Hoja Parroquial

Domingo 23 – A | Comunidad y Perdón

Domingo 6 de setiembre del 2020

Si tu hermano peca llévalo a la TV

perdón y comunidad

El Evangelio de hoy me parece de suma actualidad. Jesús nos habla de cuál debiera ser la actitud de cada uno de nosotros frente a un hermano que ha fallado, que ha metido la pata.

Nosotros hoy ya sabemos lo que debemos hacer: ¡Si alguien comete un error! Anúncialo en televisión. Llévalo a los periódicos. Avisa a la radio. ¡Con lo que nos encanta a nosotros airear los problemas de los demás! Y lo mejor del asunto, está en que tenemos derecho para ello: la libertad de expresión, la necesidad de dar la noticia. Es un personaje conocido y público. Y como los personajes conocidos y públicos no tienen derecho a su privacidad e intimidad, todo se puede lanzar al aire.

¿Lo hacemos para ayudarle o para desnudarle, criticarle, destruir su imagen y hacer escándalo con su vida? En un plano más reducido, las viejas sienten un “gusto especial” por la murmuración. Siempre me he sentido sorprendido por esta expresión de “gusto de murmurar”. A la verdad quisiera saber a qué sabe la chismografía. ¿Tendrá sabor a caridad? ¿Tendrá sabor a deseo de ayudarle? ¿O tendrá sabor a recoger las basuras de la gente?

Jesús nos sitúa de una manera totalmente distinta frente al hermano que peca. Y nos marca los pasos para acercarnos a él. El primer paso: “repréndelo a solas”. No alborotes. No eches a volar sus defectos. En secreto tú y él. El segundo paso: si no te hace caso, “llama a otro o a otros dos”. Si no puedes convencerle personalmente, trata de hacerlo con uno o dos más. Pero sin levantar olas inútiles. Todo en el secreto de la caridad y del amor fraterno. El tercer paso: si no os hace caso, entonces “díselo a la comunidad” de los hermanos. Habla con la comunidad de caridad. Es ella la última instancia. Bueno, si tampoco a ella le hace caso entonces consideradlo fuera de la comunidad.

Lo maravilloso de Jesús es con qué respeto trata a las personas, a pesar de sus fallos, de sus caídas y de sus metidas de pata. Es que para Jesús el que cae lo que necesita es ser amado. El amor es delicado y respetuoso con la dignidad de la persona; por eso Jesús nos pide una corrección en secreto, sin que el resto deba enterarse. Igualito que nosotros, ¿verdad?

La Corrección, Ministerio de la Comunidad

comunidad y perdón

Jesús establece la corrección fraterna como el gran remedio para que el que cayó, pueda levantarse. La corrección no aplasta. La corrección levanta. La corrección no destruye al otro. La corrección quiere reconstruir lo que estaba en ruinas en el hermano. La corrección como una especie de gracia de salvación, de sanación, de curación.

Jesús habla de la corrección fraterna individual, pero propone como espacio propicio para la corrección a la comunidad. Jesús parte de que, para Èl, la comunidad tiene que ser una comunidad de caridad. Una comunidad de amor. Una comunidad fraterna.

Para Jesús, la corrección fraterna al hermano es la expresión de la comprensión, del amor y de la caridad. Para Jesús sólo el amor puede corregir. Por eso también, ve a la comunidad como la última instancia. Quien no se deja corregir por la comunidad, no tiene ya nada que hacer. Porque quien no acepta el amor de toda una comunidad, ¿en qué se puede apoyar? El que no acepta el amor de una comunidad se sale del círculo del amor, se cierra al amor.

Dicho de otra manera, solo el amor corrige adecuadamente. Sólo la comunidad es capaz de expresar toda la fuerza del amor que corrige. Quien no se deja corregir de la comunidad lo que hace es confesar que no cree en el amor, que rechaza el amor, que no se deja amar. Y claro, quien no se deja amar, tampoco se dejará perdonar, se aferrará a su pecado descolgándose del amor de los demás.

Ya ves, necesitamos de quienes nos amen, pero necesitamos dejarnos amar. Quien no se deja amar no cree en el amor de los demás, pero tampoco es capaz de amar.

¿De dónde el poder de perdonar de la Comunidad?

comunidad y perdón

En la Palabra de Dios hay muchas formas de perdón. No una sola. Resulta curioso que el perdón de los pecados suele ir vinculado a dos realidades: al don del Espíritu Santo y a la comunidad.

¿Por qué el perdón ha de pasar por la comunidad? Porque la comunidad es el espacio de la presencia de Jesús. En la Eucaristía hay una presencia sacramental. En la comunidad hay una presencia mística, pero real. Así como Jesús se revela y manifiesta en el testimonio de la comunidad (por ejemplo, Tomás), así también el perdón se manifiesta en la caridad de la comunidad. “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.

¿Qué valor tiene el perdón de la comunidad? ¿Qué cosas puede perdonar la comunidad? ¿Qué valor puede tener el perdón de la comunidad? Son temas que sería bueno que los teólogos estudiasen porque no sólo el sacramento de la penitencia debe tener sentido comunitario, sino que también la comunidad tiene poder de perdonar.

Hemos valorado el sacramento de la penitencia y, tal vez por eso mismo, nos hemos olvidado de uno de los dones de la comunidad o, si se prefiere, una de las maneras que Jesús tiene de expresar su perdón es a través de la comunidad. La comunidad puede perdonar no por ser comunidad, sino porque en medio de ella está Jesús y es Jesús quien actúa amando y perdonando. Al pasar por la comunidad, el perdón adquiere sentido eclesial.

¡Y nosotros no logramos valorar la comunidad! ¡No logramos una verdadera mística de la comunidad!

El que murmura

murmuraciones

Revela que tiene un corazón vacío de amor.
Revela que para él el otro no tiene importancia.
Revela que lo bueno del otro no le interesa.
Para él lo interesante es la basura, lo que huele.

El que murmura mata al otro.
El que murmura desnuda al otro de su dignidad.
El que murmura no busca el bien del otro, sino hacerlo peor.

Al que murmura le encanta el olor de la basura.
Su corazón es basural porque sólo busca basura.
Al que murmura le encanta destruir a los demás.

El que murmura no tiene que decir, por eso chismea de los otros.
Si no tiene de qué murmurar,
¿qué podrá decir en sus conversaciones?

El que cayó puede que sea débil.
Pero el que murmura de él es malo.
Tiene un corazón podrido.
Le encanta la basura.

El que murmura, no revela la maldad del otro.
Revela la pobreza de su propio corazón.
No tengas miedo al que, por debilidad, cayó.
Pero huye del murmurador.
Hoy murmura del otro.
Pero es posible que mañana murmure de ti.

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