Hoja Parroquial

Bautismo del Señor – B | El Bautismo de Jesús

Domingo, 14 de enero del 2024

Jesús, el hombre del Espíritu

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El relato del Bautismo de Jesús está lleno de significados.

Los cielos se abren. Cuando Dios no da señales de sí mismo y cuando los hombres dejan de percibir la presencia de Dios, da la impresión de que los cielos están cerrados.

Con el Bautismo de Jesús los “cielos se abren”. De nuevo volvemos a tener noticias de Dios. De nuevo volvemos a sentir que Dios sigue abierto a los hombres.

Y el Espíritu Santo baja. Jesús es investido del Espíritu Santo, se siente como lleno de Dios y guiado por Dios en el camino del anuncio del Reino. Desde entonces ya no es Él el que decide, sino la voluntad del Padre.

Hemos hablado poco del Bautismo de Jesús, como también hemos tomado poca conciencia de nuestro bautismo. Un bautismo que no es un registro en los libros parroquiales, sino que es el momento en el que sentimos que también los cielos se abren para nosotros y volvemos a comenzar una nueva realidad. Dios vuelve abrirse a nosotros. De nuevo se abre una nueva comunicación de Dios con nosotros. Ese es nuestro bautismo. Por el bautismo comenzamos a entrar en una nueva comunión con Dios. Ya no estamos solos, Dios comienza una nueva relación con nosotros.

Además, con el Bautismo comenzamos a ser hombres y mujeres nuevos. Nuevos porque el Espíritu comienza a actuar en nosotros. El bautismo es un nuevo nacimiento. Ya no es el nacimiento a la vida, es el nacimiento en el Espíritu a la vida de Dios. El bautismo es mucho más que registrarnos como miembros de la Iglesia, es registrarnos como los hombres y mujeres movidos por el Espíritu.

Un nuevo Padre, que es Dios.
Una nueva Madre, que es la Iglesia.
Una nueva vida que es el Espíritu de Dios actuando en nosotros.

Como bautizados no somos uno más entre los hombres, sino algo totalmente distinto. Somos los amados de nuestros padres, pero, sobre todo, somos también los amados y los predilectos de Dios. Una nueva paternidad y una nueva filiación y una nueva fraternidad y una nueva misión.

Por algo el Papa Francisco insiste tanto en que recordemos la fecha de nuestro bautismo como el acontecimiento central de nuestras vidas. El día más grande de nuestra vida es el día que nos bautizaron. El bautismo será luego como al plan de Dios Padre en nuestras vidas. Somos hombres y mujeres no de la carne, sino del Espíritu. Somos la maravilla de Dios. ¿Nos vemos así?

La fecha de nuestro Bautismo

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Vamos a recordar unas palabras bellísimas y tiernas del Papa Francisco. “En Baptisterio de San Juan de Letrán, en la a catedral del Papa, en el interior hay  una inscripción latina que dice más  o menos así: «Aquí nace un pueblo de estirpe divina, generado por el  Espíritu Santo que fecunda aguas; la Madre Iglesia da a luz a  sus hijos en estas olas.»

Esto nos hace comprender una cosa importante: nuestro formar parte de la Iglesia no es un hecho exterior y formal, no es rellenar un papel que nos dan, sino que es un acto interior y vital; no se, no la recuerdan!

La fecha del Bau­tismo es la fecha de nuestro naci­miento a la Iglesia, la fecha en la cual nuestra mamá Iglesia nos dio a luz. Y ahora os dejo una tarea para hacer en casa.

Cuando hoy volváis a casa, id a buscar bien cuál es la fe­cha de vuestro Bautismo, y esto para festejarlo, para dar gracias al Señor por este don. ¿Lo haréis?

¿Amamos a la Iglesia como se ama a la propia mamá, sabiendo incluso comprender sus defectos?

Todas las madres tie­nen defectos, todos tenemos defec­tos, pero cuando se habla de los de­fectos de la mamá nosotros los tapa­mos, los queremos así. La Iglesia tiene también sus defectos: ¿la que­remos así como a la mamá? ¿Le ayuda­mos a ser más bella, más auténtica, más parecida al Señor?

Os dejo es­tas preguntas, pero no olvidéis la ta­rea: buscad la fecha de vuestro Bau­tismo.” (Audiencia, 11 de setiembre 2013)

¿Y nosotros sabemos la fecha en que fuimos bautizados?

Atrévete a creer

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  1. Atrévete a creer. Atrévete a fiarte de Dios, por más que te esté fallando el piso bajo tus pies. Tu mayor acto de fe lo harás el día en que no tengas nada en qué apoyarte y te agarres única y exclusivamente de las manos de Dios, sin miedo a que te suelte. ¿Te atreves a creer así?
  2. Atrévete a creer. Atrévete a renunciar a tu manera de pensar y ver las cosas y arriésgate a verlas siempre desde Dios y de cómo las ve Dios. Cuando sea noche total en tu vida, tú sigues adelante sin más luz que tu confianza en que Dios no te engaña. ¿Te atreves a creer así?
  3. Atrévete a creer. No solo con la cabeza. Es muy fácil creer con la cabeza. La verdadera fe es creer con la vida. Que tu misma vida sea una confesión clara y nítida de Dios. Quien cree con la vida vive de la fe y la fe se hace vida y la vida se hace fe. ¿Te atreves a creer así?
  4. Atrévete a creer. No sólo cuando todos creen, esa sería posiblemente una fe social. Tú estás llamado a creer precisamente cuando los demás se cierran a la fe y aún te dicen que creer es una tontería. Llamado a creer, aunque por ahí te cuenten el cuento de que la fe te da la respuesta a todo. ¿Te atreves a creer así?
  5. Atrévete a creer. No cuando todos te aplauden, sino cuando todos te critican y aún se ríen de ti. Ahí es donde Dios está necesitando testigos. Dios no necesita tanto de testigos entre los ya tienen fe, sino precisamente allí donde no hay fe. ¿Te atreves a creer así?
  6. Atrévete a creer. Incluso cuando tengas que confesar tu fe con el testimonio de tu propia vida. Los mártires murieron por su fe, su único delito fue creer. Cuando tu fe sea rubricada con tu propia vida, sentirás que valió la pena creer de verdad. ¿Te atreves a creer así?
  7. Atrévete a creer. Que tu fe llegue a fastidiar a los dormidos, a los que viven anestesiados. El mejor signo de tu fe es que en donde tú estás los demás se sienten incómodos. Es señal de que estás emitiendo mensajes que cuestionan sus vidas. Una fe que cuestiona a otros es verdadera. ¿Te atreves a creer así?

Lo que nos destruye

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Le preguntaron a Mahatma Gandhi: ¿Cuáles son los factores que destruyen al ser humano…?

Él respondió así:
La Política sin principios,
el Placer sin compromiso,
la Riqueza sin trabajo,
la Sabiduría sin carácter,
los Negocios sin moral,
la Ciencia sin humanidad
y la Oración sin caridad.

La vida me ha enseñado
que la gente es amable, si yo soy amable;
que las personas están tristes, si estoy triste;
que todos me quieren, si yo los quiero;
que todos son malos, si yo los odio;
que hay caras sonrientes, si les sonrío;
que hay caras amargas, si estoy amargado;
que el mundo está feliz, si yo soy feliz;
que la gente es enojona, si yo soy enojón;
que las personas son agradecidas, si yo soy agradecido.

La vida es como un espejo:
Si sonrío, el espejo me devuelve la sonrisa.
La actitud que tome frente a la vida,
es la misma que la vida tomará ante mí.

“El que quiera ser amado, que ame.”

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