Hoja Parroquial

Pascua 2 – B | Domingo de la Misericordia | IQC2021

Domingo, 11 de abril del 2021

El domingo de los regalos pascuales

Domingo de la Misericordia

El segundo domingo de Pascua, bien pudiéramos llamarlo el “domingo de los regalos pascuales”. Porque en este día Jesús hizo un sin fin de dones a su Iglesia:

El don de su presencia, en un clima de miedo, de puertas cerradas y de dudas.
El don de poder contemplar las llegas gloriosas de Jesús, signos de identidad. “Les enseñó las manos y el costado”.
El don de la paz, que es el gran regalo de Jesús durante la Pascua. “Paz a vosotros”.
El don del Espíritu Santo: “Recibid el Espíritu Santo”.
El don de la misión: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”.
El don del ministerio del perdón: “A quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados”.
La comunidad como testigo de fe: “Hemos visto al Señor”. Si no veo en sus manos la señal de los clavos… no lo creo”. “A los ocho días estaban otra vez dentro y Tomás con ellos …. Mete tu dedo…. Dichosos los que crean sin haber visto”.

Una semana pascual rica de dones, rica de posibilidades y rica de experiencias. La experiencia de los que “han visto y han creído”. La experiencia del que se le anuncia la buena noticia y no cree a la comunidad y necesita hacer su experiencia personal.

A la vez, en todos estos dones, Jesús quiere poner en claro la naturaleza de lo que debe ser la comunidad eclesial o Iglesia:
Una comunidad a la que se le ha regalado el don del Espíritu como dinamismo interno.
Una comunidad llamada a continuar la misión de Jesús en el mundo.
Una comunidad del perdón y la reconciliación.
Una comunidad como el verdadero espacio de la presencia de Jesús.

La Iglesia es mucho más que una estructura vertical u horizontal. La Iglesia es una comunidad renovada y recreada por el Espíritu. Una comunidad que vive de la experiencia de Jesús en ella. Y una comunidad cuya misión es continuar la obra de Jesús.

Lo que nos define como Iglesia no es la organización, por necesaria que sea. Lo que define a la Iglesia es la experiencia de Él en ella y la recreación por parte del Espíritu y la misión y el perdón. Esa es la Iglesia.

El tiempo de la Iglesia

iglesia en camino

El tiempo de Pascua, pareciera centrarse exclusivamente en la novedad de Jesús. Sin embargo, es un tiempo claramente eclesial. El acontecimiento pascual de Jesús está en el centro, pero todo el movimiento es eclesial. Es una Iglesia que se va construyendo en torno a la experiencia del Resucitado. Es una Iglesia que vive la experiencia del Resucitado. Es la Iglesia que se va adaptando a la nueva presencia de Jesús en ella.

Las apariciones de Jesús no son sino el proceso de experiencia de su presencia en medio de ellos. Una presencia invisible, pero experiencia real y verdadera. La Iglesia tiene que acomodarse a este nuevo modo de estar Jesús en ella, y a este modo de verlo y sentirlo.

Mientras vivía era una presencia física, visible a los ojos y percibida por los demás sentidos. Ahora es la presencia pascual, mística y real perceptible tan solo desde la experiencia de la fe.

Las distintas apariciones son maneras que tiene Jesús de decirles: aquí estoy. Soy yo y estoy con vosotros. No estáis solos. Este es también nuestro tiempo de Iglesia. A nosotros no nos ha tocado vivir el tiempo-encarnación, sino el tiempo-Iglesia o el tiempo-pascua. Sólo nos sentiremos Iglesia en la medida en que vivamos esta experiencia de la presencia de Jesús en medio de nosotros. Si Jesús no es nuestro centro de comunión y comunidad, no lograremos ser Iglesia.

Una de las razones de nuestros encuentros dominicales consiste en hacer esta experiencia de la presencia del Señor. No es solo el celebrar la misa, es sentirnos unidos todos en Él.

La Misa dominical

la Misa es una fiesta

¿No es lo mismo la misa del miércoles que la misa del domingo? Claro que es la misma. ¿Y no es lo mismo escuchar misa cualquier día de la semana que escucharla el domingo? Eso ya es otro cantar. Digámoslo así:

¿No es la misma comida cuando uno come solo o cuando come acompañado? La comida es la misma.

¿Entonces da lo mismo comer solo que en compañía de los demás? Eso no es lo mismo. La comida sí es la misma, pero comer con los demás tiene otro sentido: sentirnos unidos, sentirnos familia, sentirnos comunidad.

La Misa Dominical es la misma misa de la semana. El domingo es además el encuentro de la Iglesia que se siente comunidad y en comunión. La misa dominical es misa de la familia, es misa de la Iglesia que se reúne. Y se reúne para estrechar más los lazos de fraternidad entre todos los creyentes. Es una misa donde el Señor es el mismo, pero donde nuestra actitud tiene que ser eclesial. Por eso, no es suficiente “ir a misa”, “estar en misa”, “escuchar misa”. Para que haya una verdadera celebración pascual se requieren dos elementos: “Hacer la experiencia de la presencia de Jesús uniendo y formando la comunidad”. Además, “cada uno de nosotros tenemos que sentirnos Iglesia, Iglesia de Jesús, en la que todos somos hermanos”. Por eso decimos que la Iglesia celebra la Eucaristía, pero la Eucaristía hace a la Iglesia. La verdadera devoción a la Misa y a la comunión sólo son posibles en una experiencia de sentirnos Iglesia.

La confesión es una lavandería

la confesión

Es posible que muchos tengamos la idea de que el Sacramento de la Penitencia es una especie de “lavandería pública”.
Nos confesamos para que nos laven.
Pero no nos confesamos para cambiar de vida.
Nos confesamos para que nos limpien.
Pero no nos confesamos para convertirnos.

De ahí que traigamos siempre los mismos trapos sucios.
De ahí la repetición memorística de nuestros pecados.

Es cierto que la confesión nos limpia y nos lava.
Pero limpia y lava en la medida en que hay verdadera actitud y voluntad de cambio en nuestro corazón.
Sin esa actitud y sin esa voluntad, todo queda donde estaba.

La confesión es buena cuando yo ya no soy el mismo.
Cuando yo he cambiado mi corazón.
Cuando yo he cambiado mi orientación de vida.

El Salmo 50 es claro: “Crea en mí un corazón nuevo”.
La confesión no es “lavandería”.
La confesión es “nacer de nuevo por el Espíritu”.
La confesión no es un maquillaje al corazón.
Es “la creación de un corazón nuevo”.

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