Domingo, 2 de enero del 2022
Capacidad de preguntar
los Reyes Magos preguntan
Creo que fue Charles Peguy quien dijo que “hay algo peor que tener un alma perversa, y es tener un alma acostumbrada”. Alma acostumbrada, vida acostumbrada, mente acostumbrada… Es como una especie de alma, de inteligencia anestesiada e incapaz de preguntar, de cuestionar. Es como un dejarnos llevar de la corriente, dejarnos llevar de lo que hacen todos.
Lo cual nos estaría diciendo que es preciso desacostumbrarnos y ser capaces de cuestionarnos, de preguntarnos, de interrogarnos. Es decir, no dar por hechas las cosas, sino volver a hacernos niños y preguntar por todo. Lo maravilloso del niño es que a todo pregunta: “¿qué es? ¿para qué es?”
Creo que hemos concebido la fe como una especie de costumbre, un “siempre ha sido así” y, por tanto, ya no hay nada que hacer ni decir. La fe, por muy profunda que sea, es siempre pregunta. La fe es siempre interrogación.
Los Magos de Oriente caminaban tranquilos camino del “Niño”, hasta que el camino se perdió bajo sus pies, como si algo se hubiese borrado. Estar cercar y ellos sumergidos en la oscuridad, en la duda. Una oscuridad y una duda que los pone en actitud de pregunta. “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella y venimos a adorarlo”.
Y no preguntan precisamente ni a gente demasiado honrada, ni a gente dispuesta a abrirse y aceptar a ese “Niño recién nacido”. Sin embargo, también la luz puede llegarnos de quienes no piensan como nosotros, de gente que prefieren otros caminos y otras búsquedas.
¿Habremos perdido nosotros la capacidad de preguntar? ¿Habremos caído ya en “esa alma acostumbrada” que todo lo da por hecho y es incapaz de cuestionarse? ¿De qué preguntamos nosotros hoy? ¿Preguntaremos por los valores esenciales, por aquello que da sentido a la vida o preguntaremos simplemente por lo superficial y carente de sentido? Es posible que tengamos que pedirle a Dios que nos devuelva nuestra alma de niño, para que volvamos a preguntar: ¿qué es? ¿Para qué es? ¿Quién soy? ¿Para qué estoy? ¿A dónde voy? Hay preguntas que no preguntan nada, pero hay otras que tocan nuestras raíces y las fibras más hondas del espíritu. Preguntar es tener capacidad todavía de la verdad, quien no pregunta ya se cree dueño de la verdad.
Un camino cierto, pero un andar equivocado
camino a Belén
Una simple pregunta puede cambiar el rumbo de toda nuestra vida. Una pregunta a tiempo pudiera evitarnos tener que andar de nuevo el camino. Kierkegaard cuenta en su diario lo de aquel caballero que caminaba por la autopista de Londres, en un momento se detuvo entró en dudas consigo mismo y preguntó a un aldeano que trabajaba en su chacra. “Dígame, caballero, ¿es ésta la autopista de Londres?”. El aldeano, muy tranquilo le respondió que sí. ¡Gracias! Y siguió su camino, pero el labrador se le quedó mirando y le gritó: “Oiga, ¿pero usted a dónde quiere ir?”. “A Londres”, respondió. “Perdón, esta es la autopista de Londres, pero usted va al revés. Tiene que darse la vuelta si quiere llegar a Londres”.
No es suficiente preguntar por el camino, hay que preguntar también por la dirección. Porque uno puede estar en el camino y caminar al revés. El camino puede ser cierto, pero el caminar puede ser equivocado. Una pregunta a tiempo nos puede devolver a la verdadera dirección.
Si hubiésemos preguntado a tiempo, nos hubiéramos evitado muchas equivocaciones.
Si hubiéramos preguntado a tiempo, hubiéramos podido llegar antes.
Si hubiéramos preguntado a tiempo, nos hubiéramos ahorrado tanto caminar inútil.
No importa quién te dice la verdad. Puede ser un aldeano que entiende poco de teorías. Puede ser Herodes que sabe mucho de matar a quienes se ponen en su camino. No importa, también ellos pueden ser una luz para orientarnos. La estrella volvió a brillar nada más abandonar a Herodes.
En la vida puede que muchos estemos en el camino, pero caminando al revés. Así nunca vamos a llegar a nuestro destino. ¡No olvidemos preguntar!
Las Estrellas del 2022
las estrellas que nos guiarán en 2022
¿Cuáles serán las estrellas que nos señalen el camino de Dios durante el nuevo año que comenzamos? Serán muchas, ciertamente. Además, cada uno tendrá las suyas personales. Presiento que, durante este año, todos vamos a estar guiados por una serie de señales que nos marcarán los caminos de Dios.
La estrella de la paz. Esta estrella lleva tiempo luciendo delante de nosotros y nosotros no queremos verla. Porque la paz no llega. Las guerras, la violencia, el terrorismo de los malos y el terrorismo bélico de los buenos, siguen quemando pólvora y desangrando a los pueblos. Las luchas internas en cada país, tampoco logran divisar su estrella.
La estrella de la justicia. Una justicia justa, no la justicia de la venganza o del resentimiento o de los intereses particulares. Una justicia para todos. Una justicia también para aquellos no pueden pagarla, y que la sociedad se la adeuda.
La estrella de la unidad. No podemos caminar divididos. No podemos caminar poniéndonos zancadillas unos a otros. No podemos llamarnos hermanos y seguir divididos. No podemos llamarnos cristianos y vivir enfrentados en nombre de Dios.
La estrella del trabajo para todos. Es una estrella luminosa que nos reclama el esfuerzo de todos para que todos puedan tener un trabajo digno. Un trabajo que nos haga libres a todos y no tengamos que ver tanta mano tendida pidiendo limosna.
La estrella de los padres ancianos. Ese nuevo grupo social que está naciendo y que ya clama al cielo. No podemos abandonar a su suerte a quienes lo han dado todo por nosotros. Dios se pone de parte de ellos y revela y manifiesta en ellos.
La estrella de la fe. Un mundo sin Dios es como una noche sin estrellas. Un mundo sin Dios es como una noche sin amanecer. El hombre sin Dios consumirá mucha luz artificial, pero se quedará sin la luz que ilumine desde dentro.
Levantemos los ojos. Descubramos esas estrellas que nos señalan el camino por dónde anda Dios y dónde está naciendo Dios hoy.
Bienaventuranzas de la esperanza
bienaventuranzas
Bienaventurado el que cree en la esperanza.
Bienaventurado el que vive de la esperanza.
Bienaventurado el que anuncia la esperanza.
Bienaventurado el que lucha con esperanza.
Bienaventurado el que siembra esperanzas.
Bienaventurado el que testimonia la esperanza.
Bienaventurado el que espera con esperanza.
Bienaventurado el que habla con esperanza.
Bienaventurado el que sueña con esperanza.
Bienaventurado el que siembra con esperanza.
Bienaventurado el que vive con esperanza.
Bienaventurado el que pone su esperanza en Dios.
Bienaventurado el que pone su esperanza en su esfuerzo.
Bienaventurado el que no de esperar con esperanza. (C.S)