Hoja Parroquial

Domingo 29 – A | Domund 2023

Domingo, 22 de octubre del 2023

La Colecta por las Misiones

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Es una de las maneras que tenemos todos de participar en el anuncio de la fe. La fe no necesita del dinero, esto es claro, pero los misioneros que la anuncian sí. Deben movilizarse por lugares muy difíciles, de ordinario, los ríos.

Además, la fe no se anuncia de una manera espiritualista.
El misionero no sólo habla del Evangelio.
El misionero abre escuelas, dispensarios, hospitales y Postas Médicas.
Es preciso proporcionar materiales catequísticos a los animadores de las comunidades.
Es preciso organizar cursillos de animadores.

Es posible que muchos de nosotros no podamos irnos hasta las fronteras mismas de la evangelización, pero a través de nuestras pequeñas ayudas podemos hacernos presentes. Invertimos en muchas cosas, ¿no podemos invertir algo en el Evangelio?

Gastamos en muchas pequeñas satisfacciones. ¿No podíamos darles esta pequeña gran satisfacción a nuestros misioneros diciéndoles, con nuestra ayuda, que estamos con ellos, que nos sentimos a su lado y que los vemos como representantes nuestros?

La fe no se paga. Nosotros no hemos pagado la nuestra. Pero nuestra fe nos hace solidarios con aquellos que aún están en camino del Evangelio.

El Rosario Misionero

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El Rosario Misionero es el Rosario común, pero al que se le quiere dar unas características particulares.

El Primer misterio: se reza por la Iglesia del África.

El Segundo misterio: se reza por la Iglesia de América.

El Tercer misterio: se reza por la Iglesia de Europa.

El Cuarto misterio: se reza por la Iglesia de Oceanía.

El Quinto misterio: se reza por la Iglesia de Asia.

Antes de cada misterio se anuncia la intención particular del mismo.

Si no podemos rezarlo entero, nos lo podemos dividir. Buscamos un grupo de cinco personas. Sería bueno que fuesen de la misma familia o, en todo caso, formar cinco pequeños grupos.

A cada grupo se le señala un misterio y la Iglesia por la que ha de rezar. Y sí entre todos abarcamos todos los continentes.

Solemos pensar en el Rosario Misionero sólo en el mes de octubre. ¿No será válido este compromiso para todo el año?

Cosas de la fe

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Dios encendió la luz de la fe en nuestro corazón.
Dejemos que otra vela se encienda en la nuestra.
Dios nos dejó el Evangelio no en propiedad privada.
El Evangelio es la palabra de Dios para todos los hombres.

No todos se abrirán al Evangelio.
Pero todos tienen que tener su oportunidad.
Dios no nos pedirá cuentas de lo que segamos.
Pero sí de cuánto sembramos.

Dios nos quiere salvar a todos, a nadie excluye.
Lo que Dios ofrece no lo limitemos los hombres.

Dios nos habló por su Hijo Jesús.
Pero ahora habla por medio de los hombres que creemos en Él.

Cuando lleguemos al cielo nos preguntarán:
¿Y dónde están tus demás hermanos?
Somos responsables de nuestra salvación.
Pero también de la salvación de los demás.
El egoísmo no entra por las puertas del cielo.
Por las puertas del cielo sólo entra el amor y la generosidad.

Amar, dar y desear

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Hoy se habla mucho del amor. Todo es amor. Sin embargo, tengo la impresión de que hemos deformado la verdad del amor.

Amar es valorar al otro, respetar la dignidad del otro, respetar la libertad del otro, respetar los gustos del otro y respetar los ideales del otro.

A la vez es dar y es darse. El modelo de todo amor es el amor de Dios. Por eso San Juan insiste en su primera Carta en que “Dios nos amó primero”, lo que significa que nosotros amamos porque antes hemos sido amados. El amor de Dios es darse a los hombres, entregarse por los hombres, no aprovecharse de los hombres.

Ahí está la gran diferencia de muchas cosas que llamamos amor y que en el fondo no son sino “desear” al otro. El deseo es un “querer para mí”. El deseo es posesivo y no oblativo. El auténtico amor tiene que ser “oblativo”. Soy yo quien me ofrezco a ti. Mientras que el deseo es “eres tú para satisfacerme a mí”.

Esto vale para todo, pero de modo particular para los jóvenes que confunden fácilmente sus deseos de “poseer al otro” con el amor. El amor que posee al otro, no es amor. El amor que utiliza al otro para las propias satisfacciones no es amor. Amar no es cuanto puedo recibir de ti, sino cuánto puedo darte de mí. Incluso el verdadero amor no es dar cosas, aunque podamos darlas con amor, sino el darnos a nosotros mismos. El ponernos nosotros a disposición del otro para que el otro sea más. Por eso una de las palabras que más se suelen utilizar en el Nuevo Testamento suele ser “Dios entregó a su Hijo”, “el Hijo se entregó por nosotros”.

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