Hoja Parroquial

Domingo 4 – B | Enseñando con autoridad

Domingo, 28 de enero del 2024

Los espíritus inmundos abundan

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Lo que es lo mismo a: “Creed en la Buena Noticia.” Jesús da comienzo a su predicación en Galilea, no con discursos morales ni tampoco con amenazas, ni metiendo miedo en el alma de la gente. No nos pide que creamos a esos que de tiempo en tiempo nos anuncian catástrofes e, incluso, el mismo fin del mundo. Tampoco comienza con amenazarnos con el infierno, con la condenación, Jesús no se presenta como el agorero de malas cosas. Al contrario, su primer discurso es una llamada a que “creamos en la Buena Noticia”, que “creamos en el Evangelio”. Dios nunca puede ser mala noticia para el hombre. Dios siempre es buena noticia, buen anuncio. Dios anuncia cosas buenas, no malas. Dios anuncia ilusiones y esperanzas, no desilusiones y desesperanzas.

Jesús viene a anunciarnos que “el Reino de Dios está ya cerca”; es decir, que un mundo diferente es posible y ya se están sembrando sus semillas.

Jesús viene a anunciarnos que el hombre es lo más importante en el mundo, más importante que todas las riquezas, hasta el punto de que no es el hombre el que debe servir a las riquezas, sino que las riquezas han de estar al servicio del hombre.

Jesús viene a anunciar que lo más importante en la vida no es el odio, ni el rencor, ni el resentimiento, sino el amor y el amor a todos, comenzando por los menos amados y más necesitados.

Jesús viene a anunciarnos no la venganza, sino el perdón y la paz.
Jesús viene a anunciarnos un mundo de fraternidad, donde todos seamos hermanos y donde la humanidad sea la gran familia de Dios.
Jesús viene a anunciarnos que todos estamos llamados a ser libres, con la libertad de los hijos.
Jesús viene a anunciarnos la justicia en el amor y el amor en la justicia, donde se respete la dignidad de cada uno y de todos al margen de su color, raza, cultura o lugar que ocupe.
Jesús viene a anunciarnos la vida, y la vida plena, capaz de vencer a la misma muerte.
Jesús viene a anunciarnos no ese Dios lejano y misterioso, sino un Dios Padre que nos ama como hijos y comparte con nosotros cada día nuestra vida y que sufre cuando sufrimos y goza cuando nosotros gozamos.

¿Por qué seguimos leyendo las malas noticias y creemos tan poco en las buenas noticias? ¿No estaremos cayendo en el masoquismo espiritual cuando Él quiere que despertemos al optimismo y a la esperanza?

El riesgo de equivocarse

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“La persona que cambia puede equivocarse, pero la que no cambia nunca vive equivocada”. Una gran verdad de la sabiduría popular.
Todo el que cambia puede equivocarse y tiene derecho a equivocarse.
En cambio, el que nunca cambia, ese no se equivoca nunca, porque vive siempre equivocado.

El que sueña tiene derecho a equivocarse.
El que planta un árbol tiene derecho a equivocarse.
El que siembra semillas tiene derecho a equivocarse.
El que se arriesga tiene derecho a equivocarse.

El que duerme mientras otros hacen algo, ya vive equivocado.
El que no se atreve a sembrar, ya se equivocó de futuro.
El que no se decide por miedo, ya vive equivocado.

¿Por qué tendremos más miedo a equivocarnos que a hacer algo?
¿Por qué tendremos más miedo a equivocarnos que a construir?

La peor equivocación es no hacer nada.
La peor equivocación es renunciar a lo nuevo.
La peor equivocación es el miedo a equivocarse.

El riesgo es el derecho de los que piensan, hablan y hacen.
El riesgo es la condición para poder crecer.
El riesgo es el camino para que el mundo sea diferente.
¿Acaso Dios no se arriesgó al crearnos?

Misterios del hombre: los pies

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En una reunión de arquitectos discutían sobre la arquitectura del hombre. Cada uno hacía notar la maravillosa armonía de todo el cuerpo. La armonía entre el espíritu y el cuerpo. La elegancia de las líneas. De todos modos, no todo podía estar bien. Algún fallo había que encontrarle.

Uno de ellos confesó que lo que más le gustaba del hombre eran los pies.
Los pies son como los cimientos de una construcción.
Si fallan los cimientos todo se viene abajo.
Si a uno le fallan los pies se cae.
Los pies permiten a uno moverse de un lugar a otro.
Los pies permiten caminar.
Los pies sirven para correr.
Los pies sirven para jugar fútbol.
Los pies permiten subir montañas.
Los pies permiten acercarse a los demás.
Los pies sirven para salir al encuentro con los demás.
Los pies sirven para visitar a los que están solos.
Los pies valen caminar detrás de lo bueno.
Los pies sirven incluso para “seguir a Jesús”.
¿Alguien tiene algo que decir?

Se levantó uno y comentó. Es cierto lo que dice el colega.
Pero ¿no se estará olvidando de algo?

Los pies también sirven para tropezar y caerse.
Los pies sirven para dar patadas al vecino.
Los pies sirven para caminar detrás del mal.
Los pies sirven para alejarse del camino.
Los pies sirven para ir a otros sitios en vez de ir a casa.
Los pies sirven para irse de casa como el hijo pródigo.
Los pies sirven para ir al bar en vez de la Iglesia.
Los pies sirven para abandonar a Dios e irse lejos.
Los pies sirven para buscar al enemigo.

Estoy de acuerdo que los pies son muy buenos.
Pero tienen una serie de defectos que no podemos olvidar.
Es posible que tú no seas arquitecto.
Pero tienes pies y tu apreciación es importante.
¿Y tú qué dices?

Y es el mismo río

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“Este enseñar con autoridad es nuevo”.

No repitamos lo de siempre.
Anunciemos lo nuevo.

No nos quedemos en el ayer.
Anunciemos el mañana.

No digamos que “antes…”.
Digamos que “mañana”.

Dios no envejece, porque nos e repite.
Dios es siempre nuevo.

Por eso Dios es “evangelio”.
No nos quedemos en “lo que fue”.

Miremos a lo que “tiene que ser”.
Mira al río.

Nunca verás dos veces la misma agua.
Aunque el río seguirá siendo el mismo el mismo.

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