Hoja Parroquial

Domingo 2 – A | Bautismo de Espíritu

Domingo, 15 de enero del 2023

Bautismos de Agua y Bautismos de Espíritu

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Desde hace unos años se viene hablando mucho del “Bautismo en el Espíritu”. Bautizados que después de muchos años quieren “bautizarse en el Espíritu”.  Aparentemente resulta un tanto extraño, pues uno se pregunta: “¿Es que hay distintos bautismos? ¿Es que el bautismo que recibimos no vale, ya que fue un tanto provisional, y ahora recibimos el de verdad?”.

Juan el Bautista habla del Bautismo que a “él le enviaron a hacer” y que él mismo llama, “bautizar con agua”. Pero luego, al contemplar a Jesús, habla de un Bautismo nuevo, distinto al suyo. Jesús bautizará con el Bautismo del Espíritu. “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo”.

El bautismo de agua de Juan era un rito de conversión, pero todavía no era el Bautismo sacramento. Era el bautismo rito, expresión de la voluntad de conversión y de cambio de conducta, pero aún no era el Bautismo con el que nos bautizaría Jesús.

El Bautismo de Jesús es el regalo del Espíritu Santo. Por tanto, el bautismo que nos cambia y nos renueva por dentro regalándonos la nueva vida de hijos de Dios y, por tanto, nos regala el don del Espíritu Santo que se convierte en fuente de vida dentro de nosotros.

El bautismo con el que nos bautizaron a nosotros es el Bautismo Sacramento, bautismo de Jesús, no el de Juan. Por consiguiente, el Bautismo vida, el Bautismo Espíritu.

Lo que, con frecuencia, sucede es que nosotros nos hemos quedado, en nuestra vida real, con el “bautismo de agua”, el bautismo rito externo, pero no hemos logrado descubrir y menos vivir el Bautismo del Espíritu que ha creado dentro de nosotros un mundo nuevo, una vida nueva, una realidad nueva.

Así podemos hablar de “cristianos de agua” y “cristianos del Espíritu”. Cristianos por fuera, cristianos de ritualismos y cristianos que viven desde dentro impulsados por el don del Espíritu Santo para quienes el ser cristianos no es algo que sentimos como algo pesado, algo que nos imponen desde fuera, sino algo que nos brota desde dentro, que nace dentro de nosotros como una fuente de agua viva.

Cuando el Espíritu habita en nosotros, la ley, la moral, no son preceptos pesados de la Iglesia, sino exigencias interiores de nuestro corazón. Es el mismo Espíritu el que actúa desde dentro de nosotros. Pablo lo dirá de una manera muy bella en la Carta a los Gálatas: “Ya no soy yo, sino que es Cristo en mí”. (Gál 2, 20) Algo así como si en vez de nuestro viejo yo, tuviésemos un yo nuevo que es Jesús en nosotros.

No me estorbes…

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Uno estaba rezando y pidiéndole infinidad de cosas a Dios. Después de escucharle un gran rato, Dios lo dice:

“Oye, ¿no podrías callarte un momento? Me estás estorbando. Yo quisiera hacer cantidad de cosas en tu vida, y tú te empeñas en que haga otras. Las que a ti te gustan. Si me dejases hacer a mí, te iría mucho mejor, porque lo que tú me pides, lo puedes hacer tú mismo. Mientras que lo que yo quiero hacer en ti, sólo yo lo puedo hacer”.

Es frecuente que nosotros, con nuestra oración, en vez de ayudarle a Dios, le estemos estorbando.

Dios nos quiere de una manera y nosotros le pedimos ser de otra.
Dios nos quiere dar una cosa y nosotros, niños caprichosos, le pedimos otra.
Dios nos quiere llevar alto y nosotros empeñados en arrastrarnos por el barro.
Dios nos quiere subir a la montaña y nosotros empeñados en caminar por el valle.
Dios nos quiere santos y nosotros empeñados en seguir siendo vulgares.
Dios nos quiere auténticos y nosotros empeñados en escondernos en nuestra mentira.

Una de dos, o nos decidimos a ser lo que Dios quiere de nosotros o nos decidimos a ser lo que a nosotros nos viene en gana. ¿No sería preferible decirle a Dios cada mañana al levantarnos: “Señor que no te estorbe en este día”? Lo mejor que Dios nos podrá decir por la noche al acostarnos será: “¡Gracias, porque hoy no me estorbaste!”.

Playas limpias

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Uno de los problemas del verano es mantener las playas limpias. Es incomprensible que estando tan cerca del agua tengamos sucias las playas. ¿No te parece?

Pero más importante es que nosotros nos mantengamos limpios cuando vamos a las playas. Está muy bien que la playa esté limpia, pero ¿sin hombres y mujeres limpios?

Hombres y mujeres con ojos limpios, que todo lo ven limpio y todo lo contemplan limpio.

Hombres y mujeres con corazón limpio. A las playas vamos a lavar y limpiar nuestros cuerpos, pero lo más importante del hombre y de la mujer es el corazón. Lo dijo Jesús, que no es lo de afuera sino lo que nace dentro lo que nos hace impuros.

Hombres y mujeres con manos limpias. Manos que respetan, manos que ayudan, manos que se hacen “manos amigas”.

No ensucies la playa echando en ella los desperdicios.
No ensucies a los demás con tu mirada, con tu corazón.

La limpieza es parte de la alegría de la vida. Y la limpieza del corazón es la fuente de la alegría de tu vida.

Asociación Protectora de Hombres

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Tenemos la Asociación protectora de los animales.
Tenemos la Asociación protectora de los ríos.
Tenemos la Asociación protectora de los bosques.

Y nos faltan algunas, las que precisamente yo quisiera fundar.
“La Asociación protectora de los hombres”.
“La Asociación protectora de las mujeres”.
“La Asociación protectora de los niños”.
“La Asociación protectora de los ancianos”.
“La Asociación protectora de los jóvenes”.
“La Asociación protectora de la familia”.

¿Quisiera ser usted miembro de estas asociaciones?
Otro día se las explico.

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