Hoja Parroquial

Cuaresma 3 – B | Jesús, Templo e Iglesia | IQC2021

Domingo, 7 de marzo del 2021

El Templo y los Templos

Jesús expulsa vendedores del templo

La escena del Evangelio de hoy resulta extraña. Lo primero que llama la atención es su ubicación en los Evangelios. Mientras Juan la sitúa al comienzo de la vida pública, a continuación de las Bodas de Caná, los Sinópticos la sitúan unos días antes de su Pasión y casi como el detonante que los lleva a decidir su muerte. Lo segundo es el gesto mismo de Jesús. El hombre “manso y humilde de corazón” aparece aquí en una actitud de violencia del espíritu.

Para Juan el verdadero sentido de este gesto de Jesús es el fin del Templo de Jerusalén y el comienzo del nuevo Templo: el mismo cuerpo de Jesús, y por nuestra relación con Él, nuestros cuerpos “como templos del Espíritu Santo”. Dicho de otra manera, “llega el tiempo en que ni aquí en el Garizín ni allá en Jerusalén se adorará a Dios, sino en todas partes”. Se cuenta cómo el prefecto romano Rústico le pregunta a San Justino: “Dónde se reunían los cristianos”. La respuesta de san Justino fue tajante: “Donde cada uno prefiere, pues el Dios de los cristianos no está circunscrito a lugar alguno, sino que, siendo invisible, llena el cielo y la tierra y en todas partes es adorado y glorificado por sus fieles”.

Siempre hemos visto el Templo como “la casa de Dios”, como si Dios fuese un ciudadano más que vive en su casa, tiene su propia independencia, come lo que tiene, y comparte con los suyos. Esto nos ha llevado a crear una división demasiado peligrosa. Los templos: casa de Dios. El mundo: la casa de los hombres. Cada uno viviendo en su casa. Sólo nos podemos encontrar cuando nos visitamos.

Con ello, hemos creado esa mentalidad de que “hay que ser buenos, creyentes y hasta piadosos en el templo, los domingos, en esos cuarenta y cinco minutos de misa”, pero luego tenemos toda la semana para nosotros, para nuestras cosas, sin que nos importe mucho Dios. Negocios son negocios. O esa otra mentalidad: la religión para el templo y la sacristía. Pero el resto de la vida para la “vida sin religión”. Jesús nos dice otra cosa: “Destruid este templo y yo levantaré otro”. “Destruid el templo de mármol y yo abriré el gran templo de mi cuerpo físico y de mi cuerpo místico que es la Iglesia y el mundo entero”. Hay un templo donde hay una persona. Hay un templo donde hay un cristiano. Hay un templo, aunque sea en pleno campo o en plena ciudad, donde hay alguien que adora, alaba y bendice a Dios. Los “Templos”, con mayúscula, aún siguen estando llenos, pero “los templos de la vida están demasiado vacíos”. Es a estos templos que tenemos que verlos llenos, a rebosar.

Hacer un poca de limpieza

Limpieza de corazón

De cuando en cuando es conveniente hacer un poco de limpieza en el viejo armario de nuestro corazón. Uno va a cumulando demasiadas cosas que lo hace cada vez más lento y pesado.

Cosas que siempre se deben conservar:
Los gratos recuerdos que te han alentado tu vida.
El grato recuerdo de los mejores momentos de tu fe.
El grato recuerdo de tus amistades.
El grato recuerdo de los que te han ayudado a crecer en la fe.
El grato recuerdo de los que algún día te han corregido fraternalmente.
El grato recuerdo de tantos perdones recibidos.
El grato recuerdo del amor que llenó tu vida.
El gato recuerdo de las llamadas de Dios en tu corazón.
El grato recuerdo de tus grandes decisiones.
El grato recuerdo de los triunfos de la gracia en ti.
El grato recuerdo de las veces que dijiste sí a Dios.

Cosas que no debes conservar sino echarlas fuera:
Olvídate de aquella ofensa que aún te va hiriendo dentro.
Olvídate de aquel fracaso que te hundió anímicamente.
Olvídate de aquella vez que te fallaste a ti mismo.
Olvídate de aquella vez que no reconociste tu error.
Olvídate de aquella vez que alguien te hizo pasar un mal momento.
Olvídate de aquel rencor que aún te quema dentro.
Olvídate de aquella ingratitud de alguien a quien amabas.
Olvídate de todo aquello que te priva de la alegría.
Olvídate de todo aquello que te impide mirar hacia delante.
Olvídate de todo lo que te ata e impide ser libre.
Olvídate de todo lo que te estorbe para cambiar.
Todo esto es basura acumulada que no vale la pena conservar.

Conserva lo bueno de tu vida.
Barre y limpia cuanto no sea vida en ti.
Recuerda lo que te hace feliz. Olvida todo lo que te hace infeliz.

El amor, ¿estás cierto de amar?

el amor

El verdadero amor no se mide “por lo que damos”,
sino “por lo que damos de nosotros mismos”.
El amor no se mide “por lo felices que nos sentimos”
sino por lo “felices que hacemos a los demás”.

El amor no se mide por el “número de amigos que ganamos”
sino porque los “demás se sienten mejor”.
El amor no se mide “por lo que me agradecen”,
sino “porque pasa desapercibido como algo natural”.

El amor no se mide “por lo que recibo de ti”,
sino por lo que “tú recibes de mí”.
El amor no se mide “por lo que yo amo”,
sino “por el amor que despierto en los demás”.

El amor no se mide “por las cosas grandes que hago”,
sino por las “cosas sencillas de cada día”.
El amor no se mide tanto “por lo visible que es”,
sino “por la sencillez que no lleva apellido”.

El amor no se mide “por lo deudores que deja a los demás”,
sino “por lo libres que los hace a todos”.
El amor no se mide “porque me sigues necesitando”,
sino “porque tú ya puedes valerte por ti mismo”.

El amor no se mide “por las veces que te digo que te amo”,
sino “por las veces que tú te sientes amado”.
El amor no se mide sólo “por lo que yo te perdono”,
sino también “por lo que me dejo perdonar por ti”.

El amor no se mide sólo “por lo que te aguanto”,
sino también “por lo que me soportas”.
El amor se mide por “la capacidad que tengo de olvidar tus ofensas”.

Para que lo pienses

Las mejores maneras de…

La mejor manera de salir de la mentira, es decir siempre la verdad.
La mejor manera de salir del pecado, es vivir todos días en gracia.
La mejor manera de no enfadarte contigo mismo, es amarte a pesar de tus defectos.
La mejor manera de dejar de ser pecador, es luchar por ser santo.
La mejor manera de sentir a Dios, es escucharlo cada día.
La mejor manera de vivir con alegría, es saber que Dios te ama.
La mejor manera de saber si amas a Dios, es amar a tus hermanos.

La mejor manera de triunfar, es esforzarte siempre.
La mejor manera de ser útil, es hacer siempre algo por los otros.
La mejor manera de no aburrirse, es estar siempre ocupado.
La mejor manera de valorarte a ti mismo, es creer en ti.
La mejor manera de ser fiel, es creer en la dignidad de los demás.
La mejor manera de creer en el hombre, es creer en Dios.

Si tú tienes otros caminos, puedes andarlos.
Lo importante es llegar a la meta.
¡Y que lleguemos juntos!

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