Hoja Parroquial

Domingo 3 – B | Seguiendo a Jesús

Domingo, 21 de enero del 2024

Creed en el Evangelio

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Lo que es lo mismo a: “Creed en la Buena Noticia.” Jesús da comienzo a su predicación en Galilea, no con discursos morales ni tampoco con amenazas, ni metiendo miedo en el alma de la gente. No nos pide que creamos a esos que de tiempo en tiempo nos anuncian catástrofes e, incluso, el mismo fin del mundo. Tampoco comienza con amenazarnos con el infierno, con la condenación, Jesús no se presenta como el agorero de malas cosas. Al contrario, su primer discurso es una llamada a que “creamos en la Buena Noticia”, que “creamos en el Evangelio”. Dios nunca puede ser mala noticia para el hombre. Dios siempre es buena noticia, buen anuncio. Dios anuncia cosas buenas, no malas. Dios anuncia ilusiones y esperanzas, no desilusiones y desesperanzas.

Jesús viene a anunciarnos que “el Reino de Dios está ya cerca”; es decir, que un mundo diferente es posible y ya se están sembrando sus semillas.

Jesús viene a anunciarnos que el hombre es lo más importante en el mundo, más importante que todas las riquezas, hasta el punto de que no es el hombre el que debe servir a las riquezas, sino que las riquezas han de estar al servicio del hombre.

Jesús viene a anunciar que lo más importante en la vida no es el odio, ni el rencor, ni el resentimiento, sino el amor y el amor a todos, comenzando por los menos amados y más necesitados.

Jesús viene a anunciarnos no la venganza, sino el perdón y la paz.

Jesús viene a anunciarnos un mundo de fraternidad, donde todos seamos hermanos y donde la humanidad sea la gran familia de Dios.

Jesús viene a anunciarnos que todos estamos llamados a ser libres, con la libertad de los hijos.

Jesús viene a anunciarnos la justicia en el amor y el amor en la justicia, donde se respete la dignidad de cada uno y de todos al margen de su color, raza, cultura o lugar que ocupe.

Jesús viene a anunciarnos la vida, y la vida plena, capaz de vencer a la misma muerte.

Jesús viene a anunciarnos no ese Dios lejano y misterioso, sino un Dios Padre que nos ama como hijos y comparte con nosotros cada día nuestra vida y que sufre cuando sufrimos y goza cuando nosotros gozamos.

¿Por qué seguimos leyendo las malas noticias y creemos tan poco en las buenas noticias? ¿No estaremos cayendo en el masoquismo espiritual cuando Él quiere que despertemos al optimismo y a la esperanza?

Cuando no tengas nada qué hacer

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“Cuando no tengas nada que hacer, puedes plantar un árbol; irá creciendo mientras duermes.” (Walter Scout)

Linda frase que puede servir para muchas cosas:
Cuando no tengas nada que hacer, sonríe; porque tu sonrisa seguirá llenando de gozo a los demás, mientras tú duermes.
Cuando no tengas nada que hacer, tiende tu mano; es posible que otras manos sigan extendiéndose, mientras tú duermes.
Cuando no tengas nada que hacer, di una palabra de alabanza y reconocimiento; es posible que siga creciendo como una semilla en el corazón de los demás, mientras tú duermes.
Cuando no tengas nada que hacer, regala una mirada de cariño; es posible que esa mirada siga dando calor a los demás, mientras tú duermes.
Cuando no tengas nada que hacer, limpia el polvo de los muebles; es posible que tu esposa te siga admirando, mientras tú duermes.
Cuando no tengas nada que hacer, regala una rosa; es posible que alguien disfrute de ella, mientras tú duermes.
Cuando no tengas nada que hacer, pon un poco de música; es posible que en casa sientan más alegría, mientras tú duermes.

¡Hay tantas cosas que uno puede hacer cuando no tiene nada que hacer!
Porque hasta el no hacer nada puede ser ocasión para que tengas tiempo para encontrarte contigo mismo y hasta es posible que te encuentres con Dios.
Por eso también tenemos que aprender a no hacer nada, que posiblemente es cuando más se reverdece nuestro interior.

Todo es posible

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Todo estaba tranquilo en el lago. Pasó Él y algo sucedió.
Estaban en las barcas.
Él los llamó.

Allí se quedaron las barcas.
Pero ellos se fueron con Él.
Las barcas se quedaron balanceándose sobre el agua.
Y ellos se fueron movidos por el Espíritu.

Las barcas siguieron con sus redes.
Y ellos se compraron unas nuevas.
Ya no cogerán más peces en el Lago.
Ahora les interesa el suerte de cada hombre.

Fue toda una sorpresa.
Ellos amanecieron como cada mañana.
Pero cada mañana puede estar llena de sorpresas.
Nadie sabe lo que puede suceder.

¿Quién sabe si Él pasa a nuestro lado, dice nuestro nombre, y nos llama?
¿Quién sabe si amanecemos pescadores y anochecemos apóstoles del Evangelio?
¿Quién sabe si un día amanecemos remendando redes y terminamos el día siguiéndole?
¿Quién sabe si un día amanecemos pecadores y anochecemos camino de la santidad?

Sí, todo es posible, cuando Él pasa a nuestro lado.
Todo es posible cuando Él nos llama.
Todo es posible cuando Dios pone sus ojos sobre nosotros.

Misterios del hombre: las manos

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Alguien hacía un elogio de lo maravillosas que son las manos. Imagínense, decía:

Con las manos podemos acariciar a los demás.
Con las manos llevamos la comida a la boca.
Con las manos saludamos al otro.
Con las manos levantamos al caído.
Con las manos nos apoyamos para no caer.
Con las manos podemos trabajar el campo.
Con las manos sembramos las semillas.
Con las manos segamos el trigo.
Con las manos nos lavamos la cara.
Con las manos nos ponemos los zapatos.
Con las manos nos vestimos.
Con las manos cortamos las flores.
Con las manos cargamos con la compra.
Con las manos podemos tocar nuestra cara.
Con las manos podemos conducir nuestro carro.
Con las manos podemos escribir una carta de amor.
Con las manos damos la comunión.
Con las manos abrimos los libros.

Un momento, interrumpió alguien.
Ignoras algo importante.

Con las manos empujamos al débil.
Con las manos arañamos el rostro del otro.
Con las manos le damos un puñete al otro.
Con las manos le quitamos el pan al otro.
Con las manos le robamos la cartera al otro.
Con las manos le amenazamos al otro.
Con las manos disparamos los fusiles y pistolas.
Con las manos encendemos el fósforo de los incendios.
Con las manos levantamos la copa que está de más.
Con las manos talamos los bosques.
Con las manos ponemos el veneno en el vaso ajeno.
Con las manos rechazamos al otro.
Con las manos cerramos los libros.
Con las manos también decimos “no”.

Cada uno se aferró a sus propia visión de las manos.
Pero falta la más importante, la tuya.
¿Y tú qué dices?

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