Domingo, 12 de febrero del 2023
“Eso de no matar”
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Bueno, eso de no matar ya se nos ha hecho tan rutinario que casi ni nos llama la atención. Alguien me preguntaba con ironía: “¿A cuantos han matado hoy?”. Claro que los periódicos solo traen aquellos a quienes han matado con pistola, con fusil o, simplemente, con un raticida. Pero el “no matar” de Jesús creo que va mucho más lejos, no se queda con solo aquellos a quienes matamos con las armas y los sepultamos luego. Hay muchos vivos a quienes estamos matando cada día. Esos no salen en las páginas de los periódicos:
¿A cuantos matamos cada día con nuestras críticas, murmuraciones, calumnias? Claro, como no hemos utilizado la pistola, eso saca poco ruido. Pero en el fondo son maneras de matar a los demás sepultándolos en el cementerio de nuestro corazón. Están muertos dentro de nosotros.
¿A cuántos matamos con nuestras injusticias? Inocentes que no tienen con qué pagar un abogado y condenamos a la cárcel para que se pudran toda su vida. ¿Quién se preocupa de sacarlos de esa muerte en vida?
¿A cuántos matamos con nuestros desamores, nuestras infidelidades? ¡Cuántos corazones que un día se declararon amarse para toda la vida, hoy están muertos por la infidelidad, los malos tratos, los silencios, las palabras de violencia o simplemente por el abandono!
¿Acaso no matamos las ilusiones y esperanzas de unos hijos con nuestras peleas en casa o con las amenazas de divorcio?
¿Acaso no estamos matando a esos jubilados que se mueren antes de conseguir la jubilación que han estado pagando toda su vida o que ahora tienen que vivir con una pensión de hambre?
No. No se mata sólo con las armas de fuego o las armas blancas. Se mata con la lengua, se mata con la injusticia, se mata con la miseria y el hambre, se mata matando el amor que un día floreció en primavera.
Se mata cuando matamos los corazones, cuando matamos las ilusiones, cuando matamos las esperanzas. Por algo Jesús nos dice: “Pero yo os digo: “Todo el que esté peleado con su hermano será procesado.” O le llama “imbécil” o “renegado”. Hay muchos muertos a los que llevamos a los cementerios, pero hay más muertos que todavía siguen caminando por la calle, porque dentro alguien los mató. A estos no los sentenciarán los jueces, pero Dios será el juez a quien no podemos corromper.
Los hombres del “sí” y del “no”
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Jesús es claro: “A vosotros os basta decir sí o no”. Es decir, ser personas de una línea y no de esos que bailan según la música del momento.
Si hay algo que me fastidia son esos hombres de “medias tintas”. Esos hombres del “más o menos”. Esos hombres del “ya lo pensaremos”. Hombres que nunca se definen.
Que dicen “sí hasta la muerte” y al año, “ya no siento nada por ti”. Que dicen “sí a la Vida Consagrada en los Consejos Evangélicos”, y al tiempo, “esta no es mi vocación”.
Que dicen “si a la ordenación sacerdotal” para toda la vida, y al tiempo, algo se les cruzó en el camino y se dicen: “me equivoqué de camino”. Que dicen “a tal hora estoy ahí” y terminan no viniendo o viniendo tarde.
Prefiero al que dice “no” y es consecuente con el “no”, al que dice “sí” pero luego su vida es un “no”.
Porque aquí está en juego el “somos o no somos”, “quiero o no quiero”. ¡Cuántas veces hemos dicho que “sí quiero cambiar” y al fin de semana sigue igual! Son de esos hombres que utilizan mucho el verbo “quisiera” y muy poco el “quiero”. Porque el “quisiera” es querer quedar bien consigo mismo y con los demás, pero siguiendo siendo siempre el mismo.
Clases de hombres
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- El hombre “araña”. No. No es el de la televisión. Es el hombre que como la araña teje su tela sólo para sí y si alguien se le acerca lo atrapa en ella. Tú no puedes ser el egoísta que excluye al resto y te tragas a todo el mundo que se te acerca.
- El hombre “lobo”. Tampoco es el de la película. Es el hombre a quien todos tienen miedo. Lo ven falso y peligroso. ¿Inspiras confianza? ¿Inspiras amabilidad? ¿Se te acerca la gente o más bien te tienen miedo y tratan de huir de ti? En vez de ferocidad, ¿por qué no revelas y manifiestas cariño y bondad?
- El hombre “hormiga”. Es el hombre callado, silencioso, que se pasa el día haciendo cosas sin levantar la voz. No cae en el consumismo de cada día. Piensa que mañana también tendrá necesidades. ¿Eres de los que hablas, pero no haces nada? ¿Eres de los que sin ruido no se cansan de hacer el bien?
- El hombre “canario”. Es el hombre que se pasa el día cantándole a la vida. ¿Por qué canta? Por nada. Canta porque le sale de dentro. Su plenitud interior le hace expresarse en canto. Me encantan los hombres que cantan. Me fastidian los hombres que sólo se lamentan.
- El hombre “cucú”. Sí, que también los hay. El cucú no hace nido. Pone sus jebecillos en los nidos ajenos, para que otros cuiden y den de comer a sus hijos. ¿Serás de los que engendra hijos por ahí, en nidos ajenos, para que otros se hagan cargo de ellos, les den de comer, los eduquen? ¿Y tú, bien gracias?
- El hombre “mosquito”. Esos fastidiosos insectos que no los puedes sacar de encima y lo único que hacen es picar a los demás. ¿Eres de esos tipos insoportables que se meten en todo y en todas partes lo único que hacen es fastidiar, incomodar? Qué lindo cuando alguien puede decir de ti, qué pena que ya se va…
- El hombre que ha tomado en serio ser hombre. No quiere ser sino eso, hombre. Y que no es fácil. Porque ser caballero, sí lo puede ser cualquiera. Pero ser persona, ser responsable, ser libre, ser coherente, ser él mismo… es empresa que requiere mucho esfuerzo. El que me supongo que tú mismo estás haciendo.
Valórate a ti mismo
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Nuestro primer deber es reconocer nuestra dignidad.
Nuestra primera obligación es amarnos como Dios nos ama.
Quien quiera achatarnos y hacernos sentir que no somos nada y que no valemos nada, lo único que hace es achicar el corazón de Dios.
La verdadera pedagogía del crecimiento personal no es hacernos sentir como una basura, sino enseñarnos a descubrir nuestra grandeza y nuestro verdadero valor.
¿Te das cuenta ahora de lo valioso que eres y lo valiosos que son todos los demás?
La cosa no está como para tratarnos como basura y tampoco para que tratemos como basura a los demás.
Lo que tú ves basura, Dios lo ve gracia.
Si te valoras, te sentirás mejor contigo mismo.
Si te valoras, te apreciarás mejor a ti mismo.
Si te valoras, estarás más a gusto contigo mismo.
Si te valoras, te amarás más a ti mismo.
Si te valoras, te sentirás mejor delante de los demás.
Si te valoras, podrás seguir soñando en la vida.
Te apuesto que nunca te valorarás lo suficiente.
Porque tu verdadero valor lo pone Dios.
Dios es quien pone el verdadero precio de tu vida.
No te fíes tanto de lo que piensan y dicen de ti los demás.
Escucha más en tu corazón lo Dios piensa de ti.