Hoja Parroquial

Domingo 28 – A | Cuando Dios llama

Domingo, 15 de octubre del 2023

Cuando Dios llama

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Dios llama, pero siempre a una boda, a una alianza de amor.
Dios llama, su llamada es invitación.
Dios llama, siempre para algo mejor.

Nadie que escuche su llamada, podrá seguir igual.
Nadie que escuche su llamada, será luego el mismo.

Dios llama a salir de nosotros mismos.
Dios llama a salir de nuestros egoísmos.
Dios llama a salir de nuestra pequeñez.
Dios llama a dejar de ser pequeños, pudiendo ser grandes.
Dios llama a dejar de ser pecadores, para que seamos santos.
Dios llama a dejar de ser buenos, para que seamos mejores.

Todas las llamadas de Dios tienen como única meta:
Ser mejores, no contentarnos con cualquier cosa.

¿Por qué entonces tantos miedos en responder a sus llamadas?
¿Miedo a Dios o miedo a nosotros mismos?
¿Miedo a lo grande porque nos sentimos bien con lo pequeño?
¿Miedo a llegar lejos porque nos contentamos con quedarnos ahí?
¿Miedo a dejar nuestra vulgaridad y ser algo que vale la pena?

¿Quién nos ha metido ese miedo a lo grande?
¿Quién nos ha convencido vivir una felicidad recortada?
¿Quién nos ha metido en el alma que podemos ser felices con una felicidad siempre a medias?

Examina tu corazón:
¿Eres feliz con la vida que llevas?
¿Sabías que tu vida puede ser mucho más bella y hermosa?
¿Sabías que Dios lo único que busca es tu bien?

El gran problema del hombre:
No es el ser bueno o malo, sino ser menos de lo que puede ser.

El ruido de un chelín

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Cuentan que uno iba por la calle. Había ruido, todo el mundo caminaba hablando. De repente, alguien se detuvo y miró y con los ojos buscaba algo en el suelo. “Aquí está”. Era un simple chelín que alguien había perdido.

El compañero le preguntó: “¿Cómo era posible que sintiese el ruido del chelín en la calle, en medio de aquel ruido?”. El, muy sereno respondió: “Cada uno escucha lo que lleva en su corazón”.

Una gran verdad. Cada uno escucha más con el corazón que con las orejas y oídos. Cada uno escucha ruidos diferentes a los otros.

Quien vive con el corazón metido en el mundo del dinero, escucha hasta el ruido de un chelín caído en la calle.
Quien vive con el corazón lleno de mundo, sólo escucha las voces del mundo.
Quien vive con el corazón lleno de Dios, escucha las voces de Dios.

Es decir, escuchamos lo que llevamos en el corazón. Escuchamos aquello que amamos con el corazón.

Escuchamos al hombre, cuando amamos a los hombres. Escuchamos a Dios, cuando amamos a Dios. Escuchamos lo que amamos.

Muchos se quejan de no escuchar a Dios. Y no lo escuchan porque Dios pasa desapercibido en su corazón. No escuchan a Dios porque Dios es algo intrascendente en su corazón. No es que Dios se haya callado. Dios sigue siendo Palabra y sigue llamando. El silencio de Dios está más en el corazón que en Dios.

Es posible que un chelín rodando por la calle, saque más ruido que Dios hablándote. Por eso mismo, cada uno escuchamos cosas distintas. Y por eso, mientras unos escuchan a Dios, otros solo sienten su silencio.

¿Cuántos años cumples?

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Hay cosas que se miden por el peso. Valen lo que pesan.
Otras se miden por el volumen.

La vida se suele medir por los años. Francamente me parece un engaño. ¿Será por eso que todos queremos llegar a viejos?

Hay vidas muy largas y totalmente vacías.
Hay vida muy cortas y totalmente llenas.
Al fin y al cabo, la vida vale por lo que de la vida has vivido.

La vida no puede ser como una hoja que cada día arrancamos al almanaque.
Esa hoja vale para saber el día. Una vez que pasó su día, ya solo sirve para arrancarla y echarla a la papelera.

“Toda vida bien aprovechada, es suficientemente larga”.
“Toda vida desaprovechada, es suficientemente corta”.

Vivir no es prolongar el vacío de los días.
Vivir no es pasar los días inútilmente.
Vivir no es borrar días del calendario.

Vivir es aprovechar la vida.
Vivir es llenar la vida cada día.
Vivir es dejar que la vida se desborde.
Vivir es hacernos útiles a los demás.
Vivir es ser hoy mejor que ayer.
Vivir es ser más hoy que ayer.

Acabo de cumplir años.
Mi pregunta fue clara:
“¿Y cuántos he vivido de verdad?” “
¿Cuántos he podido cotizar en la Bolsa de Valores de la vida?”?

Bocadillos para vivir

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  • Vive tu vida a fondo, pero sin cálculos. Cuando haces cálculos terminas enredado y dejas de vivir. Había uno que tenía unos dinerillos y quiso invertirlos, se pasó tiempo haciendo cálculos de probabilidades. Al fin cuando quiso tomar una decisión, su dinero se había devaluado a la mitad. Que no se siga devaluando tu vida.
  • Vive y no calcules tanto las utilidades de la vida. Cuando te interesan más las utilidades que la vida, terminas viviendo de las ganancias, pero te habrás olvidado de vivir.
  • La vida no es una inversión, sino una gozosa experiencia de ti mismo. Cuando la vida se mide por sus utilidades te encuentras con vidas totalmente inútiles, cuando en realidad lo más importante es la vida misma, la tuya, por ejemplo.
  • Vive tu vida a fondo y no calcules las dificultades. Tu vida es más que tus obstáculos. La única manera de vivir la vida jugándotela en cada momento, en cada decisión. Lo dijo Jesús “el que pierda su vida… la encontrará”.

Y no lo olvides: los cálculos son las limitaciones a la generosidad.

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