonríele aunque tú estés fastidiado.
Dale la mano cuando lo veas cansado.
Habla bajito aunque estés de mal humor.
Dile que la qué rica está la comida aunque le falte algo de sal.
Perfúmate para que sienta tu buen olor.
Dúchate para que no huelas a sudor.
Canta para que se sienta mejor.
Ya ves cuántas cosas podemos hacer.
Nada espectacular,
pero hacen la vida más agradable.